La Imaginación (14)

Envuélveme Señor con tu Espíritu Santo, para seguir escribiendo según tu Voluntad.

Sucedió en la noche después de poner fecha final en el capí- tulo anterior. Según desperté me encuentro con que alguien me miraba, su pupila negra grande era lo que veía de aquel ojo, estaba frente a mí a la misma altura de mi vista, solamente nos separaba como un metro de distancia, estaba entre un escrito con letra negra. Al verlo pensé en él, satanás, pero de pronto me fijé en lo que pasaba entre el espacio que nos separaba y veo cómo de hacia abajo subía humo que se esparcía entre ese es- pacio, humo blanco; el humo desaparece pero la pupila de aquel ojo seguía allí mirándome, cuando, hacia la izquierda aparece o- tro ojo, un ojo deforme, por ello, su manera de mirarme resul- taba de lo más desagradable. Este ojo y su manera de mirarme lo he visto más veces en un rostro que apenas se dejaba ver. Como dejé escrito al final del capítulo anterior, seguiría con lo que dejé de escribir. Una noche tuve otra visión, en ella había penumbra, abajo y hacia el medio destacaban por su negrura tres pilares rectangulares, uno con un ancho normal y los otros dos con un ancho poco menos que un metro, de altu- ra tendrían como dos metros, estaban en línea horizontal sepa- rados pero los dos más anchos con menos distancia entre ellos. En estos pilares fue en lo primero que me fijé al destacar por su negrura pero mi atención se la llevó una sombra negra hacia la derecha como suspendida en el espacio; al instante supe se trataba de un animal cuya cabeza apenas se distinguía porque en más de su entorno centellaba de tal manera, enfurecido, que, me consta se daba cuenta de mi presencia. La forma de este ani- mal, para dar una idea, era como una fuente llana ovalada, gi- gante. No recuerdo si dejé de mirar o desapareció la visión. Me quedé pensando en la forma de este animal el cual me llevó a re- cordar una visión hace años vista, donde habia dos animales lo más parecidos o iguales a éste. Al recordar cómo los había vis- to recordé también lo que había oído por un medio de comunica- ción sobre los socavones ocurridos fechas atrás debido a aguas subterraneas, en un punto de España. Todo esto que explico me llevó a entender, que lo que acababa de ver tenía relación con la construcción de obras arquitectónicas... Ante la gravedad de lo que significaba me puse a rezar pidiendo al Señor, por los responsables de tantas obras, para que por encima de sus inte- reses trabajen por la seguridad, para bien de todos. Voy a es- cribir, resumiendo, lo que he visto en visión hace años para que también lo entiendan. Esta visión está escrita en el capí- tulo segundo. Vi una extensión de terreno bastante grande, hacia un lado había un pequeño lago, el agua azul, por momentos el lago se hacía más largo separándose el terreno y volvía a unirse, así, varias veces más; entonces, donde esto sucedía se acercó a mi vista y veo que lo que parecía un terreno firme, era falso, u- na trampa. Lo formaba dos animales cuyas cabecitas pequeñas, según y como, unian sus cuerpos dando lugar a creer era un te- rreno al estar estos animales sobre la superficie del agua y, según se separaban me permitían ver un agua de color verde os- curo donde a juzgar por el color del agua me llevó a pensar ha- bía bastante profundidad. Entonces entendí que, como ya expli- co, lo que parecía un terreno firme era una trampa. Fue al re- cordar todo esto, como también lo que había oído sobre los so- cavones producidos por aguas subterraneas, me llevó a entender la visión que acababa de ver cuyo animal era muy parecido o i- gual a estos dos animales. Cuando hace años tuve esa visión, pensé que al estar sobre la superficie del agua aquellos dos animales se trataba de pe- ces, pero, ¿De qué especie? Ahora, al ver ese animal que cente- llaba con una forma parecida o igual, me hice la misma pregun- ta una y otra vez. Así las cosas los días fueron pasando hasta que una noche tuve una visión. De pronto, me quedé mirando para una sombra negra y, como hablando conmigo misma, digo: Es, co- mo lo que he visto: me refería al animal que centellaba. Dicho eso, al instante veo su cabecita moviéndose, con tal claridad que, mi sorpresa fue grande no pudiendo evitar y decir como una exclamación: ¡Es una tortuga!. Fue al instante, veo, otra tortu- ga, ambas cabecitas moviéndose una al lado de la otra colocadas ambas tortugas de manera igual a la visión que había visto ha- ce años, con la diferencia que estas tortugas totalmente negras, por su negrura destacaban entre la penumbra que había en la vi- sión. Le di gracias al Señor, conocedor de mis pensamientos, me lo demostró con esta visión. Me emocioné sin poder contener las lágrimas, pero también, al tener presente lo cerca que está aun- que no le vea. Me preguntaba que podía ser lo que estaba viendo, era como un barril colocado de pie lleno de un producto negro, estaba entre otras cosas imposibles de definir; por el borde del barril, so- lo en la mitad del borde, tenía como unas pestañas largas como de medio metro de altura de color castaño, parecían de pelo. La visión no se iba de mi vista, por ello dije: No sé, Señor, lo que puede ser lo que estoy viendo; y, sin saber nada más se fue de mi vista. En esta noche, no recuerdo el tiempo que pasó tu- ve otra visión. Destacaba una sombra negra y me quedé atenta. Veo hacia abajo, entre la sombra, movimiento, cuyo movimiento formaba como hocicos de animales como si estuviesen comiendo en el mismo punto; fácilmente por su modo de comer se podía pensar eran animalitos pequeños como conejitos, para dar una idea, y, según los miraba, hacia un lado de ellos un poco más abajo apa- rece un aguijón negro de serpiente, de largo algo más de quin- ce centímetros, se movía como una culebrita pequeñita pero sin ver la boca de donde salía. Me causó tal repugnancia que dejé de mirar. Por lo que vi, pensé se trataba de un nido de serpien- tes. Me he preguntado, si esto que vi guardará relación con la visión anterior en esa noche y, si en ello puede estar la res- puesta del Señor. Como dejé escrito en el capítulo anterior una noche me ata- có satanás. Llevaba despierta bastante rato cuando de pronto em- pecé a notar en mi como si no me encontrase bien. Según iba a encender la luz, decidí afrontar