CAPÍTULO II

 2.ª PARTE

 

 

LOS FENÓMENOS

 

 


 

relato de la madre de Mari Cruz

   Prosigue el informe del P. Andreu

   Los espectadores

   El P. Andréu da a lo largo de su informe numerosos detalles sobre este punto de la relación entre niñas videntes y espectadores. 

LOS PINOS

 


 

"Las visiones de estas niñas de Garabandal no se pueden contra por días. A partir de julio se han ido multiplicando hasta tener, frecuentemente, varias cada día. En las horas ha habido mucha variedad: a primera hora de la mañana, poco después de comer...; lo normal, durante bastante tiempo, ha sido tenerlas de siete a nueve de la tarde; después han abundando por la noche, terminando en ocasiones a las cinco de la madrugada. No nos extrañe; dice el P. Royo Marín (Ilustre padre dominico, insigne como predicador, profesor y escritor. Nacido en Morella (Castellón), en 1913, lleva muchos años residiendo en San Esteban, Salamanca. Volverá a salir más adelante.) sobre la frecuencia de los éxtasis o visiones: "En algunos santos ha sido grandísima. Para Santa María Magdalena de Pazzis, San Miguel de los Santos y San José de Cupertino, algunos años de su vida no fueron sino una serie continua de éxtasis" (Teología de la perfección cristiana", núm. 465).

En cuanto a la duración de los trances, también ha habido mucha variedad. A veces ha sido cosa de pocos instantes, como de dos a cinco minutos (esto ha sido pocas veces, y siempre con motivo de algún aviso o nota referente a las mismas visiones, como "Hoy no vendrá, porque cantan mucho", o también: "Vendré a veros a tal hora"). Pero lo ordinario ha sido que duraran de media hora a más. A veces  (recuerdo el caso en que Loli estuvo desde las nueve de la noche hasta las cinco de la madrugada) se interrumpen por algún tiempo, como un descanso entre visión y visión, y estas pausas tienen duración varia. Así, en el caso que he dicho, hubo dos pausas, como de una hora y media.

Cuando las niñas están en visión, la impresión para ellas es que el tiempo no corre. Por eso, es muy frecuente que después de una hora o más de estar en visión, exclamen: "No te vaigas, ¡eh1 ¿Por qué te vas tan luego? No has estado más que un minutín... ¡Ah! ¿Tanto tiempo?... Yo cría que sólo un minutín..."

A pesar de las posturas, difíciles o dificilísimas, y de las marchas, tan largas a veces, o del estar de rodillas sobre piedras cortantes, siempre la impresión para ellas es de haber durado muy poco; y al terminar, quedan con una sensación de descanso. Todo su aspecto parece confirmarlo, pues no dan muestra alguna de acaloramiento o fatiga: tienen como una ligera palidez, pero con sensación de frescor".

 

relato de la madre de Mari Cruz

 

Al relato de la madre de Mari Cruz, que hemos dicho antes, pertenece también esto:

"Un día estuvo aquí un señor de Madrid y le dijo a mi hija: "Si vuelves a hacer ahora lo que hacías, te pongo la casa como un chalet y te compro un coche". Ella se encogió de hombrales (Castiza expresión de aldea.); pero yo dije: "¿Cómo lo va a hacer? ¡Si es imposible que ella haga de sí misma eso!"

"Y es que no hay quien lo haga. ¿Usted cree que una persona va a aguantar así, que una vez estuvo hasta dos hora y media? ¿Quién aguanta dos horas y media de la manera que estuvo ella? Y quién se cae de rodillas sobre una piedra cortante, y no se despedaza las rodillas, como ella cayó una vez, sin que le pasara nada, que don Emilio del Valle (Señor de León, de quien hablaremos más adelante) se llevó aquella piedra? Estuvo así arrodillada tres cuartos de hora, y don Emilio dijo: "No es posible aguantar en esa postura". Yo le aseguro que Mari Cruz no fingió".

Escolástico añadió por su parte: "Cándido y yo estábamos un día en el invernal, y nos reíamos de ellas (de las videntes), y les decíamos: "¿Qué cuento os traéis por ahí?", y nos contestaron: "¿Os reís? Pues algún día lo veréis"."

"Bueno  –termino la madre–, al fin y al cabo las cosas de Dios y de la Virgen, pienso yo pa mí que quien las comprende sabrá, que ellas no podrán decirlo. ¿Por qué va a hacerlo la Virgen en estas apariciones lo mismo que en otras?

