La Imaginación (15)

Envuélveme Señor con tu Espíritu Santo, para seguir escribiendo según tu Voluntad.

Empiezo con lo que dejé sin escribir en el capítulo anterior y otras visiones que seguí viendo. Una noche destacaba entre penumbra algo así como un cajón rec- tangular de pequeño tamaño, cincuenta por cuarenta centímetros, y, acoplado a él había otro cajoncito cuadrado hacia la esquina de arriba a la derecha, éste de unos quince centímetros; también podría ser todo de una pieza, así era la forma sin ver lo que ha- bía dentro. En la parte de delante y por fuera había una mano co- mo haciendo algo allí, se veía con la mano cerrada, entonces apa- rece otra mano colocada como sobre la muñeca y antebrazo de la primera también con la mano cerrada y acto seguido aparece otra mano cerrada colocada igualmente sobre la muñeca y antebrazo de la segunda mano; al ver las tres manos así como explico, digo: Una la que manipula y las otras dos, cómplices. Eso fue lo que pensé al verlas. Una tarde rezando el Rosario veo el color verde amarillento, co- lor éste que en visiones en la tarde he visto tantas veces entre el color lila azulón y negro. En esta visión solamente ese color abarcaba todo el espacio; según le miraba y como escampando, lla- mó mi atención lo que tenía ante mi vista: Era el interior como de un autobús, lleno de gente sentada, espacioso y largo llamando mi atención el ancho del pasillo. Supe iba con gente de manera im- posible para mí de explicar, pero segura de ello. Cuando desapare- ció seguí rezando el Rosario pero antes encomendé a los Corazones de Jesús y de María a esos viajeros. Luego, me quedé con la duda de si sería autobús o otro medio de locomoción. Estaba despierta cuando hacia lo alto y como en el espacio des- tacaba algo de color dorado; estaba dividido en partes todas ellas más o menos del mismo tamaño, escasamente de un metro por cincuen- ta de ancho no del todo rectangulares formando curvas con formas diferentes. Entre ellas se veía un suave movimiento, así hasta que se van separando un algo excepto dos que se van separando de las otras y una de éstas bastante más a la cual miraba hasta que bas- tante cerca de mi vista se dejan ver cabecitas de animales rubias como el oro con gestos de mucho sufrimiento, y desaparece la vi- sión. Al sorprenderme aquellas cabecitas tan rubias con el gesto de dolor, pensé en tantos niños inocentes segadas sus vidas por el aborto y otros métodos, abandonados de quienes tienen autori- dad sobre ellos, que, recordando el Bautismo de deseo, con el Cru- cifijo en mis manos, recé el Credo y levantando el brazo hice la Señal de la Cruz diciendo: Yo os Bautizo, en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Lo dejé en manos del Señor cono- cedor de mis deseos. Una noche se dejaba ver algo entre el color grisáceo y aunque me daba cuenta miraba con cierta indiferencia supuesto que muchas noches veo cosas todo muy confuso y a veces me digo: Cuando el Señor quiera que vea, veré sin dificultad; ante este razonamien- to me despreocupo. Por ello en esta noche de pronto me veo sor- prendida al ver entre ello y muy cerca de mí, la cabeza de un ani- mal más grande que la de un oso totalmente calvo, muy blanca su piel y sus ojos grandes, saltones, mirándome. Durante días, por el día y en la noche de pronto veía teclas de ordenador, unas veces con letras y otras sin ellas, otras ve- ces como transparentes; al suceder con bastante frecuencia un día y otro y otro, me preguntaba a qué sería debido. Ello termi- nó, pero nuevamente empecé a verlas aunque durante menos tiempo. No es la primera vez que escribo sobre ello con diferentes mati- ces. Las sigo viendo con frecuencia. Durante varias tardes estando para rezar o rezando el Rosario entre el color lila se movía algo negro colocado en sentido hori- zontal, brillante como si fuese de piel fina de algún animal que he visto, con diferentes matices, muchas veces en otras visiones, pero lo que me llamaba la atención en estas visiones apareciendo y desapareciendo entre el color lila era que siempre iba de aba- jo a arriba hasta subir a cierta altura y vuelta otra vez... Una tarde entre el color lila al ver en un punto como chispitas pla- teadas me quedé atenta y, aparece una Cruz colocada en sentido vertical y desaparece. Una o dos tardes después vuelvo a ver ha- cia lo alto una Cruz igualmente colocada en sentido vertical y es entonces veo entre el color lila exactamente igual que duran- te tardes he visto lo que explico al principio con la diferencia de que en esta visión al estar la Cruz, veo, cómo iba hacia ella desapareciendo la Cruz entre ello. Una o dos tardes después vuel- vo a ver una Cruz entre el color lila colocada esta vez en senti- do horizontal y es entonces veo mucha negrura entre el color li la y cómo todo ello envuelve la Cruz y desaparece. Entonces, al tener presente lo que explico, digo: ¡Dios mío, qué estará su- cediendo! Pasaron días cuando por los medios de comunicación me enteré que en un colegio habían recibido la orden de retirar el Crucifijo. Esta noticia, me llevó a recordar estas visiones que acabo de escribir, y, digo: No saben lo que hacen, Señor, perdó- nales. Recordé... Cuando una noche, satanás me atacó, y el Señor parecía ausen- te a mis súplicas pidiéndole ayuda y entonces me doy cuenta de que en mis manos tenía el Crucifijo y al querer besarlo y no po- der, en lucha contra aquella fuerza que me invadía, me consta que el Señor me ayudó, y al darle el beso lo mejor que pude al instan- te, satanás, me soltó. Ante este recuerdo, nuevamente digo: Real- mente, Señor, no saben lo que hacen. Era una visión muy fúnebre y entre ello destacaba la cabeza de un hombre en posición horizontal con el rostro hacia arriba cuyo rostro reflejaba mucho sufrimiento. Entonces, veo a cuatro más, éstos formando pareja algo separadas; cada pareja estaban frente a frente mirándose, parecía se odiaban, con los mismos gestos de sufrimiento que el que estaba solo con el rostro hacia arriba. E- ran los cinco rostros idénticos, sus facciones y gestos como per- filados en negro y su tez tan blanca que entre lo fúnebre que de suyo se veía la visión, realmente imponían. Me puse a rezar por esas personas... Una noche al instante de despertar y muy cerca de mi vista veo como una pancarta; estaba hecha de pajas finas, perfectamente con- feccionada, envolviendo el esqueleto que la formaba; dos barrotes largos uno a cada lado separados unos setenta centímetros por se- senta de altura, más o menos así era el tamaño de la pancarta. Las pajas largas sin defecto alguno enrollaban de lado a lado los ba- rrotes y en el medio de la pancarta en sentido vertical de arriba a abajo los cabos de las pajas iban incrustados entre sí formando como un adorno cuyo trabajo realizado alcanzaba la máxima perfec- ción, pero, en la esquina de arriba a la izquierda estaba ardien- do alcanzando las llamas cierta altura. Quien o quienes la lleva- ban quedaban ocultos. Al ver fuego en la pancarta, digo: Es una revuelta, o manifestación...