La Imaginación (2)

                               
  Ultimas fechas de 1999 

   PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO,
   SANTIFICADO SEA TU NOMBRE;         
   VENGA A NOSOTROS TU REINO;
   HÁGASE TU VOLUNTAD, EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO.
  
   DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA;
   PERDONA NUESTRAS OFENSAS,
   COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN;
   NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN, Y LÍBRANOS DEL MAL. AMÉN.
   
   
      Es mi oración preferida. Le pido a Dios Padre, por todos los
   hombres, mujeres y niños de la tierra, por la salvación de nues-
   tras almas, porque, es el alma de cada uno de nosotros lo que im-
   porta al Señor.
                                                               
      Fiel a mi compromiso, voy a dar a conocer otras visiones.

   Tengo muy claro que las visiones en sí no llevan a la Bienaventu-
   ranza, pero estas a mí, si que me han llevado a la oración fre-
   cuente, a allí donde sólo el Señor sabe de las necesidades más a-
   premiantes de cada una de las almas. Acudo a la Santísima Virgen
   María y pido por la conversión del mundo, y a San José, abogado 
   de la buena muerte, nos defienda y libre, en ese momento decisi-
   vo, del fuego eterno.

      Por las visiones que tengo comprendo la necesidad de oración,
   simbolizan acontecimientos en el mundo que van sucediendo a la vis-
   ta de todos, sin apenas darnos cuenta de como satanás maneja sus
   fichas para llevar a cabo su obra, su gran obra. Otras de estas
   visiones están ahí como una interrogación en lo alto...

      Era una noche de Enero de este año 1999, me desperté y me pu-
   se a rezar, me pasé rezando un rato y cuando me dí cuenta eran ya
   las ocho de la mañana. Me quedé con los ojos cerrados semi-dormi-
   da, pero me doy cuenta que ante mis ojos tenía una visión y al po-
   ner atención, digo: es el Santo Padre - Juan Pablo II - Estaba sen-
   tado junto a una ventana, vestido de blanco, el brazo derecho apo-
   yado sobre sus rodillas, estaba medio de lado mirando hacia afue-
   ra pero a través de la ventana no se veía la luz del día; su estan-
   cia parecía en penumbra y la sensación que me causó su actitud era
   de mucha soledad. Sentí una gran pena. En su estancia había como 
   una división pero yo podía ver las dos partes al mismo tiempo; en
   esta otra parte suspendido en el espacio veo como un hilo ilumina-
   do formando muchas lineas todas en sentido horizontal y todas termi-
   naban en pico, unas más largas, otras muy cortas pero sin romperse
   el hilo, aquello parecía como una madeja toda enredada. En ese mo-
   mento empiezo a sentir sobre mí como las garras de satanás, su fu-
   erza, algo horrible, inconfundible, lo conozco muy bien. Intenté 
   hacerle frente para verme libre, pero imposible - en esta lucha de-
   jé de mirar para la visión - intenté gritar como pidiendo ayuda y
   no podía gritar, me sentía como agarrotada, entonces mi pensamien-
   to fue hacia el Señor intentando pronunciar su nombre, pero no po-
   día, no obstante lo intenté de nuevo y haciendo un grandísimo es-
   fuerzo pude articular como arrastrando las sílabas " Padre, ayú-
   dame " y me soltó al instante. Cuando me vi libre vi su rostro y
   al instante trató de engañarme para entretenerme, me dí cuenta y 
   no quise seguir mirando. Me quedé muy triste y recé y recé por el 
   Santo Padre con mucha emoción. Fue la primera vez que satanás me
   atacó viendo una visión, comprendiendo yo la importancia de esta 
   visión para satanás. Ya Pablo VI dijo que el humo de satanás se
   había filtrado en la Iglesia.

      Tiempo atrás a esta visión que acabo de relatar, me atacó sa-
   tanás como otras muchas veces, pero si es algo horrible por lo que
   tengo que pasar en esos momentos, en esa noche, fue la primera vez
   que me zarandeó, sin yo poder hacer nada y ni mentalmente podía yo
   reaccionar, me daba perfecta cuenta de lo que me estaba sucediendo
   y por un momento, dobló su fuerza sobre mí aumentando el zarandeo
   como para acabar conmigo, fue horrible; creo ha sido el Señor quien
   se lo impidió porque pude reaccionar mentalmente y al ir mi pensa-
   miento hacia el Señor, pero sin darme tiempo a pronunciar los nom-
   bres de Jesús, María y José, me soltó rápidamente. Sentí miedo y 
   pensé en encender la luz, pero no lo hice porque tengo que ser va-
   liente, no obstante, movida por el susto que había llevado le su-
   pliqué al Señor me diese una respuesta del por qué, esto, es que 
   Señor, le dije por segunda vez, necesito una respuesta del por qué,
   esto. En ese momento el Señor guardó silencio. Cuando me sentí tran-
   quila tuve una visión. Esta visión la he dado a conocer en la pri-
   mera parte de este escrito, visión que está relacionada también con 
   la Iglesia. Fue después, sentí como una llamada interior que conoz- 
   co muy bien y, percibí que el Señor me decía que confiase en Él, y 
   como preguntando me decía si confiaba en Él, y, al yo decirle que
   sí, que confiaba en Él, percibí decía: Eso te basta. Si yo ya con-
   fiaba en el Señor, a partir de su respuesta, mi confianza en Él se 
   fortaleció y si alguna vez he sentido o siento miedo, me aferro al
   Señor, con la seguridad de que nada malo me va a suceder porque lo
   importante no está en que nos sucedan cosas, lo importante está en
   mantenerse fieles ante el Señor. 

         Un día pensando yo en un conjunto de cosas en las que satanás
   siempre está tratando de fastidiarme, percibí me decía el Señor:
   Si estás bajo mi protección, no podrá hacerte daño. Gracias ¡Dios
   mío! Gracias. A veces me emociono al darme cuenta de lo cerca que
   está el Señor de nosotros.
           
      Veo una alambrada metálica y para que no tuviese duda, pienso
   yo, se acerca más a mis ojos, pudiendo ver como era su trenzado y 
   dibujo. Me sorprende visiones como esta, que parecen algo tan sim-
   ple. Pasaron unos días y en el telediario dieron la noticia de un
   accidente donde unas 500 personas habían muerto; fueron las cir-
   cunstancias de este accidente, al quedar atrapadas donde se encon-
   traban, lo que me llevó a pensar en esta visión. Cuantas alambradas
   con diferente dibujo y trenzado nos pueden estar cercando mientras
   vivimos despreocupados sin darnos cuenta del peligro que nos ace-
   cha.  
     
      En otra visión veo un lienzo blanco abarcando toda la visión, y,
   como en la visión anterior, para que no tuviese duda, se acerca más
   a mi vista pudiendo darme cuenta que su tejido era como un zurcido
   fino. Pasaron pocos días y en el telediario dieron la noticia de o-
   tro accidente donde perecieron bastantes personas, pero lo que me 
   llevó a recordar esta visión, fue, que todos los cadáveres coloca-
   dos en el mismo lugar, cada uno de ellos estaba cubierto con un li-
   enzo blanco.

      Algunas veces pienso en la palabra casualidad, y aunque esta pala-
   bra la menciono yo con admiración en este escrito, lo hago así como
   un modo de hacer comprender que nada es fruto de la casualidad, por-
   que me quedo con el convencimiento de que para el Señor, esta pala-
   bra no existe.

      Veo hacia lo alto como una nube de color lila como flotando en
   el espacio y un poco más abajo, con un pequeño espacio por medio, veo
   como otra nube de color oscuro abarcando el resto de la visión, pe-
   ro, en la zona oscura hacia la derecha en la misma esquina, veo una
   boca abierta, normal, como de cualquier persona, en posición hacia a-
   rriba y era como si al aspirar, atraía y se iba tragando trozos de a-
   quello color lila, un trozo, otro trozo, etc. etc. Pasaron unos días
   y surgió algo imprevisto para mi, y, al estar yo relacionada de algu-
   na manera con ello, fue esto lo que me llevó a pensar en esta visión,
   en su significado.