Las cosas de la tierra las gobiernan los hombres; pero las del cielo, no".

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Prosigue el informe del P. Andreu

 

"Ante el alboroto de los curiosos o devotos venidos en gran número, sus padres determinan cerrar las puertas de casa y tener a las niñas dentro. La Virgen les dice que obedezcan, y que la seguirán viendo a pesar de todo...

"A partir del 3 de agosto, las caídas en estado de trance se han multiplicado bastante: a veces, las cuatro juntas; a veces, algunas de ellas; a veces, sólo una. La postura que adoptan en sus caídas es verdaderamente escultórica. No se recuerda  –yo, ciertamente, no lo he visto–  que hayan adoptado, ni siquiera una vez, alguna postura poco decorosa, o incorrecta (Una distinguida señora, doña María Josefa Herrero y Garralda, señora de León (don Ricardo), que subió a Garabandal varias veces entre julio y agosto de 1961, me ha ponderado con gran calor y admiración este hecho de la perfecta modestia de las niñas en sus caídas y trances. No sólo la postura de sus cuerpos era de verdad bella y dignísima, sino que sus vestidos les "caían" siempre de la forma más conveniente, incluso con un correrse o deslizarse que parecía contrario al movimiento natural: "era como si una mano invisible estuviera allí para no dejar nada mal puesto; todos sentíamos gran respeto ante aquellos cuadros".). Pueden estar en el suelo un momento, o unos cuantos minutos. La caída, cuando es de varias, suele ser admirablemente sincronizada; y sin que aparezca en ello estudio ninguno, el hecho es que forman grupos de conjunto verdaderamente precisos.

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"Dice el P. Arintero en "La evolución mística", página 597: "En los éxtasis falsos (no sobrenaturales), los movimientos convulsivos que suele haber son desordenados e indecorosos, y exponen a grandes riesgos; mientras que en los divinos se guarda una modestia y compostura admirables, y no hay tampoco peligro de ningún daño, aunque la persona fuere a caer en fuego".

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"En los fenómenos de Garabandal pueden distinguirse como dos "campos": el de los espectadores y el de las niñas. El espectador ve a las niñas y su manera de actuar: movimientos, risas, palabras, anestesia, etc.; pero no ve la aparición. Las niñas contemplan la aparición, están en su luz, recogen sus palabras...; pero no ven ni perciben al público, aunque saben que está allí, porque muchas veces se lo ha dicho la aparición.

"Las niñas que están en visión se ven unas a otras; pero si una sale del éxtasis, y las otras no, éstas dejan de ver a la que ha salido..., volviéndola a ver si ella vuelve a entrar.

"Se da también como una zona intermedia. Desde los primeros días de septiembre ha podido observarse lo siguiente: las niñas que están en visión establecen contacto con las otras videntes que no lo están; pero sólo con ellas. Así, por ejemplo, si entra en éxtasis Jacinta, puede comunicarse con Mari Cruz, Loli y Conchita, que están junto a ella fuera de éxtasis, o sea, en estado normal. El contacto lo establecen a través de preguntas, que pueden ser hechas hasta sólo mentalmente.

"Además de este medio de las preguntas y respuestas, suele haber otro elemento de intercomunicación. La niña que está en visión suele mostrarse rígida, como en parálisis, en ciertos momentos... Es inútil entonces tratar de mover o cambiar la posición de cara, manos, brazos, etcétera; el efecto es como si se tratase de una  estatua. Pero no resulta así para otra de las videntes que esté en estado normal: ésta puede cambiar las posturas de su compañera extática, pues la enorme rigidez que presenta a los demás, parece cambiarse en una gran flexibilidad para ella (El brigada de la Guardia Civil, don Juan Álvarez Seco, que vivió de cerca, como poquísimos, todo lo de Garabandal, se acuerda de este caso: "Un día María Dolores estaba en el primer piso de su casa, donde tuvo apariciones muchas veces. Su padre Ceferino tenía dicho que cuando bajaran de allí a la planta baja, donde está la taberna, aflojaran la bombilla de la luz, pues no había llave para apagarla. Loli, esta vez, al echar mano de la bombilla, cayó en éxtasis, y no la soltaba... Temíamos todos que si continuaba así, agarrada a la bombilla encendida, se quemaría la mano; su madre decía: "Por Dios, que suelte la bombilla"; pero todos nuestros esfuerzos fueron inútiles. Entonces llamamos a Mari Cruz, que no estaba en éxtasis, y ella, con la mayor facilidad, hizo que Loli soltara la bombilla; luego la niña bajó las escaleras y continuó su marcha extática.").