¡Dios mío, qué estará sucediendo o su- cederá!. Dicho esto la pancarta desaparece y veo las cabezas de dos animales envueltas como entre niebla gris, con las bocas abi- ertas en posición hacia arriba frente a frente pero una de ellas por su posición, aunque ambas un poco más abajo de mi vista, era como si se dirigiera a mí con la boca abierta, unas bocas redon- das, grandes, sus cabezas pelosas cuyos pelos largos como de vein- te centímetros parecían flotaban entre aquella niebla; según las miraba veo entre ello como nubes de color más claro destacando por encima de sus cabezas y uno de estos animales sin cerrar la boca, como al aspirar, le iba entrando poco a poco de aquello sin hacer movimiento alguno, así hasta que quedando ya poco por tragar, desaparece la visión. Entonces, me puse a rezar pidién- dole al Señor por la paz entre los hombres y pueblos. A la noche siguiente de la visión que acabo de explicar, según estaba despierta y entre oscuridad me quedé atenta fijándome en lo que de color negro destacaba. Era como parte del cuerpo de una ser- piente que a juzgar por el diámetro de su contorno debía ser enor- me; entonces veo tenía un cuello largo delgado como de medio metro y, seguidamente, le veo su cabeza, igual a las cabezas que he vis- to en la visión anterior quedando en la visión solamente la cabe- za y, al abrir la boca como un bostezo hizo un gesto como con ra- bia. Me consta se daba cuenta de mi presencia. Otra tarde poco antes de empezar a rezar el Rosario veo como un pequeño muro de piedra de un metro de altura más o menos; se- gún le miraba, veo hacia el otro lado del muro de un ancho menos de medio metro, algo así como unos dedos que, según lo que vi pen- sé si sería alguien que estaba escalando el muro creyendo que por ese lado había más altura. Me quedé atenta, cuando, mi sorpresa fue grande al ver era la pezuña de un perro cuya pata delantera se apoyaba en el muro con menos altura que por la parte que yo veía, estaba con el cuerpo totalmente hacia arriba mirándome; era el perro sobre el cual he escrito en el capítulo anterior cuya cabeza negra apareció cuando esperaba ver la cabeza de un cuerpo humano. Al verlo mirándome, abrió la boca con un gesto de pocos a- migos. Me quedé un tanto sobrecogida al tener en cuenta que mien- tras no sabía quien estaba al otro lado del muro, el perro ya me estaba mirando, como también por la manera como lo he visto, lo que lo envolvía, tan difícil de explicar que, por mucho que lo in- tente me es totalmente imposible y pienso que, nadie, absolutamen- te nadie se pude dar una idea, como no sea que el Señor, le con- ceda esa gracia. En esta visión aún cuando nada estaba claro lo que tenía an- te mi vista, me quedé atenta al destacar solamente una luz amari- llenta cuya forma era como una nubecilla de pequeño tamaño. En- tonces, aparece una cortina quedando solo ante mi vista la corti- na la cual ocultaba algo totalmente negro que transparentaba a través de la cortina y la nubecilla con luz; la nubecilla con luz empezó a moverse hacia lo alto de la cortina y se mete por detrás permitiéndome así ver a través de la cortina lo que allí sucedía. La luz también transparentaba a través de la cortina rebajando el tono de aquella negrura y entre ello aparecen circunferencias en gris claro de tamaño grandes en movimiento cruzándose entre sí. La nubecilla con luz amarillenta sale de detrás de la cortina mo- viéndose en la visión y, luz y cortina desaparecen pudiendo ver lo que ocultaba totalmente negro con cierto brillo. Primero pensé si serían el grupo de los tres animales pero al ver movimiento entre ello y cómo en partes se abría lo descarté; según se abría, el mismo movimiento formaba diferentes formas a las cuales podía ver porque de fondo había cierta claridad haciendo contraste con aquella negrura. Y, eso fue todo. Aunque sin entender nada de na- da de lo que acababa de ver, me quedé con el convencimiento de que se trataba de algo serio a juzgar por el aspecto de la visión en sí. Otra noche he vuelto a ver al grupo de los tres animales, muy juntos, como tantas veces que los he visto. Ha sido después me quedé pensando por qué estando ante mi vista con toda claridad no me paré a mirarlos. Pienso a veces, cómo el Señor se sirve de pequeños detalles de mi vida cotidiana para sus fines y así por medio de ellos, entienda ciertas cosas en esta misión de escribir lo que veo, que, como parcelas con diferente contenido voy explicando. Un día haciendo compras me encontré con una señora conocida y nos paramos a hablar. Ha sido por una pregunta que le hice, me contó una anécdota de un perro que tienen. Con esto que explico, simplemente esto, el Señor se sirvió para que yo supiese algo en- tre lo que me sucedió una noche pocos días después. En esta noche he tenido un sueño... Estaba en la peluquería de pié de espaldas a la puerta de en- trada a unos dos metros de distancia; ha sido al dar media vuel- ta mirando hacia la entrada me encuentro de frente con esa seño- ra acompañada de un perro. Al vernos, sin mediar palabra, ambas con un pequeño gesto nos saludamos. Entonces, me fijé en el pe- rro recordando la anécdota que me había contado sin darme cuen- ta de que aquel perro no era el de ella; a su perro yo lo conoz- co, grande, de color marrón por partes