      Pasó tiempo, no mucho, y en otra visión, veo como una nube oscura
   en el espacio, y esta, ocultaba algo de color lila que sobresalía muy 
   poco, por debajo de la nube oscura. Me quedé mirando y veo que, lo que
   era como una nube oscura, empieza a moverse hacia atrás y volvía al
   al punto de partida, así varias veces; entonces comprendí que lo que
   ocultaba era algo de lo mismo, como otra nube, pero esta de color li-
   la. Esta visión la relaciono con la visión anterior. ¡Dios mío! so-
   lamente Tú, en tu Infinita Sabiduría, sabes todo lo que abarcan cada
   una de estas visiones, todo lo que yo pueda decir sobre ellas, es
   como una gota de agua en la inmensidad del mar.

      Veo la cabeza de un dinosaurio y parte de su cuello, el resto que-
   daba oculto. Por su aire parecía tener mucha viveza. En los medios de
   comunicación en ese día, me sorprendió algo que había ocurrido en esa
   noche, noche que yo tuve esa visión.
      
      Había muchas sombras en esta visión, y, por una esquina, asoma la
   cabeza de un animal, enseñando los dientes, como dispuesto a tragar-
   se lo que pillara por delante, se veía enfurecido; lo observé y me di-
   je: parece un jabalí. Pensé en algo grave que por esas fechas estaba 
   sucediendo en el mundo, comprendiendo que, la violencia engendra vio-
   lencia.

      La Cruz la he visto en diferentes visiones, varias veces apare-
   cia, se movía y desaparecia. Ví una Cruz como de plata, no era muy
   grande, sin dibujo alguno, y, como en un abrir y cerrar de ojos la
   veo cubierta, como con un manto, se sujetaba en los extremos del
   tronco horizontal y se recogía hacia adelante cubriendo parte de 
   la Cruz, de color azul no claro, parecia como de terciopelo.

      En la noche del 25 al 26 de julio, 1999, veo algo en movimiento 
   y aparece una bandera oscura, ondeaba movida por el viento, la veía  
   a mucha altura muy cerca del firmamento todo azul, pero en el firma-
   mento quedó la señal como una nube muy pequeña blanca de donde había 
   salido la bandera; me quedé mirando para todo el conjunto de la vi-
   sión y con la mirada fija en la bandera, me dije: parece está a me-
   dia asta. El remate de la punta del mastil yo diría que terminaba co-
   mo una bola maciza ¡Estaba a tanta altura! En ese instante aparece al-
   go en sombra abarcando toda la bandera, y la bandera quedaba oculta,
   entonces, este detalle se acerca a mis ojos, pero, por más que me fi-
   jaba tratando de saber que encerraba, me fue imposible, no obstante,
   su forma en sombra quedó grabado en mi mente. Al desaparecer este de-
   talle, seguidamente, se acerca a mis ojos para que yo me diese cuenta
   como era en realidad el remate del mastil de la bandera; no era  una
   bola maciza como me había parecido al estar a tanta altura. En la ma-
   ñana de ese día, dibujé esta visión con los detalles que acabo de ex-
   plicar y hablé sobre esta visión con una persona de mi confianza y 
   le enseñé el dibujo para que se diese una idea. Esta persona me dijo
   que le pidiése al Señor tener yo más conocimiento sobre esta visión
   porque, parecía algo feo. Al yo pedír esta gracia al Señor, le pedía
   también tuviese en cuenta mi torpeza y me lo hiciese saber de la for-
   ma que pudiera comprenderlo, si era su Voluntad que yo supiése algo
   más sobre esta visión. Pasaron muy pocos días, estaba yo mirando la
   televisión después de la faena del día realizada, y distraidamente,
   me fijo en un detalle de la estampa del almanaque que tengo colgado
   en la pared de la cocina cerca del televisor; me quedé fijamente mi-
   rando y como hablando conmigo misma, digo: es igual que lo que yo he
   visto pero con diferente dibujo. Me refería al remate del mastil de
   la bandera. En ese momento no me dí cuenta de que el Señor me estaba
   diciendo algo a través de ese detalle, pero, torpe de mi, mi mirada
   volvió para el televisor sin pensar en otra cosa. Fue en esa noche
   horas después, me despierta una visión; me quedé mirando y con gran
   sorpresa, digo: és X - persona conocida mundialmente - estaba de pié
   frente a mí y muy cerca de esta persona había como un reptil a su de-
   recha, asomando la cabeza y parte de su cuerpo, como suspendido y a 
   la altura de su cintura. A este reptil lo veía en sombra, haciendo
   contraste con la ropa que llevaba esta persona. Al instante compren-
   dí que esta visión estaba relacionada con la visión de la bandera,
   como también comprendí lo que encerraba el detalle en sombra que cu-
   bría la bandera y, recordé el detalle del almanaque, significando
   este lo que yo había visto pero con diferente dibujo. Fue así como
   el Señor ha querido que supiése mucho más sobre esta visión de la 
   bandera. Me quedé tan sorprendida y por mi mente pasaron tantas co-
   sas que me puse a rezar el Rosario pidiéndo a la Madre de Dios, nu-
   estra Madre, ayuda. Pasaron unos días y mirando el telediario de la
   noche veo a X, en compañia de otras personas, y en su entorno a la 
   derecha, hacia detrás, me pareció ver algo y cuando iba a fijarme 
   mejor, el cámara, enfoca ese detalle y lo pone en la pantalla ex-
   clusivamente. Entonces como dirigiéndome al Señor, digo:¡Que cosas!
   A mí no me quedó duda de que ello también guarda relación. A par-
   tir de entonces el Señor guarda silencio sobre esta visión.
  
      Veo mucho movimiento sin poder definir de que se trataba, y en
   una esquina dentro de este movimiento, veo una bandera desplegada
   de color gris, no era oscura como la bandera de la visón anterior,
   pero no puedo decir si esta visión guarda relación con la visión 
   anterior.

      Me emociono muchas veces al recordar la manera de obrar del Se-
   ñor en esta historia y, le doy gracias, gracias, Señor, porque 
   siempre me recuerdas lo cerca que estás y así no me encuentro so-
   la. Siempre escuchas aunque estés callado, me lo has hecho saber
   para que lo piense así cuando guardas silencio. Recuerdo le pedía
   al Señor algo muy importante para mí y los días pasaban sin res-
   puesta alguna y al recordárselo una vez más, le dije: ¡Que calla-
   do estás, Señor! y, fue al instante, percibí decía:¡Y sin embargo,
   estoy aquí! Fueron días después cuando me dió la respuesta cuando
   menos lo pensaba y de una manera especial. Ahora cuando me parece
   le digo: sé que me estas escuchando... 
  
      Me despertó lo que tenía ante mi vista, me dí cuenta enseguida
   y, presté atención. Lo que allí había estaba suspendido hacia lo
   alto y todo lo que abarcaba la visión era azul, pero, como forman-
   do un grupo en medio de una suave capa de niebla, veo movimiento,
   pero al mismo tiempo en el conjunto habia un hilo de luz cruzán-
   dose en medio y veo la cabeza de un animal enfurecido enseñando
   sus dientes con la boca abierta y cerrándola, y, junto a el habia
   otro quizá un poco más pequeño y a este lo podía ver con bastante 
   claridad; me quede mirando y dije para mi: parece un tigre. Seguí
   contemplando la visión, porque todo el conjunto resultaba algo her-
   moso, si no fuera que aquella cabeza enseñando sus dientes largos
   y su expresión, me decian que no encerraba algo bueno.