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"Muchos reflejos desaparecen durante los éxtasis; otros, sólo quedan amortiguados. Así, los ojos aparecen como muertos, sin ver; pero a medida que se multiplican las visiones, parece que van adquiriendo brillo en las pupilas. Las niñas lloran a veces, con unas lágrimas tranquilas que les caen por la cara. Tales lágrimas corresponden a los momentos en que se encuentran como más extasiadas, y deben de ser consecuencia de lo que oyen o ven, pues se les oye entonces decir: "¡Oh! Perdón... Perdón... Misericordia... ¡Ah!, no lo volveremos a hacer... Sí, ya se lo diremos..."

"En una ocasión volvieron a la normalidad con lágrimas en los ojos y dijeron que la Virgen se había lamentado de que la gente se estaba portando con poco respeto en la iglesia.

"Otra vez sucedió lo mismo, estando en la calle, y declararon las niñas que el P. Luis les había dicho, que había poco orden entre el público, que se tiraban los unos encima de los otros; que avisaran al párroco y a su hermano (El P. Luis: P. Luis Andréu, de quien se hablará más adelante.
Párroco: Don Valentín Marichalar.
Hermano del P. Luis: El P. Ramón María Andréu, autor de estas notas, que pasaba unos días en Garabandal.)
, para que tratasen de poner orden, colocando a los mozos del pueblo en círculo grande: y que, precisamente por esa falta de orden, se retiraba tan pronto la visión.

 

Los espectadores

 

"Al principio, el espectador no tomaba parte alguna en lo que ocurría. Más tarde fue habiendo ya cierta participación... Las niñas, no sólo han hablado de espectadores conocidos, sino que, durante el éxtasis, los han localizado y tocado. Ellas, según su explicación, no los ven, pero los sienten al tacto (a los demás no, aunque los toquen). Llegan a localizarlos de dos maneras: o señalando ellas en varias direcciones hasta que la visión les dice dónde están, o dejándose llevar de la mano por la misma visión hasta el punto donde se encuentran. Esto ha ocurrido, sobre todo, cuando se trata de devolver medallas o rosarios (No se pierda nunca de vista, que las niñas, al encontrarse en éxtasis, son arrebatadas del normal mundo de los sentidos; metidas en la luz superior, en la deslumbradora zona de visión, se rompe el contacto con todo lo que materialmente las rodea.).

"Cuando van a meter por la cabeza un rosario o cadena, ya besados por la Virgen, suelen decir: "Tómame tú las manos y llévamelas, que yo no la veo". Entonces el movimiento es mucho más rápido, y tan exacto, que colocan el rosario o la cadena sin tocar la cabeza. Los casos han sido muy numerosos.

"Ha habido también otra participación de tipo más colectivo por parte de los espectadores. Cierto día, la Virgen encomendó a una niña que rezase el rosario en la iglesia al terminar la visión, pero se encontró con la iglesia cerrada: entonces comenzó el rezo a la puerta, y la niña entró de nuevo en éxtasis, y la Virgen le dijo que rezase más fuerte para que el público respondiera... Fue un hermoso rosario por las calles del pueblo: la niña, en visión, marchaba delante, dirigiendo en voz alta, y el público respondía. La niña no contaba las avemarías que iba rezando, pero no se equivocó de número en ningún misterio, porque la Virgen le decía siempre cuándo era el gloria. Esto ocurrió en bastantes otras ocasiones."

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El P. Andréu da a lo largo de su informe numerosos detalles

 sobre este punto de la relación entre niñas videntes y

 espectadores.

 

El P. Andréu da a lo largo de su informe numerosos detalles sobre este punto de la relación entre niñas videntes y espectadores. Veamos algunos:

"En una ocasión, las niñas, dentro del éxtasis, se iban poniendo de rodillas ante cada uno de los presentes y rezaban el "Señor mío Jesucristo" (La oración acostumbrada en España para hacer un acto de contrición o de arrepentimiento de los pecados.); pero al estar delante de un niño pequeño, sin verle, en vez del "Señor mío Jesucristo" rezaban una "Salve".

–La anécdota es formidable, y nada puede ponderarnos mejor: por una parte, la dignidad de cualquier hijo de Dios, de un alma bautizada; por otra, la realidad de que todos somos pecadores y necesitamos de un continuo ejercicio de compunción; y por otra, la permanencia del estado de justicia, inducido por el bautismo, en los que aún no han cometido pecados personales.

