La Imaginación (13)
Envuélveme Señor con tu Espíritu Santo, para seguir escribiendo según tu Voluntad.
Comienzo este capítulo con una visión que se me ha olvidado escribir y me he dado cuenta después de poner fecha a últimas visiones. Fue en una noche antes del mes de Diciembre del pasa- do año 2006. Me desperté y en ese mismo instante veo mucha luz; solo con echar un vistazo me doy cuenta se trataba de una ca- lle engalanada de luces lo cual me recordó el cercano mes de Di- ciembre que con antelación se adornan las calles de pueblos y ciudades anunciando de antemano que llega La Navidad. El tendi- do eléctrico formando dibujos a lo ancho de la calle me indi- caba su anchura, igualmente dónde terminaba la calle, una calle bastante ancha pero no muy larga cuyo entorno quedaba oculto a mi vista pero era tal la luz que la iluminaba, que sin duda, a- quel lugar parecía importante. Veo entonces, al final de la ca- lle, cómo el último tendido eléctrico retrocede uniéndose con el otro y así, como una acordeón que se pliega, se unen todos, hasta que, con gran decepción por mi parte, lo que quedó ante mi vista era como un rincón haciendo esquina dos tabiques, don- de solo había algunos de los dibujos del tendido eléctrico he- chos de un metal de color dorado más o menos brillante coloca- dos unos sobre otros sin rastro de bombilla alguna ni para colo- carlas. La consecuencia que saqué de lo que acababa de ver fue que ello tenía relación con ese mes, mes de Diciembre. ¿De qué año? Esta pregunta me la hizo uno de mis hermanos años atrás al yo explicarle otra visión donde claramente había visto es- crito, DICIEMBRE, cada letra en mayúscula. Esta visión, está escrita, la recuerdo, en ella estaban el grupo de los tres a- nimales con las cabezas en posición hacia lo alto abriendo las bocas enfurecidos, cuando, alguien a más altura, como mirando hacia abajo, escribió sobre sus cabezas, DICIEMBRE. Mirando des- de abajo, las letras estaban invertidas pero para mí fue fá- cil leer lo escrito al estar más o menos a esa altura. Pienso, que la última visión que he visto que me llevó a pensar en el mes de Diciembre y a su vez recordar esta otra visión después de unos años vista, es como un toque de atención sobre algo cercano a suceder en ese mes. Veo un escrito extenso, con letra muy menuda en tinta negra, el fondo oscuro, en la parte que quedaba más cerca de mi vista había un espacio sin letra alguna; como lo observaba con rece- lo dejé de mirar. No siempre tengo valor para seguir mirando. Veo en sombra parte de dos animales negros, estaban como sus- pendidos en el espacio en posición horizontal frente a frente un poco separados, con las bocas abiertas; al verlos recordé las muchas veces que los he visto tiempo atrás, por ello y al igual que entonces, por prudencia, dejé de mirar al ver se acer- caban uno al otro. Sobre ellos tengo escrito simbolizan la im- pureza, porque siempre, siempre, por prudencia, los he dejado de mirar. Estos animales parecen serpientes pero nunca les he visto el aguijón. Siempre los he visto en sombra, no me es fá- cil describirlos. Una noche entre oscuridad, hacia la izquierda, destacaba una sombra muy negra y al fijarme me pareció ver un ojo; me quedé atenta y, ha sido en otro punto, frente a mí, lo veo, me miraba, su pupila negra y oscuro lo que normalmente es blanco. Ha sido poco después veo un rostro en una visión muy fúnebre, según le miraba empecé a rezar por si era eso lo que necesitaba y al po- co desapareció. Me pareció era un rostro de mujer. Otra noche al despertar veo una gran cortina que abarcaba toda la visión, la formaban como puntitos de diferentes tama- ños de color paja, separados entre sí; en medio de la cortina había un agujero por donde se podría meter el puño de una ma- no; por dicho agujero se podía ver la oscuridad que había al otro lado de la cortina, lo miraba con recelo, cuando, me sor- prendió ver cómo iban apareciendo otros puntitos iguales a los demás cerrando el agujero, y, ha sido en el momento del cierre total los mismos puntitos en suave movimiento formaron el hoci- co de una serpiente como comiéndose algunos de ellos. Esto que escribo que he visto de manera muy significativa que me llevó a saber era una serpiente, fue para mí saber que detrás de la cortina estaba el mismísimo satanás, con la gran cortina que nos oculta su obra. Muchas veces se oye decir: Es una cortina de humo, pero que todos sabemos se trata de encubrir lo que no interesa se sepa, los engaños y mentiras que fácilmente pasan desapercibidas. Esta visión me quitó horas de sueño por la gra- vedad que encierra. Una noche entre la mucha oscuridad que había en la visión me fijé hacia la izquierda al destacar con mucha negrura algo que parecía un bloque sin poder definir qué podía ser; hacia arriba en el extremo me parecía ver la forma de un ojo, no obstante no lo tenía claro. Al seguir fijándome en ello, veo que alguien oculto a mi vista fue marcando el ojo como con un perfilador; entonces, le veo claramente, un ojo totalmente negro, y, al estar muy cerca de mi vista, según me miraba, de- jé de mirar. ¡Dios mío! siempre él. Estaba atenta mirando para lo que no estaba claro para mí. En el punto que se llevaba mi atención veo que de allí sale un ave en dirección hacia mí y, según se acercaba ya frente a mí muy cerca, digo: es un pato de corral. Dicho eso desaparece quedando ante mi vista un tanto borroso el lugar donde estaba. Entonces, en el mismo punto de donde le he visto salir, enten- dí que lo que aún seguía allí de color negro eran un grupo de patos. El lugar parecía abierto con una pequeña cerca. Luego, por el bonito colorido del pato que había visto, dudé fuese de corral por el parecido o igual, con otros patos acuáticos que había visto en un documental por televisión, en el litoral can- tábrico. Pensé por un momento si esta visión podría tener rela- ción con el virus conocido por gripe aviar. En esa noche, en otro momento, veo un Rosario de color marrón claro, estaba muy bien colocado como sobre un asiento de madera de un banco de