      No había pasado dos meses, veo dos animales uno más grande que
   el otro, pero los dos enfurecidos como para atacarse; primero me
   dije: parecen tigres. Uno de ellos al abrir la boca por lo enfu-
   recido que estaba fue como si se transformara, le veía parte de 
   su cuerpo y la cabeza, pero, muy grande, retorcía el cuello y ca-
   beza y su forma de abrir la boca era de una manera extraña, mien-
   tras el otro, como un tigre, se veía pequeño pero, valientemente 
   le hacia frente aunque a veces retrocedía y volvía a enfrentarse 
   hasta el punto de verse tan apurado que levantó las dos patas de-
   lanteras como para cegar al otro, al igual que hace el gato cuan- 
   do tiene delante un perro si le ataca.
  
      Veo la cabeza de un hombre, estaba puesta en sentido horizon-
   tal mirando hacia arriba, y dentro de la boca, había una araña
   muy grande, horrible, estaba como escarbando dentro de su boca
   porque suavemente la veía moverse, produciendo tal efecto en 
   quien lo estaba sufriendo, que yo no pude seguir mirando. Para
   mí también fue horrible esta visión ¡Jesús mío, ten piedad de
   nosotros! cuando estabas en la Cruz dijisteis al Padre: perdó-
   nales porque no saben lo que hacen. Te lo recuerdo, Señor, ten
   piedad de nosotros.                                             

      Una mañana estaba yo triste al pensar en tantas cosas de es-
   ta historia en la que me veo implicada y me decia, cuan hermoso
   sería para mí otras historias, como por ejemplo, tener visiones
   Celestiales... Sé que no soy digna pero ¡Es tan hermoso soñar!
   Fue en la tarde de ese día, estaba yo descansando un rato y tu-
   ve una visión. Veo una Cruz grande que poco a poco se fue ha-
   ciendo más pequeña con reflejos plateados y como apoyado en e-
   lla veo un ojo que me miraba, me quedé mirando y reconocí aque-
   lla mirada, dulce y bondadosa, era la mirada de Jesús, que tan-
   tas y tantas veces contemplo a través de una estampa donde es-
   tá grabado su rostro y que desde el primer momento que ví su 
   rostro grabado en esta estampa, fue para mí la respuesta de una
   pequeña historia personal. Esta visión fue para mí aparte de
   otras cosas, alentadora, me dió ánimos para seguir adelante sea
   como sea su Voluntad.
                                                               
      Durante este tiempo he visto otras visiones no menos impor-
   tantes las cuales las resumo en pocas lineas. He visto rostros
   de personas reflejando en ellos el horror, rostros como si se
   estuviesen ahogando, ojos que me miraban simplemente, con in-
   sistencia algunos, he visto un conjunto de rostros que yo in-
   terpreté, de almas agradecidas, por mi recuerdo hacia ellas
   ante el Señor. En otras visiones con contenido diverso, tambi-
   én, cómo satanás trata de engañarme...
  
      Veo un grupo de cuatro animales, había bastante oscuridad 
   en esta visión, estaban juntos pero colocados como en linea
   recta, movian sus cabezas con la boca abierta mirando hacia
   arriba y por encima de ellos había una pequeña sombra for-
   mando algo saliente y es aquí en este detalle de esta som-
   bra, se acercaba a algunas de las bocas abiertas, sobre to-
   do a una con insistencia. La conclusión que yo saqué de es-
   ta visión fue lo siguiente: Era como si aves que aún no sa-
   ben volar, la madre, las alimentaba. Pasaron días y vuelvo
   a tener la misma visión, idéntica, pero sin la sombra por
   encima de estos animales. Pasaron nuevamente días, y por 
   tercera vez tengo la misma visión, los cuatro en la misma
   posición, movian sus cabezas con la boca abierta mirando ha-
   cia arriba; me quedé mirando y aparece por encima de ellos
   un pico de ave, solamente el pico, era algo parecido a la
   unión de las yemas de los dedos pulgar e índice, se veía fu-
   erte. Entonces pensé que estas visiones guardaban relación
   con aves. Pasaron días y en otra visión dudé de lo que esta-
   ba viendo porque estaban tan juntos estos animales que por
   un momento creí eran el grupo de los tres animales sobre los
   cuales hago mención en esta segunda parte de este escrito.
   Me quedé mirando para salir de la duda y, empiezan a moverse
   entre sí moviendo sus cabezas, y yo, empecé a contarlos; sí,
   eran cuatro y una sombra al lado de uno de ellos, pero yo
   los volví a contar por segunda vez porque aquella sombra al
   lado de uno de ellos me desorientaba, y fue por ello dije:
   ¡si supiese, Señor, que es lo que veo! Entonces me doy cuen-
   ta que a un lado de la visión había una palabra escrita, y 
   al mirar que decía, la primera sílaba pasó por mi vista co-
   mo un relámpago, pero la cogí al vuelo, y fijas quedaron
   las dos sílabas siguientes. La palabra era COCIGO pero yo
   leí COCICO y me quedé mirando para la forma de sus letras;
   parecian bombillas de letras con una luz brillante como el
   oro, como de cinco centimetros de altura por medio de ancho.
   Entonces me dí cuenta que la palabra COCICO me era descono-
   cida y por si había leido mal, fijo la mirada pero, se fue 
   de mi vista. Pensé entonces que con esta palabra y lo que
   había visto en estas visiones, miraría en el diccionario y
   y ello me llevaría a saber de que se trataba. La palabra,
   como ya digo, era COCIGO y no COCICO; son aves trepadoras,
   que viven en los bosques y arboledas y son propios de Amé-
   rica, pertenecen a la familia de los COCÍGIDOS y viven en 
   grupos. Fue de esta manera como supe yo lo que encierran es-
   tas cuatro visiones pero,lo que ello simbolizan lo ignoro.  
   Mi agradecimiento va hacia el Señor por toda su ayuda, por-
   que con este y otros detalles me hace saber que está presente.
   ¡Cuanto te lo agradezco, oh, Señor! Creo, que como todas las
   aves deben de ser hermosas, pero en estas visiones, había mu-
   cha oscuridad, muy fúnebres, y las aves como hambrientas con
   la boca abierta siempre.
 
      Era una extensión de terreno bastante grande lo que tenía
   ante mi vista, y en medio de este terreno hacia un extremo
   habia un pequeño lago, el agua se veía azul; me quedé mirando
   para todo el conjunto y en este espacio de terreno no había
   vegetación alguna. Veo entonces que el lago se iba haciendo
   más grande pero en sentido rectangular, hasta que su forma
   me recordó un mar del continente europeo, mencionando su nom-
   bre como hablando conmigo misma; me quedé mirando fijamente y  
   observo que volvía a cerrarse, como si la tierra se abriera
   y volvía a unirse, así varias veces. Entonces, la zona por
   donde se abria y se unía nuevamente, se acerca a mi vista y
   me doy cuenta que aquello que yo me creía era extensión de
   terreno, era, por decirlo de alguna manera, como el lomo de
   dos animales muy grandes, sus cabezas no del todo frente a
   frente se movian acercándose, hasta el punto de parecer lo 
   que yo me creía era todo terreno. Al saber lo que era y tan
   cerca de mi vista, por varias veces se separan y, me doy cu-
   enta estaban en la superficie como un terreno en falso ocul-
   tando el agua de un color oscuro como se ve cuando hay mu-
   cha profundidad o por otras causas. Estos animales tenían 
   la piel fina y pelo cortísimo de un color tostado. Seguida-
   mente, pasa por mi vista un mapa abarcando parte de varios
   continentes. Toda la visión en sí, la he visto en color.

