Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 195
Carta del hermano Miguel de los Santos, desde su Sanatorio Psiquiátrico de Mondragón (Guipúzcoa).
Jesús dijo a Conchita: Te he elegido a ti en el mundo para que te estés en él, enfrentándote con las muchas contrariedades que por Mí hallarás. Todo esto lo quiero Yo para tu Santificación, y para que el mundo cumpla el Mensaje.
El segundo mensaje nos dice:
pensad en la Pasión de Jesús.
El Hermano Miguel de los Santos, desde su Sanatorio Psiquiátrico de Mondragón (Guipúzcoa), escribía así a Conchita:
«Recordada Conchita:
Como es tanta la gente que pasa por ahí, no sé si te acordarás ya del Hermano Miguel de los Santos. Soy uno de aquellos tres Hermanos de San Juan de Dios, que el pasado 6 de agosto estuvimos ahí, y fuimos testigos del momento en que el arcángel San Miguel te dio de comulgar.
¡Qué momentos aquellos! A medida que pasa el tiempo estoy más impresionado cada día con lo que mis ojos vieron.
Saludos a tu madre; y dile que todo lo que ha pasado contigo no puede ser de otro sitio que del Cielo. Por algunas cosas que han sucedido, se ve de una manera clara que por ahí anda la mano de la Santísima Virgen. Esperamos tus noticias.»
Conchita llamada por Jesús para acompañarle en su Cruz.
Se puede oir en la grabación del segundo mensaje que durante el mismo Conchita pidió a Dios por tres veces clemencia, intercedió para que no viniesen entonces los castigos profetizados porque ya se había llenado la Copa y ya rebosaba por las ofensas contra Dios.
Le dijo a San Miguel Arcángel:
-- "Espera, espera, todavía no... Clemencia... Clemencia... Clemencia... Pídele a Dios nuestro Padre que nos perdone... ¡Oh Dios!... ¡Oh Dios!...¡Oh Dios!... el dos de julio.... Concédeles a todos las gracias que te han pedido."
Las tres exclamaciones: ¡Oh Dios!... es porque Conchita estaba impresionada por lo que le dijo el Ángel acerca de muchos Sacerdotes, Obispos y Cardenales. En ese momento Conchita llora y se le ven caer gruesas lágrimas por las mejillas. Ella creía entonces que todos los sacerdotes eran santos.
La fecha "dos de julio (1965)" corresponde a un breve pero importante mensaje que envió ese día por encargo de San Miguel Arcángel, en una carta al Obispo de Santander monseñor Beitia Aldazabal, por medio de don Francisco Sánchez Ventura en el que el Arcángel San Miguel da una seria advertencia y aviso para todo aquel que se atreva a negar abiertamente la verdad de las Apariciones y los Mensajes.
Dios escuchó las peticiones de clemencia de Conchita y por ello salió del éxtasis muy feliz.
Los testigos vieron que Conchita salió del éxtasis con una cara radiante de felicidad. Por esta ofrenda, su vida se convertiría en el futuro, principalmente por medio de la misteriosa noche oscura de las negaciones, en una gran Cruz por la salvación de las almas.
Se lo dijo Jesús el 13 de febrero de 1966:
"Te he elegido a ti en el mundo para que te estés en él, enfrentándote con las muchas contrariedades que por Mí hallarás. Todo esto lo quiero Yo para tu santificación, y lo ofrezcas por la salvación del mundo. Debes hablar al mundo de María.
Cumple mi voluntad y encontrarás mi amor. Ama la humildad, la sencillez, nunca pienses que lo que has hecho, es mucho, piensa en lo que tienes que hacer y en lo que debes de hacer, no para ganar el Cielo, sino para el mundo, que cumpla mi divina voluntad; que toda alma se prepare. Quien tenga su alma dispuesta para oírme, sabrá qué es mi voluntad.
