La Imaginación (6)
Envuélveme Señor con tu Espíritu Santo, para seguir escribiendo según tu Voluntad
Después de poner la última fecha, 27-7-02, elevé mi pen- samiento diciendo: Hasta cuando quieras y como tu quieras Señor. Me sentía agradecida por su ayuda porque como siem- pre digo no es facil para mí describir lo que veo cuando además una percibe su parte de misterio tremendamente nega- tivo. Ha sido por esa fecha he visto lo siguiente: Era como un lago grande, había mucho agua, recorrí con la mirada su entorno y este estaba oculto a mi vista, pe- ro a mi izquierda, veo como un torrente y el agua entra- ba con fuerza en ese lugar, por ello pensé se trataba de una zona inundada. Fue en la noche siguiente veo como si estuviese llovien- do, era lluvia menuda pero copiosa. Durante unos quince días después, en diferentes noches he vuelto a ver la misma manera de llover; en una de estas veces al desaparecer la lluvia quedó ante mi vista algo mas bien oscuro y aunque se mantuvo un tiempo me ha sido imposible definir qué podía ser; igualmente otra vez, al tiempo que por detrás de la lluvia, según caía, había al- go que aún después de desaparecer la lluvia se mantuvo an- te mi vista y también no supe qué podía ser; en otra noche veo como una inundación y hacia el medio, entre el agua, había algo de tamaño grande totalmente inclinado como si fuese arrastrado por la corriente, aunque el agua estaba quieta; ha sido a continuación vuelvo a ver la misma mane- ra de llover como en visiones anteriores; es por ello me decía: sigo viendo llover. Durante esos quince días, una noche veo dos animales que me eran conocidos y, como en otras visiones que los he visto, estaban en posición horizonal como suspendidos en el espacio aunque no del todo frente a frente pero co- mo siempre abriendo y cerrando la boca, es ahí me es im- posible describir lo que encerraban sus gestos; uno de ellos levantaba la cabeza a la altura del otro, los dos enfurecidos, no sé si entre sí o ambos por alguna causa; me llamó la atención porque por primera vez los he visto llenos de luz en medio de mucha oscuridad. Sigo viendo al grupo de los tres animales, cuando estoy rezando son bastantes las veces que despuntan, veo sus ca- bezas abriendo la boca, se mueven; pienso les molesta que rece, otras veces los veo en tamaño mayor, parecen inquie- tos. Al igual que muchas veces me quedé mirando porque sé que, aunque sombras y tinieblas solo tengo ante mi vista, algo hay entre ello oculto que no veo; seguía mirando y, aparece un tronco de árbol en color natural, estaba como suspendido en el espacio en posición vertical, entonces fuí siguiendo con la mirada hasta su altura de bastantes metros, terminando con un corte como con sierra; la corte- za de este tronco era algo así como la del pino que abun- da en los bosques de este entorno pero no tenía, a pesar de su altura, corte alguno de canas; ha sido sorpresa pa- ra mí cuando al llegar con la mirada hasta el final del tronco, a pocos centímetros del final, brota del tronco un ojo mirándome fijamente; al verle y darme cuenta era sa- tanás con su mirada penetrante y todo lo que la envuelve, retiré la mirada mientras me decía qué podría significar lo que acababa de ver.¡ Padre mío! le dije, tu hija es muy ignorante...Como el Señor guardó silencio, pienso le basta con lo que he visto. Una tarde, descansando, tenía la sensación por lo que veía que alguién me miraba, cambiando de lugar su mirada, un modo quizá de llamar mi atención y, ha sido esto por lo que le dije al Señor que si era satanás lo alejase de mí porque nada que venga de él me interesaba; entonces me veo libre de aquella sensación y por un momento todo siguió nor- mal cuando de pronto veo un ojo que se acerca más y más a mí con tanta claridad y una mirada hermosa que, siempre que la recuerdo pienso en el Señor, aunque sabe muy bien que no me considero digna pero en el fondo de mi corazón sí que me alegro de lo que he visto. Una noche al despertar, aparece entre mucha negrura un rostro de mujer al cual desde el primer momento yo miraba con recelo porque todo en sí era una mueca, con su boca torcida hablaba y hablaba sin entenderle nada, aunque po- co me detenía mirando porque me daba miedo; empecé a re- zar por si necesitaba algo y me doy cuenta que aquella ne- grura que tenía ante mi vista todo me indicaba era como u- na parte de la tierra con sus entrantes y salientes a la orilla del mar y más allá como el horizonte; se fue de mi vista y yo seguí rezando cuando al poco veo una sombra ne- gra entre oscuridad y es entonces se transforma en un ani- mal como un toro negro destacando sus cuernos grandes, u- nos cuernos rectos hacia adelante, entonces hecha andar y al momento da la vuelta y veo, como si envistiera a unas sombras, pero no pude distinguir qué podrían ser la forma de estas sombras igualmente negras; al instante vuelvo a ver el animal como tratando de envestir hacia lo alto a o- tra sombra, esta bastante nublada, pero el animal no alcan- zaba a envestirla; todo ello destacaba porque de fondo se veía todo azul como si fuese el firmamento; lo que más me llamó la atención de este animal han sido sus cuernos muy diferentes a los de cualquier toro bravo. Otra noche me desperté, pienso que el Señor lo permite así, y me quedé atenta por si se trataba de otra visión al ver oscuridad destacando una sombra negra bastante grande y ha sido hacia el borde de esta sombra en un punto hacia mi izquierda detuve fijamente la mirada; veo despuntan u- nas cabezas de animales que de pronto pensé en el grupo de los tres con sus cabezas en sentido horizontal unas deba- jo de otras como formando escalera, pero cuando la cabeza de arriba sobresale y ya con toda claridad veo se trataba de una serpiente quedando las otras ocultas entre aquella sombra; lo que tenía ante mi vista era sobrecogedor, la