      No me daba cuenta de que ante mi vista tenía una visión,
   como cuando se está con los ojos cerrados y nada se vé, pero
   me doy cuenta del perfil como de una montaña ante mucha oscu-
   ridad y veo como cuando el sol asoma por detrás de una monta-
   ña, una luz que asomaba hasta dejarse ver como un foco de luz
   muy grande; lo tenía de frente y veo sobresaliendo sobre lo 
   que yo creía una montaña, un pez enorme en posición vertical
   con la boca muy abierta, pero su cola quedaba oculta entre el
   resto de sombra, y por la boca le salían como pequeñísimas bur-
   bujas que se mezclaban entre la luz del foco, formando dos to-
   nos de luz diferentes. Me quedé mirando un tanto desorientada
   porque hasta no aparecer el pez yo bien me creía era una monta-
   ña lo que tenía ante mi vista, pero veo que por donde quedaba 
   oculta su cola se movía algo y me doy cuenta eran las cabezas
   de varios animales que me recordaron al grupo de los tres que
   siempre veo juntos.

      A distancia veo una sombra larga que se movía suavemente y
   pensé por su forma de moverse y al rás del suelo podría ser una
   serpiente, la veía frente a mí pero a distancia y se acercaba
   más y más; según se acercaba, su forma no era como las serpien-
   tes pero me impresionaba verlo como si tal fuera. Seguía lenta-
   mente acercándose y me doy cuenta que en una esquina de la vi-
   sión, al otro extremo, había otro, idéntico, pero este sin mo-
   verse mientras el otro se acercaba, y cuando llegó frente a el,
   este hizo un movimiento con la cabeza abriendo su boca, como en-
   furecido por la llegada del intruso; su gesto también me causó
   impresión y su cara me era totalmente desconocida. Fue una visión
   que mucho me impresionó, hasta el punto de dar gracias al Señor 
   por permitir los viese en mucha oscuridad, solamente para que me 
   diese cuenta de lo que había en esta visión. La forma de estos 
   dos animales era como la de los leones marinos, pero estos, eran
   más largos.        
   
      Durante este tiempo, en fechas distanciadas unas de otras he
   visto algunas de las maravillas que encierra el sol. Un día a 
   primera hora de la mañana me acerco a una ventana y frente a mi,
   a lo lejos, el sol parecía estar apoyado en una de las montañas 
   de la cordillera cantábrica, ni más ni menos, en el momento ideal.
   El sol se veía lleno de luz, espléndido, pero me dí cuenta podía
   mirarle fijamente y al no ser ello normal, me quedé a mirar. En-
   tonces empieza a oscilar y se queda opaco y así dejaba ver otra
   luz blanquísima en movimiento alrededor del sol formando dife-
   rentes colores en todo el entorno. Me puse de rodillas en adora-
   ción al Señor, como un acto de fe, al pensar que con lo que es-
   taba viendo, el Señor, algo estaba diciendo a todos nosotros sus
   hijos. Ello duró unos veinte minutos, era el día de Cristo Rey, 
   de 1998. Otra fecha señalada fue el ocho de Septiembre, festivi-
   dad de la Natividad de la Virgen María 1999 y fiesta grande para 
   los asturianos en honor de la Santina, Nuestra Señora de Covadon-
   ga. El ocho de Octubre, un mes después, es otra fecha para mí i-
   nolvidable. En la primera quincena de Diciembre, durante estos
   días y siempre que el tiempo lo permitía, sobre la misma hora a
   la mañana, unos días durante más tiempo, otros menos, me queda-
   ba mirándole repitiendo lo mismo aunque con menos intensidad.
   Recuerdo alguna otra vez. Nunca he visto tales maravillas en el
   sol. Ahora lo miro con frecuencia pero su fulgor me impide fi-
   jarme en el.

      Son incontables las veces que he visto al grupo de tres ani-
   males, sobre los cuales ya he dejado constancia anteriormente
   en esta segunda parte. Los he seguido viendo siendo incontables
   para mí estas visiones. Siempre están juntos, a veces solamen-
   te por sus tres cabezas sé que son ellos. Otras los veo como
   puestos en pié como apoyados sobre las patas traseras, abrien-
   do sus bocas, otras enfurecidos, inquietos, son horribles. Al-
   gunas veces sus cabezas se ven envueltas como por un volcan en 
   erupción, impresionan, es algo dificil de explicar para mi. O-
   tras cuando estoy rezando se dejan ver, como son el espíritu 
   del mal, les molesta. Siempre están presentes. Sé que ellos a-
   barcan todas aquellas parcelas que con diferente contenido es-
   tá el espíritu del mal, su obra oculta a los ojos de los hom-
   bres porque ello pertenece a lo invisible y espiritual. A mi
   no me sorprende que satanás me ataque, lo hizo hace dos días,
   de la misma manera horrible para mi, yo sé por qué lo hizo; él
   sabe muy bien que yo sé que nada es cosa mia lo que voy escri-
   biendo, dejando al descubierto lo que él disfraza, como atrac-
   tivo y bello, pero que este escrito refleja toda la fealdad 
   que su obra encierra; sabe, satanás, de las zancadillas que 
   me pone con tal de desanimarme y comprendió, hace dos días, 
   que yo sé muy bien que en todo ello el Señor está presente no
   solamente por lo que dejo escrito, también por cosas persona-
   les, y, comprendió también que me siento " libre " para seguir 
   escribiendo, por Voluntad del Señor. Comprendió, satanás, que
   el Señor se le adelantó para que yo no me vea confusa y que
   apoyada en el Señor eso me basta. En la presencia del Señor
   estaba yo y en pocas palabras le hablé de ello y fue sobre u-
   na hora después, me atacó. Por esta vez comprendí por qué me 
   atacó. Solamente el Señor, o por su mandato, o que lo permi-
   te por otro medio, ajeno a mi, me libra de él, de ello, ten-
   go la seguridad, pero sólo el Señor sabe por qué se lo permi-
   te. ¡Dios mío, que sería de mí sin Tí! siempre me ayudas,
   por ello sé que no estoy sola. Te doy gracias, Señor, confio
   en Tí.

      Sigo haciendo mención al grupo de los tres animales. Como
   siempre estaban juntos, pero, hacia lo alto sobre sus cabezas
   había una Cruz.     

      En otra visión, estaban estos tres animales ocupando gran
   parte de la visión, lo de ellos es abrir sus bocas y mover 
   sus cabezas y en medio de la oscuridad que los envolvía abar-
   cando al grupo veo una gran Cruz oscura como todo el conjunto.
   Ello me llevó a pensar en aquellas personas que por falta de 
   fe viven sin esperanza, lo terrible que debe de ser para es-
   tas personas llevar su Cruz, solamente en lo material buscan
   la felicidad y se ven en la necesidad de estar siempre buscán-
   dola porque ello no llena el corazón del hombre hecho para vi-
   vir espiritualmente.
   
      Veo a una mujer con un niño apoyado en su brazo derecho co-
   mo protegiéndole, sus cuerpos estaban puestos en sentido hori-
   zontal mirando hacia arriba, el niño parecía de meses; primero
   miré para la mujer y creo me pareció que estaba muerta porque
   no volví a mirar para ella, el niño lloraba mientras todo me 
   decía que estaban sumergidos bajo el agua, yo miraba para el
   niño que lloraba y volvía a quitar la vista del niño y miraba
   lo que lo envolvía, asegurándome estaban sumergidos bajo el a-
   gua y, volvía a mirarle; veo que al niño se le ponen los ojos 
   medio en blanco haciendo con la boca como una mueca, dejando
   de llorar y su rostro cambió totalmente de expresión. Pensé 
   que en ese momento había muerto y no quise seguir mirando, pe-
   ro la visión seguía y veo hacia un lado otros rostros como nu-
   blados, varios juntos y otros algo separados. Esta visión se 
   fue de mi vista pero aparacen el grupo de los tres animales
   dándome la impresión estaban merodeando por allí, era como si
   los sintiese allí. Son muchas las veces que pienso que el dolor,
   la enfermedad...y la muerte, vino a consecuencia del pecado, y,
   a más pecados, más de todo. A mí no me sorprende sea así, y cu-
   ando veo a estos tres animales, que encierran todos los males,
   lo mucho que abarcan, de ellos nada bueno espero, porque en e-
   llos está el espíritu del mal. Recuerdo con frecuencia un dicho
   del Señor a una vidente: " Fiel a mi Palabra ya no enviaré otro 
   diluvio. Pero dejaré que las fuerzas satánicas manden el diluvio
   de sus satánicas crueldades. Morirán buenos y malos pero al mo-
   rir los buenos quedarán más malos y todo irá de mal a peor." 
   Echemos un vistazo al mundo y en nuestra reflexión hallaremos 
   la respuesta. Pero...Dios es Padre, todo Amor, infinitamente 
   misericordioso y quiere que todos sus hijos se salven. Es alen-
   tador lo que dice el Profeta Joel...en las Sagradas Escrituras.
 