y también de color amari- llento por otras, mientras que el que estaba ante mi vista, era también grande pero de color totalmente oscuro; estaba de per- fil pudiendo ver cuan largo era, con la cabeza hacia la izquier- da cerca de quien lo llevaba. Ha sido al mirar nuevamente para la señora me quedé un tanto sorprendida al verla con gafas ne- gras demasiado grandes para su fisonomía; en lo poco que podía ver de su rostro capté algo desagradable, no obstante, fueron a- quellas gafas las que me llevaron a detener fijamente la mirada hasta que me doy cuenta de mi actitud y, cómo ella se daba cuen- ta de cómo la miraba. Entonces, vuelvo a mirar para el perro que seguía sin moverse en la misma posición sin enterarme todavía de que quien se ocultaba detrás de aquellas gafas era el mismísimo satanás disfrazado de mujer. Según miraba para el perro desapa- recen de mi vista, y, veo lo siguiente: Había como una espesa niebla de color gris y hacia arriba con un suave movimiento parecía iba despejando y entre ello había co- mo una luz amarillenta. Ha sido al ver esta luz amarillenta fuí consciente de que lo que estaba viendo se trataba de una visión supuesto que todo el conjunto, con matices, me resultaba conoci- do después de tantas visiones que llevo vistas. Así pués, cons- ciente de ello, llamó mi atención algo que destacaba en la esqui- na de abajo a la derecha, muy cerca de mi vista, y, al fijarme en ello, digo: Las estrellas de la bandera de los EE.UU. Brilla- ban entre el color azulón, solamente veía esa parte de la bande- ra, estaba colocada en sentido horizontal cómo sobre algo oculto. Dicho lo que dije según desaparecía de mi vista veo en el mismo centro de la visión el reflejo de otra bandera totalmente desple- gada ondeando en dirección a la derecha, sin mástil, solamente la bandera. En el centro de la visión abarcando bastante espacio se veía como una niebla blanca con cierto brillo como si los ra- yos del sol penetraran entre ella, y, parecido a todo ello re- sultaba el reflejo de la bandera que por instantes se ocultaba y volvía a aparecer hasta que se dejó ver con toda claridad. Era una bandera blanca y, al instante de verla se acerca a mi vista y entre ella estaba la cabeza blanca de un perro con el ho- cico frente a mí mirándome. Desaparecen de mi vista y al instan- tante veo bandera y perro nuevamente en el centro de la visión, pero entonces el perro cuan grande era colocado de perfil con la cabeza hacia la izquierda igualmente entre la bandera. Corría y corría sin parar, levantando las dos patas delanteras alternando con las patas traseras siempre dentro de la bandera y ésta sin moverse del lugar, desplegada, ondeando de manera singular pero como si un fuerte viento la azotara en dirección a la derecha mi- entras que el perro corría y corria cara al viento hacia la iz- quierda. Por un momento me fijé en la esquina de abajo del lado izquierdo de la visión que entre penumbra había como una cortina de color claro colocada en sentido diagonal cerrando la esquina. Bandera y perro se mantuvieron bastante rato ante mi vista y aun- que bandera y perro eran de color blanco, el perro se distinguía perfectamente porque todo él tenía como un brillo especial. De pronto, la bandera desaparece quedando el perro sin moverse pero sin brillo en él, de un blanco opaco, parecía otro, como también su entorno. Me quedé mirándole, parecía formado como por una nie- bla espesa, y, según le miraba veo como si aquella niebla empeza- ra a esparcirse, y, termina la visión. Me quedé que, al tener en mis manos el Crucifijo y Rosario, los acerqué a mi corazón diciendo: ¡Dios mío! ¡Señor mío y Dios mío, que visión tan extraña!. Le pedí al Señor por esa nación y luego me pregunté y me sigo preguntando cual será la relación entre sueño y visión porque, me consta, que ello guarda relación. Le he pedido al Señor, Luz, pero más que para mí, le pido que el Espíritu Santo ilumine a aquellas personas que velan por esa na- ción. Anterior a sueño y visión que acabo de explicar, en esa noche según estaba durmiendo me llaman por mi nombre y me despierto. La voz era de hombre; me llamó como para no asustarme. Se me fue el sueño y cuando ya estaba como para seguir durmiendo me vuelven a llamar, en este caso la voz era de mujer. Otra noche, según estaba despierta me quedé mirando cómo, en- tre penumbra, el agua subía y bajaba como a la orilla de una pla- ya sin ver romper las olas. Lo veía a mi derecha abarcando me- tros de distancia. En una de estas que subía el agua, bastante cerca de mi vista veo una sombra negra grande moviéndose como pa- ra que el agua no la alcanzara y la sombra desaparece. Seguí mi- rándo como el agua subía y bajaba y al desaparecer lo que estaba viendo, veo, muchas lucecitas como por encima del rompiente de las olas sin ser visto. Al ver tantas lucecitas como siguiendo la línea del rompiente de las olas y sabiendo como sé que estas lucecitas simbolizan muertes inesperadas, me quedé como para em- pezar a rezar si no fuera que seguidamente veo metros de altura de nieve que, al estar muy cerca de mi vista me impedía ver más allá; me fijé en aquella nieve sin rastro de pisadas y según mi- raba hacia arriba formando altibajos veo a un hombre hacia el ex- tremo a la derecha llamando mi atención el traje que llevaba pues- to y en la mano algo relacionado con el traje que con el brazo hacia abajo lo que tenía en la mano colgaba por encima de la nie- ve; me dió la impresión según estaba vestido, se encontraba allí en lo alto librándose de ser sepultado por la nieve. No me fijé en su rostro al ver los copos de nieve que estaban cayendo en can- tidad, llamando también mi atención la oscuridad que había a más altura como si se tratara de un día muy crudo de invierno. Todo ello se va de mi vista y veo un pequeño mapa el cual me indica- ba el lugar y lo que abarcaba toda esa parte al estar en el mapa completamente blanco. Por el mapa supe que lugar era. Abarcaba sus playas y bastante tierra a dentro no alcanzando todo el lu- gar que el mapa me indicaba. Fue entonces me puse a rezar el Ro- sario invocando a la Santísima Virgen en una de sus advocacio- nes, que muchos la