veía en sombra con un fondo más claro como suspendida en el espacio a cierta altura, su cabeza ¡Dios mío! no era u- na vulgar serpiente, la cabeza fina y alargada, su manera de abrir la boca daba miedo, sin dientes ni aguijón, la tenía llena de una luz amarillenta viendo entre esta luz como si de fondo estuviese el firmamento azul visto a tra- vés de su boca abierta, algo especial que me llevaba a pensar por lo que veía lo que escribo, retorcía sus man- díbulas de manera impresionante al tiempo que veía parte de su cuerpo estirado, fino como su cabeza; sin duda para mí lo que he visto algo muy grave encierra. Ha sido ho- ras después, veo en posición contraria cómo otro animal, diferente a juzgar por la forma de su boca, la abría de manera que imponía verla; solamente de este animal veía su boca, la visión era oscura pero al estar envuelta en luz perfectamente veía todos sus gestos mientras pensa- ba en qué otra visión había visto esta misma boca como si lo que estaba viendo se repitiera pero entonces en sentido contrario; estoy segura. Era por la tarde, veo la cabeza de un animalito a juz- gar por su pequeña cabeza, solamente veía su cabeza, es- taba hacia mi derecha en posición horizontal, sobre lo que estaba quedaba oculto a mis ojos, entonces empieza a mover la cabecita dando con el hocico como golpecitos donde es- taba posado sin perder su ritmo y en sentido vertical cuan- do al poco de empezar de alli salía como una pequeña on- da expansiva alcanzando solamente como unos veinticinco centímetros de altura y más o menos de ancho, de color ro- jizo y, según el animalito seguía trabajando en esa direc- ción, la onda expansiva seguía saliendo extendíéndose uni- da en linea recta acercándose más y más hacia mí, permane- ciendo ante mi vista desde el punto de partida hasta donde la cabeza del animalito se ocultó. Su cabeza era redondi- ta no se parecia a ningún roedor que yo conozco. Poco rato después, en la tarde de la visión anterior, de pronto, veo una palabra escrita sobre no sé qué, pero no me ha dado tiempo a leer aunque sí quedó ante mi vista una letra en minúscula, era la letra "r" muy parecida a la escrita pero muy aumentada, parecia como hecha en cris- tal en color azul celeste con reflejos en otros tonos a- zules; para dar una idea era así: un palito, hacia la mi- tad del palito, partía otro hacia arriba separándose un mínimo hasta llegar arriba formando una pequeña vuelta terminando con un rabito hacia la derecha; me quedé mi- rándo al ser algo original. Al poco rato, veo como un pa- ñuelo mas bien blanco en movimiento en medio de oscuri- dad y es entonces me doy cuenta que más oscuro aún tenía delante como un vagón de un tren, último vagón y compren- dí que alguien, aunque sin verle, decia adios con el pa- ñuelo y veo como muy lentamente se pone en marcha el va- gón al tiempo que como en un abrir y cerrar de ojos veo en la chapa de atrás del vagon algo escrito en letras grandes formando circunferencia pero me quedé sin saber que decia al desaparecer todo de mi vista. Lo sucedido en esa tarde me ha dado que pensar y no pude por menos que decirle al Señor: ¡Jesús mío! Todo es- to es para mí algo así, sin pies ni cabeza. No obstante, recuerdo muchas veces ese adios con el pañuelo y esto si que es significativo. Veo despuntar al grupo de los tres animales como tan- tas otras veces, se van de mi vista y al instante veo a los dos animales que también me son conocidos suspendi- dos en sentido horizontal frente a frente abriendo la bo- ca de manera extraña. Ha sido a la noche siguiente vuelvo a ver lo mismo pero con la diferencia que al tiempo que veia al grupo de los tres, muy cerca estaban los dos en la misma posición. A ve- ces cuando veo estos dos animales más pronto o más tarde retiro la mirada por temor a ver lo que no quisiera y por ello pienso guardan relación con el sexto Mandamiento; ya lo he escrito anteriormente pero también pienso pueden en- cerrar otros significados. Otra noche observaba yo unas sombras entre claros y en- tre ello aparece un ojo tan cerca de mí que al ver era de de un animal me dió miedo y no quise seguir mirando; son reacciones que no puedo evitar, por ello pienso cuanto es el valor que el Señor me concede cuando me detengo y obser- vo lo que tengo ante mi vista. Pocas noches antes he visto otro ojo de animal totalmente diferente, al principio pen- sé que alguna persona me miraba por algo, era un ojo rasga- do, pero al acercarse mucho a mí y darme cuenta era super rasgado, algo fuera de lo normal, me quedé preguntándome de que animal podría ser un ojo así, como también me pre- gunto por qué me miran. Como el poder sobre todo mal está en el Señor, en Él confio plenamente, única manera de po- der vivir como si nada me ocurriera, es otra de las muchas gracias que el Señor me concede. Gracias, Dios mío, gracias. Otra noche estando yo como para seguir durmiendo veo un animal como echando algo por la boca con fuerza, algo así me ha parecido y fue esto lo que me llevó a prestar aten- ción; entre penumbra había un reptil negro, muy grande y aunque de él solo veía como unos metros, el ancho de su cuerpo así lo indicaba, estaba al ras del suelo sin mover- se, muy cerca de mi vista, colocado hacia mi derecha en diagonal, su cabeza no era alargada mas bien redonda, se mantenía quieto; mientras, yo observaba porque aquello que me había parecido echara por la boca por momentos se le acercaba y el reptil abría la boca desafiante, enton- ces retrocedia quedando semioculto a mi vista y vuelta a acercarse hasta que veo como abre la boca con rabia ha- ciéndole frente; era otro animal. Qué lejos estaba yo de saber lo que era porque lo que yo veía era algo así como diminutas partículas muy juntas formando como una sombra clara y a veces las partículas se extendian y la sombra cambiaba de forma según se movía. El