         Esta visión me recordó otra donde escribo...Era como si es-
   tuviese mirando la tierra y estos animales, los tres, ocupaban
   más de las tres cuartas partes de ella, pero, en esta visión,
   me dió la impresión de que el cerco se iba cerrando, y, lo que
   quedaba de ella, se veía como si hubiese algo de niebla; me 
   quedé mirando y digo: ¡Si yo supiése lo que estoy viendo! y,
   fue al instante aparece el sol, se oculta y vuelve a salir muy
   cerca de estos animales. Entonces, pensando en el sol que es to-
   do luz lo que se vé en el y la oscuridad tan tremenda que abar-
   caba el espacio de estos animales me llevó a recordar lo que Je-
   sús decía a las gentes que lo seguian en sus tres años de predi-
   cación." Yo soy la luz del mundo, quien cree en Mí no morirá "
   Comprendí que la fe en Él, salva, quien cree en Él cree en su Pa-
   labra, es luz para vivir según su Palabra. Recordé también ese
   otro dicho de Jesús, si a su regreso a la tierra encontraría
   fe; me quedé pensando en la tremenda oscuridad que abarcaba es-
   ta visión, pensé también en aquellas gentes que le pedían los
   curase de sus enfermedades y a todos curó. Esto es lo que espe-
   ra de nosotros, que llamemos a su puerta con arrepentimiento y
   por su amor y misericordia nos librará del peso de todas nues-
   tras culpas y así su luz volverá a brillar donde solo habita la 
   oscuridad.

      Pasaron unos días y vuelvo a tener la misma visión, con la 
   diferencia que, en el espacio donde quedaba libre de estos tres
   animales, se veía como el firmamento azul, completamente despe-
   jado, me quedé mirando y veo salir el sol, se oculta y vuelve a
   salir.
  
      Acudo a la Madre de todos los pueblos, bajo la advocación de
   la Virgen del Carmen de Garabandal, nos fortalezca en la fe y 
   conceda ese Don, a los que no la tienen.

      Creo en Dios, Padre todopoderoso,
      Creador del cielo y de la tierra.
      Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, 
      que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, 
      nació de Santa María Virgen, 
      padeció bajo el poder de Poncio Pilato, 
      fue crucificado, muerto y sepultado, 
      descendió a los infiernos, 
      al tercer día resucitó de entre los muertos, 
      subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,
      Padre todopoderoso.
      Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos. 
      Creo en el Espíritu Santo, 
      la santa Iglesia católica. 
      la comunión de los santos, 
      el perdón de los pecados, 
      la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén. 


      Como nunca sé el momento que el Señor permite que vea y
   cuando veo señales de que algo puedo ver ignoro totalmente
   que és lo que puede encerrar esa visión, como también no com-
   prendo, la mayoría de las veces, el por qué de lo que estoy
   viendo, yo siempre soy la sorprendida. Así en esta visión,
   veo clavadas unas seguidas de otras a una distancia más o me-
   nos como de dos metros muchas estacas, de una altura como de
   dos metros, estaban clavadas a la orilla de un camino o ca-
   rretera comarcal, el terreno era algo pendiente, formando pe-
   queñas curvas y era como si yo estuviese en lo alto y mirando
   hacia abajo podía ver como iban clavadas las estacas todas en 
   la misma orilla, como orientación de lo que estaba viendo.
   Contestaba yo a una persona sobre esta visión con una pregun-
   ta ¿Que significan las estacas clavadas sobre un terreno? 
   Creo todos sabemos su significado. Esta visión que parece tan
   simple, me lleva a pensar en los muchos casos que frecuente-
   mente nos presentan los medios de comunicación donde a más o 
   menos distancia, se contempla como se almacenan cantidad de 
   bienes y no se permite tener derecho a algo para vivir con
   dignidad a tantas personas y se les cortan las alas obligán-
   dolas a seguir viviendo sin libertad para salir del hambre 
   y la miseria. Ello, me lleva a recordar algo muy hermoso...
   Un padre tenía muchos hijos, y, por experiencia de la vida sa-
   bía que no todos correrían la misma suerte, no todos tendrían
   las mismas oportunidades, los mismos dones... pero, como él 
   a todos amaba por igual les hizo saber cual era su voluntad
   para que bien obrasen sus hijos, aconsejándoles que aquel 
   de entre los hermanos que por las causas que fueren algún
   día se viése en necesidad, aquellos hermanos que más tuviesen,
   ayudasen a este hermano a vivir con dignidad. ¡Que hermosa
   lección la de este padre a sus hijos! lección que deberíamos
   aprender todos a escala mundial, teniendo encuenta que todos
   somos hijos de Dios, Padre de todos, quien puso en nuestras
   manos todo, para bien de todos.     
     
      Una vez más, entre las muchas veces que sigo viendo al gru-
   po de los tres animales, estaban ante mis ojos con la boca a-
   bierta, luego, como ocultos los notaba allí, pero solamente 
   uno se dejaba ver abriendo la boca, pero ahora envuelta en luz.
   Entonces, se me ocurrió decirle al Señor como preguntando, qué 
   encerraba esta visión, y, al instante, aparece un pliego blan-
   co abarcando toda la visión, todo escrito. Ello me llevó a pen-
   sar en este escrito, La Imaginación, porque por esa fecha dí
   publicidad de otras visiones en esta segunda parte y pensé que
   satanás estaba furioso; el contenido de lo escrito no podía le-
   erlo y cuando parte de los renglones empezaron a separarse, de-
   jé de mirar al pensar que satanás trataba de confundirme. No era
   la primera vez que había visto pliegos escritos. La primera vez
   fue a raíz de dar yo a conocer por escrito algunas de las visio-
   nes a una persona de mi confianza, mucho antes de saber muchas 
   de las cosas que ahora sé, por gracia del Señor. Como ya digo a
   raíz de ello, en esa visión tenía como la pantalla de un ordena-
   dor ante mi vista y todo lo que en ella veía escrito me daba la 
   impresión de estar viendo lo escrito por mi, pero algo era ello
   que me impedía leer lo que había escrito en esta visión. En otra
   visión veo lo mismo pero, solamente una palabra se dejó ver con
   toda claridad pudiendo darme cuenta que las letras no estaban en
   el lugar correspondiente. En otra visión, todas ellas muy segui-
   das, veo igualmente como la pantalla de un ordenador, todo como 
   en la primera visión, pero en esta visión muchas de las pala-
   bras todas al mismo tiempo empiezan a moverse y se colocaban 
   fuera del lugar correspondiente. Fue por todo ello que pensé
   que satanás trataba con ello de burlarse de mí y al mismo tiem-
   po sus ataques contra mí eran frecuentes. Algo parecido me suce-
   dió con diferentes matices, cuando dí publicidad a este escrito.
   De cuando en cuando sigo viendo pliegos escritos pero sin poder
   leer lo escrito y ello me lleva a mostrarme indiferente. Tengo
   muy claro que cuando el Señor quiere algo no se anda con tapu-
   jos.