invocan en esa tierra. Pensando en esta visión que acabo de exponer en la cual empe- cé viendo cómo subía y bajaba el agua como a la orilla del mar en una playa, me preguntaba ¡qué relación podía haber entre e- llo y la nieve!. Y, la conclusión que he sacado es que, la nieve, es agua también. Mucho me temo que, a quien he visto en la nie- ve sea el mismísimo satanás siempre dispuesto a atrapar almas pa- ra sí. Recomiendo se rece, El Santo Trisagio y Letanía. Era sobre el medio día hora oficial, estaba preparando la co- mida, cuando, me acerco a la ventana y al poco tiempo según mi- raba para el fondo de la casa hacia un terreno colindante desde un punto del terreno una luz venía hacia mi como si alguien con un espejo me enfocase el fulgor del sol; al molestarme en la vis- ta sin poder saber a que era debido, esperé unos segundos y al volver a mirar, la luz que allí había ya no me molestaba. En el terreno había varios pequeños charcos con más o menos agua de lluvia y era en el de mayor tamaño con más agua donde por la luz del sol brillaba en todo el charco, pero, allí, sucedía algo más, y me quedé atenta. Veo a través del agua el sol en movimiento formando como unos reflejos en color azul y blanco todo ello de manera continua, algo digno de ver, y, absorta en ello, seguía mirando hasta que me doy cuenta de que lo que estaba viendo a través del agua lo podía ver directamente; es entonces levanto la mirada hacia el sol, al cual veo justo por encima del charco. El sol sin fulgor estaba de color azul, como si estuviera fuera de su órbita y en continuo movimiento y era por detrás, que, co- mo en ebullición de una mezcla de azul y blanco por instantes se dejaba ver, fuera la causa de aquel movimiento y, al tiempo, co mo si a todo ello lo envolviera cierto fulgor y por eso por momen- tos dejaba de mirar por precaución, como también a varios metros a la redonda se veía de color rojizo. Todo en sí era una belleza. Estuvo así bastante tiempo y en una de las veces que retiré la mirada al volver a mirar, el sol seguía en movimiento pero enton- ces de color blanco opaco y la corona brillante, igualmente dig- no de ver. Según le miraba mi pensamiento fue hacia el Señor, di- ciéndole: Por lo que estoy viendo, Señor, algo nos quieres decir. Cuando dejé de mirar, miré para el rostro del Señor que tengo en un portarretrato y nuevamente le digo: ¡Algo, Señor, nos has que- rido decir!. También me he dado cuenta que mientras que ello su- cedía, la luz del día se veía como sin fuerza. Una noche entre negrura y cierta claridad veo un rostro de mu- jer de perfil dándome la impresión de que trataba de que me fija- se en ella ya que por momentos procuraba que la negrura no ocul- tara su ceja y ojo, mirándome como para saber qué impresión me causaba. Su actitud y la forma de su ceja negra como un tizón un tanto pintada de manera atrevida me llevaron a sospechar si sería satanás porque al mismo tiempo parecía disimulaba como que no me miraba; tenía en el ojo una lágrima que destacaba por su tamaño y brillo y según me fijaba veo una mano que, aunque no con toda claridad, si lo suficiente para darme cuenta. Esta mano estaba sobre la mejilla colocada en sentido horizontal por debajo del párpado y es entonces veo cómo limpia el párpado de aquella lá- grima pudiendo ver en el dedo índice la uña pintada de color fu- sia pero el tono apagado. Empecé a rezar pero que el Señor dis- pusiera porque más bien creía y creo era satanás, y no otra per- sona necesitada de oraciones. Era ya por la mañana poco antes de levantarme, estaba rezando la oración a San Miguel Arcángel, cuando, aparece algo así como un blasón de forma rectangular con adornos por arriba e igualmen- te por abajo y en el medio una Cruz. Se acercó un poco hacia mi y siguió hacia la izquierda y, sin cambiar de posición, fue hacia atrás y desapareció. Otra noche, también estaba rezando, de pronto veo a cierta dis- tancia banderas de EE.UU. cubriendo lo que no sé decir que era; la forma de lo que cubrían, por poner un ejemplo, era algo así co- mo una loma de pequeño tamaño, estaba como sobre un terreno llano; me indicaban su forma las banderas que cubrían lo que fuere pero sin poder ver lo que había en el otro lado. En la visión todo era oscuridad, no obstante, distinguí perfectamente las banderas, to- das colocadas en la misma dirección de izquierda a derecha, unas en sentido horizontal y otras más o menos inclinadas pero todas ellas desplegadas en esa dirección, fue como si en un mínimo de segundo se acercase a mí y las vi más o menos como explico. La vi- sión duró lo justo para saber lo que escribo. Estaba despierta cuando, veo humo de manera como cuando arde la tierra sin ver fuego, así, como en un espacio pequeño de te- rreno cuadrado, el humo alcanzaba como medio metro de altura y todo el espacio por igual: me quedé mirando y al desaparecer el humo aparece un escrito extenso muy cerca de mi vista, las le- tras pequeñisimas, negras con brillo; al estar tan cerca de mi vista y el escrito de manera muy clara intenté leer algo, pero, me fue imposible. En el escrito había un espacio sin letras y a- llí algo se dejaba ver, no obstante, al ver cierto movimiento en ello miraba y no miraba hasta que me fijé en otro pequeño es- pacio que de pronto veo, pero, sin poder definir lo que habia allí, el escrito y por trozos empezó a moverse cambiando de lu- gar dejando trozos en blanco y según desapareció vuelvo a ver el lugar donde al principio de la visión salía humo, y, me quedé mi- rando para lo que había de color claro entre como humo grisáceo; fue según miraba tratando de saber qué podian ser, veo, eran te- clas de ordenador muy aumentadas quedando de tamaño normal en lí- nea como parte de un teclado pero sin letras. Llevo días que, de pronto, las veo, unas veces con letras y otras sin ellas en el día y en la noche, de manera muy variada. Algunas veces pienso qué estragos estará haciendo, satanás, por este medio de comuni- cación que es, Internet, otras veces, me quedo pensando en lo que escribo, su obra en el mundo actual, y, me consta, le molesta lo descubra. Todo lo dejo en manos del Señor, a quien de manera cons- tante