reptil siempre sin moverse pero vigilante, le bastaban los movimientos que hacia al abrir la boca para defenderse. Después he com- prendido el por qué de lo que me había parecido al prin- cipio. Ha sido horas después, en esa noche, veo entre oscu- ridad ondear una bandera yo diría negra y al igual que he visto esta bandera en un mínimo de tiempo una noche de a- trás he visto ondear otra bandera pero esta azul; en am- bos casos me sucedió lo mismo, pensé no darle importancia aún sabiendo lo que había visto, era como si necesitase ver algo más para tenerlo en cuenta. Poco después de ver ondear esta bandera negra, la vuelvo a ver y según ondea- ba veo estaba colocada en un pequeño mástil colocado de- trás de algo así como una camioneta, se podía apreciar iba bastante cargada, a marcha muy lenta y como dando vai- venes como si el terreno estuviese mal; todo lo que expli- co lo veía en negro destacando su forma entre la oscuridad igualmente la bandera de tamaño mediano, y la he visto co- mo ondeaba varias veces más. Era por la tarde, me quedé mirando pensando se asemeja- ba lo que estaba viendo a las aguas de un río cuando por la corriente se forma como un hoyo y fue cuando con la mi- rada puesta en ese hoyo, allí aparece un ojo negro, gran- de, destacaba lo blanco del ojo; al verle iba a retirar la mirada pero nuestras miradas se cruzaron y al ver en su mirada como si la tuviese empañada me quedé mirando y, ya mas cerca de mi vista veo parte del entorno del ojo, la ceja negra, pero me llamó la atención el moreno de su tez hasta el punto de quedar con la duda de si esa perso- na era de raza blanca y más cuando pienso se mantuvo ante mi vista y tan cerca para que me diese cuenta del moreno de su piel como muy curtida por el aire y el sol. Otra tarde me doy cuenta que lo que tenía ante mi vis- ta en todo el espacio era de color rojizo, una vez visto, fue como escampando y el color rojizo desapareció quedan- do como nubecillas más y menos claras y alguna oscura; eché un vistazo a todo el conjunto y detuve la mirada en un punto oscuro que estaba más abajo, era como si yo es- tuviese a más altura, me fijé en ese punto oscuro porque parecia como una pequeña boca de un pozo y seguí mirando como para asegurarme de lo que veía y de pronto allí, apa- rece un avión de pequeño tamaño en color dorado y veo em- pieza a bajar al igual que un ascensor y desaparece de mi vista pero al instante aparece otro exactamente igual y le veo bajar hasta desaparecer como el anterior. Te sigo diciendo, Señor, que aquí me tienes, hasta cuando quieras y como tú quieras. Líbranos de todo mal. Santa María, ruega por nosotros. 29-9-02 En los últimos días de dar publicidad a mis últimas vi- siones nuevamente y en noches sucesivas he visto un escri- to, al principio lo veía borroso, las letras negras, yo lo miraba con cierta indiferencia mientras pensaba era satanás porque seguía escribiendo, en las noches siguientes poco a poco ya con más claridad hasta que, por fin, con toda cla- ridad; las letras como grabadas en un blanco mate dando la impresión se podría leer facilmente pero, solamente en u- na palabra de cuatro letras pude fijar la vista y veo que las tres primeras eran consonantes en minúscula pero la cuarta no pude distinguirla, lo intenté en otra palabra de tres sílabas pero sobre ella empezó como un fulgor en mo- vimiento que me impedía ver la palabra y me quedé mirando por lo original de lo que estaba viendo. Después de lo visto y que acabo de exponer me he pregun- tado cual será en realidad el significado de estos escritos que tantas veces he visto con diferentes matices y que, es ahora, son para mí como una interrogación... Y, sigo viendo llover. Una noche veo al grupo de los tres animales y a conti- nuación veo llover, la lluvia caía inclinada como si hubie- ra viento. Pasaron bastantes noches entre la visión anterior y vuel- vo a ver llover; al principio la lluvia caía suavemente pe- ro de pronto hubo un cambio bastante marcado a peor, así, por segunda vez y la lluvía caía con intensidad; me sorpren- de porque mirando lo que acabo de exponer nuevamente veo al grupo de los tres animales como contemplando lo que yo aca- baba de ver. Recordé, cuando tiempo atrás he visto más o me- nos lo mismo. Está escrito. Una tarde veo un ojo mirándome, y fue al fijarme en él me doy cuenta era de un animal, entonces en su entorno y en toda la visión se fué poniendo de un color rojizo au- mentando el tono más y más fuerte. En este mismo capítulo escribo sobre una visión donde he visto algo de lo mismo. Otra tarde, pasado un tiempo de la visión anterior, me fuí a descansar y al momento mi atención se fijó en un pun- to porque todo me indicaba que allí había un ojo semi ocul- to, pero, ha sido en otro punto donde apareció claramente semi ocultando parte de su rostro que, me hacia dudar si era el ojo derecho o el izquierdo de este rostro, por ello yo miraba con cierto recelo, hasta que no dudé era el de la izquierda en medio de un color tostado suave que abar- caba toda la visión, entonces le miré fijamente porque su posición parecia estaba mirando para otra parte y veo que su mirada estaba fija en mí con su pupila en el extremo del ojo para poder mirarme; al ver como me miraba retiré la mirada segura de quien era y la detuve en aquel color tostado que abarcaba toda la visión, a continuación abrí los ojos como un modo de comprobar la diferencia y al ver la luz del día, todo era diferente. Veo la cabaza negra de un animal abriendo la boca, el resto oculto entre sombra, estaba a mi izquierda según mi- raba y en la visión había claridad pero entre ella había como una nube clara que se le acercaba y por ello estaba furioso; me he dado cuenta era la cabeza del reptil negro sobre el cual en otra visión en este capítulo escribo se mantenía quieto al ras del suelo pero con los gestos