      Estaban los tres animales, dos de ellos juntos, el otro a mi
   derecha, estaba algo separado, los veía envueltos en luz, pero 
   el de la derecha lo veía como a trasluz, no sé explicar y, fue
   este que se separa de los dos, colocándose como en diagonal, 
   con su cabeza por encima de los otros, como formando un cerco
   y se transforma su cabeza como un perro peloso, abriendo la bo-
   ca con un gesto de rabia que parecía una fiera; entonces, en 
   medio del cerco que formaban los tres, veo asomar una mano 
   grande como pidiendo ayuda y al fijarme en ella fue como si ti-
   rasen por ella hacia abajo hasta que desapareció de mi vista.
   Hablando yo con una persona de mi confianza sobre esta visión
   me dijo que podría ser alguien para que rece por ella.
   Esto me recordó algo que me sucedió, que no olvidaré. Observaba
   yo a una persona de mi entorno la cual me hacia pensar tenía
   preocupación, así un día, otro día, hasta que un día, sin darse
   cuenta que era observada le ví hacer un gesto con tal sufri-
   miento, como pidiendo ayuda, que ya no dudé que algo le pasa- 
   ba. Una noche antes de dormir me acordé de esta persona y re-
   cé y recé, mucho pedí al Señor por ella, mucho. Me quedé dor-
   mida y no sé las horas que pasaron cuando me despierta una
   gran descarga eléctrica; me quedé sin moverme con miedo porque
   los estallidos que sentía a mi alrededor no era para menos, en-
   tonces pensé que podía yo estar en peligro, quizá algún corto-
   circuito y, decidí encender la luz; eché un vistazo a mi alre-
   dedor con la sorpresa de ver todo en orden y el silencio era 
   absoluto. Me quedé pensando, sin dudar que satanás había des-
   cargado en mí lo que atormentaba a esa persona. El caso fue que
   del susto que me llevé me quedó mucho respeto, como para pensar-
   lo antes, en otro caso igual, y he tenido que tener esta visión
   que acabo de exponer para no dudarlo ni un instante.
   No mucho después recordando esta visión, me puse a rezar, recé
   también por tantas almas que queriendo salir de donde se en-
   cuentran metidas, atrapadas de tan diferentes maneras por el 
   maligno, necesitaban ayuda, recé también por tantas y tantas
   personas que a lo largo de esta historia se han dejado ver 
   de diferentes maneras, y, poco después, satanás me atacó;
   siempre lo paso muy mal pero, al decir: en Nombre del Señor,
   vete, me ví libre al instante. Creo me ha atacado por ello,
   algunas veces pienso que el Señor permite me dé cuenta del
   por qué me ataca.   
      Como colocado sobre una mesa veo como un lienzo blanco y en
   el medio de este lienzo había un dibujo en color azulón; sobre
   este dibujo había algo sin cuerpo que me impedía ver con toda
   claridad, no obstante, todo en sí me decía era la bandera de 
   Israel, su estrella. Seguí mirando para cerciorarme bien y ob-
   servo como ese algo que había sobre el dibujo se retiraba un
   poco hacia abajo como para que yo pudiese ver con más claridad
   lo que estaba mirando. Como hablando conmigo misma repito por
   segunda vez, és la bandera de Israel. Llegado a este punto, veo
   sobre la estrella, por un momento, los dedos de una mano, ma-
   no izquierda, menos el pulgar, pero, solamente el dedo índice
   quedó sobre la estrella como indicando algo. Me fijé mucho en
   este dedo sobre la estrella que con toda claridad tenía ante 
   mi vista, era un dedo de mano masculina, de persona joven, me
   llamó la atención el corte de la uña bordeando exactamente la
   yema del dedo, todo en sí me decía pertenecia a una mano de 
   persona pulcra, con distinción. Me quedé muy pensativa y, co-
   mo esta visión coincidía con la visita del Santo Padre - Juan 
   Pablo II - a Israel, me puse a rezar el Rosario.
   Después me enteré por uno de mis hermanos al hablar yo de esta
   visión, que la bandera de Israel tiene además dos fajas en azu-
   lón y, entonces la sorprendida fuí yo porque, fueron muchas las
   veces que por televisión me he fijado en esta bandera, siendo
   mi preferida sobre todas las banderas, teniendo yo la seguridad
   de que la bandera de Israel era tal y cómo lo he visto en esta
   visión, blanca con su estrella en azulón; mi hermano me informó
   también que la estrella era la estrella de David, añadiendo que 
   esta visión parecia indicar algo bueno. Como yo ignoraba también
   que su estrella era la estrella de David, fui de sorpresa en sor-
   presa, no dudando ni por un instante de que esta visión encierra
   algo bueno, en medio de tantas visiones que todo es negativo. Le
   pedí Luz al Señor para tener yo más conocimiento sobre esta vi-
   sión si así era su Voluntad, pero, sin nada especial los días 
   fueron pasando. Un día iba yo a leer un rato y al recordar esta 
   visión cogí la Biblia, invoqué al Espíritu Santo, la abrí al 
   azar y leo, Jeremias, y acto seguido leo," Las promesas a David "
   después, en Samuel, leí sobre la vida del rey David y, en el Apo-
   calisis (22, v.7) leo " Mira que vuelvo pronto " hasta el (v, 16)
   donde leo, " Yo, Jesús, envié a mi angel para decirles lo que se 
   refiere a las Iglesias. Yo soy el brote y el descendiente de la
   familia de David, la Estrella brillante de la mañana "   
   Así fué como tuve yo más conocimiento y comprendí que lo impor-
   tante de esta visión como la misma visión indica, está en su Es-
   trella. Le dí gracias al Señor por todo, pidiéndole: Ven, Señor,
   Jesús. Amen.

      Era la noche del 9 al 10 de Abril de este año 2.000, me des-
   pierta una voz femenina hacia la puerta de la habitación; cla-
   rísimamente me dí cuenta despertaba de un dormir profundo y sin
   estar soñando y que esta voz penetró en mis oidos tan profunda-
   mente que me despertó mientras me decía: Hermana,...a esta pala-
   bra añadió tres más pero la última no la entendí, siendo esta pa-
   palabra la clave del mensaje, no obstante, en la primera palabra
   de estas tres, tan significativa por su contenido, al instante
   comprendí la necesidad de oración, oración y oración. Ello está
   relacionado con una de las visiones escritas en la primera parte
   en este escrito La Imaginación. Si bien la palabra que no enten-
   dí era la clave del mensaje, convencida me quedé de que lo impor-
   tante, no estaba en saber cosas y sí en la necesidad de oración,
   oración, mucha oración, y ello, lo comprendí al instante. Esta voz
   femenina que me llamó, hermana, su acento era desconocido para mi,
   aunque una duda me quedó, me habló en perfecto castellano, era 
   una voz dulcísima, algo especial.                             
      Son muchas las veces que al recibir información por los medios
   de comunicación, observo, cómo en los paises donde hay libertad  
   de expresión, se dialoga, se debate, se concentran reivindicando
   lo que interesa a cada cual etc. etc. pero, es el Nombre de Dios,  
   el gran ausente, no se menciona su Santo Nombre para nada, cuando
   en Él está el remedio para tantos males que nos aquejan. Tristeza
   me dá cuando observo todo ello.

      Veo al grupo de los tres animales hacia una esquina al otro
   extremo según yo miraba y un poco a más altura que yo; desapa-
   recen de mi vista y me quedo a oscuras como cuando se entra en
   una habitación oscura y se desconoce lo que hay dentro y és 
   después de un rato, poco a poco va tomando forma lo que puede
   haber en ella; algo así me sucedió que, sin dejar de estar a
   oscuras lo que en esta visión había, era su forma, más oscuro
   aún, lo que me llevó a saber que encerraba. Había unos árbo-
   les plantados en fila india formando esquina, eran árboles
   con bonita forma, algo parecidos a los que se ven en aveni-
   das que no son altos, se unian sus ramas pero sin entrela-
   zarse, sus ramas se movian suavemente ayudando ello para poder 
   darme cuenta de lo que estaba viendo, sus hojas eran más 
   bien pequeñas, un poco ovaladas. Al otro lado de estos árbo-
   les veía como un cajon. Era como si yo estuviese mirando des-
   de un segundo piso y abajo estaban los árboles y hacia un la-
   do estaba aquello como un cajón; al formar esquina los árbo-
   les, pensando me dije: parece un huerto. Ahora pienso que no
   se trataba de un huerto por algo grave que sucedió después
   donde todo ello reflejaba esta visión.

