Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 119

 

Doña Matilde Boleda.

Catedrática del Instituto de Manresa, de 35 años de edad.

¿Qué pasa? ¿Qué estoy haciendo aquí?. Los médicos quedan
estupefactos, Matilde sale del coma completamente curada.

 

Por el Beso que he dado aquí, mi Hijo hará prodigios.

 

Casos sucedidos en Barcelona.

 

En este capítulo se citan varios casos auténticos, la mayoría con nombres conocidos y otros con nombres que han querido permanecer en el anonimato.

Barcelona 1969, festividad de Santa Eulalia Mártir.

U.A.M dice:

Nuestro entrañable amigo A.R. visitó a una familia, también muy devota de la Virgen y para hablar, como de costumbre, de cosas de la Virgen.

Pensaba hacer una visita de media hora, pero se alargó más de dos. El amigo se marchó casi escapado para llegar a tiempo a la fiesta y procesión de las antorchas que se celebraba en la Catedral en honor de la Virgen de Lourdes.

No había bajado todavía las escaleras cuando un intenso olor a rosas frescas se esparció por la estancia donde estaba la familia visitada y que produjo una agradable sorpresa a todos. Al cabo de un tiempo el olor desapareció; pero la emoción llegó a su punto álgido porque vino de nuevo con más fuerza aquel celestial perfume de la Virgen.

Alegría, emoción, lágrimas y gracia del cielo. El hijo que no era demasiado simpatizante con lo de Garabandal se arranca con un:

-- Yo quiero ir a Garabandal.

Un amigo suyo que por casualidad se encontraba allí, dice:

-- Y yo también.

Y metiéndose en el bolsillo una estampa de la Virgen de Garabandal, después de besarla, dice:

-- Y ahora me voy a confesar.

Con los objetos besados por la Virgen en Garabandal han ocurrido varios hechos milagrosos, recordando lo que dijo la Virgen a Conchita:

Mi Hijo, por medio del Beso que yo he dado aquí, hará prodigios, repártelos a los demás.

 

El niño José Luis.

Aquí en Barcelona, la señora M.P., en el año 1966 es llamada para poner una inyección al niño José Luis, entonces de dos años, con una infección de vejiga por obstrucción del tramo urinario y crisis de fiebres altas. Por su corta edad los médicos no quieren operar y acuden a altas dosis de antibióticos que no producen efecto.

El niño se debilita. La señora llamada a ponerle una inyección, porque el niño estaba con 40°, le pone en la cama una medalla besada por la Virgen de Garabandal. Pasó la crisis y a pesar de los repetidos análisis todo estaba solucionado y el niño curado, ante el asombro de todos los médicos.

 

El niño Javier Jáuregui.

Otro hecho ocurrido en Barcelona el día 16 de noviembre de 1968 es el del niño Javier Jáuregui de cuarenta días de edad.

Debido a una encefalitis es llevado a la Clínica Teknon, donde se le aplica el tratamiento adecuado; pero de una hora hay que pasar a días y alargándose hasta cinco, bajo las órdenes del Dr. Brotons, sin resultado y finalmente desahuciado.

¿Qué hacer? Alguien le pone una medalla con una reliquia besada por la Virgen de Garabandal en la cuna debajo del cuerpo. Al poco rato, entre la admiración de todos, el niño está curado completamente.

En la Clínica de San José de Barcelona, en el Punxet de esta ciudad, aparte de otros varios, sólo citaremos dos casos porque su curación fue casi instantánea al contacto con una medalla besada por la Virgen en Garabandal. El doctor Carulla, de Sabadell, con una grave hepatitis, y el señor Argüello de Valladolid, aquejado de una hemorragia de riñón.

 

Doña Matilde Boleda.

Otro caso ocurrido en Barcelona tuvo lugar en septiembre de 1968; en la Clínica Provenza de Barcelona ingresa para ser operada de una hernia, Doña Matilde Boleda, catedrático del Instituto de Manresa, de 35 años de edad.

Próxima a terminarse la intervención, el anestesista avisa al doctor Castellví:

-- la enferma se muere, le falla el corazón.

Se termina rápidamente, se la auxilia con lo pertinente, sueros, oxígeno, pero la enferma continúa en estado de coma.

Lucharon todo el día, se la administran los sacramentos, y se habla de cómo llevarla a casa para que muera allí. Consulta de médicos de última hora y todo sigue igual.

A las diez de la noche cambia el turno y entra la enfermera del servicio de noche María Dolores Mañá, que lleva siempre consigo un rosario que en tiempo de las apariciones fue besado en Garabandal por la Virgen que allí se aparecía, con la particularidad que quedó suspendido en el aire porque la Virgen lo tomó con sus manos para besarlo.

María Dolores pide permiso a los familiares y le pone entre las manos dicho rosario. La enferma estaba inmóvil, continuando en estado de coma.

A los pocos momentos la enferma se levanta y se sienta en la cama exclamando:

-- ¿Qué pasa? ¿Qué estoy haciendo aquí?

Los médicos quedan estupefactos y a los ocho días estaba en casa completamente bien. Quedó esos días en observación en la clínica aunque estaba completamente bien.

Una hermana de la enferma que llevaba varios años sin acercarse a los Sacramentos lo hizo en la misma clínica para dar gracias a Dios y a la Santísima Virgen por aquel favor.

 

A. M. D. G.

 


 

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