le pido me libre de él, nos libre de él. Un día hace ya bas- tante tiempo, estaba pensando en todas estas cosas en las de al- guna manera me veo implicada con este espíritu del mal, cuando, siento me dicen: "Si estás bajo mi protección, no podrá hacerte daño". Ante estas palabras no dudé ni un instante de que el Señor, conocedor de mis pensamientos estaba allí presente y, aunque a pa- sado tiempo, las guardo en mi corazón presentes siempre, así pués, cuando, satanás, intenta sembrar en mi alguna duda, es superior a él la Luz que en diferentes momentos he recibido del Señor y por ello, no me confunde. Sucedió una noche al instante de despertar. Veo a cierta dis- tancia como una pantalla de televisión, encendida. En ella de ma- nera fija había algo que se distinguía al haber en ello otra luz especial. Me fijé en ello y dudé de si era América del Sur o, Á- frica. Fue al pensar era África, al instante desaparece y la luz que la iluminaba, pero al tiempo, veo se fue de más o menos parte de ese continente de Norte a Sur viendo todo negrura en la parte hacia el Este cuya negrura con cierto brillo parecía aún más ne- gro al quedar esta negrura muy cerca de mi vista; según la mira- ba, veo una pequeña señal: era una pequeña circunferencia como de un centímetro de diámetro iluminada y dentro de la circunfe- rencia había una pequeña cruz también iluminada lo cual me llevó a pensar indicaba algo en ese punto; estaba más bien hacia el Norte por el Este que más hacia el Sur. La señal desapareció y seguí mirando para tanta negrura, hasta que, un poco más abajo de la señal, veo cómo la negrura se va abriendo en sentido hori- zontal quedando dividida en dos partes, pero por donde se abrió parecía como niebla espesa, así, seguidamente la visión terminó. 31-1-2009 ENVÍA TU ESPÍRITU SEÑOR Y RENUEVA LA FAZ DE LA TIERRA. AMÉN. Según estaba despierta llamó mi atención algo que brillaba, bri- llaba entre mucha oscuridad; pronto supe se trataba de un animali- to cuya cabecita negra y alargada tenía en la boca eso que brilla- ba; ha sido en uno de sus movimientos y como escupiendo, lo echó de la boca de manera significativa que no dudé era a mí a quien lo escupía. Es algo que he visto muchas veces en la boca de otros a- nimales, no sé que puede ser, lo que sí sé es que es algo que que- ma. Al ver su gesto, entendí le molestaba mi presencia, no obstan- te, seguí atenta y su cabecita no la he vuelto a ver pero sí su cuerpo, gordito y alargado, menos de medio metro, negro como su ca- beza, moviéndose en muy corto espacio sin poder distinguir otra co- sa en él. No sé que animalito era. Otra noche, en la visión había oscuridad y entre ella se dis- tinguía como una mezcla en color gris y, entre ello y hacia arri- ba, había como una nubecilla pequeñita con luz de color plata. Me quedé mirando, cuando, entre ello y más hacia abajo veo movi- miento; entonces y una vez más, veo ese "objeto" formado por cir- cunferencias de mayor a menor tamaño, como un cono, en la misma posición que en otras visiones, en este caso, dando vueltas a ve- locidad de derecha a izquierda; según le vi se ocultó pero lo vuel- vo a ver en otro punto de la visión y cómo la nubecilla con luz va hacia él y se mete por el mismo centro de las circunferencias to- mando forma alargada según el largo de ese "objeto" como si se tra- tara de un eje, pero, según daban vueltas las circunferencias lo descarté. Unas noches después a la visión que acabo de exponer, lo vuel- vo a ver pero de tamaño bastante más grande, giraba, en este caso, de izquierda a derecha, también estaba entre oscuridad, pero en to- do el espacio que por dentro abarcaban todas las circunferencias había claridad, además, siempre las circunferencias se distinguen perfectamente al ser de color plata. En esta noche la visión estaba como cuando vemos el firmamento completamente cubierto de nubes grises, pero entre ello y hacia a- rriba, destacaba algo blanco brillante como lleno de luz moviéndo- se suavemente; según miraba el movimiento que hacía, por instantes, me permitía ver algo así como las cuatro puntas de una bandera rec- tangular y ello me llevó a seguir atenta. Efectivamente, aparece la bandera desplegada sin ondear moviéndose muy lentamente hacia la izquierda, como si alguien oculto llevase el mástil, éste ocul- to también, pero así era el efecto de lo que veía. Según iba ha- cia la izquierda desaparece pero al momento aparece en el centro de la visión igualmente desplegada, la bandera blanca, normal, pe- ro es entonces le veo un distintivo marcado en negro; creo estar segura era como una X en tamaño grande, rematadas las puntas de la X con una rayita formando como un triángulo diminuto, estaba mar- cado en el extremo de la bandera. Seguidamente se ocultó y aunque la he vuelto a ver despuntar en diferentes puntos de la visión, eso fue todo. Era sobre las nueve de la mañana, según iba hacia una de las ha- bitaciónes de la casa, al pasar junto a otro lugar, de pronto, me detengo dudando si entrar a levantar la persiana de un ventanal que hacía días había bajado debido al viento que durante varios días azotó con fuerza por ese lado de la casa; como la mañana se presen- taba tranquila entré y la subí; entonces, eché un vistazo hacia el mar, lo vi tranquilo, miré hacia el fondo de la casa donde hay va- rios prados pero, uno, parece una pequeña selva y en éste me detuve mirando su pequeño lago con el agua transparente todo de verde hi- erba recordando a un grupo de patitos migratorios que no mucho ti- empo atrás descansaron unos días en ese lugar donde se les veía na- dar, y, aunque un tanto escondido, se ve que desde las alturas lo localizaron sirviendo de deleite para los habitantes de esta casa. Se forma ese lago en tiempos de mucha lluvia que una alcantarilla vierte las aguas que recoge de la parte alta del pueblo y aunque a muy pocos metros está la marisma les encantó ese lugar, con su be- lleza natural que yo contemplaba recordándoles, cuando, mi mirada fue unos metros más allá hacia el agua de la ría, que, al estar su- biendo la marea cubría parte de la marisma; según miré para el a- gua de la ría me fijé en una linea recta algo inclinada