La Imaginación (10)
Envuélveme Señor con tu Espíritu Santo, para seguir escribiendo según tu Voluntad.
Después de poner fecha a últimas visiones, en esa noche, veo un escrito, los renglones muy juntos, el fondo del escri- to oscuro, así todo él; al principio no lo veía con claridad pero me daba cuenta, lo miraba con cierta indiferencia hasta que se dejó ver con toda claridad; entre el escrito destaca- ba una pequeña sombra y, por temor a verle, ver a satanás, por momentos dejaba de mirar pero el escrito y la sombra se- guían ante mi vista mientras pensaba era cosa de él, molesto por lo escrito y publicado y, precisamente por ello lo mira- ba con recelo no me fuese a sorprender de alguna manera. A la noche siguiente, veo bajar renglones escritos hasta formar un escrito extenso, lo veía como en el espacio, la visión era clara y lo escrito oscuro y, según lo observaba, hacia la mitad de los renglones en sentido vertical, empie- zan a separarse juntándose entre si y por otra parte se se- paraban dejando más espacio. Al ver nuevamente un escrito no pude por menos que pensar: ahí está otra vez. Estaba durmiendo cuando siento que me llaman por mi nom- bre muy cerca de mí y me despierto; veo entonces a un grupo de animales que me recordaron al grupo de los tres por las muchísimas veces que he visto a lo largo de esta historia; despuntaban sus cabezas enfurecidos entre sí pero, descri- bir lo que veo en ellos, lo que los envuelve, unidos sus cuerpos como si fuesen uno solo, no encuentro la manera pa- ra expresar lo que estas visiones encierran, parece como si todo ello bramara reflejando el horror que encierran; al verlos y aún teniendo en mis oidos aquella voz de hombre que me parecía conocida, me llevó a pensar si esa persona se les había escapado de sus garras y pedía ayuda; empecé a rezar porque me es imposible seguir durmiendo sin pedir an- tes al Señor ayuda para quien me había llamado. Una noche llamó mi atención algo de un blanco amarillen- to entre mucha oscuridad, por su forma me dije: parece es un animal y desaparece de mi vista, entonces, veo una cabe- za a poca distancia en posición hacia mí y al fijarme en ella me dije: es un caballo, pero, su expresión era como pa- ra echar a correr, su hocico haciendo gestos reflejaba to- da su furia y enfado, algo le pasaba; le observaba por la manera como distinguía su cabeza, algo muy distinto a lo nor- mal, imponía verle. Un tiempo después en esa noche tuve un sueño que no daría importancia si no fuese lo que sucedió al final de estar soñando: Entre otras cosas que había soñado, veo a un hombre ves- tido de negro, su figura y rostro un tanto extraña igualmen- te su posición, estaba semi acostado como en un maletero de un coche medio abierto y, según yo pasaba por ese lugar es cuando le vi pero en el acto su rostro cambió totalmente y en él veo a una persona muy querida a la que había perdi- do durante el sueño, al verle, fue tal mi alegría que al ir para darle un abrazo, me despierto. La persona querida con quien soñaba era mi padre y al despertar y verme sola es cuando me doy cuenta que estaba soñando y ha sido en e- se momento tengo una visión; veo una sombra negra grande colocada en sentido vertical, muy cerca de mi vista y ha- cia el extremo de esta sombra, a la izquierda, me doy cuen- ta que allí había un ojo grande y negro mirándome por de- trás de aquella sombra y para asegurarme me quedé fijamen- te mirando viendo entonces su otro ojo, no obstante, man- tuve la mirada en aquellos ojos que no dejaban de mirarme hasta que al verse descubierto, pienso yo, sale fuera de la sombra mirándome abiertamente con uno de sus ojos y al ver su ceja negra que parecía un pegote, sin lugar a du- das de que era el mismísimo satanás, retiré la mirada. Me quedé triste al pensar que el personaje al final del sue- ño era él. ¡Dios mío! solo de recordarlo se me llenan los ojos de lágrimas por las cosas horribles que me suceden. Quiero pensar, Señor, que al despertar del sueño ha sido porque, Vos, no has permitido me engañase miserablemente. Como para llorar amargamente, aunque fuese soñando. Una tarde mientras descansaba un rato me fijé para una sombra negra alargada y al observarla me doy cuenta se tra- taba de parte del cuerpo y cabeza de una serpiente muy gran- de a juzgar por su contorno y cabeza, estaba como suspendi- da en el espacio, sin moverse, con la boca grande muy abier- ta y todo lo que había echado por ella; seguía ante mi vis- ta como una instantanea, hasta que desapareció. Me recordó alguno de los primeros animales cuando empecé a verlos, que, a fuerza de verlos fuí cayendo en la cuenta que en la tie- rra grandes desgracias sucedían. Horas después, a la noche, tuve otra visión, estaba des- pierta cuando me doy cuenta de la mucha negrura que había ante mi vista y fue al bajar la mirada hacia un punto de la visión donde había algo de claridad, leo el nombre de un pue- blo de España; las letras escritas en negro como la misma ne- grura que había en la visión y todas sus letras en mayúscu- la; me fue del todo fácil pronunciar su nombre aún cuando la última letra quedaba un algo dentro de aquella negrura y, con la mirada en ella desaparece la visión. Me quedé sorprendida y triste con lo que acababa de ver y, puesta a pensar, recor- dé algo que ahora voy a escribir: Hace años, he tenido un sueño, yo digo que ha sido un sue- ño y nó una visión, aunque no lo puedo asegurar. Veo un dra- gón muy grande todo enroscado, lo recuerdo perfectamente, su piel brillante como la de un pez recien pescado muy pareci- do a la piel de la lubina, al verle y ver que no se movía pensé estaba dormido; me llamó la atención el lugar donde es- taba durmiendo porque me era conocido. Este sueño, digámos- lo así, que yo recuerde, solamente lo comenté con uno de mis hermanos, como testimonio, pues como ya explico me llamó la atención el lugar donde estaba durmiendo y, durante estos a- ños, mi hermano de cuando en cuando me lo ha recordado, lle- vándome a mí a pensar no le había caido en saco roto y lo ha- bía tomado como para tener en cuenta, mientras yo le recor- daba ha sido un sueño pero sin tenerlas todas conmigo. Aho- ra, al comentarle que había visto escrito el nombre de