lo que fuere ante el miedo que de pronto me entró y, no encendí la luz. Entonces, empecé a sen- tir algo que me iba subiendo de los pies a la cabeza y, cuando me doy cuenta ya estaba atrapada por satanás. Rápidamente pedí ayuda al Señor, se lo pedí varias veces y al no venir en mi a- yuda lo rápido que quisiera, acudí a su Santísima Madre, se lo pedí también varias veces y, fue al pensar qué sería de mi si no venían en mi ayuda, me entró tal angustia al estar en esa ho- rrible situación que empecé a llorar desconsoladamente dicien- do al mismo tiempo: ¡Madrecita mía!... Al instante empecé a no- tar me iba soltando poco a poco al igual que cuando me fue in- vadiendo. Cuando me vi libre era tal la alegría que imposible me era contener las lágrimas al tiempo que una y otra vez le da- ba gracias a Nuestra Madre del Cielo acudiendo a todos los San- tos me ayudaran a darle gracias. Por un instante, cuando me vi libre, al darme cuenta de mi posición, abrazada al Crucifijo y Rosario sobre mi corazón con el rostro apoyada en ellos, al ver- me así, entre lágrimas sonreí, a Jesús y a María a través del Rosario. ¡Estaban tan cerca! que, interiormente sentí gozo, de ahí mi sonrisa. No obstante, cuando todo pasó me vi en la nece- sidad de preguntarle al Señor el por qué satanás me ataca de esa manera. Aún no había dicho la primera palabra recordé cuan- do años atrás una noche satanás me zarandeó como para estrellar- me contra una pared y, ante esos momentos terribles que acababa de pasar no me pude contener y se lo pregunté suplicándoselo. Re- cuerdo se lo pregunté por segunda vez, diciéndole: Es que Señor, necesito saber el por qué de ésto. Entonces, y por un momento, el Señor guardó silencio, fue al sentir en mi interior algo especial que me era conocido pres- té atención y fue cuando percibí que el Señor me decía pregun- tándo, si confiaba en Él, que confiase en Él. Mi respuesta fue en el acto, diciéndole: Sí, Señor, confío en Ti. Dicho esto el Señor dejó caer estas palabras: Eso te basta. Ante este recuer- do después de años, solo pude decirle al igual que entonces: Sí, confio en Ti, Señor. Recordé también, que después de esto que explico tuve una visión relacionada con la Iglesia la cual me llevó a entender por qué satanás me zarandeó. Como las cosas no suceden porque sí, ante lo ocurrido en esta noche que me llevó a recordar esa y otras visiones relacionadas con la Iglesia so- bre las cuales de algunas he entendido el significado en lo e- sencial, empecé a preguntarme si debía o nó escribir sobre lo que he entendido, al pensar también que ello puede estar pró- ximo a suceder y el Señor que vela por sus hijos lo sepan y no se dejen engañar. Así las cosas, pensando en ello pasaron unos días, cuando, uno de mis hermanos ajeno a mis pensamientos y lo que me había ocurrido me puso algo que había gravado y se fue. Me quedé escuchando la grabación... Se trataba de un escritor mejicano, cuyo tema se basaba en Profecías, Apariciones de la Virgen, Visiones y dichos de algu- nas videntes..., todo ello muy interesante e importante. Basán- dose en sus informaciones, hablaba de su último libro, ya escri- to, con el título "Dos Papas en Roma". Antes de terminar la gra- bación vuelve mi hermano y entonces le digo: Precisamente so- bre ello, por algo que me ha sucedido, estoy pensando si escri- bir sobre lo que he visto y entendido. Sin más, mi hermano me dice: Tú, escribe, lo tuyo es diferente porque te basas en lo que has visto, las visiones están publicadas se pueden leer. Efectivamente, en una de las visiones, la persona que he vis- to simboliza al impostor. Lo que no sé es si el Santo Padre el Papa que gobierne la Iglesia cuando esto suceda, seguirá en Ro- ma o se encontrará en otro lugar. Fue Pablo VI, dijo, que el humo de satanás se había filtrado en la Iglesia. Me consta que en todas las visiones que he tenido relacionadas con la Igle- sia, lo que he visto en ellas es obra de satanás que ocultamen- te se sirve de aquellos que le siguen. Así una noche vi como llevaban al Santo Padre el Papa, lo cercaban un grupo de per- sonas, el Papa iba con los brazos en alto, las muñecas cruza- das apoyadas en la frente como protegiéndose de algo; todo me indicaba lo llevaban en contra de su voluntad. Según veía lo que explico, alguien dijo: ¡Por favor, por favor!. Alguien que no estaba de acuerdo con el trato que le estaban dando. Lo que explico, desapareció de mi vista y aparecen un grupo de cuervos revoloteando hasta que se fueron posando sobre algo oculto a mi vista y, termina la visión. Pienso que esta visión facilmen- te se entiende, como también lo que simbolizan los cuervos, que, según se iban posando, ocupaban sus puestos según sus planes y, entre ellos, nombrarán al impostor a quien en otra visión poco tiempo después, he visto. Vi a una persona vestida de blanco como visten los Papas, es- taba de pie en medio como de un escenario, en cuyo escenario no había detalle ni decoración alguna, nada de nada. Fue poco tiem- po después por lo que me fuí enterando, entendí, era el impos- tor, pero fue sorpresa para mí cuando después de años cuando me- nos lo esperaba, entendí el significado del por qué en el esce- nario no había nada de nada. Simboliza la ausencia total de gra- cia y virtudes. Todo es diabólico. Cuando estaba escribiendo e- sa visión, al ir a explicar que la visión había durado el tiem- po justo para saber lo que en ella había, recuerdo que de pronto se me presento una frase en mi mente, la cual consideré muy apro- piada: "Pasó por mi vista como una estrella fugaz. No sabía en- tonces que ello también significa que el paso del impostor será breve, algo que pasa poco más o menos, como una estrella fugaz. Como gracia del Señor, por eso lo escribo. Es de entender, que el espíritu del mal cuando lleve a efecto sus planes, aprovechará el momento que le sea más favorable y a- sí pasar, si puede, totalmente desapercibido, pero también es de entender, que el Señor hará oir su voz a través del Santo Padre el Papa, desde donde esté, como también, de todos aquellos que fieles al Señor y al Santo Padre el Papa, le sigan. Jesús dijo a Pedro: Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Es palabra del Señor. Lo que acabo de escribir sobre esas dos visiones, están pu- blicadas en el capítulo tercero. Otras