que brilla- ba por el fulgor del sol sobre el agua y, fue entonces, a la termi- nación de la línea empezó a acumularse más y más el fulgor del sol aumentando en ancho y altura que, de pronto, me veo enfocada por a- quel fulgor; al notar el fulgor hacia mí recordé lo que me había sucedido poco tiempo atrás estando en la ventana de la cocina en otro lado de la casa, que en este capítulo ya he escrito, y, sin más, levanto la mirada hacia el sol y lo vuelvo a ver en movimien- to con la esfera blanca pero opaca y la corona brillante; a su al- rededor como saliendo de detrás del sol se veía como un fulgor dan- do la impresión era ello lo que impulsaba aquel movimiento y, a va- rios metros a la redonda se veía rojizo. Poco después el color ro- jizo desapareció y el color era azul celeste y alrededor de este color como formando una corona se veía rojizo oscuro, como también, envolviendo todo el conjunto se percibía cierto fulgor. Se mantuvo así mucho rato, siempre el sol en movimiento; según le miraba, y a- quel azul sin mancha alrededor del sol, encerrando todo ello tal belleza, pensé en Nuestra Madre del Cielo como si lo que estaba sucediendo algo tuviese que ver con Ella. Cuando dejé de mirar des- pués de mucho rato, para descansar la vista fija en ello, me quedé pensando qué será lo que con ello. el Señor, nos quiere decir. Ten- go el convencimiento de que ha sido, el Señor, quién, sin darme cu- enta me llevó a ese ventanal a subir la persiana cuando menos lo pensaba y así poder ver y escribir lo sucedido. Después de lo que acabo de escribir, ese día, me sentí emociona- da, si cabe, más que por lo que he visto era el pensar qué cerca está el Señor y se sirve de tan pequeños detalles. Le recordé una vez más que aquí me tiene y me guíe según su Voluntad, agradecién- dole todo lo que recibo de Él. Otra noche me quedé mirando para la negrura que destacaba entre mucha oscuridad que había en la visión, era algo así como una ro- ca grande, algo como un gran bloque; lo observaba por partes y veo hacia arriba que tenía rostro en uno de los lados mirando hacia la izquierda, allí, en una pequeña parte lisa completamente, destaca- ba la forma de una boca, sus labios gruesos y, un poco más arriba, había un ojo grande negra su pupila, mirando hacia la izquierda de la visión; este ojo cambiaba por instantes de lugar entre el centro y hacia la izquierda, pienso, para confundirme, pero creo estar se- gura que aquel rostro solamente tenía ese ojo; la visión resultaba impresionante, su manera de mirar lo que miraba, por momentos aquel ojo le brillaba infundiendo el máximo respeto lo cual me indicaba la gravedad de lo que estaba mirando, oculto para mi. Estaba muy cerca de mi vista y al no mirar hacia mi lo observaba; todo el con- junto parecía indicarme simbolizaba la fuerza del mal. Me causó tal impresión que no pude por menos que pensar, parecía estar mi- rando a toda la humanidad sobre un polvorín, sin darnos cuenta de ello, y, allí estaba él, satanás, con su crueldad reflejada en su mirada, dispuesto a hacer uso de ella después de todos sus engaños sin darnos cuenta. Así es él, nos lo pinta todo de color de rosa ocultando su odio, y luego, es el horror. Una noche según estaba durmiendo me doy cuenta de cómo aparece una cortina de color claro, parecía caían confetti diminutos entre niebla y así se formó esa cortina. Me fijé en ella al estar cerquí- sima de mi vista y, aquello diminuto como vibrando entre la niebla, ésta, también del mismo color como el marfil. Entonces y por detrás de ella transparentaba algo de color claro como tratando de hacer un agujero y asomar por allí, por ello me puse en guardia no me fuese a sorprender algo desagradable y entonces veo retrocede y e- so fue todo. Ha sido en esa misma noche en hora temprana hacia la mañana, me despierta el despertador y según fuí a parar el timbre, veo ante mis ojos como un rayo eléctrico en sentido horizontal for- mando un dibujo y a su izquierda otro de tamaño más pequeño. Me pu- se a rezar por aquellas personas que inesperadamente estaban en pe- ligro de muerte por algún suceso imprevisto, cuando, al momento veo como una masa negra hacia abajo de la visión; hacia arriba de esa masa negra destacaba como un globo de pequeño tamaño lleno de luz blanca y, es entonces veo que ello estaba dentro de la boca de un animal que con la cabeza y boca en posición hacia arriba va subien- do en sentido vertical como metro y medio de altura pudiendo ver se trataba de una serpiente enorme a juzgar por su cabeza y contorno, negra totalmente; se paró más o menos a la altura que indico y em- pieza a bajar desapareciendo lo que tenía en la boca quedando en la visión otra luz muy tenue que me permitía seguir viendo su hocico; según la observaba veo a su lado otro hocico igual. Así fue como supe que era aquella masa negra; recuerdo haber visto a este rép- til alguna vez más, y que yo relaciono con actos terroristas, gra- ves, muy graves. Una tarde según estaba descansando, poco antes de rezar el Ro- sario, veo el color lila azulón con mezcla de negrura, me daba cu- enta pero nada más sucedía. Ha sido poco después y entre negrura, destacaba hacia el fondo de la visión y frente a mi una torre co- mo de tres pisos, que, aunque no los conté, creo estar segura. Aun- que no entiendo de arquitectura, por lo que he visto yo diría que su construcción fue en siglos atrás. Solamente en la visión desta- caba la torre hacia el fondo, porque a la misma altura del primer piso de la torre y por delante de ella, con cierta separación por medio como al otro lado de la calle, había tres personas, dos mi- rando hacia ella y la otra semi de lado como mirando para ellas. Al estar a la altura que indico, yo diría que estaban en alguna terra- za, y, digo terraza, porque mi situación estaba a la misma altura de estas personas a unos metros por detrás de ellas y, por ello, descar- to estuvieran en algún balcón. Torre y personas se fueron de mi vis- ta y veo el color lila en la visión y en un punto de ella empezaron a salir como chispitas plateadas formando como rayos de muy pequeño tamaño en dirección hacia arriba y al desaparecer esos rayos, en