de su boca se defendía de algo que al final supe era otro a- nimal que se le acercaba. En esta visión estaba con la ca- beza mirando hacia arriba. Noches después vuelvo a ver la cabeza del mismo reptil, a mi derecha, era como si hubiese una barrera y solamente asomaba la cabeza; yo le miraba sin caer en la cuenta era el de la visión anterior, hasta que, de manera imprevis- ta lo he visto tan cerca de mi vista con un movimiento de cabeza, no facil de explicar, que me he dado cuenta era el mismo; le seguí mirando a la misma distancia que al prin- cipio y como si retrocediera se ocultó; es entonces veo en esa dirección como unas nubecillas con diferentes formas pe- ro como transparentes, marcaban sus formas como un hilo de color marfil y fue entonces comprendí que por ello el rep- til estaba alerta. Estas formas como transparentes más o menos parecidas no me eran desconocidas, no sé decir cuan- tas veces las he visto mucho antes en otras visiones. Aparece un ojo como entre tinieblas y su rostro esta- ba en posición hacia arriba, según su posición para mi- rar hacia mí, su mirada la tenía como muy forzada, la te- nía como empañada y las facciones de su rostro como em- brutecidas por algo que lo atormentaba; empecé a rezar y aún se mantuvo cierto tiempo ante mi vista; cuando desa- pareció y según rezaba, despuntan, entre bastante penum- bra y hacia abajo de la visión, cabezas de animales sin poder asegurarme si eran el grupo de los tres, trataba de contarlos pero como se movían entre una sombra negra, igual que sus cabezas, me fué imposible saber los que ha- bía, siempre abriendo y cerrando las bocas hasta que reti- ré la mirada cuando uno se acercó mucho a otro, es enton- ces veo hacia arriba, como en el espacio, otras cabezas de animales que despuntaban entre otra sombra negra, yo miraba tratando de saber que animales eran, entonces veo entre la negrura que las envolvía parte del cuerpo de u- na serpiente que se deslizaba hacia arriba pero al mis- mo tiempo en dirección hacia un lado quedando su cabaza y el resto de su cuerpo ocultos entre aquella sombra; se- gún observaba el cuerpo de esta serpiente me he dado cuen- ta era el mismo que en otra visión en este capítulo es- cribo sobre esta serpiente y que de ella explico no tenía dientes ni aguijón; hacia el mismo lado que se deslizaba esta serpiente era donde despuntaban las cabezas que yo trataba de saber que animales eran, asi que, al ver lo que ví he pensado y pienso, eran las mismas serpientes que he visto formando como escalera en la visión donde, como ya explico, estaba la que no tenía dientes ni agui- jón. Pasado un tiempo una noche me despierto y me doy cuen- ta de lo que tenía ante mi vista; eran tres cabezas de serpientes colocadas unas tras otras en sentido horizon- tal, estaban muy juntas pero de manera que pude saber e- ran tres, iguales, de un color claro que no sé definir, destacaban entre su entorno, la que estaba en primera fi- la al estar de perfil, su ojo derecho destacaba y su mira- da la tenía fija en mí. Pienso es el grupo de las mismas que he visto juntas. Durante este tiempo fueron muchas las veces que he te- nido más o menos la misma visión, mayormente al despertar y poco después de ponerme a rezar. Las visiones eran en penumbra y en ellas hacia abajo había mucha negrura, a ve- ces despuntanban las cabezas de los tres animales, me daba cuenta eran ellos, pero otras veces me quedaba con la duda de si eran ellos y si eran más los animales, se movían y también entre la negrura veía movimiento. A veces estas vi- siones se mantenían con insistencia ante mi vista según reza- ba, como también se alternaban con otras donde me daba cuen- ta como satanás me miraba. Por todo ello pensé si no sería cosa de satanás para entretenerme y decidí mostrarme indi- ferente, pero ha sido a la noche siguiente al ver lo que ví, me llevó a considerar que el Señor lo permitía así al igual que todas las visiones. Como ya explico, ha sido a la noche siguiente entre pe- numbra, veo la cabeza de uno de los tres animales como cuan- do se transforman que parecen mostruos, estaba mas bien de perfil como mirando hacia otra parte, le miré y seguidamen- te tengo ante mi vista algo completamente diferente; en co- lores naturales veo una cepa, el tronco de esta cepa era completamente recto, tenía una altura como de metro y me- dio, arriba del tronco estaba cortado como con sierra y allí y del troco salian dos canas finas una a cada lado co- mo dos brazos en cruz, ambas canas cortas, doblaban hacia abajo por el peso de un racimo de uvas que colgaba en cada una de las canas; contemplé lo que tenía ante mi vista y detuve la mirada en uno de los racimos de uvas porque ha- cia arriba, en el racimo, destacaban un grupo de uvas con un color oscuro como si estuviesen podridas y, con la mi- rada puesta en ellas, desaparece la visión. Una noche me atacó satanás y aunque grité y grité mien- tras pedía ayuda al Señor, al verme sola, por un momento pensé me iría a dormir cerca de mis hermanos pero al darme cuenta de haberlo pensado me armé de paciencia y con fe y esperanza empecé a rezar: Padre nuestro que estás en el Cielo...; según rezaba noté en una de mis manos como si sa- liese una fuerza superior a la que me invadía y en el acto me veo libre. Entonces sentí el contacto del Crucifijo que tenía en esa mano y no dudé había sido el Señor quien me libró. En esa noche me ha vuelto a atacar, fué horrible, hasta el punto que le pido al Señor me ayude a olvidarlo y nada mejor que manifestarle todo mi agradecimiento por- que por más que lo intente, el Señor no le permite me haga daño espiritualmente ni fisicamente. Días después recor- dando todo ello no he podido contener las lágrimas, como en este momento no las puedo contener; cuando me ví libre no pude por menos que preguntarle al Señor el por qué de esto; en