dos visiones anteriores a éstas, la que está publicada en el capítulo primero, momentos antes de tener esa visión, satanás me atacó y zarandeó. La que está escrita en el capítulo segundo, fue la primera vez y única vez que satanás me atacó viendo una visión. De ahí deduzco la importancia de lo que encierran esas visiones. Como por algo se empieza, pienso que estas dos visiones, su significado encierran la base de lo que un día sucederá. Me he preguntado como estará el mundo cuando ello suceda, y, recordé lo que he escrito hace años y voy a recordar: Era como si estuviese mirando la tierra, en más de las tres cuartas par- tes de ella el grupo de los tres animales que veía en sombra, la ocupaban, en lo que quedaba de la otra parte era como el a- zul del firmamento. Fue poco tiempo después tuve otra visión, igual a la anterior en cuanto al grupo de los tres animales, con la diferencia que, veo salir el sol por una esquina y len- tamente hizo un recorrido por algo menos de una cuarta parte de la tierra pero era tal el resplandor que había en ella que el sol resultaba incomparable, parecia opaco. El resto de la tierra es- taba invadida por el grupo de los tres animales y era tal su ne- grura que todo el conjunto, resultaba impresionante. Creo, so- bran las palabras. Estas dos visiones a las que acabo de referirme una está es- crita en el primer capítulo segunda parte y la otra en el capí- tulo segundo. Vuelvo a recordar lo que dijo la Santísima Virgen en sus Apa- riciones en Garabandal: Si el mundo no cambia y sigue ofendiendo a Dios, vendrá un castigo sobre toda la Humanidad. Sobre ello u- na de las videntes dijo: Los que queden vivirán para Dios. Cuando el Dilubio Universal, Dios, también avisó con tiempo, no obstante, cuando, Noé, construía la barca siguiendo las ins- trucciones del Señor, las gentes se reían y burlaban de él, pero un día la lluvia llegó y solamente se salvaron los que el Señor mandó subir a la barca. Las Sagradas Escrituras, es Palabra de Dios. Una noche no pudiendo definir lo que había en el lado derecho de la visión muy cerca de mí, miraba atentamente, cuando, apare- ce un rostro de hombre entre ello. Su rostro imponía, me consta que lo que miraba encerraba cosa grave como si a mí también me alcanzara, por ello, un tanto sobrecogida y aunque a su lado des- puntaba algo, por el efecto que me causó dejé de mirar. Otra noche, siento que llaman suavemente en el timbre del por- tero automático. Creo estaba semi dormida y ello me espabiló. No obstante y aunque creía estar segura le dejé pasar por si no ha- bía sido así. Fue como cinco minutos después vuelven a llamar al- go más fuerte, entonces, convencida de que alguien necesitaba o- raciones empecé a rezar. Fue al empezar a rezar veo una sombra negrísima y hacia arriba de la sombra veo asomar unas cabezas de animales abriendo sus bocas; al verlas no dudé eran el grupo de los tres animales. Son muchas las noches, muchas, aparecen, ma- yormente cuando al despertar al rezar por la conversión de los pecadores los veo, enfurecidos, y aunque muchas veces no se de- jan ver los tres, por las muchas veces que los veo, no dudo son ellos. Como siempre los veo enfurecidos, pienso, les molesta que rece. Otra noche de pronto veo una bandera desplegada la cual llamó mi atención. No se distinguía nada en ella, solamente su forma colocada en un mástil; fue por un instante según la miraba, y aunque dificil de explicar, pude saber era la bandera de España. Por lo que veía, todo me decía que alguien llevaba el mástil co- mo si fuese en un vehículo que lentamente se dirigía a algún lu- gar donde por lado y lado había mucha gente mirando. El lugar parecia espacioso, no obstante, por donde pasaba se veía extre- cho, yo diría era por la gente que miraba por ambos lados. Mi situación estaba a unos metros por detrás de la gente de uno de los lados la que me impedía ver qué era lo que por allí pasaba, solamente veía parte del mástil y bandera desplegada en direc- ción contraria a donde iban, la bandera sin ondear. Todo lo que explico lo veía como nublado pero segura de lo que expongo. Una noche veo despuntar entre mucha negrura pequeños trozos blancos con mucha luz. Entonces, pensé que allí había algo y me quedé atenta. Efectivamente, poco a poco se va dejando ver como una nubecilla de pequeño tamaño atravesando por medio, en diago- nal, como una barra negra. La nubecilla blanquísima con mucho brillo como si el sol le diese de lleno. La seguía observando cuando como si se partiera en dos, al separarse, se esfuma la nubecilla y allí aparecen dos patos blancos; se movían entre si en un terreno del cual veía muy pequeño espacio, por debajo de un árbol de pequeño tamaño, sin hojas las ramas por donde pene- traba como la luz solar y, a través del hueco de las ramas los veía. De pronto y como en un abrir y cerrar de ojos desaparece todo ello pero al instante vuelvo a ver el árbol de color oscu- ro como si fuese de noche pero no a los patos y sí como una pla- ca rectangular llena de luz colocada en sentido vertical un po- co inclinada hacia atrás enfocada la luz hacia abajo del árbol. Según miraba y gracias a aquella luz veo a uno de los patos pe- ro negro totalmente, estaba con el cuello estirado y la cabeza hacia arriba, parecia un pato disecado, y, desaparece la visión. Fue unos días después, otra noche, tuve otra visión. Entre la negrura que había destacaba como una nubecilla de más pequeño tamaño que la anterior pero con la misma luz brillante, enton- ces, entre la nubecilla veo movimiento y, como abriéndose, veo entre ella dos patos negros, fue al instante desaparecen pudien- do ver como la nubecilla los envolvía ocultándolos. Una tarde entre el color lila azulón hacia un punto veía chis- pitas, por ello me quedé mirando hasta que despuntó una Cruz pla- teada como de un metro. Otra tarde, entre el color lila aparece un Crucifijo donde chispitas plateadas le daban realce; me quedé mirándole y, como envolviendo su cabeza, destacaba como una pe- queña luz blanca. Con la mirada en esa luz desaparece. En la vi- sión entre el color lila había mezcla de negrura. También otra tarde veo el color lila con mucho realce, entre ello se movía como una nubecilla negra brillante, desaparecía y vuelta a apare- cer. Pienso se trataba de un animal. Ahora cuando