Quiero decirte, Conchita, que antes del Milagro sufrirás mucho, pues habrá pocos quienes te crean. Todo esto lo quiero Yo para tu Santificación, y para que el mundo cumpla el Mensaje. Quiero prevenirte que el resto de tu vida será un continuo sufrimiento; no te acobardes, en el sufrimiento, estoy Yo y María, a quien tu tanto quieres".
Yo (Conchita) le he preguntado si en Roma también me dejarían de creer, y me ha dicho:
-- No te preocupes si te creerán o no te creerán. Yo lo haré todo; pero también te daré el sufrimiento; quien sufre por mí, yo estaré con él.
Las cruces de las niñas videntes siempre eran para su santificación y por el bien de las almas. Las niñas videntes han llevado en su vida y de forma distinta una gran cruz por la salvación de las almas y especialmente atendiendo a la petición de la Santísima Virgen:
-- Rezad mucho por los Sacerdotes, para que sean santos y lleven muchas almas a Dios.
En estos dos ejemplos que siguen se ve claro que Conchita no pudo Comulgar en la Iglesia, sin culpa de ella, pero es que Dios tenía otros planes por mediación de San Miguel Arcángel.
El domingo día 5 de Agosto de 1962 dice don Valentín, el párroco, en sus notas:
"Hoy, Conchita llegó a misa después del "Sanctus", y se acercó luego a comulgar. Yo, como había perdido la misa y era día de precepto, no se la di; lo mismo hice con una catalana y dos seminaristas, pero a éstos acabé dándosela, porque me dijeron que iban a oír misa por la tarde."
Esto es lo que sucedió, tal como se conoció mas tarde:
La noche anterior las niñas habían estado en éxtasis durante muchas horas, por lo que se retiraron muy tarde a descansar. El mismo don Valentín corrobora esto, al anotar:
-- "A las cuatro de la mañana tuvieron aparición Conchita y Loli; duró 45 minutos".
El párroco tocó a misa a las ocho; en ocasiones don Valentín, el párroco, no prefijaba la hora y la campana de aviso a veces no se oía en la zona de la casa de Conchita, estando en el interior de la casa, ya que ésta queda en el lado opuesto del pueblo. Conchita y su madre, que no oyeron la campana, se presentaron en la iglesia cuando la misa estaba ya en el "Ofertorio".
Llegado el momento, Conchita fue con la demás gente a recibir la comunión, arrodillándose en el comulgatorio; pero don Valentín la saltó dos veces al pasar distribuyendo la Sagrada Hostia; no quiso darle la comunión, porque había visto que había llegado tarde a misa.
Por los párpados de la niña rodaron dos gruesas lágrimas, y se volvió a su sitio. Nada más acabar el Santo Sacrificio, salió corriendo de la iglesia en dirección a los Pinos, donde la Santísima Virgen y San Miguel tenían planes especiales para ella en este día.
Dice Maximina en un carta:
Este domingo (día 5 de agosto de 1962) estaban en el pueblo unos padres de San Sebastián; y uno, por lo visto, está algo enfermo y parece que se iba a ir a Alemania y Conchita le dijo:
-- "Me dijo la Virgen que curarás."
El sacerdote se emocionó mucho. Después del éxtasis le volvió a repetir esto, y que no se fuera a ningún sitio, que donde estaba, estaba ganando muchas almas.
Otro suceso de naturaleza similar sucedió el día siguiente, el lunes día 6 de Agosto de 1962:
Dice Maximina en una carta:
Había dicho el señor cura que el lunes la misa era a las 11, y después cambió y vino a decirla a las 9. Nosotras no lo sabíamos, y como desde aquí se oye muy mal la campana, pues perdimos la misa; y al señor cura no le gusta dar comuniones si no es en la misa.
El desconcierto de don Valentín lo apuntó en sus notas de este lunes, 6 de agosto de 1962:
-- "Yo no lo entiendo: la niña ha dicho siempre que el ángel sólo la da comunión cuando no hay ningún sacerdote en el pueblo"
Y él había estado allí celebrado la misa a las nueve de la mañana, misa a la que Conchita no asistió por el cambio de hora que ella no sabía.
