Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 105
El rosario de la hija de Taquio.
La Virgen dijo: No te preocupes, con el tiempo lo encontrarás.
Por el Beso que he dado, mi Hijo hará prodigios.
Después de siete años, en 1968, un fragmento del rosario de la hija de Taquio, el indiano, que estaba enterrado bajo una valla, fue encontrado al hacer unas obras. Este rosario fue besado por la Santísima Virgen en las primeras Apariciones. La Virgen había dicho entonces a Conchita:
-- No te preocupes, con el tiempo lo encontrarás.
Paquita Mañueco da testimonio de cómo sucedió.
Dice Paquita:
Es un hecho sencillo pero que, por su carácter profético, puede alcanzar la categoría de "pequeño prodigio". La aclaración tuvo lugar anoche a las once, en mi casa y había algunas personas, además de Conchita, que pueden dar fe de mi testimonio. Entre estas personas se encontraba la Señorita Conchita Martín.
Para comenzar deberé remontarme al año pasado. Por exigencias del terreno y para agrandar la entrada a mi garaje adquirí un solar vallado, un huerto de aproximadamente de 2 a 4 metros cuadrados. Dicho solar tenía la valla en malas condiciones y este año decidí acondicionarlo debidamente, reforzando la valla y alisando el terreno.
Mientras se procedía a derribar parte de la valla, surgió de lo hondo y cubierto por unas piedras que había en ese sitio una Cruz de Rosario con tres cuentas. Es decir las cuentas que se encuentran después de las que componen los misterios del Rosario, que son las tres con las que se rezan las tres Avemarías siguientes; es decir, el remate del Rosario.
El obrero que lo encontró se apresuró a entregármelo y yo tal vez porque el objeto se veía envejecido, imaginé que acaso aquella Cruz y aquellas cuentas pudieran estar besadas por la Virgen, pues en la época de las apariciones casi todos los Rosarios que había en el pueblo estaban besados por Ella.
A los pocos días llevé el objeto a la antigua dueña del solar. Se lo enseñé y le pregunté si la pertenecía. Me contestó rotundamente que no y que podía conservarlo.
Pasaron dos o tres días más y se lo enseñé a Jacinta; la expliqué el caso y le pregunté si aquello podía estar besado por la Virgen. Su respuesta fue que ella no podía saberlo. Loli me contestó lo mismo cuando acudí a ella.
Mi intención fue preguntárselo a Conchita pero los días iban pasando y no me acordaba de hacerla esta pregunta.
Anoche, 28 de agosto de 1968, día de San Agustín, Conchita se encontraba en mi cuarto y de pronto recordé lo que hasta entonces había olvidado, creo que ya hacía unos diez días que la Cruz estaba en mi poder. En aquellos momentos la Cruz estaba en la cocina, metida en una bolsita. Y la escena se produjo más o menos así, pues la dije:
-- Por cierto Conchita, ahora recuerdo que debo preguntarte una cosa. Juan José encontró enterrado en el huerto que le compré a Soledad, un fragmento de un Rosario con una Cruz y quisiera saber si está besado por la Virgen. ¿Podrías tu saberlo?.
Y ella respondió:
-- Imposible. ¿Cómo quieres que lo sepa? ¡Con la cantidad de Rosarios que pasaron por mis manos!.
Conchita, tras un inciso de medio minuto, dice:
-- Espera... las cuentas de ese Rosario... ¿Son de hueso de aceituna?
A lo que yo contesté:
-- Sí, en efecto.
Conchita se puso enrojecida y sin titubeo contestó:
-- Entonces no hay duda, está besado por la Virgen.
Su enorme seguridad me dejó perpleja y la pregunté:
-- ¿Cómo lo sabes?.
Conchita me respondió:
-- Eso no importa. Puedes estar segura que está besado.
Le dije:
-- De ningún modo Conchita, vas a decirme ahora mismo por qué lo sabes.
Su respuesta fue:
-- Porque sí.
Entonces yo la dije:
-- Eso no es contestación, ten la bondad de explicarte.
Entonces Conchita se pone más colorada y sus ojos se animan:
-- Ese rosario pertenecía a la hija de Taquio, el indiano, y está besado en las primeras Apariciones. Yo lo llevaba conmigo mientras estaba en éxtasis y perdí esas cuentas.
Entonces, cuando se lo dije a la Virgen, Ella me contestó:
-- No te preocupes, con el tiempo lo encontrarás.
Enseguida, mando a buscar el fragmento y se lo enseño; Conchita dice:
-- No falla, es el mismo.
Conchita estaba pasando un tiempo de dudas que la hizo sufrir mucho.
Dice Conchita:
Precisamente yo le dije a Carmina, puedes preguntárselo, fíjate, la Virgen me aseguró que yo encontraría esa parte del Rosario que perdí hace 7 años y no se ha cumplido lo que me dijo. ¿Te das cuenta de que las Apariciones no son ciertas? Si lo hubieran sido se hubiese encontrado.
Dice Paquita:
-- Ahora. ¿Qué dices a esto, Conchita?
Si has sido capaz de basar tu incertidumbre en un hecho relegado y de pronto descubres que se ha cumplido. ¿Cuáles tu fuerza para dudar? Haz el favor de aclarar ese punto a Carmina cuanto antes, no debes dejar en mal lugar a la Virgen. Como puedes apreciar ha cumplido al pie de la letra lo que prometió.
Conchita sigue confundida. Yo la pregunto.
-- ¿Qué efecto te ha producido ese descubrimiento?
A lo que ella responde:
-- No lo sé, lo encuentro tan raro.
Pero su alegría de ver cumplida la profecía es evidente.
Paquita Mañueco.
A. M. D. G.