recuerdo la visión del Crucifijo no puedo por menos que decir:¡ Jesús mío y Dios mío!. Estaba despierta pero para seguir durmiendo, cuando, me que- dé mirando porque entre mucha oscuridad destacaba algo con bas- tante claridad de color azul como transparente, ésto era lo que formaba lo que allí habia envuelto entre oscuridad; ha sido por pequeños detalles que se fueron presentando de manera muy signi- ficativa me doy cuenta era un catalejo por donde yo misma mira- ba. Entonces, veo lo que el catalejo enfocaba: el horizonte, so- bre un ancho mar, el agua azul, pero al instante aparece como una cortina colocándose entre el catalejo y yo ocultándome el catalejo. La cortina desaparece pudiendo nuevamente mirar a tra- vés del catalejo, pero me impedía saber lo que enfocaba un X marcada, digamos con tiza blanca, sobre el cristal del catalejo. Seguí atenta mirando por si la X desaparecía pero fue el cata- lejo desapareció de mi vista quedando la oscuridad que lo envol- vía y en ella como una nube pequeñísima blanca llena de luz. Fue al fijarme en la forma de esta nubecilla que, como si estu- viese dentro de la boca de un animal, aunque sin ver ésta, al estar tan cerca, por si allí estaba él dejé de mirar. Efectiva- mente, allí estaba él. Voy a explicar por qué lo sé. Un día, es- tando en la cocina a mi aire, según estaba sentada recordé esta visión y de pronto se me ocurrió hacer con ambas manos como un pequeño catalejo y me puse a mirar; ni yo misma sé decir por qué, según miraba, cerré los ojos; fue en ese instante veo apa- recer un ojo mirándome, era él. Al verlo y sin más me quedé pen- sando. Sin duda, lo que encierra esta visión está dentro de sus planes. Nada bueno. Un día por la mañana según me levantaba de la cama veo, cómo en el espacio a un metro de mí, las teclas de un buen trozo de ordenador, entonces, digo: Me parece, Señor, estar viendo estos días teclas de ordenador. Fue al instante aparece entre ello como una nubecilla negra de muy pequeño tamaño, pero, nada más verla y antes de que allí viese un ojo mirándome retiré la mi- rada con la seguridad, entonces, de que efectivamente, en dife- rentes horas del día aún con los ojos abiertos, y en la noche, llevaba como dos días viendo estas teclas como transparentes, y, aunque me daba cuenta seguía a lo mío sin darle importancia. Fue a esa hora de la mañana cuando sí lo tuve en cuenta. Una noche no mucho rato después de acostarme y estando dur- miendo, entre sueños, siento sobre mis brazos más o menos cru- zados, como un peso que me molestaba y aunque no puedo decir hasta que punto era consciente, sí, que, al notar aquello que me molestaba hice varias veces ademán con los brazos para reti- rarlo como si estuviera por encima de la ropa de la cama. Como me seguía molestando, en una de estas me despierto totalmente y, fue al notar algo muy extraño que me era conocido donde mi cabeza, libre, pero rodeada de ello y sobre mis brazos el peso, al verme envuelta entre satanás empecé a gritar. ¡Qué gritos, Dios mío, qué gritos!. Solamente reaccioné así, hasta que aque- llo tan extraño se separa de mí haciendo ruido como si tropeza- se con la mesita de noche. Al ver me libre cogí el Crucifijo y Rosario que tenía cerca de mí y, como si nada me hubiera pasa do, tranquila y confiada en Jesús y María, me quedé pensando en lo ocurrido. En esa noche he vuelto a gritar. Estaba soñan- do: venía para casa por una calle conocida cayendo la noche, cuando, oigo a un perro ladrar por detrás de mí, entonces, mi- ro para atrás y le veo como a dos metros dispuesto a tirarse en mí ladrando de lo más enfurecido. Al verlo como una fiera tan cerca de mí, empecé a gritar; al empezar a gritar me doy cuenta que mis gritos lo atemorizaban y impedian se tirase en mí, por ello, mis gritos al no dar más de sí, al tiempo forza- ba la garganta haciendo ruido, y, gritando así, me despierto al tiempo que tenia una visión. El perro que me atacaba lo dejé de ver en aquella actitud y lo veo, tranquilo, por el medio de otra calle, ésta en sentido vertical, caminando despacio en di- rección hacia mi, con sus patas cortas pero un cuerpo grande, de color como marrón oscuro. Sé que algo le brillaba en su boca pero ante lo que me acababa de suceder y seguido la visión, co- mo absorta en todo ello, simplemente le miraba hasta que por prudencia, según se acercaba, dejé de mirar. Luego, recordando todo ello no pude por menos que decir: ¡Qué noche la mía, Señor, qué noche!, y, como tantas otras veces terminé diciendo: Todo sea por Ti, Señor, y la conversión de los pecadores. Una noche veo un rostro y cabeza de un joven entre penumbra. Estaba envuelto entre letras negras, minúsculas, como entre un escrito, estaba frente a mí muy cerca. Según me fijé en él me parecía estar viendo a un joven cantante con fama, no obstante, no lo puedo asegurar porque no hacía mas que hablar y hablar al tiempo que parecía tener la boca llena y era como si masticase y hablara al mismo tiempo y ello le desfiguraba bastante su fi- sonomía. Esta visión me llevó a pedir al Señor por este joven cantante, pero también que el Señor disponga de mis oraciones, Él que sabe la verdad de quien he visto. Otra tarde, rezando el Rosario, vuelvo a ver teclas de ordena- dor al tiempo que veo aparecer una Cruz grande negra. Según apa- reció al poco desapareció. Me quedé triste pensando en el Señor, era como si percibiera su tristeza. Las teclas las sigo viendo de cuando en cuando durante el día, las veo como en el espacio, como transparentes. 