"Otra vez, una de las niñas videntes fue santiguando (Santiguar es trazar con la mano derecha un signo de la cruz, de la frente al pecho, y de un hombro al otro, mientras se dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
El viejo catecismo español recomendaba hacer la señal de la Cruz, "especialmente al levantarse de la cama, al salir de casa, al comer y al dormir".)
a todas las personas que tenía en torno, excepto a una... Podemos imaginarnos el desconsuelo de ésta. El párroco preguntó después a la niña por qué no la había santiguado, y la niña respondió que la Virgen le había dicho que aquella persona era la única de los presentes que se había santiguado por la mañana. Preguntando a todos los interesados, se constató que así había sido en efecto."

–¡Buena lección sobre la necesidad de no empezar "laicamente" nuestra jornada! Pocas cosas tan recomendables para un vivir de cristianos, como ésta de marcar el comienzo de cada día con un piadoso levantar el corazón hacia el Padre que está en los cielos...

"Una señora pidió con mucho interés a la niña vidente que preguntara a la Virgen si su marido creía en Dios. Después del éxtasis conoció la respuesta: "En Dios, sí cree; en la Virgen, muy poco; pero ya creerá". Todo se explica sabiendo (la niña no lo sabía), que dicho señor era protestante" (Ahora ya es católico, y precisamente como fruto de este "juego de niñas" de Garabandal: Su "historia" saldrá más adelante.).

"Un señor, de rodillas, pedía mentalmente por la conversión de su yerno. Según estaba así con su oración, sólo conocida de él, se le acercó una niña en trance y le dijo al oído la palabra "sí", que algunos de los más próximos pudimos captar también. Cuando yo pregunté después a la niña, por qué había dicho aquel "sí", ella me respondió: La Virgen me dijo: "Aquí tienes a un hombre: dile que sí". Insistí yo para saber a qué se refería tal "sí"... "Yo no lo sé. La Virgen sólo me dijo, en aquel momento, que dijera 'sí' a aquel hombre".

"El día 15 de agosto, una de las niñas rezó el rosario por uno que yo le había dado; al devolvérmelo después, observamos que le faltaba la cruz: se había desprendido y perdido. Era inútil buscarla por aquellas calles, callejas y caminos... Al cabo de veinte días, el 5 de septiembre, se me ocurrió decir a las niñas, que preguntasen a la Virgen por la cruz de mi rosario... Yo mismo pude oír el diálogo en que le preguntaban, y cómo se iba concretando el sitio exacto. Al concluir el trance, fuimos sin ninguna vacilación al sitio indicado, y allí apareció la crucecita, bajo una piedra, entre el barro.

"Otra vez entregaron a las niñas cinco estampas, para que las besase la Virgen. La vidente fue dándolas una a una a la visión, excepto una, que parecía no querer recibir... La propietaria de dicha estampa, muy emocionada, se vino entonces hacia mí, llorando, y diciendo que quería tranquilizar su conciencia. Más tarde volvió a entregar su estampa a una niña en trance y ésta, después de estar como escuchando a la Virgen y sonreír, ofreció en primer lugar aquella estampa para que fuese besada. La misma persona a quien todo esto sucedió, delante de mí, fue quien me autorizó a decirlo.

"He aquí otro caso relacionado con el estado de conciencia. Vi que una de las niñas, en éxtasis, se fue de rodillas, repentinamente, hacia una persona. Esta se retiraba con toda deliberación, hasta que la niña, que mantenía su mirada fija en lo alto, la acorraló en una esquina; allí le sonrió muy dulcemente durante unos momentos, y luego la dejó.

"La impresión que todo esto causó en la interesada, fue muy grande. Y yo supe después, por ella misma, que había llegado a Garabandal muy angustiada con el pensamiento de si sus confesiones no estarían bien hechas... Por eso había rogado a Dios y a la Virgen: "Si mis confesiones pasadas están bien hechas, que la niña venga claramente a mí". apenas había formulado mentalmente su petición, la niña, desde el otro extremo de aquel desván, había arrancado de rodillas hacia ella, sin atender a ninguna otra persona. La respuesta había sido maravillosa.

"En muchos otros aspectos se manifestó esta capacidad que tenían las niñas en trance para conocer cosas ocultas de los espectadores; pero llamó particularmente la atención lo fácilmente que descubrían la condición sacerdotal de algunos asistentes.

