Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 236

 

Rezos a primeras horas.

Ansia de ver a la Virgen y el Milagro.

 

La Iglesia de San Sebastián de Garabandal
en tiempos de las Apariciones.

 

Rezos a primeras horas de la madrugada.

Dice Conchita en su diario:

"La Virgen nos mandó a las cuatro, a Loli, Jacinta, Mari Cruz y a mí, ir a rezar el rosario al "cuadro". Algunos días íbamos a las seis y otros más tarde. Jacinta y Mari Cruz iban a las seis de la mañana y a las siete; y Loli no tenía hora; después a Mari Cruz no le venía bien levantarse tan luego, y fue a las ocho. Y siguió sólo Jacinta a las seis, con su madre y gente del pueblo, como nosotros. A mí, por Semana Santa, me mandó que fuera a las cinco de la mañana, y así fui, porque la Virgen siempre quiere que hagamos penitencia."

Con esos rezos penitenciales se santificaron las últimas jornadas de 1961 y las primeras semanas de 1962.

El día 3 de enero de 1962 escribía Jacinta al señor cura párroco de Barro, don José Ramón García de la Riva: 

"En este momento llegamos de rezar el rosario a la Virgen, Mari Cruz y yo. Ayer tuvimos una mañana muy mala:  bajaba una calleja de agua, que casi no podíamos ahincarnos... Ahora, en lo que no nieve, todo va bien."

En el verano de 1970, el P. Laffineur hablaba en Garabandal con Jacinta: 

P. Laffineur: Jacinta, el 30 de noviembre de 1961, Mari Cruz escribía al señor cura de Barro:  "Yo voy al Cuadro todos los días, a las seis de la mañana, a recitar el rosario; Jacinta me acompaña. Conchita sale a las siete, y Loli a las ocho y media, pero ellas lo hacen en la iglesia".

Jacinta: Es verdad, Padre.

P. Laffineur: ¿Fuisteis fieles las cuatro, durante el invierno tan frío de Garabandal, a pesar de la lluvia, de la nieve, del hielo?

Jacinta: Sí, Padre

(Simón, padre de Jacinta ha dicho: "Durante seis meses seguidos estuvimos yendo a rezar el rosario a la Calleja todos los días, a las 6 de la mañana; yo acompañaba a la niña con un farol.)

P. Laffineur: Entonces, ¿por qué no habéis seguido haciéndolo hasta hoy?

Jacinta: Porque la Virgen nos había dicho que debíamos obedecer a nuestros padres.

 

La Virgen dice a las niñas que su Hijo hará un gran Milagro.

En una carta de Maximina del 15 de enero de 1962 dice: 

«Estos días tenemos aparición:  son lo mismo que siempre. Ayer les oyeron decir que haría un milagro, y las niñas lloraban...

Estos días ha habido bastante gente de fuera, y eso que hace un frío horrible; yo estoy escribiendo a la lumbre... Estos días volvieron a tener junta de médicos en Santander, sobre esto de las niñas, y dicen que dijeron que estaban normales completamente.

Ayer, día 14, hubo aparición al mediodía, a la tarde, y luego, a las tres de la mañana; y les puso rosario a las cinco, así que ¡fíjese! Yo me gustaría asistir, pero, todos los días, me es imposible, lo uno, porque es muy de mañana, y lo otro, porque hace un frío muy grande en este tiempo.»

 

Ansiedad de las niñas por ver a la Virgen.

El 18 de enero de 1962, después del éxtasis, Jacinta exclamó: "¡Hasta el 18 de febrero no la vuelvo a ver!"; y, desconsolada, no hacía más que repetir:  "¡Ya no la vuelvo a ver hasta dentro de un mes!"

En este mismo día tuvieron aparición Mari Cruz y Mari Loli a las seis de la tarde:

 

Mari Cruz y Mari Loli en éxtasis.

Fueron a la iglesia y, de allí, a casa de Mari Cruz, dando a besar a la Virgen varios objetos; salieron luego rezando el rosario hasta la Calleja, donde terminaron el tercer misterio, y subieron después a los Pinos, donde acabaron el rezo. Terminó el éxtasis hacia las ocho y cuarto.

 

Conchita contaba los días, esperando el 27 de enero de 1962. En este mes de enero decía Conchita:

-- Hasta el 27 de éste no vuelvo a ver a la Santísima Virgen: ¡Se me hace más largo el tiempo!. Todos los días cuento los días que me quedan.

 

Fue por estas fechas que Mari Loli fue a dar el crucifijo a besar a D. José Ramón, el cura de Barro, que estaba en cama con algunas dudas de que las Apariciones fuesen verdad y se lo pidió a la Virgen.