      Era el día de la conmemoración  de la entrada de Jesús en
   Jerusalen con palmas y ramos y el gentío que lo seguía; me 
   levanté temprano, abrí una de las persianas y el sol me da- 
   ba de lleno, me pareció más grande de lo normal pero era tal
   el fulgor que me dije: no se puede mirar. Me fuí a la coci-
   na a encender el calentador y según iba para el baño recor-
   dando el tamaño del sol me acerqué nuevamente a la ventana
   y observo que había perdido gran parte de su fulgor, hasta
   suceder lo que ha ocurrido otras veces. Me puse de rodillas
   porque cuando algo así sucede, pienso que a través de ello
   allí está el Señor diciendo algo a sus hijos de la tierra,
   y le hago saber con ello que me estoy dando cuenta y le
   manifiesto mi amor y adoración y le doy gracias. En este
   día no pude estar hasta el final de lo que estaba suce-
   diendo en el sol, porque seguía y seguía en movimiento, pe-
   ro le recordé al Señor cual obligación tenía pendiente y sé
   que en el cumplimiento de las obligaciones de cada día tam-
   bién está el Señor.

      Era por la tarde, estaba descansando un rato cuando al ce-
   rrar los ojos, me extrañó el color tirando a ladrillo que te-
   nía ante mi vista, abrí los ojos como para despejar y al ce-
   rrarlos nuevamente el mismo color estaba allí; entonces pensé
   si se trataría de una visión y me quedé así con los ojos ce-
   rrados y al momento observo, hacia el medio, como unas estre-
   llas pequeñísimas muy juntas en movimiento, hasta formar co-
   como un hilo dorado, haciendo un pequeño dibujo, y al desapa- 
   recer, allí mismo, aparece la cabeza de un reptil con la boca 
   abierta enseñando sus dientes grandes, algunos desiguales; me 
   quedé fijamente mirando porque todo en ella me decía era la 
   cabeza de un gavial que había visto en otra visión, pero en és-
   ta estaba en posición contraria, mirando hacia mi izquierda;              
   al desaparecer esta cabeza, en el mismo lugar, aparece un ojo,
   me quedé mirándole fijamente, con sorpresa porque, era un ojo
   hermoso que me miraba y al parecerse tanto a otro que me es 
   conocido, no supe que pensar y al estar confusa preferí no 
   pensar en ello, como diciéndole al Señor que no entendía na-
   da de lo que había visto. Lo explico como sucedió.

      Veo al grupo de los tres animales, grandes, se movian y es-
   taban algo separados, los veía como transparentes, pero eran 
   ellos, los envolvía una luz, algo especial que no sé explicar,
   se movian entre sí y siento una voz como del fondo de todo 
   ello; era una voz imperiosa como dando órdenes, desagradable,
   pero que no entendí lo que decia. Pensé en el infierno. No es
   facil para mí explicar esta visión. Sé que es horrible, pero
   es como si el Señor entre ello y yo pusiera una barrera que 
   me dejaba insensible, pero, me puse a rezar para que el Señor
   nos libre de todo mal, porque para siempre será quien entre
   en el infierno. Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, lí-
   branos Señor de todo mal.
   
      Lo que había en esta visión era como cuando se ve niebla
   hacia las montañas ocultando estas o como bruma sobre el mar,
   algo así era el fondo de esta visión y, como algo de lo mis-
   mo, sobresalía en ella formando como medias lunas pero de do-
   ble tamaño, veía gran número de ellos que imposible poder con-
   tar; todo ello estaba muy cerca de mi vista y aprecié como
   muy lentamente se movian hacia abajo, mientras en medio de
   todo ello estaban el grupo de los tres animales, uno de e-
   llos de mayor tamaño que los otros dos, iba delante, mien-
   tras los otros dos juntos lo seguían; veía sus cabezas y al-
   go de sus cuerpos, los veía como transparentes, con las bo-
   cas abiertas y me dió la impresión que también lentamente
   iban hacia arriba pasando por todo ello pero sin tragarse
   nada. Cuando desaparecen estos animales, en el mismo lugar,
   una de estas como medias lunas, empieza a cambiar de forma
   poco a poco, estirándose como si estuviese plegada como una
   acordeón, hasta tomar la forma como de un tronco de arbol de
   pequeño tamaño - dos metros más o menos - con un diámetro
   poco más de quince centímetros y al mismo tiempo se coloca-
   ba casi en posición vertical y bajó ocultándose de mi vista
   por donde habian desaparecido los tres animales.

      Todo pasó por mi vista en un instante. Veo una calle extre-
   cha con edificios por ambos lados, parecia una calle antigua,
   estaba llena de agua y entre el agua caminaban mucha gente, 
   todos en la misma dirección, con el agua hasta la rodilla, co-
   mo alejándose del peligro; el grupo más cercano a mi vista era 
   como si entre varios llevasen a alguien, evitando se mojara.
      En otra visión, anterior a esta, he visto simplemente mucho
   agua y, hacia una esquina, como arrastradas por la corriente,
   había ramas de árboles flotando. Entonces pensé que lo que ha-
   bía visto se trataba de una riada

      Veo al grupo de los tres animales, como transparentes, y al
   igual que alguna otra vez, uno de ellos iba delante y los otros
   dos le seguian bastante cerca, entonces me quedo mirando para 
   algo que a su izquierda había y me dí cuenta era una nación eu-
   ropea, solamente esta nación; mencioné su nombre, no obstante,
   contenplé el conjunto de esta visión, y me quedé nuevamente mi-
   rando el conjunto de esta nación, su forma, pero me extrañó su
   posición porque estaba como desencajada de sus fronteras, in-
   clinada en sentido opuesto.

      Pasó poco tiempo y veo como si hubiese una pequeña explo-
   sión pero con reflejos plateados y observo salian de una Cruz
   grande, oscura, colocada en sentido horizontal; me quedé mi-
   rando y me doy cuenta estaba colocada en medio de una nación
   europea, la misma nación de la visión anterior.
   
      Veo como un pez muy grande con la boca abierta, colocado en
   sentido vertical, sin aletas y, su cola quedaba oculta. En es-
   ta visión había claridad y lo que veía totalmente oscuro era 
   lo que había en ella. A más altura que el pez, como tres o
   cuatro metros, hacia una esquina, había parte de algo del 
   cual sobresalía como un pico corto de ave inclinado hacia 
   abajo por el cual salía un líquido sólido formando un chorro 
   y desde esa altura donde formaba algo de vuelta caia dentro de 
   la boca del pez. Cuando todo ello desaparece de mi vista, veo
   muy cerca de mi vista, desparramado, un líquido con mezcla de
   petroleo y, esto fue lo que me llevó a pensar que esta visión
   guarda relación con el petroleo. Esta visión la tuve el 5 de
   Julio de este año 2.000.
           
      Aparecen sombras, se movian, y yo pensé eran el grupo de 
   los tres animales porque muchas veces es así como después se 
   dejan ver, pero en este caso lo que ví después no fué a ellos.
   Eran como nubes oscuras, muy oscuras, con mezcla de otras me-
   nos oscuras formando como varias capas y de fondo como si las
   nubes dejasen un hueco veo como el firmamento azul, bordeado 
   por un lado de una nube blanquísima como si el sol le diese
   de lleno, ambas cosas hacian mucho contraste, con las capas
   de nubes oscuras, ello estaba muy cerca de mi vista y llega-
   do a este punto el trozo azul con su nube blanca empieza a
   alejarse de mi vista más y más mientras al mismo tiempo las
   nubes oscuras y menos oscuras iban formando como un tunel y,
   allá lejos como un día expléndido, ello me indicaba la sa-
   lida.