un pueblo, me lo ha vuelto a recordar porque el lugar donde dor- mía ese dragón guarda relación con ese pueblo. Por mi parte al ver lo que vi, recordé este sueño y es ahora pienso que el significado sí encierra gravedad. Invoco a la Santísima Virgen, Patrona de ese pueblo, lo cubra con su manto y le pido fortalezca en la fe a todos nostros sus hijos y conce- da esa gracia a los que viven sin fe, y así, unidos todos en oración, pidámosle por nuestro pueblo donde cada uno habita e interceda ante el Señor para que libre a todos los pueblos de todo mal. Otra noche me doy cuenta cómo a poca distancia de mí, veo la cabeza de un animal, me fijé en ella y aunque no le veía sus cuernos no dudé era una vaca; la seguía observando y al darse cuenta de que la miraba, pienso yo, hizo un movimien- to con la cabeza levantándola como para dar la vuelta y mar- charse pero de manera tan significativo que comprendí que su cabeza la tenía hacia afuera sobre una valla que le impedía acercarse; lo entendí perfectamente aún cuando no he visto la valla; dejé de ver la cabeza y veo su cuerpo, grande, es- taba dado de vuelta como para alejarse y es entonces veo un camino ancho y largo y en ambas orillas del camino con ve- getación pero como sin vida, todo el conjunto de un color tostado como falto de agua; el animal empieza a andar por el mismo medio del camino alejándose muy lentamente, mientras yo no dejaba de mirarle por su forma de andar, el mismo movi- miento que he visto en otros animales cuando los he visto se acercaban a mí; el color de este animal era veige claro, pe- ro lo veía de manera singular, algo muy difícil para mí de explicar. Últimamente sigo viendo con bastante frecuencia, pequeños dibujos marcados como por un rayo eléctrico, como también grupos de lucecitas unas veces con mucha luz y otras la luz es tenue; lo último que he visto en dos noches diferentes ha sido lo siguiente: veo un dibujo al igual que otras veces marcado como por un rayo eléctrico de tamaño mayor a otras veces y a los pocos segundos veo otro más o menos igual. O- tra noche sucede exactamente igual pero fue a continuación veo lo siguiente: Aparece entre penumbra parte de algo de color negro en posición hacia arriba, su forma hacia arriba era como una elipse, se veía con cierto brillo que realzaba su negrura y por el borde hacia arriba era de un blanco bri- llante con mucha luz, entonces y hacia arriba aparece un ojo grande en posición hacia arriba mirando en esa dirección. Lo que he visto resultaba impresionante. A la noche siguiente estando despierta y rezando me doy cuenta de que algo había ante mi vista, la visión era mas bien clara y lo que había en ella estaba como dentro de un círculo pero no podía distinguir que era, por ello mi indi- ferencia; se mantuvo un tiempo ante mi vista, me daba cuen- ta, hasta que al fín desaparece, cuando de pronto, veo apa- recer exactamente lo mismo como en la visión anterior lo que me había resultado impresionante. Cuando desapareció no supe que pensar. Ha sido poco después me llamó la atención lo que tenía ante mi vista frente a mí y muy cerca, total- mente brillante pero aún así destacaba con bastante fulgor cierta parte de lo que estaba viendo; no se iba de mi vis- ta y según le miraba digo: ¡Dios mío! no sé que es lo que tengo delante; entonces, desaparece y como en un abrir y ce- rrar de ojos veo un animal a un poco más de distancia y al- go hacia la izquierda, toda su figura igualmente brillante, estaba de perfil pero su cabeza inclinada hacia mí y a pe- sar de su brillo le pude ver la furia y rabia en los gestos que con la boca hacia mientras yo me decía; parece un leo- pardo, es una fiera de la selva y, según lo repetía por se- gunda vez como hablando conmigo misma, desaparece. Lo úni- co que comprendí de todo ello fue que su furia y rabia era lo que con fulgor de manera muy marcada destacaba antes de saber era un animal lo que tenía delante. Otra noche veo un rostro, yo diría que era de mujer pero no estoy segura, por lo que veía de su entorno parecía como si estuviese semi incorporada en la cama, su rostro y ges- tos reflejaban dolor; pensé si se estaría muriendo y según miraba a esta persona, aquellos gestos que hacía me eran co- nocidos en otros rostros que tantas veces he visto, y, empe- cé a rezar; se mantuvo aún ante mi vista algo de tiempo y desaparece, entonces, veo una sombra negra grande, hacia la derecha, como si estuviese delante de la persona que acaba- ba de ver y de pronto entre esa sombra, negrísima, aparece una boca abierta, perfilada en parte, de algo blanco bri- llante que aún cuando lo que he visto de este animal me es muy conocido, creo que nadie se puede imaginar lo horrible que he visto. Son muchas las visiones que me quitan el sue- ño, todo sea por el Señor que algo quiere decir con todo es- to. A veces por el sentimiento que me causa todo ello tengo que llorar, luego, me quedo en paz, esa paz que es mi fuer- za para seguir adelante como si nada de todo lo que voy es- cribiendo me hubiese ocurrido. Aunque no he escrito sobre ello en el capítulo anterior, fueron bastantes veces las que he visto llover, el agua caía hasta formar como una cortina quedando ante mi vista sin o- tro movimiento; al no saber que pensar porque esta especie de cortina me desorientaba, mejor no escribir. Pasó un tiem- po y según daban las noticias por la televisión pusieron co- mo estaba lloviendo en cierto lugar y al enfocar hacia un punto me sorprende porque como una pequeña cortina veo lo mismo que yo había visto no sabría decir cuantas veces, en- tonces ya no dudé estaba en lo cierto cuando yo creía que lo que veía era llover. La última vez que he visto llover al formarse como una cortina veo en medio de ella una som- bra a la cual miraba con cierto temor pero eso fué todo. Otra noche me despierta algo así como si varios gatitos se estuvieran peleando por su manera de miagar; una vez des- pierta me quedé atenta porque lo que seguía oyendo era co- mo el llanto de un gatito llamando a su madre; seguí atenta para estar segura, pero aquel llanto, convencida me quedé era de una criatura de muy corta edad a juzgar por su voz; aquella manera de llorar, niña o niño, me dió tristeza y al no