Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 232

 

Manuel Álvarez Álvarez cura milagrosamente
de cinco perforaciones de estómago.

 

Por el beso que he dado aquí, mi Hijo hará prodigios.

 

María José Álvarez, testigo de las Apariciones, recuerda muy bien cómo su hermano Manuel curó milagrosamente en el Hospital General de Asturias en Oviedo, a mediados de los años setenta.

 

Gijón, Asturias.

10 de Octubre de 2005.

Curación milagrosa de mi hermano Manuel.

Nuestra familia es de Cangas de Narcea, en la zona Occidental de Asturias. Cuando comenzaron las Apariciones yo era maestra nacional en la villa asturiana de Colunga desde donde subí por primera vez a Garabandal. Siempre recordaré las primeras palabras que me dijo Aniceta, la madre de Conchita, cuando le pregunté:

-- Sabiendo que la Virgen viene tan tarde, ¿por qué no se acuestan?.

Aniceta me dijo:

-- Sabiendo que la Virgen viene, lo menos que podemos hacer es esperarla levantadas.

Es una gran razón la de Aniceta.

Ese día, la Virgen vino a las siete de la mañana, por lo que tanto Aniceta como Conchita pasaron toda la noche en vela. Conchita tuvo Aparición a las siete de la mañana, fue un éxtasis precioso que duró dos horas y, al terminar, todo el sueño y cansancio que Conchita tenía desapareció y estaba más fresca que si hubiera dormido toda la noche.

Con el tiempo fui muy amiga de Aniceta con quien tuve largos ratos de conversación. Conchita me dio una medalla besada por la Virgen, que llevo puesta, y es la que puse a mi hermano cuando fue ingresado en el Hospital.

 

Curación de mi hermano Manuel.

Mi hermano estaba casado en Cangas de Narcea, Asturias. Anteriormente, por un accidente, tuvieron que quitarle el bazo. Años después, tuvo bastantes dolencias del estómago, pero apenas lo daba a entender porque no se quejaba de ello. Por esto, cuando fue ingresado en el Hospital de Oviedo su estado era muy grave.

Los médicos le encontraron cinco perforaciones de estómago y el problema más grave era que no retenía las transfusiones de sangre por lo que en poco tiempo estaba en estado terminal. Al no tener el bazo, que viene a ser como un almacén de sangre, su situación era crítica.

El médico, que era creyente, con mucha fe me dijo:

-- No hay nada que hacer, su hermano se está muriendo, solo Dios puede ayudar.

Inmediatamente de saber esto, le puse a mi hermano al cuello la cadena con la medalla besada por la Santísima Virgen en Garabandal, pidiéndole a la Virgen que intercediese ante su Hijo Jesús por su curación.

Poco después, la siguiente transfusión de sangre tuvo éxito y mi hermano empezó a mejorar. Las heridas del estómago empezaron a cicatrizar y en poco tiempo curó del todo y salió del Hospital.

Después de esto, mi hermano Manuel vivió ventitres años más de vida y sin problemas de estómago. Toda su mejoría empezó al yo ponerle la cadena con la medalla besada por la Virgen, pidiéndole a la Santísima Virgen de Garabandal que intercediese ante su Hijo Jesús por su curación.

El médico me dijo:

-- Usted y yo sabemos quién ha curado a su hermano.

Dios Nuestro Señor curó a mi hermano Manuel por la intercesión de su Madre la Santísima Virgen, tal como lo prometió en Garabandal, por medio de la medalla Besada por Ella.

María José Álvarez Álvarez.
Gijón. Asturias.
10 de Octubre de 2005.

 

A. M. D. G.

 


 

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