Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 110

 

Pilar Domingo de Castelltón.

Quiero agradecerle a la Virgen de Garabandal la hija que tanto deseaba.

 

Por el Beso que he dado, mi Hijo hará prodigios.

 

 

En octubre de 1962, un amigo, el Sr. Roca, nos habló de unas apariciones en un pueblecito de Cantabria llamado San Sebastián de Garabandal.

Aprovechando el puente del Pilar vinimos a Cantabria para subir al citado pueblo con otro amigo de Barcelona.

Llegamos por la tarde y nos dijeron que las niñas videntes habían tenido aviso, ellas decían llamada; esto era la confirmación de la llegada de la Virgen y que por la noche tendrían aparición.

Estábamos esperando que todo sucediese en una especie de tienda que en aquellos tiempos en los pueblos se llamaba taberna donde se vendía una botella de vino de lo más corriente, unos fideos para hacer una sopa, un paquete de galletas, y poco más. Esto era en casa de Ceferino, padre de una de las videntes.

Yo estaba sentada y la tenía a Mari Loli sobre mis rodillas pues allí se hacia amistad enseguida con la gente del pueblo, que era muy llana y humilde.

Llevábamos mucho tiempo esperando y para no dormirnos, eran más de las 2 de la madrugada, yo la decía a la vidente:

-- Mira, cuando veas a la Virgen le dices que nos haga mejores, que sepamos amar más al Señor, que haga santos a nuestros hijos y también a nosotros.

Una vez hechas estas peticiones a la niña para ser trasmitidas a Nuestra Señora a su llegada ya no sabía que hablar con ella. De momento me vino un recuerdo a la cabeza y la dije:

-- La dices también a la Santísima Virgen que si es para su bien, que nos conceda tener una hija.

En el momento que yo terminaba la frase la niña entró en éxtasis y con un crucifijo que tenía en la mano comenzó a darlo a besar en el aire en lo alto, estirando mucho el brazo, y a continuación nos lo dio a besar a los presentes. Terminado el éxtasis nos dijo que allí estaba la Virgen donde ella estiraba el brazo y que antes que nosotros Ella había besado el Crucifijo.

Éramos unos doce, pues muchos se habían marchado a dormir por lo avanzado de la hora. Era imposible por su situación y por la postura que tenía su cabeza mientras duraban los éxtasis que viese a mi marido Sebastián cuando se acercó a darle a besar la Cruz y le colocó en el dedo que siempre él llevaba, la alianza que le había dado para que la Virgen la besase.

Sebastián continuó haciendo fotos pues pensaba que a la cámara no se la podía inmovilizar. La niña subió a los "pinos" a esas horas y bajó de espalda en plena noche y sin alumbrado monte abajo. Cuando todo terminó rodearon a la niña vidente para preguntarla que le había dicho la Virgen.

 

Con frecuencia, las niñas bajaban la pendiente de los pinos de espaldas y sin seguir ningún sendero. Mirando a la Santísima Virgen y hacia los pinos, venerando la Presencia Divina que será visible después del Milagro.

 

La niña nos atajó a nosotros que no la hacíamos preguntas, pues nos íbamos a la cama muertos ya de sueño después de ver ya todo, y se acercó a mí y me dijo:

-- Lo tuyo sí.

Yo, que estaba agotada de cansancio por la hora que era, la dije:

-- ¿Qué es lo mío?.

-- Todo, lo de la niña también.

Aquel mismo día después de dormir volvimos a Barcelona y comentábamos lo que habíamos visto, y en ese momento de la conversación yo les conté lo que había pedido a la Virgen por medio de la vidente, lo que ésta me había contestado, y les hizo mucha gracia pues sabíamos que eso no era posible, no podíamos tener más hijos.

El mayor, Miguel, llegó después de un tratamiento, de aplicarme unas corrientes. Con el segundo tuve reposo y otro tratamiento distinto y el resultado fue un aborto. Me operaron y me quitaron unos quistes o moles, no recuerdo cuales de los dos eran, me volvieron a poner un tratamiento, me dieron la vuelta la matriz y finalmente después de dar muchas vueltas durante este proceso nació nuestro hijo Javier.

Así que, después de mi visita a Garabandal, cuando escuché que estaba embarazada sin ningún proceso como los anteriores, sin ningún sufrimiento, no me lo podía creer.

El día 13 de agosto de 1963 y con gran asombro, el médico me dijo:

-- No digo que sea un milagro, pero sí algo extraordinario.

Se provocó el parto que fue trabajoso, pues la niña, como me había profetizado la vidente en Garabandal, según le había comunicado la Virgen, traía dos vueltas de cordón al cuello, y por fin nació mi hija. La pusimos Míriam que es María en hebreo.

El nacimiento de esta niña a los diez meses de haber estado en Garabandal no nos hizo tener más creencias o más fe, puesto que ya la teníamos y profunda. Lo que hice fue agradecerle a nuestra Señora del Carmen de Garabandal que me deparase esta hija que tanto deseaba.

Sebastián, mi marido, siempre se lamentaba de lo poco que hacía por Dios y de lo poco que amaba a Nuestra Señora.

Pilar Domingo de Castelltón.
Barcelona.

 

A. M. D. G.

 


 

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