saber que hacer invoqué al Señor pidiendo por esa criatu- ra que con tanto desconsuelo seguía llorando; al mismo tiem- po que ello sucedía, también cuando desperté me he dado cuen- ta tenía una visión, eran como diminutas partículas como co- pos de nieve formando como una cortina de tamaño grande pe- ro sin la blancura de la nieve, un tono más apagado; en la esquina de arriba a la izquierda destacaba el blanco de un ojo grande con su pupila muy negra, mirándome, pero al ins- tante desaparece, pienso yo porque se ha dado cuenta de que lo había visto, convencida por mi parte de quién era pero prefiero no mencionar; entonces, hacia el medio de lo que parecía una cortina veo se había abierto un agujero redon- do por donde se veía cierta oscuridad y me quedé mirando por si por él asomaba algo al tiempo que miraba para todo el conjunto y veo en la esquina de abajo a la derecha como una serpiente pequeña a juzgar por su cabeza y lo que veía de su cuerpo, totalmente negra, estaba como puesta en pié con su pequeña boca abierta rozando aquellas partículas di- minutas pero sin moverse, solamente mientras la observaba hizo un pequeño movimiento con la boca pero eso fue todo. La visión como no se iba de mi vista y el llanto de la cria- tura seguía, levanto la cabeza de la almohada con el fin de asegurarme de donde procedía, comprobando justo era allí mismo, como también por momentos yo contenía la respiración para estar segura de lo que estaba oyendo pero, el llanto entrecortado por la respiración lo seguía oyendo; ha sido cuando la visión desaparece, segundos después dejé de oirlo. Con lo que acabo de exponer me quedé sin saber que pen- sar pero solo unos segundos porque al momento fue para mí co- mo una luz al recordar un detalle estando cenando esa noche al tiempo que escuchábamos las noticias que estaban dando por televisión; hablaban del fallecimiento de una criatura de po- cos meses, y yo pensando en ella en voz alta dije: ¿estaría bautizada?. Al recordar ese detalle y lo que me acababa de suceder me llevó a pensar en tantos niños no bautizados y me puse a rezar por tantos padres que no velan por la felicidad eterna de sus hijos, ¡tantas criaturas sin bautizar! y, ¡ese llanto de esa criatura como llamando a su madre!, me entró tanta tristeza que no pude contener las lágrimas; entonces, recordé que existe el Bautismo de Deseo y dije: Jesús mío, no sé que hace falta para ello, y sin más, me puse en la pre- sencia del Señor y recé el Credo, despacio, pensando en cada palabra que decía y al final como tenía el Crucifijo en la mano levanto el brazo y haciendo la señal de la Cruz tres veces digo: yo os bautizo en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Me quedé en silencio y le dije al Se- ñor que si había servido de algo me lo hiciese saber viendo algunas lucecitas. Como el sueño se me fue pasé largo rato sin dormir y cuando me disponía a descansar aunque solo fue- se con los ojos cerrados sin pensar en nada veo como a un metro de distancia un grupo de lucecitas y aunque en ese instante no recordé lo que le había pedido al Señor fue a los pocos segundos me doy cuenta y le digo: Gracias, Señor. Solo el Señor sabe si dispuso algo por mi buena voluntad pe- ro a juzgar por su respuesta me consta que toda acción bue- na y oraciones por los demás le es grato. Otra noche estando despierta, creo fue exactamente en la noche del 20 al 21 de Enero de este año 2005, me puse a re- zar diciendo: Por el Santo Padre -Juan Pablo II- por la Igle- sia...; ahí me detuve al tener una visión; había mucha oscu- ridad y en medio de ella veo algo redondo muy blanco del ta- maño más o menos de diez centímetros de diámetro y mientras le miraba me decía si sería un astro y desaparece, pero, al ver allí un suave movimiento me quedé observando y por ins- tantes entre la oscuridad se dejaba ver algo de lo que ha- bía visto, cuando, sin más, veo una sombra oscura hacia la derecha y hacia arriba de esta sombra despuntaban como ca- bezas de animales seguidas entre sí pero era una de estas cabezas destacaba más que las otras, la que estaba en el ex- tremo a la derecha; deduje eran animales por las muchísimas veces que he visto algo así, con matices, pero en este caso estaban sin moverse, los seguía mirando cuando aparece por encima de la cabeza que estaba a la izquierda de esa sombra algo redondo y blanco como lo que había visto pero de tama- ño un algo más pequeño y al haber por encima de aquellas ca- bezas algo así como una niebla turbia le restaba blancura; entonces empieza a moverse hacia la derecha por encima de las cabezas, a muy poca altura de ellas y va directa a la última, la que más sobresalía que con la boca abierta veo como entra por aquella boca, grande, alargada y fina, sien- do su boca lo que despuntaba en la sombra oscura llevándo- me a pensar era de serpiente y por lo tanto lo que allí ha- bía era un grupo de ellas las que formaban aquella sombra. Al ver lo que vi y saber era una Hostia, aparece otra, así hasta tres veces como la primera vez. En mi mente quedó gra- bado lo que he percibido cuando la Hostia entraba por aque- lla boca, así las tres veces y cada vez que lo recuerdo ten- go que exclamar ¡Dios mío! me es imposible explicarlo. Como me consta que todo es satánico lo que acabo de ex- plicar, entiendo el por qué no se movían entre sí, una mane- ra de confundirme, como tambíén la posición hacia arriba de esta boca abierta pero que me impedía verla abierta su posición un algo inclinada viendo solamente su mandíbula su- perior hasta que he visto cómo por ella entraba lo que vi. El tamaño de estas Hostias eran mas o menos como las que Con- sagran en la Santa Misa para su Adoración. Otra noche al despertar me encuentro con una visión, te- nía ante mi vista el rostro de un hombre joven, así de pron- to me pareció un rostro bastante normal, quizá para que lo mirase, pienso yo, porque al momento su rostro de dolor lo manifestaba en sus gestos, esos gestos que resultan horri- bles y que por caridad una les mira, se les transforma to- talmente el rostro. Empecé a rezar y segundos después desa- pareció. Me quedé mirando, según estaba despierta, porque me pa- recia que había algo ante mi vista, hasta que empezó