2-3-2008 Al día siguiente de poner fecha, ya por la mañana poco antes de levantarme, vuelvo a ver muchas teclas de ordenador envueltas en letras negras, eran cantidad y todas en movimiento entre las teclas, como de un escrito extenso pero en movimiento. Al ver lo que tenía ante mi vista, un tanto pensativa, dejé de mirar. En la tarde de ese mismo día, estando rezando el Rosario vuel- vo a ver teclas de ordenador como parte de un teclado, las veía de manera muy difícil de explicar; según miraba me fijé en un pun- to porque allí despuntaba algo y aparece una Cruz grande, negra, pero pronto me he dado cuenta se trataba de un Crucifijo. Lo que tenía ante mi vista estaba de la siguiente manera: Las teclas bas- tante cerca de mi vista colocadas en sentido horizontal hacia a- bajo, la Cruz apareció en el lado izquierdo separada de las te- clas como dos metros, ha sido al fijarme en ella, vi era un Cru- cifijo en posición hacia la izquierda, destacaba una luz tenue sobre su cabeza la cual me permitía ver también por su posición el costado izquierdo; lo que veía totalmente era la Cruz por la parte de atrás mirando hacia la derecha, la cual parecía despe- día como niebla negra, era algo así pero que no me es facil ex- plicar. En esta noche según estaba despierta veo al grupo de los tres animales, no se iban de mi vista, formaban una sombra negra, gran- de, estaban muy juntos, de cuando en cuando podía ver sus cabezas con más o menos claridad, las bocas abiertas, se alternaban, pero sabiendo eran ellos. Por un momento veo aparecer como una corti- na de color paja, la cual me llevó a pensar qué sería lo que ocul- taba. En otro momento en esa noche, entre mucha negrura, veo que algo daba vueltas, se trataba de tres circunferencias como de a- lambre fino de acero, distanciadas entre sí como medio metro, da- ban vueltas de derecha a izquierda al mismo tiempo, las vi por un instante desapareciendo entre la negrura donde destacaban, pe- ro al momento vuelvo a ver lo mismo pero de más pequeño tamaño como de treinta centímetros de diámetro pero mayor número de e- llas, más juntas, quizá lo parecía así por la velocidad con que giraban, siempre de derecha a izquierda sin moverse del lugar. Satanás, me ha vuelto a atacar. Me lo temía, siempre pienso no le agrada que escriba, y, como me lo temía, a tiempo me he dado cuenta. Con la ayuda del Señor, pronto me vi libre. Mi a- gradeciento al Señor es grande porque a pesar de todo lo que me ha sucedido hasta ahora, me encuentro perfectamente bien psiqui- camente. Por otro lado mi empeño está en amar más y más al Se- ñor y que otros le amen, tengo el convencimiento de que quien guste del Señor, se esforzará para vivir siempre en su amistad. Otra noche, veo una cortina la cual abarcaba toda la visión, de color paja, su "tejido" todo puntitos y entre ello como nie- bla del mismo color; hacia el medio tenía un pequeño agujero al cual miraba y no miraba por temor, pero eso fue todo. Con solo unos días por medio vuelvo a ver otra cortina como la anterior con la diferencia que ésta tenía unos adornos for- mados por otro "tejido" algo así como un zurcido. A los pocos días, otra noche, nuevamente veo otra cortina, a- pareció y moviéndose cuan grande era pasó por mi vista de manera, creo yo, para que me fijase en un trozo que le faltaba como cor- tado expresamente a juzgar por lo bien rematado que estaba. Es- tas cortinas, ¡cuantas cosas estarán encubriendo! Es lo que pien- so cuando las veo. El Señor dijo, que nada quedará oculto. Una noche veo una cabeza y rostro de mujer, el corte y color de su pelo, un rostro agraciado. Al verla me recordó a alguien recientemente fallecida; yo diría era ella, pero apesar de es- tar muy cerca de mi vista no lo puedo asegurar. Según la mira- ba me causó impresión al ver de pronto una mano a un lado de u- na de las mejillas que, con el dedo índice trataba de separar de su rostro como si sobre él tuviese algo así como una teli- lla; me impresionó aquella mano muy blanca, delgadísima, sus dedos largos como nunca he visto. Pienso, que lo que trataba de quitar del rostro era lo que a mí me impedía saber con segu- ridad quien era. Seguidamente veo hacia abajo como cubriendo su figura oculta, algo así como nubecillas de muy pequeño tamaño en movimiento como formando ondas que iban en aumento y, al lle- gar a su rostro y cabeza veo cómo la envolvía, desapareciendo entre ello de mi vista lo cual me llevó a pensar necesitaba ora- ciones. Lo que la envolvió era de color marrón y entre ello se percibía algo imposible para mí de explicar. Se me llenan los o- jos de lágrimas, es muy triste y serio lo que veo. Una tarde me fui a descansar y, al encontrarme muy cansada so- lamente invoqué al Señor ofreciéndole mi cansancio y el rato de descanso, pidiéndole me protegiera; puse el despertador por si me quedaba dormida ya que tenía un trabajo pendiente a una ho- ra determinada. Al poco me quedé dormida hasta que al sentir el timbre del despertador, abrí los ojos; justo en ese momento al abrir los ojos veo como en el espacio, letras negras en mayúscu- la colocadas en línea horizontal, de manera desordenada; cerré los ojos y debajo de ellas veo como una pantalla con reflejos de color azul y en medio de ello había un ojo mirándome, su pupila grande como empañada parecía la de un animal, se ocultaba pero le volvía a ver. Me era conocido. Era como una poza grande, parecía estar en un espacio abier- to, profunda, se estaba llenando de un producto negro el cual solamente veía salir por la boca de un tubo como de quince cen- tímetros de diámetro cayendo en el mismo centro de la poza, el tubo oculto a mi vista, era como si el tubo de varios metros es- tuviera apoyado sobre la pared de la poza y terreno llano lle- gando al centro de la poza: Le faltaba muy poco para alcanzar la altura por donde salía ese líquido. No supe que pensar aunque parecía petróleo. Una noche me quedé mirando para el movimiento que había en la visión y entre ello en diferentes puntos destacaba lo que daba luz a la visión. Eran como ondas negras moviéndose entre sí y en algunas de ellas, en parte, se veía como candentes, siendo esto lo que daba luz a la visión. Cuando la visión desapareció, pen- sando en lo que había visto, digo: Creo, Señor, que lo que aca- bo de ver es grave lo que encierra, y por mi bien has permitido no sepa lo que he visto. Dicho esto, dispuesta a dormir, veo cir- cunferencias concéntricas de color plata, destacaban entre oscu- ridad, en posición vertical. Me sorprendió volver a verlas, fue cosa de un mínimo de segundo porque al instante y según estaban, excepto la de mayor diámetro que no se movió, todas las demás y por orden de mayor a menor se disparan hacia atrás separadas en- tre si, formando como un cono, para que se entienda. Me quedé mi- rando para aquello que como un objeto destacaba en medio de os- ridad por todas partes, y, según le veo desaparecer, vuelvo a ver lo mismo que había visto pero de manera más pronunciada; las ondas negras en movimiento formaban como bolas grandes entre las cuales las había, en parte de ellas, como candentes, también