Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 187

 

P. Teodor Pylavskyj OSBM, párroco de Zolochiv.

Fue una fiesta de la fe, la esperanza, el amor y de los milagros de Dios.

 

Por el Beso que he dado aquí, mi Hijo hará prodigios.

 

Padre Teodor Pylavskyj, OSBM.

Zolochiv, Ucrania.

1 de Noviembre del 2002.

 

La estancia en Ucrania del Sr. y Sra. Michael y Helen Rozeluk de Canadá estuvo llena de bendiciones de Dios. Dr. Michael y Helen vinieron a Ucrania el 22 de Septiembre del 2002, no solo para visitar la tierra de sus padres, que habían emigrado a Canadá hace años, pero, sobre todo, con una misión, por invitación de S. E. el Obispo Sophronius Mudry, el Ordinario de Ivano-Frankivsk, Ucrania.

Foto: El Obispo Sophronius Mudry con Helen y Michael.

El fin de la invitación fue: dar a conocer en Ucrania el Mensaje de la Santísima Virgen María que Ella dio para la Humanidad durante sus Apariciones en Garabandal, España, durante los años 1961 a 1965.

Michael y Helen trajeron con ellos medallas milagrosas que la Santísima Virgen había besado en Garabandal durante sus Apariciones. Las medallas que el Dr. Michael y Helen tenían, fueron tocadas a la de Joey Lomangino, que fue besada por nuestra Bendita Madre.

Por medio de esa medalla milagrosa, el doctor Michael Rozeluk fue curado de una enfermedad incurable, y no solo él, sino también muchos. Dios le curó, no solo físicamente sino también espiritualmente, haciendo de él y de su esposa unos verdaderos mensajeros de la Bondad y la Misericordia de Dios, por la intercesión de la Bendita Virgen María, que dijo en Garabandal:

-- Mi Hijo, por medio de los besos que he dado, hará prodigios.

Oí que los Rozeluks tendrían una reunión con los fieles en el Monasterio Basiliano de Ivano Frankivsk, el 24 de septiembre de 2002. Yo y cerca de treinta de mis parroquianos de la ciudad de Zolochiv fuimos a esa reunión. A esta reunión yo la llamo una fiesta de la fe, la esperanza, el amor y de los milagros de Dios. Vino mucha gente de Halychyna, Ucrania Occidental, con la fe y la esperanza de la ayuda de Dios y de la intercesión de su Madre Celestial.

Todos encomendaron a la Bendita Madre sus enfermedades, sus problemas, sus desgracias, buscando ayuda y consuelo. Los enfermos vinieron en automóviles, en sillas de ruedas o en brazos de otros.

Tenía la impresión de que los tiempos evangélicos habían vuelto, cuando Cristo caminó a través de las ciudades de Palestina y multitudes de personas le buscaban. En todos los ojos había una mirada de esperanza. Y verdaderamente, el amor de Dios, por las oraciones de los fieles y de Michael y Helen, se derramó abundantemente en todos sus hijos.

La primera cosa que noté es la gran fe de Michael y Helen; su amor a Nuestro Señor, a la Bendita Madre y a todos nosotros. Sus caras y sus ojos irradiaban amor. Sus oraciones eran muy sencillas pero llenas de amor sincero. Y, donde hay amor verdadero para el que sufre, está Dios.

Esta presencia de Dios en todos nosotros era muy evidente esa noche. Pienso que la mayor parte de las curaciones fueron espirituales. Quienquiera que no recibió una curación física, sin duda recibió la plenitud del amor de Dios para ser capaz de llevar su cruz o su enfermedad pacientemente y para ofrecerlo para la salvación de las almas. Lo sé de los testimonios de nuestros peregrinos.

Hubo también milagros de curación física. Nuestros peregrinos de Zolochiv fueron testigos de una curación milagrosa. Yo no lo vi personalmente, porque estaba en la iglesia en ese momento, pero mis parroquianos me contaron esta curación con gran emoción.

Helen, que oraba y daba a besar su medalla en la sala monástica, había tomado en sus brazos a un niño pequeño de unos cuatro años de edad, que era incapaz de andar desde su nacimiento.

El niño besó la medalla milagrosa y todos los presentes en el vestíbulo fueron testigos del milagro. Helen puso al niño abajo, en el piso, y el niño anduvo por sí mismo. Todos estaban emocionados. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras, al mismo tiempo, todos eran muy felices, llenos de gratitud a Dios por Su gran amor.

Dos mujeres de nuestro grupo fueron curadas también allí en Ivano Frankivsk. De este modo la gente fue testigo de una de las profecías de Garabandal que dice que: por estas medallas, besadas por Nuestra Señora, Jesús realizará milagros. Esto debe estimular a todos a aceptar el Mensaje que la Bendita Madre dio a la humanidad durante estas Apariciones.

Sorprende también la gran paciencia de Michael y Helen y su fortaleza. Es una gracia que Dios les dio. En el curso de casi dos semanas, ellos no tuvieron un día de descanso.

Cada día estas reuniones duraban entre seis a ocho horas, a veces más. En la Iglesia del Monasterio de Ivano Frankivsk, había tanta gente que los sacerdotes, al fin de la Santa Misa, eran incapaces de distribuir la Santa Comunión porque era imposible pasar por la multitud.

Es difícil estimar cuántas personas había: 2000 o 3000, quizás aún más, porque muchos estaban en el exterior de la iglesia. El padre Zenovy, el párroco de la aldea cercana de Radcha, estaba también allí dando a besar la medalla de Garabandal que él había recibido. Se atendió a todos. Todos pudieron besar las medallas.

Este viaje dejó recuerdos inolvidables en nuestras almas. Por eso nosotros damos las gracias al Obispo Sophronius Mudry, que siempre ha sido y continúa siendo un padre espiritual maravilloso para los fieles, por invitar a los Rozeluks a venir a la Eparquía de Ivano Frankivsk, Ucrania.

Sinceramente damos las gracias a Dr. Michael y Helen por su sacrificio personal por el bien de la almas y por el bienestar de su gente, por el ejemplo de su vida, que también ayuda a otros a vivir activamente su vida religiosa y de iglesia, compartiendo las gracias de Dios y de este modo multiplicándolas.

También damos las gracias al Sr. Bohdan Shyptur que fue quien organizó este encuentro, al P. Volodymyr Palchynsky, OSBM, superior del Monasterio de Ivano-Frankivsk y también a todos los Sacerdotes y Hermanos por la excelente organización de este evento tan especial y por recibir a todos los peregrinos con los brazos abiertos. También agradecemos la generosa donación desde Canadá, Estados Unidos y otros lugares de estampas, rosarios, medallas y videocasetes.

En cuanto a mí, estoy muy agradecido por las oraciones, la amistad y la medalla milagrosa de Garabandal que me dieron los Rozeluks. Que Nuestro Señor continúe derramando sobre vosotros generosamente sus gracias y que Nuestra Bendita Madre os cuide siempre. Rezamos por vosotros y os esperamos de nuevo en Ucrania el año próximo. ¡Os esperamos en Zolochiv!

Padre Teodor Pylavskyj, OSBM .
Zolochiv, Ucrania,
1 de Noviembre del 2002.

 

A. M. D. G.

 


 

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