PRIMERA PARTE

EPIFANÍA MARIANA

(1961)

 

CAPÍTULO I

COMO EN EL PRINCIPIO

 

 


 

En el principio creó Dios el cielo y la tierra

  Así nos da la Biblia el comienzo de todo, y más especialmente, el comienzo de la Historia.

  El pueblecito montañés de San Sebastián de Garabandal

   Un domingo como otro cualquiera  junio de 1961. Día 18, domingo. Santos: Efrén, doctor de la Iglesia; Marcos y Marcelino, mártires...

  en el seno de la Iglesia Católica Romana se está preparando un nuevo Concilio Ecuménico: va a ser el Vaticano II. Lo convoca Juan XXIII, el "Papa Juan",

  En esta grave hora de la Historia, en que tantas cosas pasan o se preparan en el mundo, a nadie se le ocurre que en San Sebastián de Garabandal pueda pasar algo

  El jefe de la Guardia Civil en el ayuntamiento de Río Nansa el brigada don Juan Álvarez Seco da esta descripción de Garabandal

 


 

 

En el principio creó Dios el cielo y la tierra

 

"En el principio creó Dios el cielo y la tierra

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"Y dijo Dios: Que la tierra verdee de yerba, de yerba con semilla, y tenga árboles frutales que den fruto según su especie. Y así fue... Y vio Dios que estaba bien.

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"Y también dijo Dios (al hombre): "Ahí os doy cuantas yerbas de semilla hay sobre la haz de la tierra toda, y cuantos árboles producen frutos de simiente, para que os sirvan de alimento" (Gén. 1, versículos 1, 11 y 29).

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"Y dijo la serpiente a la mujer: "No temas. ¡El día que comáis de ese árbol...!" Vio entonces la mujer que el árbol era de buen fruto para comer, y verdaderamente seductor..., y alargó la mano, y comió" (Gén. 3, 4-6)

 

Así nos da la Biblia el comienzo de todo, y más

especialmente, el comienzo de la Historia.

 

Así nos da la Biblia el comienzo de todo, y más especialmente, el comienzo de la Historia. Entran en escena (la primera y decisiva de nuestra "suerte"): Dios, el espíritu del Mal y una mujer, con el árbol de misteriosas manzanas, el primer pecado del mundo, el primer perdón de Quien lo ha hecho, y la puesta en marcha para nosotros de un vivir penoso, pero con esperanza.

Lo que así estuvo en el comienzo de la Historia  –la inmensa aventura del hombre–,  no ha faltado al comienzo de esta otra menor aventura que es la "historia de Garabandal".

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El pueblecito montañés de San Sebastián de Garabandal

 

El pueblecito montañés de San Sebastián de Garabandal (Tendrá como unas sesenta familias. Sus casas, de piedra, presentan una rústica y típica disposición; y están todas agrupadas sobre una loma o pequeña meseta, bastante irregular, que ofrece casi la forma de una y muy abierta.

Por la base o ángulo de esta y, que apunta hacia abajo, hacia los valles que desembocan en el mar Cantábrico, se entra en el pueblo, subiendo desde Cossío por un malísimo camino de unos seis kilómetros.

La parte superior de la y se abre hacia el Sur y Suroeste, hacia un grandioso "crescendo" de alturas que se cierran a un lado por la sierra de Peña Sagra, 2.016 metros, y al otro, más lejos y más al Sur, por la cadena de Peña Labra, el rocoso gigante, 2.010 metros, que otea buena parte de las provincias de Santander y Palencia, y de cuyas laderas corren aguas para tres mares: para el Cantábrico, para el Mediterráneo (por el Ebro) y para el Atlántico (por el Pisuerga). Garabandal es el último pueblo, por esta parte, hacia ese imponente despliegue de cumbres que, sin embargo, distan de él kilómetros de soledad y silencio, por parajes de hermosura bravía. Garabandal, finalmente, es casi vecino de los pueblos, rincones y alturas que inmortalizó José María Pereda en su novela "Peñas Arriba".) se venía pasando los siglos sin historia; pero cierto día...

 

Un domingo como otro cualquiera  junio de 1961.

"Día 18, domingo. Santos: Efrén, doctor de la Iglesia;

Marcos y Marcelino, mártires...

 

Los calendarios (Los calendarios que más abundan allí, son los de San Antonio de Padua que edita la revista "El Santo" de los PP. Capuchinos de Santander) de todas las cocinas están en la hoja del mes de junio de 1961. "Día 18, domingo. Santos: Efrén, doctor de la Iglesia; Marcos y Marcelino, mártires..." Bien, ¿qué más da?, éste será un día más entre los innumerables que van pasando sin que en el pequeño mundo de Garabandal ocurra nada. ¡Nunca ocurre nada que valga la pena!

Por el mundo grande, que está al otro lado de los montes, sí que ocurren cosas... La mayor parte de ellas son para inquietar. Pueblos y hombres hierven de insatisfacción, de apetencias, de problemas, de agitaciones, de preocupación por "el día de mañana", de guerras calientes o frías en los más diversos frentes. ¿Qué futuro nos espera?

