Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 261
Un prodigio de la Gracia Divina.
Joey Lomangino, en el centro, con su esposa e hijos, en Garabandal, en 1994. Michael Rozeluk está a la derecha de la foto y Helen Rozeluk está a la izquierda de la foto, junto a Joey
Un prodigio de la Gracia Divina.
Cuando Michael Rozeluk llegó a Nueva York, EEUU, desde Toronto, Canadá, se encontró con el grupo de Joey Lomangino para seguir viaje a Garabandal. Dice Michael:
«¡Qué sorpresa me llevé al ver a la gente que iba a Garabandal! Y este viaje fue la mejor cosa que yo haya hecho en mi vida. Me salvó la salud mental, mi familia, mi vida, mi matrimonio, mi carrera y más importante que todo, me salvó el alma»
Ya en Garabandal, el domingo de Pascua de 1994, Michael fue sanado milagrosamente:
«A las ocho de la noche, fuimos a cenar, no me sentía con ganas de comer pero Helen me rogó que fuera. Cuando entramos en el comedor de Serafín, el hermano mayor de Conchita, la vidente, Bob House vino y me preguntó si Joey ya había puesto su medalla sobre mi cuello.
Le contesté que yo no se lo había pedido. Al escuchar mi respuesta, Bob me tomó del brazo y me llevó donde estaba Joey, en una esquina del comedor y le dijo, "Joey, aquí está un hombre con dolor en la columna." Joey, siempre tan gentil, sacó enseguida su medalla, me preguntó donde me dolía y que guiara su mano. Yo no sabía lo que él estaba diciendo, pero me imaginé que estaba orando.
Después me pidió que yo rezara también y, mientras me ponía su medalla, dijo: "Tal vez ayude o tal vez no; ya veremos". No sentí nada nuevo al momento, y seguí sintiendo el tremendo dolor que me aquejaba continuamente. Después de cenar, fuimos a empacar nuestro equipaje ya que debíamos partir de Garabandal muy temprano al día siguiente. Dos horas mas tarde, después de empacar, por instinto fui a tomar mi medicina. Súbitamente, me di cuenta que no sentía el mas mínimo dolor ni en el cuello, columna o la mandíbula. Mi cuello no había estado así, sin dolor, por muchos años, en realidad, no podía recordar la última vez que me había sentido así, totalmente sin dolor.Recé mis oraciones antes de acostarme y no tomé las pastillas para el dolor, pero siempre pensando que seguramente tendría que levantarme a medianoche a tomarlas. A las 2:00 a.m., me desperté y fui al baño, después, al sentarme en la cama fui a coger mis pastillas para el dolor, pero, un momento, ¡no tenía dolor! ¡Me sentía de lo más bien!. Estaba seguro que "me moriría" de dolor en la mañana, pero en esos momentos no tenía dolor alguno. Recé el rosario y le agradecí a Nuestra Señora y a Dios por esas horas que me estaban dando.
Al día siguiente me desperté temprano, y para mayor asombro, me sentía absolutamente bien. Agradecí a Dios y estuve a la espera que el dolor reapareciera mas tarde. Mi esposa Helen, no sabía nada de lo que me acontecía. Cuando nos embarcamos en el ómnibus estuve a la espera que reapareciera el dolor, pero el dolor no reapareció»
En el capítulo 12 puede leer la historia completa.
Michael Rozeluk:
"Fui curado por Dios por la intercesión de la Madre de Dios en 1994. Inesperadamente, porque yo no fui a Garabandal para que Dios me curase sino que fui allí para rezar por mi difunta madre. Esa fue la primera peregrinación de mi vida. Nunca la olvidaré. Allí me sucedieron cosas que nunca podré olvidar."
Icono pintado en Ucrania: La Santísima Virgen viene al encuentro de todos nosotros, sus hijos, para llevarnos a Dios.
Dando los últimos retoques al Icono que les
fue entregado a los esposos Rozeluk.
Dios escuchó las Oraciones que continuamente se rezaron durante la Veneración y el Beso de las Medallas Besadas por la Santísima Virgen durante las Apariciones de Garabandal.
La gente rezó con gran fe, pidiendo a Dios por la salud de alma y cuerpo de todos los presentes durante las Oraciones de Sanación.
Helen reza con una confianza ilimitada en el poder de Jesucristo. Es Él quien ha hecho y continúa haciendo prodigios por intercesión de su Bendita Madre, tal como lo prometió en Garabandal.
Michael y Helen rezan por un niño mientras ambos tocan su frente y su corazón con la Medalla Besada por la Madre de Dios.
Los esposos Rozeluk escribieron en su diario esta reflexión:
«¡Qué inestimable regalo Tú nos has dado, Madre María! ¿Quién podría imaginar que todos estos milagros de los que fuimos testigos, sucedieron por Tu Beso? Sí, querida Madre María, ¡Tu Beso viaja por todo el mundo!»
Si desea conocer en detalle las asombrosas curaciones que tuvieron lugar durante estos viajes misioneros puede empezar a leer en el
capítulo 55
A. M. D. G.