los que hay en las Iglesias, colocado de manera que lo largo del Rosario abarcaba la mayor parte de lo ancho del asiento. La visión del Rosario me llevó a pensar era una invitación pa- ra que se rece el Rosario si queremos evitar ese y otros males. De lo que he visto, pasaron días cuando me enteré por televi- sión de lo que había sucedido en un lugar del Reino Unido don- de han tenido que sacrificar miles de patos de corral por la gripe aviar. Ante este suceso, recordé también la visión del Rosario, convencida de que el Señor en su Bondad y Misericor- dia, por medio de pequeñas cosas, nos alumbra el camino para que por mediación de su Santa madre, al invocarla en el Rosa- rio, recibamos lo que pedimos y evitar tantos males. El rezo del Rosario es una fuente de gracias. Otra noche vuelvo a ver mucha oscuridad y al igual que más veces ha sucedido aparece en el medio como una luz amarillen- ta que me ayudaba a ver sombras muy negras, grandes, lo que había en la visión. Al pensar que mucha gravedad deben ence- rrar estas visiones, me pongo a rezar. Así, una noche sobre las tres de la madrugada decidí rezar el Rosario, fue entonces per- cibí, como otras muchas veces me sucede cuando menos lo pienso, que el Señor me decía: Pídeme una gracia. Siempre le pido lo mismo, sencillamente le digo: Tu gracia, Señor, y, añadí: Que todos nos demos cuenta que vivir en tu gracia, es el mejor te- soro que podemos poseer. Con esta petición empecé a rezar el Rosario. Estaba durmiendo y fue al sentir que alguien muy cerca de mí me llamaba por mi nombre, abrí los ojos al tiempo que me quedé atenta tratando de reconocer aquella voz que parecía aún sonaba en mis oídos; quién llamó lo hizo con voz muy baja co- mo para no asustarme, y, al momento tengo una visión. Había mucha oscuridad y entre ello destacaba algo rectangular, no pudiendo ver todo el largo de lo que era, su negrura destaca- ba entre la oscuridad y a juzgar por lo que veía me llevó a pensar era un ataud; en parte algo lo cubría, todo ello ne- gro y sobre esto que lo cubría destacaba como una pequeña ba- rra de unos veinte centímetro, brillante de color plata. Por un instante desaparece de mi vista y es cuando hacia un lado de lo que cubría el ataúd, veo el rostro de un hombre en po- sición hacia arriba, lo veía con mucho sufrimiento en su ros- tro entre una sombra negrísima que parecía pastosa. Ha sido una visión horrible y triste, y más, ver cómo lentamente iba ocultándose entre ello. No pude por menos que pensar en el in- fierno. Al desaparecer vuelvo a ver lo que creo estar segura era un ataud, y me sorprende ver el color lila en lo que an- teriormente había visto de color plata, entonces, veo dos ros- tros de hombres en otro punto de la visión, los veía mas bien nublados, no así sus bocas abiertas que destacaban debido a algo así como una luz amarillenta dentro de ellas, con gestos de dolor y también parecían transmitir rabia. Cuando todo de- sapareció me puse a rezar. ¿Qué otra cosa podía hacer?. Le pedí Luz al Señor para esas personas que estaban entre tanta oscuridad con tanto sufrimiento. Ha sido una visión muy fúne- bre y triste, horrible. Aparece entre algo de penumbra un animal, veía parte de su cuerpo y cabeza, totalmente negro, estaba en posición vertical; la forma de la cabeza y cuerpo de este animal se parecía a un pez sin aletas, dudo fuese serpiente, podría ser, y a juzgar por su cabeza y cuerpo era de tamaño enorme. La forma de este animal me era bastante conocida, los he visto muchas veces. Se fue de mi vista pero al instante lo vuelvo a ver con el tiempo suficiente para fijarme en él. Estaba como atento a algo sin moverse. Otra noche, de pronto veo una pequeña parte de un rio, co- mo ochenta metros a lo largo con un ancho sobre sesenta me- tros, el agua bajaba con corriente hacia la izquierda; a unos dos metros de distancia en uno de los lados del rio estaba yo. El rio parecía atravesaba por tierras de cultivo a juzgar por la llanura que veía aunque sin ver lo que en ella había. Era caudaloso, a la orilla del rio había un perro de color pardo mirando hacia el rio de espaldas a mí, yo a poca distancia, es- taba sentado de manera que las patas delanteras, por su posi- ción, las tenía de pie sin doblarlas, era de tamaño más bien grande, a uno de los lados del perro había como una pared alta. En la visión había claridad como en pleno día. Cuando la visión desapareció no supe que pensar. Había penumbra en la visión y lo que en ella había se movía suavemente; pronto me doy cuenta se trataba de un árbol pero por mi situación a la altura del mismo no podía verle el tron- co. Un árbol totalmente negro, me fijaba en el movimiento de las ramas más altas y al ver que éstas se separaban, no se por qué, temí ver algo que me pudiera sorprender y miré para otra parte del árbol, y, fue precisamente allí, me sorprende el ros- tro de un hombre, sus ojos negros fijos en mí, sus labios co- mo pintados de rojo destacaban entre la negrura. Al verlo dejé de mirar. Otra noche nada más despertar me quedé atenta, y, nuevamen- te veo un árbol, éste más alto y grande que otros que he vis- to y aunque había penumbra al ser totalmente negro destacaba. Mi situación estaba un poco menos que a la altura de las ra- mas más altas; me fijé en dos de ellas por donde penetraba cla- ridad que me permitía ver como se movían, próximas a rozarse; las observaba porque por momentos, creo estar segura cambia- ban de forma, viendo en cada una de ellas la cabeza de un ani- mal, con más claridad en una de las ramas. De pronto ambas ra- mas se separan más y más y el árbol como que se parte en dos. Entonces, pude ver lo que había hacia abajo al otro lado del árbol; veo un hombre, llevaba la cabeza cubierta, chaqueta y pantalón amplios, no se si por la altura que me separaba y es- tar justo por debajo de mí, veo era un hombre de poca estatu- ra, estaba de pie y, de pronto, como a dos metros de él, veo entre aguas a un pez el cual por su color me recordó al sal- món, cuyo pez era arrastrado hacia donde estaba el hombre; en- tonces, pensé