esta historia era la segunda vez que se lo pregun- taba, pero al instante lamenté habérselo preguntado por- que mi confianza en el Señor es superior a todo. Él sabe que así es; cuando tantas veces percibo a satanás cerca, me pongo bajo su protección, invocando a la Santísima Vir- gen me cubra con su manto y a San José le pido que impida que se me acerque; me quedo tranquila y entonces de mane- ra especial pido por los moribundos ¡oh San José! protége- nos y llévanos a Jesús infinitamente Misericordioso. Lo sucedido en esa noche me llevó a recordar lo sigui- te: Hace bastante tiempo tuve una visión: Veo una mano con la palidez de la muerte, la mano abierta, los dedos muy largos y en posición hacia arriba; al verla no dudé era de satanás mientras miraba como lentamente iba subiendo co- mo bordeando algo oculto a mis ojos, entonces a poca altu- tura veo un Crucifijo colocado en sentido horizontal sobre algo oculto a mi vista; al ver al mismo tiempo mano y Cru- cifijo, me he dado cuenta que lo que estaba oculto era una de las mesitas de noche de mi habitación; la mano seguía subiendo y al llegar arriba, con sus dedos largos, alcanzó el Crucifijo al tiempo que me doy cuenta era el mio, y ya en su mano cerró el puño y le dió la vuelta quedando el Crucifijo con la cabeza hacia abajo. Como yo tenía en mis manos el Crucifijo, comprendí que lo que acababa de ver simbolizaba la rabia y el coraje, por no decir, odio, que tiene satanás, porque me refugio en Jesús Crucificado pa- ra que su maldad no me alcance. He escrito y escribo que lo importante no está en que nos sucedan cosas, y sí, en permanecer fieles al Señor. Otra noche veo sombras negras como entre tinieblas, en unas parecia estaban el grupo de los tres animales y en o- tras había movimiento, estaban insistentemente ante mi vis- ta mientras yo rezaba; de pronto decidí abrir los ojos pa- ra no seguir viendo lo que tenía ante mi vista pero, igual- mente se mantenía la visión como a unos setenta centíme- tros de mi vista que, entre la oscuridad de la habitación me causó cierta impresión, por ello, los vuelvo a cerrar y, es entonces veo, de manera inexplicable, pasar la figura de una mujer, alta y delgada, llevando un carrito propio de niños recien nacidos, y veo hacia un lado un grupo de niños de corta edad pero solamente uno destacaba entre el grupo, estaba de pié, con su delantalito a rayas azul cla- ro mientras los otros estaban como si estuviesen sentados en el suelo; yo fijé la mirada en el que estaba de pié y él en posición como mirando hacia mí. Me quedé un tanto pensativa con lo que acababa de ver algo tan diferente a lo que estaba viendo; pensé no tenerlo en cuenta, al tiem- po que me decia: ¿por qué? si lo he visto. El caso es que lo que he visto, aún lo tengo grabado en mi mente. Una noche dudaba yo si lo que estaba viendo eran el gru- po de los tres animales o sería otra cosa, pero al instan- te, el Señor permitió no tuviese duda al ver un ojo de uno de los animales fijo en mí. Dos o tres noches después nuevamente dudaba yo si allí estaban el grupo de los tres animales cuando vuelvo a ver el ojo de uno de ellos y aparece el tercero que estaba o- culto a mi vista. En ambos casos he dado gracias al Señor por sacarme de la duda. Otra noche vuelvo a ver llover con fuerza, y seguidamen- te entre oscuridad veo un grupo de cabezas todas con el ros- tro hacia arriba abriendo sus bocas reflejando mucho sufri- miento; no podía dormir pensando en ellas y decidí rezar el Santo Rosario por estas personas. Durante todo este tiempo a veces observaba lo siguiente: Había ante mi vista sombras negras entre otras color lila cambiando de forma y de lugar; esto no era nuevo para mí pero al tener estas visiones con cierta frecuencia empecé a pensar qué podrían significar; en dos visiones más, en- tre estas sombras negras y lila se cruzó otra de color ver- de amarillento; una tarde me fuí a descansar y de pronto veo como una sombra negra en sentido vertical abarcando la altura de la visión; me llamó la atención el movimiento de esta sombra que, como una ola que pasa sin romperse, vuel- vo a ver lo mismo varias veces más; recordé todas estas vi- siones y le pregunté al Señor cual era el significado, por- que Tú, Señor, le dije, sí que lo sabes, lo sabes todo Se- ñor. En ese momento sentí algo en la habitación que se lle- vó mi atención pero al quedar nuevamente todo en silencio al momento veo a cierta distancia una Cruz grande, oscura, y más cerca de mi vista veo una sombra oscura que lentamen- te se movía hacia la Cruz al tiempo que el color de esta sombra se iba aclarando y al estar bastante cerca de la Cruz veo como terminó de aclararse quedando todo como la luz del día que abarcaba la visión. Me quedé pensando si con lo que acababa de ver, el Señor me abría dado la res- puesta. Otra noche al despertar veo cerca de mi vista la cabeza de un gatito colocada al ras del suelo tranquilamente mi- rándome; le miré yo también tranquilamente, el pelo de su cabeza de un amarillo tostado pero su cuerpo quedaba ocul- to por otra piel más grande como de un tigre, cuya piel es- taba colocada al ras del suelo como una alfombra; sobre es- ta piel algo había que me impedía verla con toda claridad pero era del mismo color que el pelo de la cabeza del gati- to y tenía como unas fajas en blanco. La cabeza del gatito despareció y en su lugar veo la cabeza de una fiera sobre la cual también algo me impedía ver con toda claridad; es- ta cabeza por su tamaño sí encajaba con el tamaño de la piel que como ya digo, estirada al ras del suelo parecía una alfombra hecha de la piel de un animal; la cabeza de esta fiera se movía, sus ojos como centelleando y su ho- cico como de color marrón y más bien alargado, por ello mientras lo observaba trataba de saber si era en realidad la cabeza de un tigre y, desaparece de mi vista. La