e- se punto, veo como una barrita de metal plateada y en cada lado de ella unas alas negras, que, en su conjunto, me parecía estar vien- do una mariposa gigante con las alas caidas, formando esa barrita su cuerpo, de un tamaño como de veinticinco centímetros por cinco de ancho. Las alas negras, caídas, me causaron muy mala impresión. Estaba despierta para seguir durmiendo cuando veo el efecto como de una explosión de color gris destacando entre lo que abar- caba la visión; según observaba su efecto aparece una cortina de color claro pero al mismo tiempo entre su "tejido" como niebla negra, ésto según la vi aparecer porque al ponerse por delante la cortina lo negro desapareció, pienso, para poder ver a través de la cortina lo que por detrás sucedía; era el efecto de la explo- sión que iba aumentando en altura y ancho. Al verlo, me dije: Al- gún país haciendo pruebas atómicas. Cuando he visto aparecer la cortina y entre ella como niebla negra, me llevó a pensar en la gravedad de lo que esta cortina trataba de ocultar. Otra noche me fijé en algo negro que se movía con mucha agili- dad en muy pequeño espacio y sin saber que era lo que estaba vien- do aparece una cortina de color claro igual a otras que he visto. Sin más se retira la cortina y vuelvo a ver lo que se movía y en- tonces supe era un animalito totalmente negro, su cabeza redonda como sus ojos que parecían dos luceros por su forma de brillar, en su boca había otra pequeña luz, esto cuando miraba hacia mí, o- tras veces le veía una boca grande redonda, había mucha oscuridad en la visión. Como lo seguía observando pude comprobar había otro con él sin dejar de moverse ocultándose entre la oscuridad indis- tintamente pero sin poder saber en realidad que animalitos eran. Por lo menos uno de ellos sí sabía de mi presencia, me he dado cu- enta cuando al mirar hacia mi le brillaban los ojos como dos luce- ros. Al no saber si voy a seguir teniendo visiones, me despreocupo, por ello no me considero vidente, desde el principio he tenido muy presente que lo sucedido podía ser eso y no más. Así ahora mi última visión, siempre pienso, puede ser definitivamente la última. Cuando echo un vistazo hacia atrás con todo lo que encierra le doy gracias al Señor por no saberlo de antemano y haber sido así su Vo- luntad. He escrito alguna vez que no es fácil para mí desarrollar por escrito lo que veo aún estando presente en mi mente, procuro escribir lo más exacto posible pero aún así hay cosas muy difíci- les de explicar, detalles que de alguna manera capto y que a veces me ayudan a saber y entender ciertas cosas y otras aunque las cap- to nada entiendo. Así, me es dificil explicar lo que una noche em- pecé viendo. Había mucha negrura y entre ella destacaba algo de pe- queño tamaño brillante de color plata que se fue agrandando cam- biando de formas, captando en ello como si fuese un producto espe- so que fuera de cualquier envase se desparrama; eso capté al acer- carse a mi vista por un instante pero aún así sigo sin saber que podía ser; lo miraba sin perderlo de vista, cuando, me sorprende y veo que aquello se transforma en un perro, justo, en el momento que aparece una cortina de color claro y se pone por delante un mínimo de segundo antes de su total transformación; ha sido lo que he vis- to al transformarse me llevó a recordar el perro blanco en otra vi- sión sobre el cual he escrito en este mismo capítulo. Seguidamen- te y aunque con la cortina por delante le podía ver: Corría y co- rría en la misma posición y sin moverse del lugar con idénticos mo- vimientos que en la visión mencionada, y, ha sido al verlo correr como entonces, ello me llevó a estar segura de que se trataba del mismo perro. Fue poco tiempo lo he visto correr, pienso, el tiem- po necesario para estar segura porque después aún sabiendo seguía allí moviéndose por muy corto espacio la cortina me impedía verle con más claridad desapareciendo cortina y perro, pero al instante los vuelvo a ver, el perro en el mismo lugar y centro de la visión con la suficiente claridad, igualmente por detrás de la cortina; estaba de pie frente a mí a cierta distancia con la cabeza en alto de manera normal y el rabo levantado, su color blanco de un blanco normal; se mantuvo sin moverse todo el tiempo y aunque por la dis- tancia no podía distinguir su mirada todo me indicaba que él sa- bía de mí y lo miraba. Nuevamente desaparecen cortina y perro y al instante los vuelvo a ver; el perro estaba hacia la izquierda de la visión, en este caso le veía no del todo claro pero sí para sa- ber de sus movimientos. Estaba en posición mirando hacia la izqui- erda de la visión y no paraba de moverse para arriba y hacia aba- jo, cuando, de pronto, se vuelve hacia la derecha de la visión, y, se para en seco, como quien no sabe qué dirección tomar. Ha sido por sus movimientos de manera muy significativa, digo: Está des- pistado. Despues de lo que acabo de escribir recordé lo que dice el Se- ñor: "Pedid primero el Reino de Dios y su Justicia y lo demás se os dará por añadidura". Siendo Él, el "Camino la Verdad y la Vida," también así lo dijo el Señor, me pregunto porqué empeñarse en se- guir tropezando en la misma piedra. Otra tarde, mayormente sucede antes de empezar a rezar el Rosa- rio o rezando el Rosario, veo a cierta distancia algo así como un cuadro de muy pequeño tamaño más bien cuadrado pero al tener co- mo un adorno en la parte de abajo terminando en punta hacia el me- dio, ello le daba realce y no parecía del todo cuadrado; el marco destacaba pero en el cuadro solamente veía el color lila. Me que- dé mirando y veo aparecer una Cruz entre el color lila, una Cruz plana de color plata con adornos en los extremos de la Cruz tra- bajados en el mismo material. Me quedé mirándola pensando cual po- dría ser el significado. En las Apariciones de la Santísima Virgen en Garabandal, por mandato suyo las niñas videntes daban a besar el Crucifijo a la gente allí presente. ¡Hay tantas pequeñas cosas que agradan al Señor, ofreciéndoselas con amor! por tantos hijos suyos que no le aman. Era por la tarde estando descansando, empecé a ver trozos gran- des del color lila que iban pasando