a des- tacar lo que allí había: Veo hacia el lado de la izquierda de la visión, como asomando, una sombra negra y al fijarme en su forma era la cabeza y rostro de perfil de un hombre de tamaño grande, así sus facciones, no veía en él gesto alguno; en el resto de la visión había claridad y hacia el medio veo que algo se movía sin salir de aquel punto, era como si fuese una araña negra envuelta de algo que no sé explicar cuando veo que ello se vá acercando hacia aquel hombre que con la boca entre abierta, se le mete dentro; seguidamente veo hacia la derecha de la visión cabezas de animales de pequeño tamaño, todas iguales, colocadas unas encima de las otras en sentido vertical, solamente perfi- ladas sus cabezas como para poder distinguirlas; de pronto todo cambió menos el hombre que se mantenía en el mismo lu- gar y veo como nubecillas oscuras muy pequeñas despuntando en cada una de ellas cabezas negras de animales como las que había visto, no dudando por mi parte eran las mismas, se movían en aquel espacio hasta que veo cómo algunas con la boca abierta se acercan a aquel rostro negro y feo, y, retiré la mirada y al mirar nuevamente para las demás, de- jé de mirar al darme cuenta que esta visión guardaba rela- ción con la impureza. Me quedé triste, porque es lo que se respira, un ambiente impuro, el Sexto Mandamiento se que- branta como algo natural, sin tener en cuenta, cuanto se ofende al Señor. Es por tantas cosas, Señor, te sigo pidiendo: Ven, Señor, Jesús. Amén. 6-2-2005 Nuevamente después de poner fecha a últimas visiones, du- rante varias noches he vuelto a ver un escrito, al verlo una vez más, no me ha sorprendido, era un escrito claro y exten- so, lo veía como en el espacio pero muy cerca, el fondo blan- co y las letras pequeñitas, muy pequeñas, en negro y aparen- temente fácil de leer, no obstante, algo pasaba que al in- tentarlo era como si no pudiese fijar la vista en lo escri- to, los renglones muy juntos, entonces, aparece entre el es- crito entrando con fuerza la cabeza de una serpiente con la boca abierta escupiendo por ella como un líquido blanco, que- dando ante mi vista con la boca llena de otra cosa espesa que también se veía por fuera de la boca. Me causó miedo ver- la en medio del escrito por la forma que apareció, por ello con el Crucifijo y el Rosario en mis manos los acerqué a mí y besándolos pedí al Señor y a su Santísima Madre me prote- gieran. A la noche siguiente, me quedé mirando para un punto y me doy cuenta que allí alguien me miraba pero ocultándose, al verle retiré la mirada; no pasó mucho tiempo vuelvo a ver un escrito, por momentos extenso y otros a trozos, y aunque no lo veía con claridad me daba perfecta cuenta, como también en medio del escrito, en un espacio en blanco, algo había que me recordó lo visto la noche anterior, y por temor no me fuese a sorprender, lo miraba superficialmente; a veces veía bailan- do en el espacio por encima del escrito letras sueltas en ma- yúscula, como también algunas teclas sueltas como las del or- denador; me daba cuenta de todo ello. Antes de acostarme re- cordando lo de la noche anterior me entró miedo, temía me ata- case satanás en esa noche pero pronto lo superé al pensar que debo confiar plenamente en el Señor, siempre he tenido su ayu- da, así que, el miedo se me esfumó y me quedé tranquila. Por la mañana le di gracias al Señor y les pedí a todos los San- tos le diesen gracias en mi nombre. Me quedé mirando para todo el conjunto de la visión; mi posición estaba a cierta altura pudiendo así ver un gran gentío, era el gentío quien me indicaba estaban en una ca- lle larga y ancha al estar oculto todo el entorno, y, según le miraba un tanto pensativa, veo bajar por el espacio abar- cando todo el gentío, millones de partículas diminutas de algo imposible para mí saber qué podía ser; cuando lo vi es- taba ya a poca altura de mi vista, bajaban con muchísima lentitud, para dar una idea como si fuese confetti, su for- ma cuadrada, como cortadas con tijera haciendo puntilla por alguno de los lados y de color marfil. Otra noche al despertar me he dado cuenta que hacía el me- dio de la visión había como un grupo con formas alargadas co- mo de un metro de largas y poca anchura, separadas entre si de color claro, lo que allí había me era conocido al ver al- go así otras veces, y me consta, ocultaban pequeños animales de la misma especie; según miraba para el grupo, ya con más a- tención supuesto me daba cuenta llevaban un rato ante mi vis- ta, aparece una sombra negra y grande hacia la esquina de a- bajo a la derecha, de cuya sombra salía la cabeza negra y grande de un animal muy enfurecido como si tratase de querer alcanzar al grupo allí reunido. La expresión de estos anima- les que veo enfurecidos, lo que más me impone es lo que los envuelve y que no soy capaz de explicar. Veo una calle larga con edificios por lado y lado, asen- tados sobre un terreno llano, la calle mas bien estrecha; ha- cia el final de la calle formaba algo de vuelta hacia la iz- quierda y allí al final a ras del suelo había una sombra gran- de negra colocada en sentido vertical como cerrando el paso, entonces, en medio de ella aparece una Cruz de color plata, desaparecía y volvía a aparecer; según aparecía la Cruz, du- dé si aquella sombra era la boca de un túnel. No lo puedo a- segurar. La calle estaba completamente desierta. Veo una verja como de hierro en color negro, sus barras se- paradas como tantas verjas que normalmente se ven, y en la al- tura terminaban en punta; solamente veía la verja colocada en sentido vertical quedando oculto sobre qué se asentaba y en qué se apoyaba en los extremos, con un largo como de seis me- tros; según la miraba, hacia la altura de la verja y por de- trás aparece un ojo grande, con su pupila negra mirándome, el ojo se acercó muy cerca de mi vista, quedando la verja ocul- ta, pero mucho llamó mi atención las pestañas del párpado in- ferior muy negras y espesísimas que en vez de dar vuelta ha- cia abajo como es normal, estaban completamente tiesas hacia arriba llegando hasta la mitad del ojo, pero las puntas de las pestañas un algo separadas me permitían ver la pupila del ojo fijo en mí, no obstante, mi atención