Dios tenía otros planes para este día:
Este día llegaron al pueblo tres Hermanos de San Juan de Dios y Dios quiso que Conchita comulgase de manos de San Miguel Arcángel en los pinos a donde subieron los tres Hermanos.
Se lo dijo claramente Conchita a los tres Hermanos:
-- El ángel ya sabía que estaban ustedes aquí, y me ha dicho que me ha traído aquí porque estaban ustedes. Y también me dijo que el Señor y la Virgen están contentos con ustedes.
Los Hermanos de quienes se habla en este episodio son, según su nombre de religión: H. Juan Bosco, H. Luis Gonzaga y H. Miguel de los Santos. En la foto con Mari Cruz y Jacinta.
Este día estaba destinado a que Conchita comulgase en los pinos de manos de San Miguel Arcángel y poder así encontrarse con los tres hermanos de San Juan de Dios que habían llegado al pueblo y solo disponían de este día ya que tenían que estar de vuelta en Celorio, Asturias, esa misma noche para comenzar los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.
Conchita dijo a los tres hermanos de San Juan de Dios:
-- Me va a dar la comunión el ángel, porque no pude hacerlo en la parroquia
Sobre lo ocurrido este día dice el señor cura de Barro, que estaba presente:
"El señor cura, don Valentín, nos había dado permiso a don Luis López Retenaga, a otro sacerdote vasco y a mí, para celebrar misa en la iglesia, pero con una condición:
-- que fuese a puertas cerradas.
Por esta causa, tampoco Conchita pudo asistir.
"Yo celebré después del P. Retenaga y estaba ayudando al sacerdote que celebraba en tercer lugar, cuando se me ocurrió pedir a la Virgen la gracia de que Conchita comulgara aquel día; era la fiesta de la Transfiguración del Señor; si no podía ir a la iglesia para comulgar de nuestra mano, que le diera la comunión el ángel. Las niñas tenían siempre verdaderos deseos de comulgar y no siempre lo lograban, debido a sus ocupaciones. Mi petición iba dirigida a tener una prueba más de la verdad de aquellos hechos."
Don José Ramón salió sigilosamente a casa de Conchita, y continúa:
"Llegué en el momento en que su madre preparaba sobre un borrico los cuévanos en que Conchita debía llevar la comida a sus hermanos, que estaban en el invernal. Pregunté por Conchita, y quedé de una pieza cuando Aniceta me espetó desabridamente:
-- Ustedes, los sacerdotes, me están echando a perder la niña. Hace "cuánto" que está en los Pinos con unos sacerdotes, acabo de verles asomarse allá arriba y "cuánto" que ella debía estar ya en camino con la comida para sus hermanos, que buenas ganas tendrán.
Foto: Conchita, en éxtasis, persigna y santigua a su madre Aniceta.
-- Es que yo venía corriendo para decirle a Conchita que si quería comulgar, ahora lo podía hacer, pues estamos tres en la iglesia.
-- ¡Comulgar, comulgar! Primero es la obligación que la devoción. Así que nada. Ya debería estar ella con la comida en el invernal."
Conchita llegó a su casa con los tres Hermanos de San Juan de Dios, que todos creían sacerdotes, en el preciso momento en que su madre estaba hablando con el señor cura de Barro. Tan pronto como tuvo delante a su hija, empezó a reñirla por aquella tardanza. Conchita sólo supo responder, con la cabeza baja:
-- Es que me dio la comunión el Ángel.
Respondió su madre:
-- ¡El ángel, el ángel!... Bueno, será así, pero anda, que ya es hora de que tus hermanos tengan allá arriba la comida.
¡Qué maravillosos son los designios de Dios, aun cuando sea a costa de muchos sacrificios e incomprensión. Todo fue para mayor santificación de las almas ya que todos tuvieron su parte en ello. Y finalmente todos, después de saber lo que sucedió, quedaron muy contentos y felices.
A. M. D. G.