Bastantes veces dijeron que había allí sacerdotes, cuando nadie podría sospecharlo... o que había más de los que aparecían (por su indumentaria)...; y siempre se comprobó que así era en efecto."(Que a los sacerdotes y a su situación se ha concedido atención relevante en Garabandal, está fuera de toda duda: Hay pruebas innumerables.
También en este punto aquellos extraños sucesos venían "apuntando" a las tremendas crisis que pronto iban a estallar en la Iglesia...)
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LOS PINOS

 

Al apartado de "los espectadores" en Garabandal podemos agregar esta curiosa información que nos da el P. Andréu:

"Al principio, durante el primer mes y medio a partir del 18 de junio, sucedió tres o cuatro veces un hecho que presenta caracteres de gran originalidad. Al salir de algún trance, dijeron las niñas: "La Virgen ha dicho que vengan Sari y Mari Carmen (Sari era una hermana de Loli; su nombre completo, María Rosaura. Mari Carmen, hermana de Jacinta.) junto a nosotras; los demás, que estén lejos, para que no oigan lo que digamos". Y entonces iban las videntes a los Pinos (Los Pinos es uno de los "lugares santos" de Garabandal. Son nueve, sin ningún otro árbol a su alrededor; están en un altozano, por encima del pueblo, y es lo primero que se ve de San Sebastián  –junto con la capillita de San Miguel Arcángel–  cuando empieza a subirse desde Cossío.
Estos nueve pinos de nuestra historia es lo que queda de una pequeña plantación de árboles (pinos y robles) que se había hecho años atrás en la falda del monte Hormazo o Jormazo. SE llevó a cabo por acuerdo entre el cura, don Ángel Cossío Vélez, y el alcalde del pueblo, Serafín González, abuelo paterno de Conchita. Parece ser que la ocasión fue una Primera Comunión de niños de la parroquia, y que el cura impartió las bendiciones de la Iglesia a aquella modesta repoblación forestal. Fue la población infantil del pueblo al que plantó los árboles, y la cosa tuvo aire de fiesta, pues hasta se compusieron coplas que los pequeños cantaban; una de ellas decías:

"A plantar árboles
niños todos venid,
cada cual el nuestro
plantaremos aquí."

¿Quién hubiera imaginado entonces los fenómenos a los que habían de servir como escenario aquel lugar y aquellos árboles?) y entraban en éxtasis ante las dos pequeñas "testigos", que podían moverse a gusto entre ellas. Tales testigos tienen seis años.

"En una ocasión se quiso cambiar a una de ellas por otra niña mayor, como de doce años, pero la Virgen dijo que no, que fuesen las que había dicho Ella. A las "niñas testigo" les podíamos preguntar por lo que decían las videntes, pero ellas apenas acertaban a repetir alguna palabra suelta de las que habían oído, sin entender de su significado. Parece que todo esto correspondió a los días en que la Virgen fue manifestando a las niñas "el secreto"... De uno de los éxtasis sólo pudo explicarnos una niña testigo: "Dicen que no les diga cosas malas (es decir, de miedo, o que asusten)... Que no las haga llorar, que son cosas tristes"... Aquellas pequeñas no entendían más. A veces se aburrían, y venían donde nosotros para decirnos: "Están llorando". "

El P. Andréu trata de esbozar una probable explicación de estos episodios, tan llamativos como oscuros: "La interpretación parece ser la de que don Valentín, párroco del pueblo, pudiera tener un control remoto, mediante "las testigos", de lo que pasaba en aquellos trances, pero sin enterarse de lo que las niñas hablaban".

Yo no sé qué decir de todo esto; pero me da mucho que pensar. Y me afianza en el convencimiento deque a Garabandal lo envuelve todavía un formidable misterio, que sólo con el tiempo (a medida de los planes de Dios, o según nosotros hayamos sabido merecer) nos irá desvelando su dimensión.

Hemos querido meter demasiado raciocinio, demasiadas luces de "ciencia" humana, en lo que está muy por encima de nuestros alcances, y que sólo podía ser bien recibido con humildad y sencillez de corazón. "Está escrito: destruiré el saber de los intelectuales y reduciré a nada la agudeza de los muy listos... Dios ha marcado de necedad la sabiduría de este mundo... Es precisamente lo necio según el mundo, lo que Dios ha escogido para confundir a los sabios; y lo que es más débil en el mundo, para confundir a los fuertes; y lo que en el mundo no es de buena cuna, lo despreciado, lo que "no es", para triunfar de los que SON. Para que así ningún hombre pueda engreírse delante de Él" (I Cor. 1, 19-29).

A. M. D. G.