Lo cuenta Maximina:

«Tenía yo durmiendo en casa a don José Ramón, el sacerdote de Llanes (Barro), y a las tres y media, que llaman a la puerta:  me levanto corriendo, y era Loli, en éxtasis; me da el crucifijo a besar, y después se lo da seguido a los nenes. Después sube al piso de arriba y se arrodilla ante el cuadro de mi marido; estuvo como cinco minutos rezando ante él, que en paz descanse; y después se da la vuelta, de rodillas, y va a dar a besar el crucifijo al señor cura, que estaba en la cama; salió de la habitación y fue a dárselo a mi padre. Después que se fueron, el señor cura se levantó, y nos fuimos a acompañarles por el pueblo hasta que terminó.»

 

Al fin, llegó para Conchita el ansiado día 27.

 Lo cuenta don Valentín el párroco: 

"Conchita entró en éxtasis en su casa a las 6:30 de la tarde; salió hacia la iglesia, donde dio a besar a la Visión medallas y rosarios que le habían entregado para eso; luego, en el mismo estado, los devolvió a sus dueños sin equivocarse en nada. Terminó a las 8:20."

Y Maximina nos da más detalles en una carta del día 30:

"Ya saben que el día 27 tenía aparición Conchita. Vino mucha gente, de Madrid, de Barcelona, de Valladolid, de muchos sitios. Tuvo una aparición linda. Visitó en éxtasis a todos los enfermos.

Había un chico de fuera, que por lo visto iba poco a la iglesia, y ella le siguió mucho en el éxtasis, y le persignó dos veces, hasta que el chico terminó llorando. Después tuvieron aparición Loli y Mari Cruz, y anduvieron mucho las tres juntas; traían muchas cadenas al cuello de unos y de otros, para que se las besara la Virgen. Esa misma noche pidieron mucho por todos los enfermos, más en especial por los que les mandaban pedir."

 

Al día siguiente, 28 de enero de 1962, sucedió esto que cuenta el doctor Ortiz: 

"Conchita, en éxtasis, se unió con María Dolores en el pórtico de la iglesia; allí empezaron el rosario, y de allí fueron a casa del tío Leoncio, un viejo del pueblo que estaba inconsciente y casi moribundo. Se arrodillaron junto a él, rezando, e intentaban inútilmente hacerle besar el crucifijo que llevaban en la mano; continuaron rezando y, de repente, el enfermo recupera el conocimiento y contesta a los rezos, cosa que nos asombró a todos, las niñas volvieron a darle el Cristo, que él entonces besó, y luego dijo:

-- Yo rezo, porque tengo fe.

Con las mayores muestras de alegría, las niñas se levantaron y salieron."

 

Maximina dice en una carta lo que sucedió después:

Después, siempre en éxtasis, salieron y fueron derechas a Los Pinos. Rezaron allí un poco, y bajaron, y anduvieron otra vez por el pueblo, y volvieron a subir. Eran ya las 9:30 de la noche, del todo oscuro, y si ustedes vieran por dónde subían, quedarían pasmados... Después bajaron a toda velocidad, y teníamos que apartarnos, porque ¡era una velocidad! Ya saben ustedes cómo bajan:  con la cabeza echada para atrás, sin ver nada...

 

El sacrificio de los padres:

"Mi mamá, temblando de frío como una hoja".

Lo dice Conchita en una carta al párroco de Barro, Llanes:

«Hoy mismo está nevando; yo vengo ahora de rezar el rosario en el "Cuadro", y anoche, a las 8, tuve allí aparición; granizaba muchísimo; pero yo lo veía todo escampado, no tenía nada de frío; mi mamá estaba temblando como una hoja...

Las apariciones siguen lo mismo. María Dolores tiene muchas, unos días, más, y otros, menos; pero la ve todos los días. Mari Cruz, en la semana, no la tiene un día o dos, los otros días la ve. Jacinta la ve el día 18, que hace un mes que no la ve. Mari Cruz y yo la tenemos hace una temporada en el cuadro, pero no todos los días a la misma hora. Loli la ve por el pueblo, por las casas, y en los Pinos de las apariciones...»

 

Cuenta D. Valentín un precioso éxtasis. Conchita trataba de persignarse con las albarcas, llamadas madreñas en otros sitios, en la mano. Andaba buscando el burro que se ve en la foto con Conchita y su madre.