co- mo despidiendo calor hacia arriba; así era lo que había en toda la visión. Noches después de lo que acabo de explicar vuelvo a ver, diga- mos, ese objeto. Estaba en la misma posición pero como sobre el suelo por donde todo era negrura formando altibajos destacando todo ello entre la penumbra que había en la visión. Parecía como si allí quedasen los restos de la destrucción en aquel lugar. E- so fue lo que pensé. Me quedé pensando reprochándome a mi misma el hecho de no poder decir si cuando ese objeto lo vi en la pri- mera visión, bien por despiste o falta de atención, giraba o se mantenía parado. Que no soy competente para esta misión lo sé desde el principio, pero el Señor lo dispuso así y por ello le pedí me diese otra oportunidad, dejándolo ya en sus manos. Esta oportunidad me la concedió noches después. De pronto y sin más lo vuelvo a ver. Las circunferencias colo- cadas como dejé escrito pudiendo verlas por el mismo centro de ma- yor a menor, destacaban por su color plata entre completa oscuri- dad viendo como giraban de derecha a izquierda a bastante velo- cidad, todas, como si de una sola se tratara, sin moverse del lu- gar. ¡Son tantas las cosas para agradecer al Señor que no encuen- tro palabras para expresarme! pero las lágrimas empaña mis ojos por la emoción siempre que recuerdo, ¡tantas cosas...! Después que he visto lo que explico, sin poder dormir me puse a rezar hasta que, dispuesta para seguir durmiendo, me sorprende otra vi- sión. Veo la bandera de España muy cerca de mi vista; estaba hacia la izquierda oculto el mástil donde estaba colocada pero hacia arriba se veía como si el mástil estuviera por dentro de un do- bladillo en la bandera y el resto quedase oculto por fuera de ese lado de la visión. Como en un abrir y cerrar de ojos, creo estar segura la vi desplegada con su escudo, pero al suceder e- llo en un mínimo de segundo, su posición ya era otra. La bande- ra de tamaño grande la veía ondear como si un viento suave la moviese sin la fuerza suficiente para desplegarla, de ahí que al estar el escudo como una cuarta separado del dobladillo en la bandera, mayormente quedaba oculto. Me llamó la atención sus vivos colores, lucía con mucho realce, por un momento según on- deaba parecia despedía algo, como transmitiéndome cosa buena, aún cuando estaba entre completa oscuridad que abarcaba toda la visión. Me fijé en lo poco que podía ver del escudo pero fue su manera de ondear, lo que se percibía en ella, se llevó mi aten- ción hasta que desaparece la bandera dejándome con la seguridad de que algo bueno me había transmitido. Pensando en lo que aca- baba de ver me llevó a recordar a Santiago Apóstol a quien todas las noches invoco poniendo mi mano sobre su imagen pidiéndole proteja a España, la libre del ateismo, del laicismo... Que, Es- paña, sea grata al Señor. Ante este recuerdo, por un momento pen- sé si lo que acababa de ver sería la respuesta a lo que le pedía. Lo pensé solo por un momento, porque ha sido el escudo, lo poco que había visto de él me dió que pensar, no parecía igual. Enton- ces, una vez más le pedí al Señor me diese otra oportunidad pa- ra salir de la duda, se lo pedí en diferentes momentos, y, lo de- jé en sus manos. Los días fueron pasando hasta que una tarde tuve una visión, cuya visión, me consta está relacionada con la visión anterior. Estaba rezando el Rosario cuando, me quedé atenta asegurándome de lo que tenía ante mi vista. Entre penumbra destacaba la Pe- nínsula Ibérica, como si estuviese viendo un mapa de pequeño tamaño. Por el Oeste, lo que abarca Galicia y Portugal, desta- caba por la luz que iluminaba esa zona. Como entre Galicia y Portugal no se veía frontera alguna, igualmente en el resto del mapa, de ahí mi despiste al pensar que la luz que iluminaba por el Oeste me indicaba a Portugal. En el resto del mapa todo era negrura. Pienso que, el Señor, conocedor de mi despiste y para que me diese cuenta, la luz desaparece quedando ante mi vista otro mapa diferente correspondiente al resto de la Península donde todo era negrura. Como se mantuvo rato ante mi vista me dió lugar a fijarme, incluso se acercó a mi vista pudiendo ver cómo en este mapa no estaba Portugal y Galicia. Me fijé de mane- ra especial en la parte que veía del litoral Cantábrico que gra- cias a una tenue luz me permitía ver como una niebla negra, es- pesa. Niebla, que me llevó a pensar era la negrura que veía so- bre el resto de la Península. Aún estando clarísimo lo que ex- plico desaparece la visión sin darle la importancia que suponía que libre de esta negrura, estaba Portugal y también Galicia. Ha sido más tarde cuando, estando en conversación con uno de mis hermanos, recordé lo que habia visto y sin decir palabra sobre ello cojí papel y bolígrafo y dibujé lo que había visto. Enton- ces mi hermano al ver que algo dibujaba, dice: Seguro que estás dibujando algo que has visto. Fue al instante de empezar a ex- plicarle, me vino la luz del por qué Galicia y Portugal estaban iluminadas, y, sin poder evitar mi sorpresa, digo: Santiago Após- tol en Galicia, y, la Virgen en Portugal, y en el resto negrura. Dicho esto, mi hermano dice: La Virgen, también triunfará en Es- paña, triunfará, cuando crean en Garabandal, y, mientras tanto negrura. Este dicho de mi hermano me llevó a recordar lo que he leído en el libro con el título, "La Verdadera Vida en Dios" por la mística Vassula Ryden, donde el Señor dice, entre otras cosas, que Garabandal es una continuación de Fátima... Recordé también lo que literalmente escribo, escrito por la señora Marichu Herre- ro como testimonio sobre sucesos ocurridos cuando las Aparicio- nes en Garabandal. Marichu Herrero, recoge lo oído a Dn. Valen- tín Marichalar, Párroco de Cosío y Garabandal cuando las Apari- ciones. " Ya ve, señora, a veces le cuento a usted cosas que no cuento a nadie porque sé que usted las recibe bien y piensa en ellas mientras que otros muchos las encontrarían ridículas. Me acuerdo del día de Santiago Apóstol. Era ya casi medianoche y una veintena de personas asistían a un éxtasis de las niñas. Yo contemplaba a veces el cielo, un hermoso cielo de verano, bri- llante de estrellas con alguna que otra nubecilla blancas que atravesaban la atmósfera. De pronto, yo lo vi con estos ojos y también lo vieron las personas que