vi- sión era en color, vista como en pleno día. Una noche veo como si estuviese lloviendo, así lo creía, pero, como ello seguía sucediendo y yo observaba, de mane- inexplicable para mí, me llevó a pensar según la forma que iba tomando, como si alguién sin ser visto fuese marcan- do a rasgos más o menos cortos, la forma de una melena lar- ga abundante y, me veo sorprendida cuando en vez de un ros- tro de cualquier persona aparece la cabeza de un animalito que me era conocido; su rostro miraba hacia mí y nuestras miradas se cruzaron pero acto seguido se puso más bien de perfil, tenía la palidez de la muerte al tiempo que refle- jaba mucho sufrimiento, estaba con la boca abierta llena de algo como humo pero de color marrón claro, como si ello fuese la causa de su sufrimiento. Me quedé pensando por qué me resultaba familiar el rostro de este animalito y por más vueltas que le daba me era imposible saber donde había vis- to algo así, hasta que por fin recordé había sido en un do- cumental por la televisión, creo era por algún lugar de A- sia, de la familia de los cuadrúmanos pero no sé decir e- xactamente de que especie, eran pequeños, con pelo blanco. Era por la tarde; me quedé mirando porque despuntaban entre oscuridad como un grupito de puntos blancos y entre sí se movían; como todo me indicaba que allí había algo yo seguí mirando y aparece la boca de un animal negro en- vuelta en algo como una pequeñísima nube muy blanca con un brillo, para dar una idea, como si el sol le diese de lle- no, por ello el contraste de lo que estaba viendo; la boca este animal la tenía abierta y por un momento dudé si era de alguna persona pero convencida me quedé se trataba de la boca de un animal; se fue ocultando lentamente abrien- do y cerrando la boca hasta quedar en el punto exacto don- de yo podía apreciar cómo, cuando abría y cerraba la boca, le salía algo de color verde amarillento y se extendía co- mo una mancha alternando con otra oscura, así unas cuantas veces al tiempo que de fondo destacaba algo de color lila, como si la cabeza del animal estuviese sobre ello. Recor- dé las visiones donde sombras o manchas con estos colores he visto y me pregunto si todas ellas guardarán alguna re- lación. Veo parte del firmamento, de fondo azul pero cubierto con muchas nubecillas pequeñas más o menos claras y gri- ses; a bastante altura, como en el espacio, había una sombra negra, eran el grupo de los tres animales donde solamente se distinguía la forma de sus cabezas, las mo- vían entre sí abriendo y cerrando la boca de manera que al igual que siempre imponía verlos. El entorno era cla- ro como la luz del día. Durante este tiempo, una tarde, detuve la mirada en un punto y veo algo asi como una flor que se abre, desapare- ce y así cuatro o cinco veces, entonces y allí veo un ojo con el párpado cerrado, lo fue abriendo y veo cómo de su pupila salía lo que ya explico. Este ojo me es conocido y cuando le veo detengo la mirada porque es una mirada muy grata para mí. Pasado un tiempo lo vuelvo a ver y le mi- ré y miré hasta que desapareció. Después, contemplando el dulce rostro de Jesús grabado en una estampa que durante el día y noche tengo presente, me quedé mirándole al tiem- po que le decia: Tú sabes Señor, que cuando veo esa mira- da pienso en Tí, porque todo me dice que esa mirada es la tuya, Señor, y sabes también, lo mucho que me conforta. ¡ GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y EN LA TIERRA PAZ ! 6-1-03 En la noche siguiente a la fecha que anteriormente in- dico, veo como un escrito en el espacio, lo veía borroso como escrito en tinta negra, ha sido cuando se acercó a mi vista, observo que lo que formaban los renglones como un escrito, eran diminutas circunferencias marcadas en tinta negra; según las miraba, a veces distinguía entre ello al- gunas letras, algo dificil para mí de explicar supuesto que al instante desaparecian quedando ante mi vista sola- mente las diminutas circunferencias; me quedé muy fijamen- te mirando para algunas de estas circunferencias porque al- go en ellas me decía que no estaban vacias de contenido y, tratando de asegurarme de ello, desaparece la visión. Una tarde, dos días después de lo escrito anteriormente, vuelvo a ver un escrito borroso y según lo miraba, aparece hacia un lado, pero entre ello, un ojo con la mirada fija en mí, al mirarle y encontrarme con satanás, retiré rapi- damente la mirada; es algo superior a mí mirarle frente a frente. Una noche, en la primera quincena de Enero, veo al gru- po de los tres animales, formaban los tres una sola sombra negra, en las cabezas de dos de ellos puse la máxima aten- ción, son los de cada extremo, porque, el que está siempre en el medio mayormente se ve un poco más abajo como en es- ta visión; formaban como un hueco entre ellos, los dos, u- no en cada extremo, sus cabezas estaban a la misma altura y frente a frente pero separados entre sí dejando así abier- to el hueco que formaban en su conjunto; estaban tremenda- mente enfurecidos y la forma de mover sus mandíbulas con la boca abierta, horrorizaban, nunca les he visto dientes y quizá por ello retuercen las mandíbulas de manera extra- ña; cuando los veo así es cuando digo yo parecen otros, como si se transformaran, no obstante, sea de una forma u otra nunca les he visto dientes y aunque en ambos casos im- ponen, es de manera diferente; los veía a bastante altura como en el espacio y por un momento a más altura que ellos veo parte del firmamento, azul, pudiendo darme cuenta ha- bía poca distancia entre ellos y el firmamento; dejé de ver el firmamento y seguí mirando mientras pensaba el por qué de su actitud, cuando nuevamente veo el firmamento, lo ve- ía al fondo a poca distancia de los animales entre el hue- co abierto que ellos formaban pero hacia arriba, es enton- ces detengo la mirada en lo que veía