se trataba de un pescador aunque no he visto na- da de lo necesario para pescar. El pez, una hermosa pieza, calculo pesaría sobre diez kilos. Visto lo visto, las dos par- tes del árbol se vuelven a unir quedando por delante de mi vis- ta el árbol como estaba al principio de la visión. Una tarde me fijé en algo negro que se movía bastante, es- taba como entre niebla que me impedía saber que era, dentro de un espacio mas o menos cuadrado, pero lo que era no se mo- vía por todo el espacio del lugar y sí en un pequeño espacio. Por su forma de moverse pensé era un perro, y efectivamente, era un perro negro, lo he visto por un momento con toda clari- dad, algo menos, la cabeza y patas delanteras. Pasó un tiempo de esta visión cuando, por un acontecimiento que dieron los medios de comunicación, me llevaron a recordar esta visión la cual, ahora, relaciono con otra, escrita en el capítulo an- terior. Corresponde a la décima visión de ese capítulo. En es- ta visión por lo que sucedió después que como noticia dieron los medios de comunicación, me ayudaron a saber el significado de esa visión. Ahora, por lo sucedido también, me consta de que ambas visiones guardan relación. Estaba despierta cuando me fijé en algo un tanto borroso como entre niebla; entonces veo parte de la cabeza de un ani- mal que con la boca grande, muy abierta, echaba con fuerza algo blanco hacia un punto donde veo aparece una vela gran- de a juzgar por su diámetro y poca altura colocada sobre al go con pie alto; lo que echó por la boca el animal, al alcan- zar la mecha de la vela hizo el mismo efecto que si de fuego se tratara. Entonces comprendí que las muchas veces que he visto a animales como éste, echar de eso por la boca, es algo que quema como si fuese fuego, de ahí esos gestos horribles que he visto siempre en sus bocas. Una tarde veo que alguien sin ser visto iba marcando un di- bujo como si fuese con rotulador de punta gruesa de color pla- ta, dando vueltas y más vueltas en circulo todo seguido sin parar. Cuando empezó marcando la primera vuelta, me he dado cuenta me indicaba sobre qué marcaba el dibujo. Se trataba de un pozo con la entrada bastante grande, mi posición era a la orilla de la entrada, cuyas paredes del pozo parecían de ba- rro; según iba marcando de arriba abajo, iba estrechando hasta llegar al final pudiendo ver lo muy profundo que era terminan- do poco menos que en punta donde destacaba como un punto ne- gro. Según miraba lo que expongo veo movimiento en ese pun- to y, aparece un ojo mirando hacia arriba; al encontrarse nues- tras miradas dejé de mirar para ese punto pero al instante vu- elvo a mirar pero al ver nuevamente movimiento en ese punto de- jé de mirar. Sin duda para mí quien me miró desde allí era sa- tanás, el autor de todo lo malo que encierra lo que escribo. Esta visión sucedió una noche fechas después de la visión que acabo de explicar. Entre la penumbra que había llamó mi a- tención lo que en ella se movía; era un animalito negro de pe- queño tamaño, se movía en un pequeño espacio de terreno, por momentos en parte quedaba oculto como si hiciese agujeros en el terreno para ocultarse, pero al momento seguía moviéndose sin parar en aquel espacio hasta que le veo como si se fuese de costado quedando con las patas en el aire en las cuales me fijé al poder verlas a trasluz; tenía muchas patas cortas y finas, y ha sido entonces cuando veo con claridad que el te- rreno donde se desenvolvía era arenoso, la arena se veía muy revuelta con pequeños altibajos de ahí el no ver, en parte, al animalito de cuando en cuando. Según me fijaba para la a- rena tan revuelta aparece entre ella un ojo grande con la pu- pila negra, limpio totalmente de arenas a pesar de estar en- tre ella; al ver como me miraba, miré para otro punto del te- rreno y nuevamente aparece, así en cualquier punto que mira- ba hasta que dejé de mirar. Seguidamente veo movimiento sin poder definir que era lo que había hasta que, me sorprende ver nuevamente el pozo profundo marcado por dentro en color plata que había visto en la visión escrita anteriormente. La prime- ra vez que lo he visto le dije al Señor que ni idea tenía de lo que podía significar esa visión. Ahora, apesar de lo que he visto en esta noche, sigo igualmente sin tener idea, por ello, le recordé al Señor lo torpe que soy para caer en la cu- enta de lo que puede ser, a no ser que a través de otra visión, me facilite poder entender su significado, si así es su Volun- tad. Una noche estando durmiendo me atacó satanás. Como es algo inconfundible su fuerza sobre mí, pronto me he dado cuenta y empecé a rezar: Padre nuestro que estás en el Cielo..., espe- rando me soltase...; seguí rezando y, me veo libre. En ese mo- mento libre de su fuerza, me doy cuenta de que en una de mis manos tenía el Crucifijo y Rosario y los acerqué a mi corazón como un gesto de amor y confianza, libre de todo temor. Una tarde estando descansando veo un ojo grande, totalmen- te negro, estaba como dentro de una pequeñísima nube negra po- co más grande que el ojo; me miraba, no se iba de mi vista. Entonces, al pensar quien era, me dije: Voy a santiguarme a ver si se va: Abrí los ojos y lentamente me santigüé; seguida- mente cierro los ojos y ya no estaba. Poco después recé el Ro- sario y no le volví a ver. Otra tarde poco antes de rezar el Rosario veo el color li- la azulón con mucho realce y hacia el medio había algo negro un tanto nublado para distinguir qué podía ser. Por un instan- te se fue de mi vista y al volver a ver el color lila, supe eran las bocas de dos animales iguales, estaban frente a fren- te en sentido horizontal, muy cerca una de la otra; al verlas retiré la mirada por prudencia. Al verlas poco antes de rezar el Rosario, les pedí a los Inmaculados Corazones de Jesús y de María por las personas impuras, también, para que todos imi- temos sus virtudes y así seamos gratos a sus ojos. Era por la tarde, estaba rezando el Rosario y una vez más veo el color lila azulón, me daba cuenta, lo veía como por tro- zos al estar mezclado entre negrura como