      Pasaron muy pocos días veo cerquísima de mi vista algo
   un poco más claro de lo que es normal cuando se está con 
   los ojos cerrados y por ello me quedé fijamente mirando y,
   al igual que en la visión anterior ello empezó a alejarse
   de mi vista más y más hasta darme cuenta que como envuelto
   en sombras lo que tenía ante mi vista era como un tubo lar-
   go como de tres metros de diámetro y allá lejos aquello más
   claro me indicaba el final del tubo y su diámetro era in-
   ferior al tubo; la salida del tubo se oscureció quedando to-
   talmente cerrado, envuelto en sombras que formaban el tubo
   vacio de contenido. Me quedé pensando si esta visión sería
   complemento de la anterior.   
     
      Veo, como cuando un cohete hace explosión, pero en este
   caso su trayectoria dejó estela; entonces veo hacia abajo
   en una esquina al grupo de los tres animales, sus cabezas,
   estaban muy juntas, con la boca abierta, todo ello envuel-
   tas en algo que imponía ver, era como cuando hace mucho ca-
   lor y el asfalto lo despide hacia arriba, es la comparación
   que yo puedo hacer, pero manaba de algo de color amarillen-
   to que como ya digo envolvía las cabezas de estos tres ani-
   males, aquello bramaba; observo que de allí salía en la mis-
   ma dirección que lo explicado anteriormente, formando este-
   la y se dejó ver algo con forma lo cual me llevó a decir
   como hablando conmigo misma, parece un misil.
  
      Veo una pequeña Cruz apoyada en un Caliz del mismo tama-
   ño, Cruz y Caliz estaban de pié apollados en el mismo pun-
   to pero la Cruz por delante. He dado muchas gracias al Se-
   ñor por esta visión que encierra tanto y tanto para nues-
   tro bien. En estos tiempos que vivimos donde la escala de 
   volores morales se van esfumando, el Señor nos invita a 
   amarle sobre todas las cosas, Cruz y Caliz van unidos pe-
   ro, quienes permanezcan fieles a Él vivirán para siempre.
          
      Un rostro horrible aparece ante mi vista, como horro-
   rizado por algo, tenía la boca abierta con la lengua fue-
   ra retorcida; yo miraba y no miraba porque lo que veía 
   me hacia pensar si no sería el mismísimo satanás. Cuando 
   se fue de mi vista veo como un hilo que empezó a dar 
   vueltas formando como un remolino y empezó a coger tal 
   velocidad que cuando se paró lo que pude ver era como un
   pozo muy hondo oscuro.

      Aparece algo en movimiento de donde salian como chis-
   pitas plateadas, se acerca a mi vista y veo como una pa-
   loma blanca, volando a toda prisa y cada vez que cerraba
   y abría las alas salian como chispitas del color platea-
   do y era ello lo que me impedía verla con toda claridad.
   Me quedé pensando en esta paloma que me recordó la pri-
   mera visión de esta historia donde otra paloma abria sus
   alas emprendiendo el vuelo. Al igual que entonces le di-
   je al Señor que si era lo que yo pensaba me lo hiciese 
   saber de alguna manera, al pensar yo podía ser un alma
   que volaba hacia Él. Horas después satanás me atacó.
   Anterior a ello en compañia de algunos de mis hermanos
   fuímos a visitar a una persona la cual siempre tiene 
   su puerta abierta para recibirnos, y, según la escucha-
   ba veía yo como un reflejo de esta historia, por ello, 
   le hablé de mis visiones, exponiendo solamente algunas 
   que venían al caso. Se me ocurrió preguntarle si algu-
   na vez satanás le había atacado de alguna manera espe-
   cial y entonces nos contó de una noche, dos veces se-
   guidas le atacó y según explicó su caso, le atacó de 
   la misma manera que me ataca a mí. Acudió a San Miguel
   pidiendo ayuda y a la tercera vez de invocarle se vió
   libre. Le pregunté que podía decir de su experiencia  
   vivida y dijo: es horrible, horrible, repitió por se-
   gunda vez. Yo siempre que pienso en ello se me llenan 
   los ojos de lágrimas y le ofrezco al Señor esos momen-
   tos horribles por los que tengo que pasar por amor a
   Él.

      Esta visión es anterior a algunas ya relatadas, pe-
   ro la he dejado para el final de esta segunda parte.
   La tuve en la noche del 9 al 10 de Mayo de este año
   2.000. Veo trocitos desiguales cortados como de un hi-
   lo más o menos grueso iluminado; estaban colocados en 
   linea recta con un pequeño espacio en cada uno de e-
   llos abarcando como una luna llena pero sin formar cir-
   cunferencia. En el medio aparece una bandera de tamaño
   mediano con su pequeño mastil, la bandera no tenía co-
   lor, era como transparente, como sin cuerpo pero yo la
   veía como si tal fuera, entonces empezó a ondear y e-
   llo se acercó tanto a mi vista que su manera de ondear
   resultaba un tanto original, entonces aparece otra ban-
   dera por detrás pero muy cerca colocada de modo y mane-
   ra que sobresalía como medio metro hacia arriba y al ex-
   tremo, pero, las dos eran iguales y a las dos veía com-
   pletamente, como ya digo parecian transparentes, pero
   a la primera la ví ondear y la otra sencillamente la 
   vi desplegada. En la mañana de ese día hice un dibujo
   de esta visión y se lo enseñé a uno de mis hermanos 
   pero los dos nos quedamos sin saber que decir. Al no
   tener idea de lo que podía significar, otras visiones
   la fueron dejando a un lado; un día buscaba yo algo 
   en el cuaderno de apuntes y me encuentro con el dibu-
   jo de esta visión, me quedé mirando recordando pero
   seguí a lo mío. Pasó algo más de un mes y cuando me-
   nos lo esperaba por inspiración supe que, Victoria, 
   es su significado. Me quedé tan sorprendida y admi-
   rada y también por la forma tan sencilla como sucedió 
   que a partir de ese momento me ví liberada y ya nada  
   me importa mi ignorancia y torpeza cuando siendo el Se-
   ñor la Sabiduría Infinita, es Él quien se encarga de   
   que yo lo entienda si algo quiere que sepa. Muchas
   veces he pensado por qué el Señor se fijó en mí para 
   esta misión cuando hay tantas personas que me aventa-
   jan en todo y se desenvuelven en ambientes que por ser
   quien son, son también más dignas de crédito que yo.
   He tenido que tener esta inspiración para hallar la res-
   puesta. Que importa que una sea nada para quien es Todo.
   Como ya digo me quedé tan sorprendida y admirada que,
   mientras yo repetía una y otra vez, Victoria, mi pensa- 
   miento volaba hasta detenerse en la siguiente oración 
   que con relativa frecuencia invocaba. Fue a partir de 
   entonces todos los días rezo esta oración:

   Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha,
   sé nuestro amparo contra la malignidad y las insidias
   del diablo. ¡Impérele Dios!, te pedimos, suplicantes;
   y tú Príncipe de la celeste milicia con divino poder,
   lanza al infierno a satanás y a los demás espíritus
   malignos que vagan por el mundo para perder las almas.
   Glorioso Arcángel, defiende España y todas las naciones.
   Protege al Papa y su Iglesia, para que podamos ver pron-
   to el glorioso triunfo de los Sagrados Corazones de Je-
   sús y de María. Amén.                   


   Como me ha sucedido así lo escribo.
                                        
   Gracias, Señor mío y Dios mío. Madre de Dios y Madre  
   nuestra, gracias.

                           16-9-2000                   



ENVIA TU ESPIRITU SEÑOR
Y RENUEVA LA FAZ DE LA TIERRA. AMÉN.



Volver al índice.