Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 128
Blanca Bertrand, testigo de las Apariciones.
El rosario besado por la Virgen de manos de Mari Cruz
curó de cáncer de garganta a una vecina nuestra.
Blanca fue testigo del éxtasis de Mari Cruz en el
que dio a besar a la Virgen su Rosario.
Blanca Bertrand, subió a Garabandal por primera vez el día que se dio a conocer el Primer Mensaje de la Virgen.
Oí hablar de Garabandal pocos días después de haber comenzado las Apariciones. Desde el principio tuve un gran deseo de ir al pueblo porque yo creí desde el principio que las Apariciones eran verdad.
Mi familia dudaba, me decían:
-- No vayas ahora, espera un poco más.
Cuando supe que el mensaje estaba anunciado para el 18 de Octubre de 1961, me decidí a ir con mi marido. No era fácil subir ya que no había carretera sino un camino con muchas piedras.
Llegamos al pueblo a las 9:30 de la tarde del día 17 de Octubre y encontramos a las cuatro niñas en éxtasis en la plaza. Mientras observábamos a las niñas, un señor que estaba al lado me empezó a hablar con mucho entusiasmo acerca de las Apariciones, contándome todo aquello de lo que él había sido testigo.
Inmediatamente, Conchita, en éxtasis, comenzó a andar hacia nosotros, se abrió paso entre la gente y dio a besar el crucifijo a este señor por tres veces.
Estaba muy emocionada porque no había visto nada igual en toda mi vida, el éxtasis era precioso, y estaba convencida que lo que este señor nos decía era verdad. Este éxtasis duró hasta la 1:30 de la madrugada.
Recuerdo que las niñas fueron en éxtasis a los pinos pero se movían tan rápidamente que nadie podía seguirlas. Los muchachos lo intentaron pero iban a la mitad de la subida a los pinos cuando ya las niñas estaban de vuelta bajando para el pueblo. Una de las niñas pasó a mi lado y tuve la impresión de que sus pies apenas tocaban el suelo de lo rápido que iba.
Había mucha gente que se quedaron toda la noche en el pueblo en espera del día siguiente, el día del mensaje. Mucha gente durmió en la escuela, en el suelo o sentada en las sillas.
Muchos esperaban que iba a haber un milagro el día del mensaje pero lo cierto es que no se había anunciado ningún milagro, tan solo se daría a conocer el mensaje de la Santísima Virgen.
En la tarde del día 18 de Octubre de 1961, las niñas subieron a los pinos en estado normal y leyeron el mensaje. Sus voces se oían demasiado bajo y la gente no entendía, por esto un señor tuvo que volver a leerlo en alta voz. Muchos quedaron desilusionados porque había miles de personas en el pueblo y un gran número esperaba un milagro.
Yo no quedé desilusionada porque, según se me había dicho, solo se leería el mensaje y así fue. Además estaba convencida de que el mensaje era realmente un Mensaje de Nuestra Señora.
Al año siguiente, en 1962, volví a Garabandal y había oído que la Santísima Virgen besaba objetos religiosos. Llevé mi rosario conmigo y cuando llegué pregunté quién era la niña que iba a tener éxtasis.
Las niñas tenían las "llamadas" de modo que se podía saber quién era la que iba a tener éxtasis. Me dijeron que María Cruz. En ese momento ella no estaba allí por lo que le di mi rosario a su madre. Mas tarde, cuando salía de la Iglesia, vi a Mari Cruz, que no estaba en éxtasis, llevando consigo muchos rosarios en sus manos. Pero ninguno de estos rosarios era el mío porque yo se lo había dado a su madre.
Mari Cruz emprendió en éxtasis el camino hacia los pinos y la gente con ella. Mi marido, que estaba conmigo, pensó que era mejor esperarla en el camino de vuelta a su casa, de este modo pasaría delante de nosotros y podríamos caminar a su lado.
La vimos bajar de los pinos caminado hacia atrás y mirando a lo alto. Cuando estuvo mas cerca, la vimos transformada, con una dulce expresión, con sus ojos mirando a lo alto y sus manos juntas en oración.
Me dije:
-- ahora podremos ver bien todo lo que suceda.