entre una nube que empieza a escampar. Visto ello me fijé en un punto porque de fondo entre el color lila había algo que brillaba de color pla- ta; al poco de estar pendiente de ello, veo como si allí algo se abriera, y, aparece una Cruz formada por bolas de color pla- ta brillantes del tamaño poco menos que las bolas del juego de billar, separadas entre si como quince centímetros; la Cruz, poco más de un metro de largo estaba sobre otra bola del mismo tamaño pero ésta negra. Se fue ello de mi vista y aparece algo de color verde amarillento, algo normal para mí ver este color en estas visiones donde de alguna manera no falla el color li- la. Me quedé mirando para la forma de lo que estaba viendo con ese color y pronto supe se trataba de España, sin Portugal que quedaba oculto; al darme cuenta de lo que estaba viendo veo en el centro una pequeña circunferencia toda ella en negro como marcando el centro de España, por ello, digo: es Madrid. Desa- parece la circunferencia que marcaba el centro quedando ante mi vista lo que es España. Como la pequeña circunferencia tenía un diámetro como la bola negra sobre la cual estaba la Cruz, pen- sando en ello, digo: La Cruz sobre Madrid. Así lo he entendi- do. Después de lo que expongo lo comenté con uno de mis hermanos y me dice: En Madrid salen las leyes..., y lo que ves está suce- diendo. Con estas pocas palabras fue fácil para mí entender lo que quiso decirme. A la tarde siguiente vuelvo a ver entre el color lila, de fondo, algo que también brillaba de color plata, abarcaba cier- to espacio; me quedé observando por lo que pudiera suceder y saber de que se trataba, pero, todo quedó ahí. Entonces, le di- je al Señor, que en sus manos estaba que yo supìera algo más. No puedo decir si lo que voy a escribir guarda relación, lo he visto en la noche siguiente a esa tarde. Estaba durmien- do y al despertar veo algo que brillaba de color plata, esta- ba cerquísima de mi vista, era tal su brillo que fue al mirar para la forma ovalada que ello abarcaba cuando, sin pensarlo dos veces, digo: es un estanque. He podido observar algunas veces mirando para el agua de la ría que cruza esta zona, có- mo los rayos del sol al reflejar en el agua produce ese efec- to, según la posición del sol y otros factores, porque no es siempre. Al decir es un estanque se fue de mi vista pero se- guidamente me quedé mirando; mi situación estaba a más altu- ra de lo que allí había pero muy cerca de mi vista; eran cua- tro o cinco árboles donde las ramas se rozaban, con bonita forma, muy verdes sus hojas, alargadas y fuertes, árboles que adornan parques públicos y privados más bien de pequeño tama- ño. Me impedían ver el terreno. Aunque son muchas las tardes que tengo visiones, nunca pi- enso en ello, porque lo que sucede, cuando sucede, no depen- de de mí y desconozco los planes del Señor. De ahí que, cuan- do menos lo pienso, de pronto me quede mirando para aquello que tengo ante mi vista. En esta tarde veo la cabeza negra de un animal, la veía como perfilada, su forma y rasgos. Estaba semi de perfil y hacia la izquierda de la boca, más o menos abierta, sujetaba un pequeño mástil poco más de un metro con una bandera negra desplegada, también el mástil era negro. Ha sido cuando veo al animal que se movía hacia la derecha co- mo bajando para salir de la visión, la bandera se acercó a mi vista, muy cerca, y por un instante me sorprende ver termina- ba en dos puntas, diferente a la que había visto. La forma de esta bandera me llevó a recordar, que, una bandera de esa for- ma, estrechando terminando en dos puntas, la llevan buques de guerra, según consta en el Código Internacional. Sorprendida por ello seguí mirando para la bandera atenta al no volver a ver las dos puntas pero sí cómo una de las partes montaba al- go sobre la otra, y se va de mi vista. Al momento aparece nue- vamente el animal con el mástil y bandera según lo he visto al principio, con la diferencia que la bandera igualmente des- plegada la veía en otra dirección. Pensando después en lo que explico sobre la bandera cuando se acercó a mi vista, me lle- vó a mirar en el diccionario, porque, si la llevaban buques de guerra, necesitaba informarme sobre ello, y fue al seguir leyendo sobre otras bamderas, me entero que la bandera negra, significa, guerra. Pienso, que el Señor ante mi ignorancia, se ha servido de esa bandera que termina en dos puntas porque sobre ella algo sabía y ha sido precisamente eso, lo que me llevó a mirar en el diccionario para informarme mejor. Esta visión según se presentó ante mi vista todo me decía, se trata de algo grave. Ruido de guerra es lo que hay en Orien- te Medio y mucho me temo que ello vaya de mal a peor. Pido al Señor, proteja a su tierra y nos ayude a todos a convivir en paz. Veo dos marcas en negro como sobre un terreno llano, am- bas marcas eran como la mitad de una circunferencia con unos cuantos metros de diámetro; estas marcas guardaban la misma línea en sentido horizontal, separadas por un mínimo de es- pacio. Según miraba para las marcas veo a un perro negro co- locado en el punto donde empezaba una de las marcas hacia la izquierda y, empieza a andar siguiendo lo marcado; termina la primera vuelta y sigue por la otra, siempre ligero con el mismo ritmo, con sus patas cortas, un perro más bien de pequeño tamaño; al llegar al final de la segunda vuelta da la vuelta sobre lo andado y al llegar al centro, en el mis- mo espacio que separaba ambas marcas, éstas desaparecen y veo otra marca en línea recta en sentido vertical, bastan- te larga; todo esto que explico lo he visto sin pérdida de tiempo para el animalito que con su ritmo sigue por esa lí- nea recta y al llegar al final da la vuelta recorriendo lo mismo hasta que llegó al punto de partida de esa línea rec- ta. Realizado su trabajo, como si de un deportista se tra- tara, da una pequeña vuelta por fuera de lo marcado y desa- rece la visión. Veo empieza a formarse como una cortina en el espacio, pun- titos y más puntitos de color paja hasta abarcar practicamen- te la visión, entonces, como