estaba en las pesta- ñas porque según se iba desarrollando la visión, de manera i- nexplicable para mí, me fuí dando cuenta que, de manera redu- cidísima era la verja que había visto. Comentando esta visión que acabo de explicar con uno de mis hermanos, ambos coincidimos al pensar que esta visión supera- ba toda imaginación y le costaba trabajo creer lo que le ha- bía explicado pero, ante mi firmeza y seguridad de lo que ha- bía visto, lo admitió. Pasó poco tiempo y un día mi hermano me recordó esta visión diciéndome: Después de costarme traba- jo creer la interpretación de lo que has visto, resulta que ahora, creo saber el significado, significado que por el mo- mento, no quiso decirme. Otra noche me atacó satanás; empecé a notar algo tan extra- ño que me iba envolviendo cuando de pronto me quedé sin po- der moverme y empecé a gritar y al sentir ruidos en la habi- tación, gritaba con más fuerza por lo horrible de mi situa- ción al no saber el por qué de aquellos ruidos, al tiempo que pedía ayuda a la Santísima Virgen y es entonces me soltó, y, al ver tenía una visión, retiré la mirada por temor a verle; más tarde ya repuesta, sí me fijé en la cabeza de un animal que tenía ante mi vista, abriendo la boca enfurecido, pare- cía de una serpiente. Al día siguiente en un medio de comunicación entre otras noticias, hablaron de un grupo de exorcistas, los cuales ve- ían la necesidad, hoy día, de practicar el exorcismo; quien hizo el comentario y su acompañante, ello, les causó risa. Yo, que los estaba oyendo, levanté la mirada hacia el Señor, di- ciendo: No saben de lo que se ríen, Señor, os pido por ellos. Cuando posteriormente, otros, descaradamente se burlaron de la religión siendo ello noticia con asombro para los Cató- licos, este hecho me llevó a coger las Sagradas Escrituras y he vuelto a leer un punto de una de las cartas de Pablo a Timoteo que literalmente escribo. Es de la segunda carta de Pablo a Timoteo. 3: 1-5 Has de saber que en los últimos días habrá momentos difí- ciles. En efecto, los hombres serán egoistas, amantes del di- nero, farsantes, orgullosos, chismosos, rebeldes con sus pa- dres, ingratos, sin respeto a la religión. No tendrán cariño ni sabrán perdonar: serán calumniadores, desenfrenados, crue- les, enemigos del bien, traidores, sinvergüenzas, llenos de orgullo, más amigos de los placeres que de Dios. Ostentarán apariencias de piedad, pero rechazarán sus exigencias. Evita a esa gente. Pienso que es bueno recordar estas cosas que desde siglos están escritas como una premonición. No nos deben sorprender cuando estos males ocurren, seámos humildes y recemos por e- llos y que el Señor nos libre de todos los males, permane- ciendo fieles a Él. El Señor triunfará, y con Él, los que le han sido fieles. Una tarde veo el color lila azulón, abarcaba todo el fon- do de la visión y sobre él había como una capa de nubecillas negras abriéndose entre sí que me permitían ver el color li- la; es en un punto del color lila detuve la mirada y veo bro- tar como una especie de planta del mismo color lila con unos puntitos de color plata, se hacía grande como de medio metro de altura formando como un abanico, desaparecía y volvía a brotar, así varias veces, interpretando me avisaba de algo y por ello mi atención, pero, no pasó de ahí. Ha sido en otra tarde, días después, veo lo siguiente: Era como una plaza más bien cuadrada, medianamente grande, estaba llena de gente me- nos por uno de los lados y en el medio de la plaza había co- mo una fosa profunda que parecía bien rematada; yo estaba a cierta altura a la derecha hacia la esquina por el lado que no había gente cuando de pronto la veo llegar colocándose cerca de la fosa y se llenó la plaza, al tiempo que yo no perdía de vista el lugar de la fosa. Me consta que algo pa- só allí, que no puedo explicar, que el lugar de la fosa pa- recía cubierto y es ahí veo brotar la misma planta en color lila con puntitos de color plata, algo que, al instante re- cordé había visto días atrás y sin duda para mí, ello guar- daba relación. La planta desapareció y volvió a brotar por segunda vez creciendo y abriéndose como un abanico y, desa- pareció de mi vista. El entorno de este lugar quedaba ocul- to. Una tarde, de pronto me quedé mirando para un pájaro vo- lando, parecía un cuervo, volaba en linea recta por el mis- mo medio de algo así como una vaguada profunda y larga, no veía el entorno pero a toda ella la invadía un color coñac claro, dándole forma; el pájaro seguía volando sin perder el ritmo y desaparece de mi vista. Seguidamente veo un pequeño trocito del color lila azulón y sobre él aparece un ojo mi- rándome. A continuación aparece una nubecilla negra donde veo dos cabezas de animales con las bocas abiertas de pequeño tamaño, frente a frente. Iba a empezar a rezar el Rosario. Otra tarde veo una nubecilla negra de pequeño tamaño se abre a la mitad y veo dos cabezas de animales en cada parte de ellas, frente a frente, iguales a los anteriores, al ver se acercaban dejé de mirar; de fondo en la visión estaba el co- lor lila azulón. Iba a empezar a rezar el Rosario. Otra tar- de veo como una nubecilla de color lila azulón con mucho re- alce pero tan pequeñita que solo abarcaba poco más que el ta- maño de un ojo que apareció sobre ella, al principio mirán- dome luego miraba hacia otra parte, estaba envuelto del co- lor verde amarillento como otra diminuta nubecilla, desapare- ció y veo otra nubecilla negra, aparece en ella la cabeza de un animal de la misma especie que los anteriores, también cuando iba a empezar a rezar el Rosario. Así, con matices, su- cede muchas tardes, donde con frecuencia está el color lila azulón; a veces también durante el Rosario. Todo ello me da que pensar y ofrezco el Rosario al Señor y a su Santísima Ma- dre por todo lo negativo que encierran estas y otras visones y por nuestros pecados. Otra tarde, vuelvo a ver el color lila azulón y hacia la derecha despuntaban nubecillas negras las cuales muchas ve- ces tienen mezcla del color verde amarillento; estas nubeci- llas al separarse por la mitad veo en ellas bocas abiertas de pequeños animales, frente a frente que se separaban y se ocultaban entre el color lila azulón; al momento