 

en el seno de la Iglesia Católica Romana se está

preparando un nuevo Concilio Ecuménico: va a ser el

Vaticano II. Lo convoca Juan XXIII, el "Papa Juan",

 

Como un cultivo de esperanza y de compromiso frente a todas esas cosas, para las que no parece haber humano remedio, en el seno de la Iglesia Católica Romana se está preparando tan afanosa como ilusionadamente un nuevo Concilio Ecuménico: va a ser el Vaticano II. Lo convoca Juan XXIII, el "Papa Juan", como dicen familiarmente muchos: el hombre que a sus ochenta años habla de que inspiraciones y esperanzas se le dan de pronto en el alma como un brotar de flores en primavera (El 25 de enero de 1959, fiesta de la Conversión de San Pablo, y en su famosa basílica "extramuros", anuncia el Papa públicamente su propósito de convocar un nuevo Concilio.). Por su encargo, o a su conjuro, decenas de hombres eminentes se han puesto a hacer la auscultación de este mundo al que se quiere ayudar...(El 18 de junio de ese año el cardenal Tardini, presidente de la Comisión antepreparatoria, escribe a los cardenales, obispos, generales de órdenes religiosas, universidades católicas y facultades teológicas, pidiendo sugerencia y temas para el Concilio.)  y como fruto de tal auscultación, no tardarán en decirse en el aula universal del Concilio cosas como éstas: "El  género humano, en nuestros días, admirado de sus propios descubrimientos y de su propio poder, se formula con frecuencia preguntas angustiosas sobre la evolución presente del mundo, sobre el puesto y la misión del mismo hombre en el universo, sobre el sentido de tantos esfuerzos individuales y colectivos, sobre el destino último de las cosas y de la humanidad...

"La propia Historia está sometida a un proceso tal de aceleración, que apenas es posible al hombre seguirla. Todos corremos ya la misma suerte, y no podemos disociarnos en múltiples historias particulares... Una tan rápida mutación, realizada con frecuencia bajo el signo del desorden, engendra o aumenta contradicciones y desequilibrios.

"... De esta forma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene abierto el camino hacia la libertad o la esclavitud, hacia el progreso o el retroceso, hacia la fraternidad o el odio... Sus desequilibrios están conectados con ese otro desequilibrio verdaderamente fundamental que hunde sus raíces en el mismo corazón de cada hombre..., criatura enferma y pecadora, que no raramente hace lo que no quisiera, y deja de hacer lo que querría y debería llevar a cabo" (Constitución "Gaudium et spes", números 3, 5, 8, 9 y 10).

 

En esta grave hora de la Historia, en que tantas cosas

pasan o se preparan en el mundo, a nadie se le ocurre

que en San Sebastián de Garabandal pueda pasar algo

 

En esta grave hora de la Historia, en que tantas cosas pasan o se preparan en el mundo, a nadie se le ocurre que en San Sebastián de Garabandal pueda pasar algo: el pueblo parece bien anclado en la incomunicación y el alejamiento, y la vida en él sigue, poco más o menos, como desde hace muchos años, como desde hace, tal vez, varios siglos. "Hoy, como ayer; mañana, como hoy; y siempre igual. Un cielo gris, un... " (De un poema de Bécquer).

Bueno, en San Sebastián no siempre es gris el cielo, a pesar de su enclave en la húmeda franja cantábrica; pero sí es bastante gris y monótona la vida de sus habitantes: las vacas, las mieses, los prados, los invernales, con todo lo que sobre esto trae el girar perpetuo de las estaciones..., y entre ellos, las tertulias en la cocina (¡aquí sí que tiene sentido eso del "hogar"!), los encuentros, como cristianos, en la casa de Dios, que es el hogar mayor del pueblo, algún lío de vecindad...; y como noticias poco corrientes, que interesan a todos: que si la Carmen ha tenido un crío, que si la Pili se va a casar, que si el chico de Juan vuelve de la mili, que si las campanas tocarán en seguida a muerto por el tío Gervasio.

Más de una vez, por los caminos o veredas que suben y bajan en torno a Garabandal, habrá sonado en otro tiempo la robusta canción: "No sé qué tiene la mi aldea, que a mí me encanta, que a mí me atrae..."; pero lo cierto es que la gente joven va sintiendo cada vez más otras atracciones: quieren salir de este rincón, donde ya no ven provenir echarse al mundo, que puede ofrecer tantas oportunidades... Los mayores si siguen apegados al pueblo, a veces por cariño, a veces por necesidad, y con talante de entereza o digna resignación van manteniendo lo que recibieron de sus mayores. En cuanto a los niños..., los niños aquí, como en todas partes, están para jugar, hacer recados, o montar a escondidas alguna travesura.

 

El jefe de la Guardia Civil en el ayuntamiento de

Río Nansa el brigada don Juan Álvarez Seco da esta

 descripción de Garabandal

 

Por los días en que va a empezar nuestra historia, está de jefe de la Guardia Civil en el ayuntamiento de Río Nansa el brigada don Juan Álvarez Seco. De él es esta descripción:

"Garabandal es una pequeña aldea montañosa compuesta por unos setenta vecinos... Las costumbres de sus habitantes son primordialmente religiosas. Jamás olvidan, por ejemplo, el rezo del "Ángelus", tan pronto como el reloj señala las doce horas del día. Por la tarde rezan siempre en la iglesia el santo rosario, que dirige el párroco, si está, y si no, la maestra u otra vecina del pueblo. Al entrar la noche, la mujer de Simón (madre de Jacinta) sale por el pueblo con su farol y una campanilla para invitar a los vecinos a orar por los difuntos y hacer así las últimas oraciones de la jornada. Los domingos, después de haber asistido todos a la santa misa en la antigua y humilde iglesia, se toman un poco de descanso...; por la tarde, la juventud se reúne bajo los soportales, o al aire libre, y cantan o se divierten al son de la pandereta".

1961, 11-14

A. M. D. G.