si de una ráfaga de viento se tratara empieza a deshacerse la cortina y veo que, lo que la formaban eran como el deshecho de parte de las espigas de tri- go por donde van unidas con el tallo, ya secas. Según empie- za a llevarlas el viento veo entre ello la forma de un ojo ne- gro y acto seguido veo una buena parte de un teclado de orde- nador. Desde hace días estoy viendo parte del teclado de orde- nador, por las tardes, a la noche y sobre todo un día en bas- tantes momentos y aunque me daba cuenta no me daba por aludi- da. Es ahora al tener esta visión lo escribo. Me he pregunta- do como es posible que viendo como se formaba la cortina como si fuesen puntitos, luego resultase ser lo que resultó. Pienso que, solo el Señor con su poder lo hizo posible. Otra tarde veo el color lila azulón con mucho realce, lla- mando mi atención su forma y la manera de moverse, parecía de un animalito con una piel finísima, se movía bordeando una sombra negra, grande, y desaparece, pero al momento aparece, y dentro de lo que parecía su cabeza se veía algo como el sol, mas bien opaco, era a su alrededor destacaban chispitas de color plata brillantes. La manera de moverse de lo que pare- cía un animalito era digno de ver, aparecía como haciendo ca- mino entre aquella sombra negra y desaparecía, así una y otra vez, siempre con la cabeza hacia mí para que viese, digo yo, lo que encerraba en su cabeza. Una noche empiezo viendo parte de un ojo con la pupila ne- gra, lo miraba con cautela, parecía como con agua dentro del ojo como si estuviese llorando; esto me llevó a pensar que necesitaba ayuda y por ello seguía atenta aunque con pruden- cia. Poco a poco pude saber era el rostro de un hombre quien con prudencia también se fue dejando ver poco a poco quizá pa- ra que no tuviese miedo; su rostro se veía con sufrimiento, no pude reconocerlo según rezaba por él, por momentos apenas le veía pero volvía a estar presente mientras yo no dejaba de rezar hasta que al fin desapareció. Otra noche según despertaba me doy cuenta había ante mi vis- ta dos sombras negras grandes, pero solo me fijé en una al ver en ella una cabeza de animal que me era conocida pero que ha- cia tiempo no veía, era uno del grupo de los tres animales cu- ando sus cabeza se transforman que parecen otros, si cabe, más horribles; parecía un monstruo, con la boca abierta doblaba la mandíbula superior hacia dentro formando un gesto como de ra- bia, algo horrible; deje de mirar. Veo formas en color pardo amarillento entre claridad sin saber que eran pero, ante cosas parecidas que he visto en o- tras visiones, pasaba a creer eran animales, no obstante, se- guía observando como se movían hasta que a un extremo veo dos animales con el mismo color de lo que con certeza no sabía que eran. Parecían osos pero más grandes, con mucho pelo largo co- mo lanoso, por cabeza y cuerpo; les veo moverse y sus cabezas quedaron frente a frente cerca uno del otro; miré entonces pa- ra lo que con el mismo color se movían entre si y aparecen en- tre ellos muchas teclas de ordenador todo mezclado y en movi- miento. Lo que acabo de exponer sucedió por la noche, y en la tar- de de ese día veo un escrito extenso con letra de ordenador con tinta negra; según le miraba veo al final del escrito mo- vimiento, como cambiando de posición parte de lo escrito y aparecían otros trozos que se iban colocando en dos partes con un espacio en blanco entre ello bastante ancho; entonces, aparecen un grupo de teclas de ordenador en una de las par- tes. Me es imposible describir, según sucedía lo que estaba viendo. Era todo tan extraño que lo dejé en manos del Señor y no le dí más vueltas al ser superior a mi entendimiento. Al comentar sobre ello con uno de mis hermanos, simplemente me dijo: satanás no quiere que escribas. Ese dicho de mi her- mano yo ya sabía es así, lo se, de ahí su persecución contra mí, pero por encima de él está el Señor en quién confío ple- namente y eso me basta. A satanás también otras cosas le mo- lestan, le molesta que le pida al Señor una y otra vez me pro- teja al tiempo que le doy gracias por todo, le molesta tam- bién que no pida solo por mí porque le pido por todos..., y así, un día me llevé un susto tremendo. Estaba durmiendo cuan- do de espaldas a mí alguien pone con fuerza sus manos sobre mi y me despierta. Consciente de ello empecé a gritar cuanto da- ba mi voz para que me oyesen mis hermanos al tiempo que en- cendía la luz para enfrentarme no sabía con quién. Encendida la luz, doy la vuelta a la cabeza y, en seco dejé de gritar al ver no había nadie. Si, a satanás le molesta que pida al Señor su protección. Me dio un buen susto pero nada malo me sucedió que es lo importante. Pasado todo esto que voy escri- biendo, nada afecta a mi vida y salud, la paz interior me a- compaña no teniendo necesidad de andar de aquí para allá bus- cando un poquito más de felicidad porque donde quiera que es- toy me encuentro a gusto. De bien nacidos, dice el refrán, es ser agradecidos, por ello con frecuencia no me conformo con decirle: Te doy gracias. Acudo a todos los Santos del Cielo para que en mi nombre den gracias al Señor. Una vez más, gra- cias, Señor. El suceso grave que ocurrió en Líbano, respeto a militares españoles, me llevó a recordar una visión escrita en el últi- mo capítulo. Explico, que una mañana por televisión y en di- recto, miraba yo como maniobraba un helicóptero de reconoci- miento cumpliendo la misión encomendada. Escribo, que en un momento determinado el morro de ese helicóptero me recordó e- sa visión que había visto poco tiempo atrás sobre la cual no tenía ni idea. Ha sido precisamente al ver el morro de ese helicòptero que por su posición me llevó a recordar lo que ha- bía visto en visión cuando menos lo pensaba, me dio la idea de lo que podía significar el contenido de esa visión tenien- do en cuenta que lo que yo miraba por televisión, era el de- sembarco de militares españoles en Líbano. Ya con esa idea no no pude por menos que pensar y decirme: A ver lo que pasa co- mo también le pedí al