Al principio nos parecía que andaba normal pero ya mas cerca vimos que se movía rápidamente. Entonces mi marido dijo:
-- mejor es que nos separemos y tratemos de seguirla.
Mari Cruz iba mas rápido caminado hacia atrás que nosotros caminado hacia adelante aunque aparentemente, al mirarla, parecía que andaba normal. Su paso firme, seguro y continuado la hacía caminar más rápido.
Foto: La casa de Mari Cruz es la primera según se entra en el pueblo, con un balcón.
Cuando llegó a su casa y entró, ya estaba la casa llena de gente y fuimos incapaces de entrar. Desde la ventana pudimos verla dando a besar a la Virgen los rosarios. En este momento llegaron dos sacerdotes y les dijimos que Mari Cruz estaba en éxtasis.
Ellos estaban un tanto escépticos, pensamos que ellos no creían. Entonces Mari Cruz empezó a caminar hacia la puerta y toda la gente detrás. Uno de los dos sacerdotes que acababa de llegar era grande y fuerte y decidió ponerse en la puerta para bloquear la salida de modo que Mari Cruz no pudiese salir.
No se cómo lo hizo pero la niña salió como si nada, como si atravesase un pedazo de papel, no supuso para la niña ningún esfuerzo apartarle lo que llamó mucho la atención del sacerdote ya que, siendo grande y fuerte y Mari Cruz una niña pequeña, sin embargo ésta desarrollaba un fuerza imposible de parar que le hizo retirarse a un lado.
Después de caminar rezando por el pueblo, Mari Cruz volvió a su casa y el éxtasis terminó. Me acerqué y le pregunté si la Santísima Virgen había besado mi rosario. Ella me dijo que Sí, que la Virgen lo besó. También estaba extrañada de que ya fuese de noche y estuviese tan oscuro porque con la Virgen todo era luz.
Pensé:
-- ¿Cómo puede la niña saber cual era mi rosario sino se lo di a ella?.
Se lo había dado a su madre. Sin embargo Mari Cruz, sacó mi rosario con toda seguridad de entre todos los rosarios que llevaba, y me lo dio. Yo estaba asombrada.
El sacerdote que había intentado cortarle el paso también le había dado su rosario para que le besase la Virgen, en caso de que las Apariciones fuesen verdad, ya que dudaba. Pues bien, Mari Cruz sacó su rosario de entre los demás y sin confusión alguna se lo dio al sacerdote y este se sintió conmovido y cambiado, porque era imposible que la niña lo hiciese por si misma con tal seguridad, Alguien la guiaba.
Después, este sacerdote cambió completamente y nos dijo:
-- Vamos a casa de Conchita porque me dijeron que el Padre Pío escribió una carta a las videntes.
Fuimos a la casa de Conchita, ella nos enseño la carta y este sacerdote la leyó en voz alta. Recuerdo que el Padre Pío decía en la carta que la Santísima Virgen le había hablado de las niñas de Garabandal.
En 1962 fui testigo de las Comuniones de Loli y de Conchita.
Estaba hablando con Mari Loli a la entrada de la Iglesia cuando, mas rápido que lo que se pueda expresar, se desplomó y cayó de rodillas.
Esperábamos ver en su cara una expresión de dolor, por el golpe, pero no se hizo daño alguno. Nos impresionó su cara de felicidad, de una belleza extraordinaria.
Hizo la señal de la Cruz muy despacio, luego rezó en voz baja, hizo otra señal de la cruz, sacó la lengua y recibió la Comunión invisible de manos del Angel.
Había un médico con nosotros, un amigo, que observaba a Mari Loli muy de cerca. El médico dijo:
-- Esto es un éxtasis real, un éxtasis perfecto, no puedo decir qué es lo que ella está viendo ni lo que le está sucediendo pero el éxtasis es auténtico sin engaño alguno.
Poco después de comulgar y rezar las oraciones, Mari Loli bajó su cabeza y terminó el éxtasis. Estaba un poco extrañada de encontrar tanta gente mirándola.
Poco tiempo después sucedió lo mismo con Conchita. Cuando terminó el éxtasis fui donde ella y le pregunté:
-- ¿Has comulgado?.
-- Sí.
-- ¿Quién te dio la Comunión?.
-- El Ángel.