digo, apareció nuestro santo Patrón Santiago, sobre un hermoso caballo blanco tal como nos lo cuenta la tradicción histórica española. Por unos minutos pa- reció hacer la ruta celeste desapareciendo varias veces detrás de alguna nube y volviendo a aparecer de nuevo. Era de verdad admirable. El Apóstol Santiago indicaba así, nuevas batallas por la Fe, en el orden espiritual para la Iglesia y el mundo. La Virgen triun- fará finalmente de una manera maravillosa por el poder de Dios". Esto que expongo se puede leer en la página web www.virgendegarabandal.net Consta en el capítulo 31, como testimonio de Dña. Maria Josefa He- rrero. "Conocida por, Marichu". El sacerdote, Marichalar y Mari- chu, ambos fallecieron. Descansen en paz. Al recordar todo esto que expongo, me consta, que lo que he me ha transmitido la bandera de España guarda relación con la Fe, y, al estar todo ello relacionado, como ha dicho el Párroco Maricha- lar, " La Virgen triunfará finalmente por el poder de Dios." Como ha dicho mi hermano, triunfará en España cuando crean en Ga- rabandal. La espina que me quedó clavada en el corazón después de la conversación con mi hermano y así se lo dije, fue lo que dijo, el hoy santo, Pio de Pietrelcina, en una carta a las viden- tes cuando las Apariciones de la Virgen en Garabandal: " Cuando crean en vosotras será demasiado tarde." Sin duda para mí, lo que me transmitió la bandera de España, es la Fe, que resurgirá nue- vamente cuando lo dicho por la Santísima Virgen en Garabandal se cumpla, entonces, los hechos hablarán por sí solos. Le he dicho al Señor, por qué, ahora, por lo que he visto, me ha llevado a escribir sobre Garabandal. Me pregunto y le digo: ¿No será, Se- ñor, porque está todo ahí a la vuelta de la esquina? para que si- gamos confiando, porque Tú lo harás todo, como le has dicho a Con- chita, una de las videntes. Gracias, Señor. Gracias. Una noche me sorprende ver cañones largos como de fusil, a- puntaban en la misma dirección y, aunque no los conté calculo eran seis o siete. Me recordaron a un pelotón de fusilamiento, por ello me puse a rezar, por unos y otros, teniendo presente lo dicho por el Señor, en el Sermón de la Montaña: Bienaventu- rados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia. Otra noche me sorprendió ver una cortina negra; estaba como cubriendo el suelo donde todo era negrura. Otra noche entre mucha oscuridad destacaba un punto blanco de tamaño como una estrella; en toda esta historia son muchísimas las veces que he visto algo así. Por las muchas veces que lo he visto he llegado a pensar, aparece por cosas diferentes. Unas veces le he visto aparecer simplemente y ocultarse, otras se mue- ve haciendo un pequeño recorrido y se oculta entre la oscuridad. Como tantas otras veces, me he dado cuenta de ello y me quedé mi- rándole, cuando, me sorprende ver estaba posado sobre la cabeza de una serpiente negra, su cabeza rarísima, mas bien parecia de otro animal; supe era serpiente al ver también parte de su cuer- po, negro como su cabeza, estaba como suspendida hacia lo alto entre penumbra y hacia abajo muy cerca se veía negrura sin poder definir lo que allí había. Una tarde estaba rezando el Rosario por las personas que ha- bían fallecido en el aeropuerto de Barajas, aún no se sabía el número de fallecidos. Según estaba rezando me sorprende ver un ojo mirándome: al cruzarse nuestras miradas y saber quien era, se oculta hacia un lado impidiéndome verle lo que allí había, pero al instante asoma otra vez. Entonces, me doy cuenta por quienes estaba rezando llevándome a pensar cómo la oración es- taba siendo para él, satanás, una barrera que le impedía actuar y por ello me miraba. Fue algo tan claro para mí que me consta que el Señor lo permitió así para que me diese cuenta. Lo suce- dido en esa tarde me llevó a meditar en el poder que la oración tiene ante el Señor. Otra noche, lo que veía estaba como dentro de un hoyo, sin ver éste, hacia arriba había cierta claridad la cual me permi- tía ver hacia abajo donde todo era movimiento como grupos de ondas todo ello negro unidas entre sí y hacia arriba cambiaban de forma pero sin salir del hoyo; por el efecto, yo diría que allí había fuego, por ello pensé si así sería el infierno; se- gún observaba aquello que imponía, en medio de todo ello apa- rece el antebrazo y mano con el puño cerrado de alguien forzu- do a juzgar por su tamaño, moviéndose en dirección hacia arri- ba destacando entre la negrura por la palidez de su piel; al verlo, por temor a que fuese el diablo miré para las ondas de arriba que se abrían de tal manera formando formas en sentido vertical que pensé si serian rostros de perfil, pero, no quedó claro para mi. Luego, recordando lo que había visto me dije: era, el horror. Otra noche veo las cabezas de un grupo de animales, parecian estar al rededor de una mesa ovalada, pero sin ver ésta, ocupan- do como la mitad por lado y lado de la parte izquierda; por mo- mentos se acercaban sus cabezas moviéndolas entre sí, sus cabe- zas parecían pelosas con el pelo alborotado, negras y todas i- guales. Hacia la derecha del lugar, por un instante me pareció ver una luz de color plata, como una barra alargada, no obstan- te, seguía observando a aquellos animales, cuando, vuelvo a ver ya con toda claridad como un cruce de luz como si fuese un ra- yo. Seguí atenta hasta que, desaparece la visión. En esta noche y otra noche, vi nuevamente cabezas de animales. En una de estas noches una de estas cabezas se paseó por delante de mi vista de izquierda a derecha, su tamaño era como la de un gatito pero muy distinta, me consta que lo que allí había eran serpientes no conocidas por mí. Estaban como entre humo negro es- pesísimo que, de cuando en cuando formaba como pequeñas ondas, un lugar que imponía. La cabeza que se paseó por delante de mi vis- ta su posición semi de perfil iba con la boca muy abierta, perfi- lada como si fuese de una luz blanca, no se le veía nada de nada dentro de la boca, su ojo izquierdo que podía ver no dejaba de mi- rarme. Las otras cabezas todas ellas negras e iguales no las veía con la claridad que he visto a ésta. Parecian inquietas. Otra noche vuelvo a ver más o menos como la visión anterior, había cabezas de animales, también parecian inquietos, pero la cabeza que he visto con toda