Señor, los protegiera. Ahora para los que ya no están, descansen en paz. ENVÍA TU ESPÍRITU SEÑOR Y RENUEVA LA FAZ DE LA TIERRA. AMÉN. Nota: Después de todo lo escrito sobre últimas visiones, al i- gual que otras veces, le dije a mi hermano que antes de dar publicidad en su página de Internet, lo lea. Des- pués que lo ha leido, refiriéndose a la primera visión con la que empiezo este capítulo, me dice: ¿No ha sido en el mes de Diciembre cuando ha sucedido el atentado en el aeropuerto de Barajas? Lo escribo para que conste, porque así ha sido. 27-6-2007 Estaba durmiendo y fue al despertar veo entre mucha oscuri- dad dos manos blancas de hombre, estaban en posición vertical más o menos una sobre la otra, según las miraba desaparecen, pero al instante veo mucho agua en un pequeño espacio, el en- torno quedaba oculto; Por el color del agua de un verde oscu- ro pensé se trataba de algún lugar en el mar con mucha profun- didad, el agua bastante picada y en medio de aquel espacio aso- mando por fuera del agua estaban aquellas dos manos como pi- diendo ayuda, la cabeza y cuerpo sumergidos en el agua en sen- tido vertical. Empecé a rezar y seguí rezando. Al recordarlo, se me llenan los ojos de lágrimas. ¡Oh, Buen Jesús! Piadoso y Misericordioso, acuérdate de él, descanse en paz. Otra noche me despertó un calambre en una pierna y al instan- te entre mucha oscuridad veo un ojo mirándome. Así, no llevo de cuenta las veces que me ha sucedido desde tiempo atrás. Ello me lleva a pensar que según estoy durmiendo satanás me vigila, por ello cuando le veo y aunque hago como que no me doy cuenta me causa tristeza. Me pregunto que tendrá que ver lo que me sucede para que acto seguido le vea mirándome. Si cuando normalmente me despierto mi pensamiento va hacia el Señor, me parece nor- mal, como en este caso, que acto seguido le pida ayuda. Puede ser que como tantas veces en pequeñas contrariedades sé que es- tá al acecho aprovechando el momento para que pierda la pacien- cia, creo puede ser este el motivo. Por tantos cosas, antes de acostarme, le pido al Señor y a su Santísima Madre, protejan mi sueño, también está San José, guardián y protector de la Sagra- da Familia, escogido por Dios para esa misión, le pido lo espan- te para que no se acerque a mí, que se aleje con todos los es- píritus del mal a donde no puedan hacer daño a nadie. Otra noche veo un escrito extenso, las letras grandes y ne- gras, entre el escrito había una sombra negra y al poco de ob- servarla y ver que algo iba a aparecer allí, miré para otro pun- to hacia el final del escrito, allí algo pasaba y el escrito se alargaba viendo entre ello mucha parte de un teclado de ordena- dor, unas teclas con su letra y otras sin ellas. Al tiempo me daba cuenta de que la sombra negra se mantenia entre el escrito. Una noche al despertar era tal la maravilla que tenía ante mi vista que no daba crédito a lo que estaba viendo; por ello, pensé si mi cabeza no estaría bien y me estarían dando mareos o algo parecido; entonces, para cerciorarme, abrí los ojos. En- tre la penumbra que había en la habitación destacaban los mue- bles entre el espacio vacío al tiempo que comprobaba de que mi cabeza gozaba de muy buena salud. Vuelvo a cerrar los ojos y la visión seguía allí exactamente igual. El espectáculo era al- go grandioso, era como si todo el espacio y firmamento fuesen uno, una luz blanquísima iluminaba todo ello y en medio destaca- ba, digamos como una nube con tal fulgor en toda ella de don- de manaba aquella luz blanquísima que abarcaba la visión, osci- lando como formando ondas en círculo. Ha sido la manera de osci- lar cuando pensé si mi cabeza estaría bien y abrí los ojos pa- ra cerciorarme. Lo que parecía como una nube estaba bastante cerca y frente a mí, pero hacia la izquierda había otra exacta- mente igual en cuanto a su fulgor pero al ver de ella solo una pequeña parte y el resto como saliendo fuera de la visión me quedé mirando la maravilla que sin dificultad tenía ante mi vista. me es imposible describir tal grandiosidad y belleza, todo pureza. Atenta a todo ello pensé si tendría algo que ver lo que estaba viendo con el aviso para toda la humanidad que el Señor enviará para corregir nuestras conciencias, aviso, dicho por la Virgen a las videntes en Garabandal que una de las vi- dentes dice habrá una gran luz, poniendo como ejemplo, como si dos estrellas chocasen. Según pensaba en ello desaparece la vi- sión. Me quedé pensando qué podía simbolizar lo que acababa de ver y, según pensaba en ello recordé un detalle que me sucedió un rato después de acostarme. Me dispuse para descansar, cuan- do, noté algo en mí que me llevó a decir mentalmente: Pensar en el Cielo es lo que deseo, y, efectivamente, algo había en mí que me llevaba a ello. Así, perdiendo la noción del tiempo, sin nada de particular que yo recuerde me quedé dormida y, ha sido al despertar, me encuentro con esa visión. Todo lo dejo en manos del Señor, solo Él sabe por qué quiso que contemplara tal maravilla y que es lo que ello puede simbolizar. Muchas tardes sigo viendo el color lila y demás colores pro- pios de estas visiones, la manera de moverse, sus combinaciones, pero nada más. Una tarde veo una sombra negra cerca de mi vista, según la miraba se parte en dos al tiempo que se transforman en dos cabezas de animales iguales con las bocas abiertas con ges- tos de rabia, uno estaba un poco más abajo que el otro pero con sus cabezas muy juntas mirandose, las veía como en el espacio, me eran conocidas, parecen serpientes. Según desaparecían las veo internarse entre el color lila cuyas cabezas lo ocultaban. Otra tarde veo lo mismo, pero a la inversa, ambos también con las bocas abiertas, y, era a través de sus bocas abiertas veía de fondo el color lila, solamente a través de sus bocas abier- tas. Otra tarde veo dos cabezas de animales frente a frente, una de ellas desapareció. La que quedó, se acercó mucho a mi vista y aunque también era negra la veía como al natural, era dife- rente a las otras, ésta con hocico redondo muy grueso. Esta ca- beza