veo apare- cer entre ese color otras nubecillas, o las mismas, no lo sé; nuevamente las veo separarse por la mitad y al ver lo mismo, por prudencia dejé de mirar prestando atención en como las nubecillas una y otra vez, bastantes veces, aparecían y desa- parecían, fijándome atentamente con el fin de poder explicar lo que estaba viendo, pero, aún así, me es imposible. Una noche al despertar veo dos sombras negras, enormes, colocadas en sentido vertical separadas por un pequeño espa- cio y entre este espacio pero a más altura veo un trozo de firmamento azul y como incrunstado en él lo que había res- plandecía como los rayos del sol; ante la negrura que había en la visión al despertar, mi vista quedó fija en el firma- mento y según miraba aquella belleza ambas sombras negras se juntaron y eso fue lo que quedó ante mi vista. Las sombras se vuelven a separar y lo que veo a la altura de ellas y en cada sombra, es el rostro de perfil de dos hombres horribles con facciones enormes, frente a frente; me fijé en uno de e- llos que con la boca abierta, de manera extraña los gestos que hacía imponía verlo; al ver se acercaban dejé de mirar pero hacia abajo y separadas de esas sombras veo otras som- bras negras y entre ellas destacaban bocas abiertas de pe- queño tamaño, al ver se movían, dejé de mirar. En esa noche, nuevamente al despertar veo lo siguiente: Entre oscuridad destacaban sombras negras, pero pronto dis- tinguí lo que allí había; era un grupo de árboles colocados en linea recta en sentido vertical, separados de manera que no se rozaban entre sí, todos iguales, el tronco tenía una al- tura como de metro y medio, completamente recto y se veía re- sistente contra cualquier temporal, tenían mucho ramaje con hojas, con bonita forma en su conjunto y aunque mi posición estaba a cierta altura pudiendo ver muy cerca como el ramaje se abría suavemente, no pude distinguir la forma de sus ho- jas; por momentos era como si mi posición fuese otra y así podía ver el terreno llano y limpio y como era el tronco de estos árboles. El lugar, solitario, imponía tristeza. Otra noche veo parte de un escrito, notando al verlo al- go extraño, entonces y hacia arriba del escrito aparece un ojo negro y grande envuelto en oscuridad, mirándome con du- reza; nuestras miradas se cruzaron mirándole yo con respe- to y, al no tener duda de quien era, retiré la mirada. Pocos días después, otra noche, al despertar me puse a re- zar, estuve rezando mucho rato, mucho, y al final pedí a to- dos los Santos del Cielo rogasen al Señor por mí y me dis- puse a seguir durmiendo; cuando estaba para coger el sueño me doy cuenta tenía ante mi parte de un escrito y de pron- to aparece la cabeza de un animal tan cerca de mi vista que me impedía ver otra cosa, con un hocico muy pronunciado de color rojo vivo, las mejillas como pintadas de colorete, los ojos como fuera de sí, era tan fuera de lo normal la cabeza de este animal que no dudé era el mismísimo satanás y al retirar la mirada, me encuentro con parte de otra ca- beza, esta de perfil pero sin ver su rostro, solamente la oreja y su pelo entre canoso bien cortado, de un hombre nor- mal; me quedé mirando para su corte de pelo, muy corto y según le miraba empecé a notar una sensación tan extraña en mí que me llevó a estar atenta y poco a pòco me fuí dando cuenta como me iba quedando paralizada; entonces, al saber la causa de lo que me estaba ocurriendo empecé a gritar, es- forzándome para librarme de esa fuerza y, me veo libre antes de estar impedida completamente. Busqué refugio en el Cru- cifijo y Rosario acercándolos a mí, pensando sobre todo en lo pronto que me vi libre y no dudé fue, como una respueta del Señor, que ha tenido en cuenta la súplica que hice a to- dos los Santos del Cielo, rogasen a Él, por mí. El sueño se me esfumó y aunque no miré el reloj, me consta, pasé horas sin dormir. Otra noche vuelvo a ver un escrito hacia el final de mu- chos renglones, al verlo sentí cierto temor, no obstante, al ver seguidamente un rostro negro como un tizón, haciendo gestos horribles como de rabia, me paré un instante mirándo- le. En cualquier momento, día y noche, le pido al Señor me libre de él, nos libre de él. Tengo que decir que, cuando veo a satanás mirándome, aunque su mirada es dura y pene- trante lo noto como temeroso, no es a mí a quien teme y sí al Señor que vela para que nada malo me suceda, esto es lo que pienso por su forma de mirarme y cuando nuestra miradas se cruzan, creo que él se da cuenta lo miro con temor y con mucho respeto y que retiro la mirada porque no quiero verlo. Que nadie se extrañe que cuando recuerdo estas cosas que me van sucediendo se me llenen los ojos de lágrimas, consecuen- cia de muchas emociones juntas. Una tarde veo como un foco con luz de color plata, se apa- gaba y encendía como dando avisos y seguidamente aparece el color lila azulón desapareciendo el foco con luz; este co- lor cubría toda la visión y sobre él había nubecillas negras con poco espesor dejando entrever el color lila de fondo y, desaparece. Al poco rato veo muchísima gente reunida, yo di- ría era una plaza, grande, estaba abarrotada de gente excep- to hacía delante donde yo estaba pero a más altura, pudien- do ver un lugar como reservado, era un espacio estrecho algo así como un pasillo que se internaba hacia dentro del gentío rodeándole por el fondo y ambos lados; según mi posición que me permitía ver toda la plaza, contemplaba lo que explico has- ta que veo entrar gente ocupando ese lugar y así, lo que yo digo era una plaza, ya llena de gente, desaparece de mi vista teniendo en cuenta que el entorno del lugar siempre estuvo oculto. Seguidamente vuelvo a ver el foco con luz encendien- do y apagando, estaba como dentro de un portal oscuro cuyo marco de la puerta me indicaba era ancho y alto y aunque den- tro había oscuridad, distinguí a poca distancia, hacia den- tro, otro marco y otro y otro..., que no conté, mientras el foco, se iba alejando más y más hacia dentro dando señales hacia afuera para ser visto; cuando el foco ya estaba a cier- ta distancia, lo que veía en su conjunto más bien parecía un túnel. Veo el rostro de una joven muy cerca de mi aunque parte de su pelo le ocultaba