claridad era otra diferente a la de la visión anterior y de tamaño más grande. Al verla me he da- do cuenta era como la que he visto en la visión que más arriba explico, donde como un punto blanco del tamaño de una estrella estaba posada en la frente de una serpiente. Miraba atentamente para la negrura que había en la visión, las formas diferentes que por su negrura destacaban, todo me indicaba que allí había cabezas de animales, así lo pensaba, pero sin dejarse ver abiertamente; entre estas formas destaca- ba una pequeña luz amarillenta. Después de un rato observando, veo, cómo en el medio de todo ello, se abre en dos partes reti- rándose a ambos lados permitiéndome ver lo que ocultaban. Con claridad suficiente me quedé atenta para caer en la cuenta de lo que estaba viendo. Mi situación era a bastante altura, lo que veía era como si una gran ola se formase en altamar arras- trando mucho agua, el agua de color grisácea; por la cantidad de agua parecía una mole, la altura de esta ola, por mi situa- ción, me impedía ver toda su altura, yo estaba más bien hacia el lado izquierdo mirando hacia la derecha y hacia abajo, con todo ello por delante de mi vista, y como ya explico, por mi situación no podía ver toda su altura. El espacio que veía más allá estaba como nublado. Al ver lo que estaba viendo recordé al sunami, ocurrido allá por Indonesia. Visto lo que expongo la negrura que se abrió y retiró a ambos lados vuelve a unirse ocultándome lo que expongo, pero, al momento se abre una peque- ña parte hacia la izquierda y, como si se acercase a mi vista, veo, cómo la ola empezó a romper, su espuma blanca, pero sin ver toda su altura porque nuevamente la negrura lo cubrió. Una noche según desperté y al estar ante mi vista parte de un cuerpo humano, bronceado, pensé si se trataría de un Cruci- fijo; inmediatamente de pensar eso desaparece de manera que me llevó a fijarme en la oscuridad que lo ocultó que con un sua- ve movimiento parecía indicarme que allí iba a aparecer su cabe- za. Efectivamente, pero, cual no sería mi sorpresa al ver la ca- beza de una fiera, echando por la boca un producto blanco como si bramara con gesto de rabia, producto blanco que muchas veces he visto echar por la boca a otros animales con gesto parecido y que en una visión pude ver cómo ese producto encendía la me- cha de una vela lo cual me llevó a saber quema como el fuego. Al ver esa cabeza de una fiera cuando pensé encontrarme con la cabeza de un cuerpo humano, recordé una visión hace bastantes años vista, al tiempo que me fijaba en aquella cabeza de fiera, negra como un tizón que, después de que sus ojos se fijaran en mí y hacer gestos extraños, se quedó sin moverse semi de perfil; por su posición me fijé en uno de sus ojos marcado por una li- nea plateada cuan largo era y de forma rasgado que por instan- tes se movía como si lo fuera abrir; tenía el hocico muy salien- te y grueso, la cabeza grande, me consta le he visto más veces. Pienso, es de un perro, peligroso por su actitud. Según le mira- ba, al no ser la cabeza de un cuerpo humano que pensé ver, el re- cuerdo de aquella visión hacía años vista seguía presente en mi mente y por ello me puse a rezar. Fue una visión que entendí el significado. La visión está escrita en el capítulo primero, pri- mera parte, lo que no escribí fue que reconocí a una de las per- sonas. Esta visión la he recordado muchas veces, hasta que un buen día empecé a pensar si debía escribir, al haber entendido el significado, y, lo dejé en manos del Señor me lo hiciese sa- ber de alguna manera. Después de lo sucedido en esta noche a con- tinuación lo escribo. En esa visión había dos cabezas de hombre, sus rostros, esta- ban a muy poca distancia una de la otra; me fijé primero en la que estaba un poco más hacía delante cuya cabeza y rostro refle- jaba la de una fiera, pero también "su rostro humano" que reco- nocí. Por la boca de esta, fiera-hombre, le salían lenguas de fuego. Cuando escribí esta visión lo que no escribí fue que re- conocí a esta persona, por ello, me fue fácil entender el signi- ficado de lo que había visto. Con frecuencia esta persona salía por televisión, su lenguaje atrevido, ofensivo..., de ahí las lenguas de fuego que salían por su boca en la visión. Cuando ha- blaba cara al público, atraía los aplausos de muchísima gente que le escuchaba. Ello, al mismo tiempo, demostraban la talla moral, esas personas. La cabeza de hombre que estaba a su lado, su rostro, no lo reconocí. Tenia la boca abierta y dentro de e- lla tenía como un tubo blanco que movía hacia fuera y volvía pa- ra dentro. Supe el significado de ello cuando pocos días después me pasó lo siguiente: Una tarde se me ocurrió encender el tele- visor, cosa que no tengo por costumbre, y, me encuentro estaban dando una película de ciencia ficción cuyo protagonista tenía dentro de la boca lo mismo que había visto en visión; un tanto sorprendida me quedé atenta, y, cuando movía hacia fuera aquello como un tubo, le salían rayos con tal fuerza que todo lo que to- caba quedaba destruído. Fue entonces entendí lo que ello simbo- lizaba. Todo aquello que, impuesto por Dios para bien de todos, por su ideología, van destuyendo. Han pasado años desde esta vi- sión, y, lo que fue sucediendo día a día ya es historia, está a la vista de todos aquellos que, como buenos entendedores, quie- ran entender. Lo que encierra esta visión, es gravísimo, le lla- men progreso o, como se le quiera llamar. Otra noche veo otra cortina similar a las que mayormente he visto y por detrás de ella se veía una sombra negra. Al fijar- me en ella la cortina se retira y veo tres cabezas de animales que, según los vi pensé eran el grupo de los tres, pero nó, por- que estos parecian pelosos al ver en sus cabezas como grupitos de pelos de punta. Todas negras e iguales. Una noche estando como para seguir durmiendo, de pronto vuel- vo a ver entre oscuridad las circunferencias de mayor a menor ta- maño formando como un cono, como ya explico en visiones anterio- res. En este caso giraban de izquierda a derecha a bastante ve- locidad. Según aparecieron entre oscuridad entre ella se oculta- ron. Me quedan otras cosas que fui viendo... Con la ayuda del Se- ñor, las escribiré. VEN ESPÍRITU SANTO Y RENUEVA LA FAZ DE LA TIERRA. AMÉN. 21-10-2008


Volver al índice.