de serpiente la he visto más veces, su manera de doblar la mandíbula superior con la boca abierta impone verla, por ello dejé de mirar. En esta visión no he visto el color lila. Otra tarde tenía ante mi vista como dos nubecillas muy oscu- ras, estaban una al lado de la otra, ha sido al mirarlas fija- mente veo eran dos cabezas como de serpiente, iguales, éstas de tamaño más pequeñas que otras que muchas veces he visto, esta- ban con las bocas abiertas de perfil mirando hacia la derecha. Me fijé más en la que estaba en primera fila más cerca de mí que, al cerrar la boca lo hacía con un gesto extraño como con rabia que tantas veces he visto, y, desaparecen. No se lo que pueden significar estas visiones, donde últimamente veo estas cabezas de la misma especie con tanta frecuencia por las tar- des. Una noche me quedé atenta: Hacia la izquierda, bastante cer- ca de mí, había dos banderas desplegadas hacia esa dirección. Estaban colocadas en sus pequeños mástiles muy juntas, una de- trás de la otra con un pequeño espacio por medio el cual me per- mitió saber que la que estaba delante era la bandera de España destacando su forma de ondear, parecía algo mas grande que la otra. La otra bandera era blanca sin ondear y hacia el medio me era imposible saber qué había en ella, solamente por instan- tes y en diferentes puntos veía pequeños trozos de color rojo. Ha sido cuando caí en la cuenta de que esta bandera era la de la Cruz Roja, se van de mi vista. Me quedé pensando un tanto sorprendida de cómo a pesar de lo que explico me quedé total- mente convencida era la de la Cruz Roja. Con esa seguridad, al momento las vuelvo a ver. Entonces las veo frente a mí bastan- te cerca, de la bandera de España al estar por delante de la otra solamente veía parte del color rojo que sobresalía algo de la blanca; en esta bandera blanca sucedía como al princi- pio solo por instantes y en diferentes puntos hacia el centro, veía trocitos de color rojo, no obstante la miraba convencida de qué bandera era y más aún si cabe, según se desarrollaba la visión. Ambos mástiles iban colocados sobre algo oculto a mi vista, se alejaban en línea recta en sentido vertical, como en ruta hacia algún lugar, y, según se alejaban más y más desapa- recen de mi vista. Pensando después en ello, entendí que, el hecho de que la bandera de la Cruz Roja fuera acompañada de la bandera de España, el lugar era fuera de España. Según lo he visto y entendido así lo escribo. La visión que acabo de escribir, horas después la expliqué a uno de mis hermanos como testimonio de lo que había visto. Fue- ron pasando los días cuando por los medios de comunicación me enteré de lo sucedido en Afganistán a militares españoles al volcar en la carretera el vehículo donde iban... Sin poder definir lo que tenía ante mi vista de pronto entre ello aparece algo de color rojo y al punto desaparece. A los po- cos días vuelvo a ver más o menos lo mismo. Entonces, al ver nuevamente ese detalle me dejó pensativa. Pasaron nuevamente u- nas fechas cuando otra noche sin poder definir lo que había en el entorno aparece la bandera de España totalmente desplegada. Al verla, al instante comprendí que en las otras visiones se trataba de ella; no tenía escudo. Días después, también en Afga- nistán, murieron dos militares españoles, entre otros heridos. Cuando oigo por televisión las noticias, como en estos casos, me llevan a recordar cosas que he visto y que mayormente y co- mo testimonio hago saber a uno de mis hermanos; así pues, ante lo que sucede después, cambiamos impresiones. Otra tarde entre un pequeño espacio del color lila, allí, a- parece una Cruz de color plata de tamaño algo más de un metro. No supe que pensar. Una noche, observaba como se movían entre sí algo de color amarillento, algo que, en algunas de las visiones ya había vis- to resultando ser animales lo que ocultaban. Por ello miraba para aquellas dos formas atentamente, cuando, de manera impre- vista y como a un metro de mí, veo en una de estas formas el cuello y cabeza de un animal, con la cabeza en dirección hacia mí mirándome atentamente. Al verlo tan cerca y cómo me miraba sin ser visto me quedé un tanto sobrecogida pensando en el por- qué de ello. Era del tamaño de un oso pero diferente, parecía estaba echado sobre el terreno y a su lado se movía la otra for- ma pero sin poder ver lo que era. Pienso, era otro animal de la misma especie. Un día asistí a una de las Misas que se celebraban en un San- tuario Mariano; al igual que todas las personas allí presentes me acerqué a la Imagen de la Virgen expuesta al alcance de sus hijos para poder tocar su manto con fe y amor a Ella. En ese día, a la tarde, estando descansando, según rezaba el Rosario recordé el momento en el que por la mañana estuve ante su Ima- gen, y, como si así fuese en ese momento, rezaba una de las A- vemarías, cuando, empecé a ver algo que, bien creí podría ver su Imagen, así que presté atención al ver como chispitas pla- teadas y, aparece una Crucifijo, rodeada la Cruz de esas chis- pitas brillantes adornando el Crucifijo de una belleza espe- cial. Me quedé mirando para el Crucifijo, llevándome a pensar qué me querría decir con ello Nuestra Madre del Cielo. Me emo- ciono al pensar cómo, Ella, escuchaba mi oración. Gracias, Ma- drecita mía. Otra noche empecé a ver rostros todos ellos muy juntos, mi- rándome, rostros desagradables en posiciones diferentes como si de una sola persona se tratara en diferentes poses. Al te- ner duda, los miraba con recelo y dejé de mirar. Otra noche me daba cuenta de que me observaban y, aunque oculto, por momen- tos me daba perfecta cuenta que quien estaba allí era satanás. Un día poco antes de levantarme veo como un cráter grande, rodeado de rocas picudas sin nada de vegetación. Mi situación estaba un algo a más altura. Pensé a continuación que si ello querría decir que algún volcán entrará en erupción. Una tarde, creo que ya estaba rezando el Rosario, veo un ros- tro, se dejó ver como con cautela, al cual yo miraba con cier- to recelo, hasta que al fin se mantuvo