el rostro, el pelo rizado le llegaba poco más abajo de las orejas y uno de los rizos le iba ha- cia la mejilla dando vuelta hacia arriba bordeando todo el ojo, detalle que me llevó a pensar no quería darse a cono- cer; entonces me fijé en el ojo y no supe si me miraba a mí o hacia donde miraba al notar en él algo muy extraño que me llevó a pensar necesitaba ayuda; la miré en su conjunto y aunque el pelo del lado izquierdo le cubría bastante el ros- tro, admirándo su estilo por el corte de su pelo y su peina- do desaparece de mi vista. Otra tarde, de pronto me quedé mirando hacia un punto a cierta altura con el fin de distinguir qué podría ser lo que estaba viendo porque algo lo empañaba en lo cual creo estar segura estaba el color lila azulón; era un balcón saliente con barandilla negra como si fuese de hierro, el balcón era alto y de ancho como metro y medio, como se mantenía ante mi vista, mientras yo, me aseguraba de ello; entonces, entre la barandilla aparece una Cruz de color plata y seguido veo hacia un lado de la visión, a la derecha, una nubecilla negra con mezcla de verde amarillento, algo visto muchas veces en otras visiones con estos colores, que, sobre un fondo claro iba directa hacia el balcón ocultándo la Cruz y barandilla; la nubecilla desapareció como por arte de magia pero lo de- más seguía igual, hasta que veo como la Cruz se hizo más gran- de abarcando más espacio en el balcón y vuelve a aparecer la nubecilla, yendo nuevamente hacia el balcón, así otra y otra vez..., sin contar cuantas veces, todo igual como la prime- ra vez, apareciendo y desapareciendo, como ya explico, como por arte de magia. Pensando en esta visión que acabo de explicar, en la nu- becilla como aparecía, se movía y desaparecía todo de mane- ra misteriosa y difícil para mí de describir, al igual que lo que veo muchas veces en otras visiones, como nada de ello sé explicar y al encontrarme cansada por otras circunstan- cias, consciente también de como los días iban pasando sin sentarme ante el ordenador para escribir y al mismo tiempo tenía presente debía escribir, siento que me dicen: ánimo, hija. Estas palabras fueron para mí el mejor medicamento que necesitaba: Si, dije para mí, es ánimo lo que necesito, ayú- dame, Señor. Me sentí confortada por su comprensión y bon- dad para conmigo y su ayuda con esas palabras. Siempre que lo recuerdo, siento algo tan especial en mí que con la mejor de las sonrisas, no puedo evitarlo, le doy las gracias. Estaba rezando cuando con los ojos cerrados, de la oscu- ridad normal en ese caso, empieza a ponerse de color roji- zo más y más de manera tan marcada que llamó mi atención lo que estaba pasando y me quedé atenta mirando para todo el es- pacio con ese color; entre ese color aparece un ojo, hacía a- rriba, a la derecha, y, al fijarme en él veo miraba en otra dirección de manera extraña; su mirada, de manera inexplica- ble para mí, me llevó a mirar hacia abajo de la visión hacia la izquierda y veo un vehículo en marcha, era como una ca- mioneta con la caja descubierta, muy larga, más propia de un camión de gran tonelaje, todo el conjunto pintada de un gris azul, sin duda para mí se trataba de un vehículo para lle- var carga especial. Se movía en un terreno llano, bastante grande, lo veía bastante más abajo de mi posición, parecía un lugar profundo y todo ello envuelto del color rojizo; aún siendo un lugar espacioso la camioneta rodaba bordeando la orilla de izquierda a derecha en linea recta y al llegar a la derecha de la visión, gira viniendo hacia mí en linea rec- ta y fue al girar en esta dirección la caja de la camioneta empezó a nublarse, así, según se acercaba y cuando se paró bastante cerca de mí, lo que estaba viendo era más bien co- mo un todo terreno. Esta visión que acabo de explicar me llevó a recordar o- tra visión fechas antes; según estaba rezando el Rosario, tenía la impresión de que en un punto había un ojo, y, efec- tivamente se deja ver; su pupila negra la tenía en el extre- mo del ojo, quizá para despistar que no me estaba mirando pero sí que me miraba fijamente, desapareció y volvió a apa- recer en otro punto y así varias veces en diferentes puntos mirándome ya abiertamente mientras yo no sabia que pensar. Como estaba rezando, le pregunté a la Santísima Virgen el por qué de ese ojo y, en el acto, al volver a verlo, en todo su entorno a la redonda empezó a ponerse de color rojizo más y más y el espacio se hizo mayor, envuelto totalmente del co- lor rojizo; entonces, abrí los ojos con el fín de ver el cam- bio de la luz del día comprobando el contraste en lo que aca- baba de ver. Una noche al despertar me puse a rezar y me doy cuenta de que ante mi vista había una sombra negra, ello es bastante normal para mí y me doy cuenta se trata de animales; muchas veces pienso es cosa de satanás que le molesta que rece. En esta noche solo veía la sombra negra y empecé a darme cuemta de lo mucho que me costaba concentrarme en la oración por más que lo intentaba, hasta que, en medio de aquella sombra veo la mandíbula inferior de un animal que con la boca abierta me enseñaba sus dientes grandes cuya boca me recordó la de un co- codrilo; al comprender era él quien me impedía concentrarme, puse sobre la frente el Crucifijo y, seguí rezando. Otra noche estando rezando aparece otra sombra pudiendo ver se trataba de unos animales, sus cabezas, pero no podía saber cuantos eran, dudaba si serían los tres, aunque sola- mente uno, su cabeza estaba envuelta de lo que yo digo es pa- ra mí misterio y con cierta luz pudiendo ver sus gestos, en- furecido; yo seguía dudando si allí estaban los tres pero al instante salí de la duda; comprendí, que ese animal su ca- beza la tenía sobre la cola cuando al levantar la cabeza y parte de su cuerpo se desdobla y se estira colocándose en sentido vertical, como en el espacio, sin apoyo alguno y veo era como una serpiente de color grisáceo. Así fue como supe de que especie eran, pero sin saber cuantos, allí, había. Veo en un punto un suave movimiento de algo blanco y por ello me quedé mirando, me sorprende ver a continuación un copón con su tapa puesta; me recordó el copón que está den- tro del Sagrario y que el Sacerdote pone sobre