-- ¿Como ves al Angel?
-- Con vestido largo que le tapa los pies; vi muy bien sus manos cuando tomó la Hostia del Cáliz.
-- ¿Cómo era el Cáliz?.
-- Como los que usa el sacerdote.
-- ¿De donde vino el Angel?, ¿desde el Sagrario?.
Le pregunté esto porque había oído que aun cuando el sacerdote cerrase el Sagrario faltaban algunas Formas. Conchita dijo,
-- No, el Ángel vino de lo alto.
-- ¿Cómo era su pelo?.
-- Un poquito largo.
-- ¿Llevaba alas?.
-- Sí, de un color brillante, pero no sé de qué están hechas.
El rosario besado por la Virgen de manos de Mari Cruz curó de cáncer de garganta a una vecina nuestra.
Dice Blanca:
Mi párroco me había oído hablar de la Santísima Virgen de Garabandal y me pidió que fuese a casa de una señora cubana que no se esperaba que viviese por mucho tiempo. Tenía un cáncer en la garganta y hacía pocos meses que había perdido su voz.
Fui a ver a la señora y saqué mi rosario, uno de los dos que habían sido besados por la Santísima Virgen en Garabandal y que había emanado fragancias muchas veces.
Se lo di y le pregunté si ella olía a algo. Con sus ojos mas abiertos y expresivos, ella asintió que sí. Con esto tuve esperanza de que Nuestra Señora la ayudaría. Entonces empecé a hablarle de las Apariciones de Garabandal.
Esta señora pensaba que si tuviese fuerzas para viajar a América los médicos de allá le harían una operación que la podría poner bien. Es como que no se daba cuenta de lo crítico de su situación.
Yo le dije:
-- Bueno, vamos a rezar a la Santísima Virgen para que al menos puedas hablar. De este modo podrías hacer el viaje mejor.
Como esta señora vivía cerca de mi casa, le dije que le enviaría por uno de mis hijos un rosario besado por la Virgen. Así lo hice esa misma tarde. Un día o dos después fui a visitarla y vi mi rosario en su mesita de noche al lado de la cama.
Ella se puso muy enferma y como no podía hablar tenía un cuaderno para escribir sus mensajes. Ella quiso escribir:
-- Llévame a la Cruz Roja porque me estoy muriendo.
Pero, cuando iba a escribir esto, vio mi rosario al lado de su cuaderno y, recordando lo que le había dicho, colocó el rosario sobre su garganta. Inmediatamente se sintió muy aliviada y en paz. Poco después se quedó profundamente dormida.
Después de un rato se levantó y llamó a su hija Marta que vino inmediatamente con su marido y su hijo.
Su marido le dijo:
-- Pero, ¡si has hablado!, tú hablaste. Inténtalo de nuevo.
Ella estaba tan emocionada que no sabía que hacer. Nosotros no sabíamos de esto cuando fuimos a hacer una visita al párroco; la familia vino corriendo a nuestro encuentro.
Cuando fuimos la primera vez a ver a la señora, su marido nos dijo:
-- ¿Por qué habéis venido?, mi esposa se está muriendo.
El no quería vernos allí entonces, pero ahora él estaba tan emocionado que repetía:
-- ¿Donde se aparece esa Señora que la ha curado?. Voy a hacerle una imagen y voy a ir a ese lugar.
Nos explicaron todo lo que había sucedido y cuando fuimos a la habitación de la señora, ella ya tenía preparadas las maletas para el viaje a América.
Nos dijo:
-- Os escribiré desde América en cuanto me vean los médicos.
Los médicos allá no encontraron nada enfermo. Tan solo quedó un punto, como una diminuta señal de lo que hubo allí y no podían comprender como ella se encontraba tan bien.
Allí había tenido un bulto canceroso pero había desaparecido y por esto no necesitó operación de ninguna clase. Todos estaban deseando oir lo que sucedió. Los médicos dijeron que fue un milagro.
Esta mujer vive en España. Su padre ha sido embajador de Cuba en España y su marido un diplomático. Después de esto, gozó de buena salud y fue a Garabandal con su esposo e hija a dar gracias a nuestra Bendita Madre por esta gracia de su curación.
Blanca Bertrand.
A. M. D. G.