Fue el 14 de marzo de 1962. Lo cuenta D. Valentín, el párroco:

«6,30 de la tarde. Conchita quería estar a solas y se fue detrás del lavadero, donde quedó en éxtasis. De allí subió a los Pinos, y cogiendo una de las albarcas que llevaba, empezó a decir:

-- "Traigo las albarcas en la mano, y las zapatillas, todas remendadas... Ando buscando el burro. ¿Donde está?... ¿En la cuadra?"»

Quería persignarse con las albarcas en la mano y se daba muchos golpes en la cara. Después exclamó:

-- "¡Qué buen día está hoy! Que se haga de noche y siga el sol. Y también, que nieve, para hacer santos y para navegar."

Se refiere Conchita a hacer figuras en la nieve, etc.

Estos diálogos de las niñas con la Virgen tienen mucho encanto porque muestran la confianza y felicidad que sentían con la Santísima Virgen.

 

Este mismo día 14 de marzo afloró de nuevo la súplica por el gran milagro. Ya sabían que el milagro vendría pero no sabían cuando.

Jacinta decía a la Virgen: 

-- Haz ya el milagro, que la gente, así, lo cree.

Otra noche, Jacinta y María Dolores decían a la Virgen:

-- Haz un milagro... ¿Le vas a hacer? ¡Haz un milagro para que crean todos!

Cuando le pedían así el milagro, Ella sonreía. En otras ocasiones decía: "Ya creerán." En verdad, los éxtasis de las niñas, tal como se desarrollaban, eran verdaderos prodigios de Dios por lo que a veces la Virgen se ponía seria porque muchos querían más cosas para creer.

En otra ocasión Loli pide con insistencia la curación de una señora, muy enferma de la vista, y que según dictamen médico la perderá del todo. La niña no ceja, exclamando: 

-- ¡Sana a ésa, a la madre de Alicia, que de un ojo ya no ve, y no verá el milagro que hagas en el cielo!

 

Hubo un plan para sacar a las niñas del pueblo e internarlas en Colegios. Las niñas decían a la Virgen que no se querían ir, que hiciese el Milagro para que no las llevasen del pueblo. Lo cuenta Maximina en una carta del 26 de marzo de 1962:

"Me parece que les dije en carta anterior que Conchita iba a marcharse esta semana; pues ya dice que no quiere marchar. Parece que, por ahora, ya han dejado lo del viaje (al colegio de León).

Un día de éstos, por la noche, Jacinta tuvo un éxtasis muy emocionante; le duró dos horas y pedía con insistencia un MILAGRO. Decía "Yo no me quiero ir del pueblo. Mira: ¿sabes lo que nos decía Maximina? Que ella, aunque le fueran cortando en pedazos, no se iba. ¡Yo tampoco me quiero ir!. Anda, haz un MILAGRO: Vete llamando a toda la gente, como nos llamas a nosotras, para que vengan aquí todos; y, una vez que vengan, que haya MUCHOS RESPLANDORES.... Sí, ¡haz un MILAGRO!... ¿Le vas a hacer?... ¡No te pongas seria!..."

«Era de noche, yo no estaba, y había poca gente, pero dicen que los que había, lloraban. Sería como a las 8:30, que en este tiempo ya es de noche, y dicen que le veían la cara como si fuera de día.

A mí me lo bajó a contar una chica toda emocionada:  decía que ella ya no quería ver más. Y, por lo visto, también María Dolores decía:  "Haz un milagro, para que no nos lleven de este pueblo. Di que no me vaya. Anda, dime otra vez que no me vaya, que yo no me quiero ir... ¡Anda, haz un milagro! Bueno, bastante milagro es que cuando me vine aquí, estaba nevando, y ahora hace sol..."

Claro: ellas, en éxtasis, lo ven todo con sol.»

 

Debemos aprender a tratar a la Virgen como lo hacen las niñas.

El sacerdote jesuita Padre Luis María Andréu fue el primer sacerdote que vio a la Virgen de Garabandal al mismo tiempo que la veían las niñas,  también vio el Milagro que viene.

La Virgen le dijo que pronto estaría con Ella en el Cielo y cuando bajó del pueblo dijo al párroco D. Valentín:

-- Hoy he recibido una prueba ciertísima; lo que las niñas dicen es verdad.

También dijo:

-- Debemos aprender a tratar a la Virgen como lo hacen las niñas. No debemos tener miedo al mundo sobrenatural.

Durante el viaje de vuelta a Reinosa, dijo:

-- Para mí ya no hay duda de que lo que dicen las niñas es verdad, qué gracia mas grande me ha dado la Virgen, qué Madre mas buena tenemos en el Cielo, hoy es el día mas feliz de mi vida.

 

A. M. D. G.

 


 

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