el altar an- tes de dar la Comunión en la Santa Misa; lo veía como si es- tuviese sobre el altar, aunque este quedaba oculto; al es- tar mirando para el copón vuelvo a ver el mismo movimiento como al principio cerca del copón y aparece una Hostia del tamaño como las que se Consagran en la Santa Misa para su Adoración y se coloca a la altura del copón hacia un lado comprobando se mantenía en el espacio sin apoyo alguno; la veía como empañada de algo que no sé definir y que le resta- ba blancura. Me quedé mirando para lo que acabo de exponer hasta que desaparecen de mi vista. No sé el por qué de lo que he visto, pero al ser sobre la Eucaristía, me consta, que el Señor ha permitido que viese lo que vi, aunque por el momento, no alcance a saberlo. Lo que estaba viendo era un lugar fúnebre, había bastan- te oscuridad y hacia abajo de la visión abarcando un espa- cio grande había mucha negrura; veo entonces que entre esa negrura había muchas cabezas de personas, sin duda cientos de ellas, todas con el rostro hacía arriba y sus bocas a- biertas con gesto de mucho sufrimiento, su piel se veía en todas ellas negra como un tizón, resultaba horrible verlas, sus cuerpos quedaban ocultos como si estuviesen entre lodo y de ahí que sus rostros sobresalieran en posición hacia a- rriba para poder respirar. Retiré la mirada pensando si a- quel lugar sería el infierno, pero después..., se me ha o- currido pensar si estarian atrapadas por satanás y pedian ayuda. Es todo muy triste, rezo por ellas. Veo el color lila azulón y sobre él había una nubecilla negra, de forma alargada, colocada en sentido horizontal; la misma nubecilla en uno de los extremos formaba una cabeza co- mo de serpiente con la boca abierta, me fijé en ella y fue a continuación, lo que veía todo me indicaba se trataba de ren- glones formados por letras muy pequeñas, muy juntos en gru- pos de cuatro, algo original, hasta que no dudé estaba en lo cierto, cuyos grupos se colocaban en diferentes posicio- nes cambiándose entre si y entre ello veía espacios en blan- co que se formaban y aparecían por diferentes puntos pero que yo desde el primer momento al ver asomar algo en uno de ellos y retirar la mirada, los miraba con recelo y superfi- cialmente, por temor, supuesto tenía claro que allí oculto estaba satanás. Lo que he visto me ha sorprendido al guardar relación con el color lila azulón, color visto muchas veces en otras visiones. Al día siguiente y por la tarde vuelvo a ver el color li- la azulón, y, hacia la derecha como tratando de pasar desa- percibida, veo entre ese color una boca abierta perfilada con un color parecido al fuego, color que me llevó a fijarme en ese punto y es cuando la vi. Creo era de una serpiente y al desaparecer de mi vista veo otro escrito, más bien borro- so pero segura de lo que estaba viendo. Al día siguiente por la noche vuelvo a ver otro escrito también con las letras menudas y entre él estaba satanás mirándome, sabía que era él porque antes de ver el escrito, según estaba rezando me me he dado cuenta de una sombra grande que no se iba de mi vista, pero como eso sucede con bastante frecuencia, mi aten- ción estaba en la oración, hasta que, sí llamó mi atención en esa sombra negra la cabeza grande de un animal un tanto rara que, entre la oscuridad que había en la visión y al no dudar era satanás, retiré la mirada, siendo entonces cuan- do veo el escrito y entre ello uno de los ojos de aquel ani- mal de forma redonda, como empañado y grande, fijo en mí. Ha sido al día siguiente cuando oyendo las noticias por tele- visión, una de estas noticias me llevó a recordar estos es- critos que últimamente he visto y que de alguna manera me ha sorprendido ver el color lila azulón en estas visiones. Con- vencida me quedé de que estos escritos, tienen que ver con quien, sin escrúpulos, se valen de Internet para cometer ac- tos impuros. Voy a escribir sobre una visión que está publicada en el capítulo tercero, la visión de la chimenea, como yo digo; la he recordado por lo siguiente: Uno de mis hermanos que en su página WEB, escribe sobre las Apariciones de la Santísi- ma Virgen en Garabandal, concretamente referente a que solo quedaban tres Papas, siendo el último el fallecido Juan Pa- blo II, ante su fallecimiento y el nombramiento de otro Pa- pa con el que no se contaba, mi hermano me dice que estaba buscando entre sus papeles algo que había leido hace años que le llamó la atención y precisamente ahora, ante lo ocu- rrido, necesitaba encontrar. Pasaron unos días y me vuelve a decir que seguía sin encontrarlo; entonces yo le digo: ré- zale a San Antonio - muchos sabemos lo mucho que nos ayuda a encontrar lo que buscamos -; en otro momento viene y me dice que lo había encontrado; le pregunté si le había reza- do a San Antonio y me dice: se lo dije a Juan Pablo II y po- co después lo encontré. Me informó que en ese escrito, cons- ta que, Conchita ante testigos, comentó que la Virgen le ha- bló de cuatro Papas, pero le habló de uno, que no contaba y, por lo que le dijo, de ahí la interpretación de que quedaban tres. Mi hermano ante tantos escritos donde explicaban que- daban tres, de ahí su sorpresa cuando leyó eran cuatro y que ahora por lo sucedido, ha vuelto a recordar. Seguimos conver- sando y voy yo le digo: lo que te pasó a tí cuando hace años lo leiste, me pasó a mí cuando la visión de la chimenea, que, al comprender significaba la elección de otro Papa, no coin- cidía con los muchos escritos donde se decía que el último Papa era Juan Pablo II. Al decirle que esta visión la he pu- blicado, mi hermano me dice: Lo que acabas de decirme a mí, escríbelo. Como ya explico, esta visión está publicada en el capítu- lo tercero y empieza así: Sucedió en la noche del 13 al 14 de Febrero de este año 2001... Ahora, en el 2005, sé que esta visión se refería a la e- lección de Benedicto XVI. Cuando he escrito sobre esta vi- sión, lo que ahora comenté con mi hermano lo dejé en manos del Señor. Nadie como Él sabe de los muchos entuertos que pueden surgir para al final demostrar que todo coincide. Si interesa más información lean la página WEB, de mi her- mano. Gracias. ENVÍA TU ESPÍRITU SEÑOR Y RENUEVA LA FAZ DE LA TIERRA. AMÉN. 30-5-2005