ante mi vista muy cerca, era un rostro de mujer a la cual yo seguía mirando con cautela al ser un rostro desagradable, se reía de manera que enseñaba los dientes; algo habia que los empañaba que los dientes, los que veía, estaban separados unos de otros llamando mi atención aquellos dientes y pequeños que, junto con el rostro desagrada- ble, al pensar no era otro que satanás dejé de mirar. En esa tarde en otro momento, veo una Cruz negra de tamaño grande co- locada en sentido vertical, estaba como entre algo de penumbra. Según la miraba veo al pié de la Cruz un sombra negra donde ha- bía movimiento y al punto me sorprende ver salir de aquella som- bra la figura negra de una persona que, como impulsada por al- go la veo subir y se coloca en la Cruz como si fuese él, el cru- cificado. Al parecerme todo ello tan extraño, retiré la mirada; fue al volver a mirar, y, entonces, solamente veo parte de a- quel cuerpo que seguía sobre la Cruz, ésta entonces, colocada en sentido horizontal cerquísima de mi vista viendo de ella la parte que ocupaba lo que veía de ese cuerpo, y, dejé de mirar. Me quedé triste, porque todo ello me pareció cosa satánica. Una noche entre penumbra, me quedé mirando para una sombra negra, alargada, colocada en sentido diagonal y como en el es- pacio, cuando, hacia abajo de la visión empiezo a ver otra som- bra negra que, según aparecía subía en vertical y volvía a ba- jar hasta que se dejó ver lo que era quedando ante mi vista. Era como una serpiente enorme, de ella solo veía la cabeza y algo de su cuerpo, totalmente negro. Lo que echaba por la bo- ca era blanco como si bramara, así se veía por todo el entorno de la boca haciendo contraste con su negrura y la penumbra que había en la visión pudiendo ver sus gestos de furia como para mover los cimientos de la tierra o desatar cualquiera de los elementos. Me quedé sobrecogida, diciendo: Santo Dios, Santo fuerte, Santo Inmortal, líbranos, Señor, de todo mal. Por expe- rienza sé simbolizan el espíritu del mal arrastrando consigo grandes males, Así, fechas después en Pakistán por un acto te- rrorista murieron más de ciento treinta personas y muchísimos heridos, más, otro acto terrorista... También el ciclón SIDR en Bangladesh, miles de muertos y desaparecidos. Ochenta mineros murieron en un país del Este. ¡Dios mío! qué horrible es el pe- cado cuyas consecuencias llevan consigo todos los males. Tengo el convencimiento de que mientras la humanidad no sea conscien- te de ello, a más pecados más males. Una noche tuve una visión. De lo que llamó mi atención en esa visión a la mañana hice un dibujo. Ha sido en la segunda noche después, lo vuelvo a ver. Días después, pensando como explicar lo que había visto le hablé a uno de mis hermanos, diciéndole: ¿Como explicarías tú, esto: y, le enseñé el dibujo. Lo miró y di- jo: Círculos concéntricos. Le expliqué lo visto en visión y aña- dió: A ver si vuelves a ver algo más para poder saber el signi- ficado. En otro momento le digo a otro de mis hermanos: Dibúja- me, círculos concéntricos. Y, me hizo un dibujo. Acto seguido le enseño el mío, que, al ser iguales, con más o menos circun- ferencias, le noté como sorprendido y, por ello le digo: es, lo que he visto. Entonces me dice: Son circunferencias concén- tricas. Sabiendo ya lo que he visto ahora voy a explicar ambas vi- siones: Había negrura en la visión pero más hacía el centro como for- mando un circulo el color era de un gris más claro que el gris marengo, todo ello entrelazado como cuando el firmamento se ve cubierto de nubes con diferentes matices. En el centro del cír- culo gris, como hacia dentro de ello, veo algo que daba vueltas y más vueltas a bastante velocidad pero sin moverse del lugar. Según le veía dar vueltas de izquierda a derecha, dude si sería de una pieza como formando caracol y, con esta duda deja de dar vueltas. Entonces, de manera clara veo eran circunferencias con- céntricas, el diámetro de la más grande como de un metro, con poco espacio de separación entre ellas, y, desaparece la visión. Me quedé pensando cómo aquello que había visto, así sin más, po- día dar vueltas, qué sería lo que las impulsaba a ello, como también, qué significado encerraba. Así, con esos interrogantes a la mañana dibujé lo que había visto. Fue a la segunda noche después, lo vuelvo a ver como en la visión anterior, en el cen- tro entre el color gris, color que abarcaba toda la visión. Daba vueltas a mucha velocidad, solo por momentos podía ver co- mo era. Según miraba como daba vueltas, igualmente de izquier- da a derecha sin moverse del lugar, veo cómo al ir parando, las circunferencias desaparecieron, pero, de manera tan significati- va que fácilmente entendí que, lo que quedó ante mi vista, ocu- paba el espacio de dentro de la circunferencia de más pequeño tamaño, el centro de las circunferencias concéntricas. Brilla- ba que parecía oro, lo miraba atentamente, cuando, veo movi- miento en ello, detalle que me llevó a ponerme en guardia, pe- ro al poco, en un punto hacia arriba en el mismo borde veo sa- lir, de lo mismo, como un hilo grueso, el cual al subir unos cen- tímetros se esparcía hacia arriba y ancho formando como una nu- becilla del mismo color oro pero ello más bien opaco, y, la vi- sión desaparece. Me quedé pensando si ello sería la energía que impulsaba a dar vueltas a las circunferencias concéntricas. Al ser tantas las visiones que superan mi entendimiento, ya no le dí más vueltas. No sería la primera vez que después de un ti- empo, el Señor me facilite entenderlo. Sea, como el Señor dis- ponga. Anterior a varias visiones que he escrito, una noche me ata- có satanás. Como las cosas no suceden porque sí, por lo que me sucedió, me llevó a recordar varias visiones relacionadas en- tre si, visiones que están escritas y publicadas años atrás y sobre las cuales, pasado un tiempo, he entendido lo esencial del significado de ellas. Sobre ello y con alguna otra visión sin escribir, continuaré en el capítulo siguiente. 8-12-2007 ENVÍA TU ESPÍRITU SEÑOR Y RENUEVA LA FAZ DE LA TIERRA. AMÉN