en el firmamento, era del tamaño de la luna cuando se la vé expléndida en una no- che de luna llena, o quizá algo mayor, pero lo que yo esta- ba viendo era completamente azul, se distinguía perfecta- mente del tono azul del firmamento; esta visión era comple- tamente clara y, mientras miraba para todo el conjunto, de- saparece la visión. Horas después he preguntado qué astro o planeta o lo que fuere, si es que se sabía, había en el firmamento co- mo lo que he visto y, a mi pregunta, fue días después sí me han informado sobre algo que, algunos astrónomos ob- servan... Por mi parte me limito a explicar lo que he vis- to. Veo como una extensión de terreno, totalmente blanco, se acerca a mi vista y era como pedregoso, como si fuesen piedras lisas redondas de un tamaño como pelotas de pin- pón o algo mayor; el terreno era más bién llano y, bastan- te cerca de mi vista veo sobre el terreno como una nube oscura con algunos claros y al moverse en dirección hacia adelante, como estirándose, ha sido su manera de moverse se asemejaba al movimiento de un reptil, cambiando la nube de forma, abriendo más o menos claros según se deslizaba. Me quedé mirando para un punto plateado que se movía en medio de oscuridad y volvía hacia el punto de partida, has- ta que de allí empezaron a salir como puntitos plateados a- briéndose hacia afuera; yo seguía mirando para saber en qué paraba lo que estaba viendo, entonces hacia abajo de la vi- sión, más hacia la derecha, veo algo así como parte de una cordillera, todo el conjunto negro, y de abajo, entre los altibajos, subían llamas de fuego como si de una hoguera se tratara; según mi posición me impedía ver lo que quemaba. Veo, algo más bien redondo, la superficie no era lisa, todo ello de color rojizo, estaba como suspendido en el es- pacio hacia un lado en el extremo de la visión a mi dere- cha; me quedé mirando tratando de saber qué podría ser y detuve la mirada en cierta parte, hacia arriba de ello, donde sobresalía algo que, a tras luz, destacaba y, según miraba y miraba para asegurarme, pensaba yo parecian como pelos de punta cortos, entonces se acerca a mi vista y veo que, lo que cubría el resto de lo que estaba viendo, era abundante pelo corto destacando sobre el pelo un rizo for- mando vuelta más largo que el resto del pelo, siendo ahí donde detuve la mirada, entendiendo entonces estaba en lo cierto al pensar que lo que veía a tras luz eran pelos de punta; ya a la misma distancia que al principio pero sin saber qué era lo que estaba viendo, seguía mirando cuando, sucede algo que trataré de explicar: veo en la parte don- de estaban los pelos de punta, como si alguien oculto a mi vista, siguiese la linea de una circunferencia y, era de esta linea salían los pelos de punta entendiendo yo, según iba viendo, que el abundante pelo corto con el ri- zo muy marcado era lo que cubría esta circunferencia; al cerrar la linea la circunferencia, veo se abre en ese pun- to formando hacia dentro una boca pequeñísima y, era ha- cia arriba de ella veía los pelos de punta con todo lo de- más como al principio de la visión cuando aún no sabía qué era lo que estaba viendo; me quedé mirando pensativa por- que al igual que a tras luz destacaban los pelos de pun- ta, así a tras luz veía la forma de esta boca abierta, resultando sorprendente esta pequeñísima boca, su forma, ante el tamaño de lo que estaba viendo y, digo: es un ani- mal, mientras seguía mirando un tanto sorprendida con lo que estaba viendo, hasta que, termina la visión. He de explicar que cuando lo que veo está a cierta dis- tancia y de pronto se acerca a mi vista yo no veo se mueve lo que estoy viendo y sin embargo el cambio es clarísimo para mí y viciversa, pienso que como el Señor sabe de mis pensamientos y dudas, ante lo que estoy viendo, me ayuda para que sepa hasta donde Él quiere que sepa. Veo rostros en posición hacia arriba destacando sus bo- cas abiertas con mucho sufrimiento, estaban a mi izquierda colocados en linea recta en más y menos distancia hacia mí terminando uno de estos rostros muy cerca de mi vista; de pronto, el más cercano a mí me pareció alguien conocido, y, al poner mi atención solamente podía ver su boca abier- ta y parte de su entorno, su piel blanca y fina me indica- ba era de mujer, tenía una dentadura fuerte y muy blanca pero ¡Dios mío! resultaba horrible el conjunto de su boca deformada por el sufrimiento. Recuerdo a todas las perso- nas que he visto sufrir y no puedo contener las lágrimas. ¡Oh Señor, ten piedad! Otra noche veo al grupo de los tres animales, la visión era oscura pero hacia abajo entre mucha negrura destacaban las cabezas de estos animales, se movían entre sí y ello me permitía observarlos mejor, los tres abrían y cerraban la boca cuando a uno de ellos le veo dentro como si fuese niebla espesa blanquísima y seguidamente al que está siem- pre en el medio, le veo lo mismo y a ambos, aquello, se ex- tendía por el entorno de sus bocas, tenía un brillo espe- cial, haciendo mucho contraste entre la negrura de sus cabezas, percibiendo al mismo tiempo algo funesto mien- tras los dos de los extremos se miraban frente a frente, acercaban sus cabezas y se separaban. Visiones como es- ta son para quedar pensativa por lo que en ellas se per- cibe. Me desperté y estando rezando veo entre oscuridad una serpiente toda ella negra, estaba a mi izquierda y muy cerca, cuya serpiente sin moverse del sitio sí movía su cuerpo y su cola formando curvas, como si estuviera al acecho y nerviosa, de largo no llegaba a dos metros pero gorda, a veces la perdía de vista pero era uno de sus o- jos el que quedaba ante mi vista, brillante, destacando entre la oscuridad, fijo en mí. Me sigue sucediendo lo que ya he escrito en su momento pero al sucederme con bastante frecuencia, ello me ha ser- vido para tenerlo claro; unas veces és al abrir los