Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 230

 

P. Michael Donnelly, S.M.M.

Curé de una enfermedad del corazón, subiendo a rezar en los Pinos.

 

Lo cierto es que la Virgen del Carmen me curó.

 

 

P. Michael Donnelly, S.M.M.

Foto: P. Michael Donnelly, S.M.M. con Joey Lomangino durante una visita en Nueva York.

En 1971, durante el viaje de vuelta a mi Misión en Malawi, África, pasé por mi casa en Irlanda y me encontraba mal. Fui al hospital y me dijeron que me preparase para operarme del corazón porque era grave.

La válvula mitral no estaba funcionando. Los doctores me habían dicho que había muy poca probabilidad de éxito en esta operación. En aquellas fechas tan solo 1 de cada 25 pacientes salía del todo bien de esta operación.

Pasó un hecho misterioso: cuando me llegó el turno de la operación, no estaba en las listas, por lo que los doctores no me llamaron, extrañándose de que hubiese desaparecido de las listas donde figuraba en primer lugar. Mientras me preparaban el reingreso tomé unos días de descanso en mi casa ya que los doctores me recomendaban reposo.

Una señora que trabajaba mucho dando a conocer las Apariciones de Garabandal en Irlanda vino a mi casa y me dijo:

-- Padre, yo sé que le gusta mucho la historia de las Apariciones de Garabandal y que habla de estas Apariciones a la gente, pues bien aquí tiene un billete de avión para que vaya a Garabandal.

 

 

El 11 de Septiembre de 1971 fui a Garabandal. Diariamente subía a los pinos a rezar. Los primeros días, me costó mucho subir por mi enfermedad del corazón y tardaba unos tres cuartos de hora en subir a los pinos, andando poco a poco. Tenía que andar muy despacio.

De pronto, el miércoles de esa semana, subiendo a los pinos, me encontré muy bien, pude subir sin ninguna dificultad e incluso pude ayudar a otros a subir. Sentía que mi circulación estaba normal, que mis manos y pies estaban más calientes, que estaba recuperando el color natural de mi cara y mi condición física había mejorado notablemente. La tensión arterial se estaba normalizando.

De vuelta a Irlanda fui a mi médico y le pregunté por la operación. Él telefoneó al hospital y me dijeron:

-- Sí, Padre, está en la lista, y debe venir a operarse dentro de tres días.

En el hospital me hicieron los exámenes y pruebas necesarios. Después de tres días, los especialistas vinieron con los informes y me dijeron:

-- Padre, usted no necesita operación. Su corazón ha mejorado de tal modo, desde la última vez que le vimos, que posiblemente no tendrá que operarse. Lo pensaremos de nuevo.

Llamaron al tercer especialista, jefe del hospital, muy conocido en toda Europa, que me informó:

-- Hay una pequeña fuga en su corazón, pero está mejorando. Inexplicablemente se está cerrando. Podríamos operarle ahora pero viendo lo bien que está su salud, incluso si le operamos, no se encontrará mejor.

Los tres especialistas decidieron hacer un examen más. Después de tres días, el domingo 3 de Octubre, el especialista más joven vino y me dijo:

-- Padre, vístase y váyase a casa. No necesita operarse en absoluto.

Fue así que me vestí y salí del hospital.

Lo cierto es que cuando vine de Garabandal ya estaba sano. Todo esto se lo debo a la intercesión de Nuestra Señora del Monte Carmelo que me curó en Garabandal.

P. Michael Donnelly, S.M.M.

 

A. M. D. G.

 


 

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