por delante de mi vista, luego, con el color lila fijo en la visión y hacia el centro, entre ello, destacaba algo de color castaño que por instantes se dejaba ver un poquito más, y, a su alrededor entre el color lila, destacaba un pe- queño círculo como indicando que allí algo había y por ello me que- dé atenta, pero, nada más sucedió. Me despreocupé de ello y después de un rato nuevamente presté atención para lo que veía hacia la iz- quierda de la visión a cierta distancia; era un ataúd cubierto la mayor parte, a lo ancho, con, no sé decir qué, de color lila y, en- tre este color en el centro de la parte de arriba salían como unas chispitas plateadas; lo poco que quedaba por cubrir era de color castaño. Estaba colocado a lo largo arrimado como a un tabique, ha sido cuando, de pronto, lo veo sin lo que lo cubría y veo parte del lugar donde estaba; estaba dentro de un pasillo amplio y bastante largo a la entrada, colocado como ya explico y, en el fondo del pa- sillo se veía el hueco abierto de una puerta, el techo del pasillo y entrada de esa puerta formaban arco, sin otro adorno, pero, sufi- ciente para entender era un lugar destacado. Visto lo que explico, el ataúd, sin más, empieza a moverse como deslizándose por el pasi- llo adelante entrando por el hueco de la puerta y justo según lo pasó, veo, cómo por dentro de la puerta desde arriba va bajando co- mo un tabique quedando cerrado el hueco de la entrada cuyo material del tabique y color, era idéntico a todo lo demás. Entonces, veo una pequeña parte de la fachada del lugar, completamente lisa sin cla- ros, con el mismo material y color que lo demás llamando mi atención lo perfectamente rematado como si fuese con barro de color claro, o otra pasta similar, quedando oculto a mi vista la entrada a ese pa- sillo porque como un metro hacia arriba de esa entrada, era igual al resto de lo que vi de la fachada. Como tantas otras veces le he pe- dido al Señor, le desbarate a satanás, todos sus planes. Otra tarde, poco antes de empezar a rezar el Rosario veo a cier- ta altura un ojo en posición mirando hacia arriba, la pupila ne- gra, destacando de él su pequeño tamaño que me recordó otro ojo de- forme, desagradable; el caso fue que como iba a empezar a rezar, al verlo, por si era alguien que necesitaba ayuda según iba a pedir por esa persona dudé si no sería satanás y me quedé confusa mirán- dole ya con recelo, entonces, al ver que su mirada ya era otra, mi- rándome de reojo, lo dejé en manos del Señor conocedor de todo. Al no volver a mirarle al poco rato veo como una diminuta nubecilla negra con mezcla de color amarillento y aunque el ojo no se dejaba ver con claridad, me consta estaba entre ello. A la tarde siguiente también cuando iba a rezar el Rosario de pronto me quedé mirando: Veo un ojo grande a la altura de mi vis- ta y muy cerca, mirándome, pero también veía su frente y sobre ella una corona de espinas. Al verla y no ver sangre en la frente retiré la mirada al pensar se trataba de satanás tratando de enga- ñarme; al poco vuelvo a mirar y veo simulando sangre por debajo de la corona de espinas, algo que ni con mucho aquello era sangre, por ello, ya no volví a mirar pero, entonces, vuelvo a ver como en la tarde anterior, la misma nubecilla negra y entre ello la forma de un ojo grande a cuyo ojo me impedía ver su pupila como otra nu- becilla chiquitita de color lila. Todo, cerquísima de mi vista sa- biendo era él. Le vengo dando gracias al Señor porque desde hace algún tiempo no me ataca fisicamente. Ahora, por lo que expongo, me quedo pensando a qué será debido su proceder. Siempre pienso que por encima de él está el Señor en quien confío plenamente y, por su gracia, sigo con mi vida en paz. Una noche en horas diferentes que he despertado tenía ante mi vista como una cortina de color claro, igual a otras que he visto, y por detrás de ella destacaba algo como tratando de asomar sin poder definir qué podía ser. Al suceder una y otra vez y más ve- ces durante la noche, ésto, más que lo demás fue lo que llamó mi atención. Me pasó otra noche con un escrito, con letra negra muy menuda, con espacios donde destacaban las teclas con sus letras de ordenador cambiando el orden de maneras diferentes pero a fin de cuentas lo mismo; así, no sabría decir cuantas veces en la no- che. Pienso, si sería para que lo tuviese en cuenta después de dí- as de estar viendo, sobre todo por el día, teclas de ordenador; recuerdo una tarde que, incluso estando cosiendo, entre el espa- cio de la prenda y mi vista aparecian como transparentes. De todo ello, ¡cómo no me iba a dar cuenta! Lo que pasa que lo dejaba pa- sar como que no me daba cuenta por si era satanás dándome la lata. De no haber sucedido lo que sucedió con tanta insistencia en di- ferentes momentos durante esta noche no habría hecho mención. Era por la tarde cuando empecé viendo el color lila pasando por delante de mi vista. Al poco rato veo parte de un rostro de mujer, sus labios pintados de rojo, brillantes, de llamar la atención. Me quedé sin saber que pensar al desaparecer al momento, pero al ins- tante la vuelvo a ver; entonces, sus labios sin pintar, enseñando sus dientes pequeños y separados como sonriendo de manera forzada, en fin, que no me gustó y más al tener presente que no era la pri- mera vez que la había visto exactamente igual como para pensar era satanás, con rostro de mujer; entonces, la dejé de mirar. Me que- dé pensando a que sería debido aquella sonrisa. Ha sido poco des- pués, veo frente a mí a cierta distancia algo así como la entrada de un túnel totalmente oscuro y a su entrada veo el color lila de donde salían como rayos de luz de color plata de pequeño tamaño co- mo dando señales de algo. Me quedé mirando para ello confiando ver algo más por su insistencia, pero eso fue todo. Entonces, volví a recordar aquella sonrisa que en su conjunto no me gustó, y, me que- dé con el convencimiento de que guarda relación con lo que he vis- to después. Por ello dije: Mi querido Jesús, ten piedad y líbranos de todo mal. 2-5-2009 ENVÍA TU ESPÍRITU SEÑOR Y RENUEVA LA FAZ DE LA TIERRA. AMÉN.


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