ojos y alli mismo con los ojos abiertos y otras allí en los ojos con estos cerrados. En este caso ha sido al abrir los ojos, fuera de ellos; veo como un rayo cuando hay tormenta, formando un pequeño dibujo, como sé que ello significa al- go imprevisto, inesperado, me puse a rezar pidiendo al Se- ñor por los que podían estar en grave peligro, estando re- zando veo un rostro entre tinieblas, muy cerca de mi vis- ta y frente a mí, a veces trataba de ocultarse hasta que, me aseguré no era otro que satanás; pienso se presentó por- que estaba rezando y no convenía a sus planes. Le veo, ob- servándome, con mucha frecuencia. Como tantas otras visiones, en esta, había oscuridad y, hacia abajo, entre negrura, en un punto detuve la mirada tratando de saber qué había allí; de pronto de manera ines- plicable leo " MINISTRO " las letras en blanco entre aque- lla negrura, del estilo como las que acabo de escribir, al vuelo pude leer esta palabra inesperada para mí; al leer esta palabra y segura de ello al instante desaparece y veo como allí estaban el grupo de los tres animales, destaca- ban las cabezas de los dos de los extremos, enfurecidos, se miraban entre sí mientras el del medio quedaba oculto pero ha sido sobre su lugar donde acababa de leer esa pa- labra. Sucedió en la noche del 4 al 5 de este mes de Mar- zo; horas después hice comentario con personas de mi con- fianza de lo que había visto y así como de otras visiones se pueden enterar cuando las escribo, de algunas, anterior- mente las comento. Ha sido unos días después, los medios de comunicación informaron de una muy triste noticia y, al enterarnos hemos recordado esta visión. Veo unos niños, eran tres; estaban a mi izquierda como sentados en el suelo y con sus espaldas apolladas en la pa- rez los dos primeros, seguido de ellos el tercero; los dos primeros muy iguales en su constitución, sobre unos cinco años, sus rostros estaban muy velados, entonces detuve la mirada en el tercero que como ya explico les seguía y, más pequeño, como de dos añitos, este niño apesar de la penum- bra que había en la visión lo veía con bastante claridad, estaba sentado un poco de lado sin apollo en su espalda en posición hacia mí, sus ojos brillantes que parecian dos lu- ceros, destacaban, tenía la barbilla un poco levantada pa- ra poder mirarme, así como yo para mirarle tenía que bajar la vista, me miraba fijamente con una sonrisa en los labios y la expresión en su carita, aún cuando la tengo grabada en mi mente no acierto a definir qué me quería decir, su piel de color chocolate con un aspecto sano y bien nutrido; nos miramos los dos unos segundos y la visión desaparece de mi vista. Me quedé triste al ver a los tres solitos, pero des- pués, recordando su carita sonriéndome me ha confortado; con frecuencia recuerdo esta visión y le sigo preguntando al Señor, qué me querría decir con su expresión... Estaba desprocupada con mis pensamientos cuando algo lla- mó mi atención hacia mi izquierda; se trataba de un animal de color amarillo tostado, algo había que me impedía saber qué animal era, de tamaño más grande que un león, parecía inquieto a juzgar por sus movimientos, estaba como dentro de un pozo ancho y no muy alto, pero lo suficiente para no poder salir; para verle, yo tenía que mirar para abajo, co- mo si yo estuviese a la orilla, arriba del pozo; el animal, como consciente de ello, estiraba cuello y cabeza hacia mí con la boca abierta, una boca muy grande donde podría caber un balon de jugar al futbol, estaba muy enfurecido. Una noche de atrás nuevamente me atacó satanás; estaba durmiendo y, me siento atrapada, como es algo inconfundi- ble para mí, al darme cuenta mi reacción fue gritar, des- pués pedí ayuda al Señor y a su Santísima Madre pero yo seguía atrapada mientras pensaba que ante la fuerza de ese espíritu yo no podía hacer nada al pretender intentar e- charlo de mí; seguía gritando pidiendo ayuda al Señor y al decir: ¡Jesús mío! me veo libre; en el acto sentí en una de mis manos el Crucifijo que tenía cerca de mis labios y besé los pies de Jesús y através del Rosario que tenía en la misma mano le dí otro beso a nuestra Madre del Cie- lo mientras satanás me enseñaba el entorno de su boca ne- gra como un tizón, abierta, con unos dientes pequeños se- parados entre sí con la expresión de una fiera rabiosa; retiré la mirada y aunque pensé si me atacaría de nuevo era tal la tranquilidad en mí, como si nada me hubiese sucedido, que, esa tranquilidad me ayudaba a mirar otras sombras donde despuntaban las cabezas del grupo de los tres animales. Temo el momento que me vuelva a atacar, pero no me impide estar tranquila, solamenmte el Señor sabe porque se lo permite, quizá algún día el Señor per- mita que yo también lo sepa. Te doy gracías, Señor, por que me concedes la gracia de saber lo horrible que és es- tar en su poder y eso sin otros tormentos, permites que mi voluntad sea libre pudiendo acudir a Tí para que ven- gas en mi auxilio, porque mi confianza la tengo puesta en Tí. Pienso que esto algo tiene que ver para los que envueltos por el pecado, atrapados en él lo dan todo por perdido, que sepan que como a mí, su voluntad es libre y acudan al Señor para verse libres con la confianza de que el Señor, aunque parezca ausente siempre escucha. ¡Qué sería de mí, si así no fuese! Gracias ¡Dios mío! nuestro Salvador. Sigo viendo ojos que me miran, he visto el rostro de u- na mujer y aunque pasó por mi vista con cierta rapidez su rostro con sus ojos azules, quedó grabado en mi mente y facilmente me he dado cuenta quien era, su rostro no era de felicidad. ¡Oh Señor! os pido por todos, descansen en paz y ten misericordia de nosotros, también os pido, Se- ñor, por un mundo donde se haga Tú Voluntad, única manera de vivir en paz todos los pueblos. ENVÍA TU ESPÍRITU SEÑOR Y RENUEVA LA FAZ DE LA TIERRA 27-3-2003