Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 240
Los primeros besos, vigilias inolvidables.
Loli levanta a Jacinta para un beso de despedida a la Santísima Virgen.
Es sobrenatural con toda certeza.
El padre dominico Antonio Royo Marín O.P., insigne predicador, profesor y escritor, el 18 de agosto de 1961 llamaba desde Castro Urdiales (Cantabria) a un grupo de personas que querían ir con él y el P. Ramón María Andreu a Santander y les dijo:
Estoy enfermo, con cuarenta de fiebre, y muy a pesar mío no puedo acompañarles; pero vayan ustedes al señor Obispo y díganle de mi parte, sin ninguna reserva, que lo de San Sebastián de Garabandal es sobrenatural con toda certeza. Esta es, al menos, mi opinión.
El ocho de Octubre de 1961, el gran maestro de médicos, doctor Jiménez Díaz, ante algunos colegas y discípulos que en la Clínica de la Concepción (Madrid) hablaban sobre los sucesos de Garabandal, dijo que lo menos que podía hacerse frente a tales sucesos, era tomarlos en serio, porque de cosa muy seria se trataba.
El pediatra doctor don Celestino Ortiz Pérez hizo un minucioso y muy elaborado informe, que recoge el resultado de sus muchas estancias en Garabandal, desde el 15 de agosto de 1961 al 25 de noviembre de 1962.
El doctor Ortiz concluye que: "según todas las luces de que nosotros disponemos, los hechos de Garabandal están por encima de las realidades naturales, son del Cielo".
El P. Royo Marín O.P. calificó los diálogos de las niñas como "verdaderas maravillas" por su candidez, sencillez y sinceridad. De éstos, hubo un diálogo que le encantó por su belleza y es el que las niñas tuvieron con el difunto P. Luis María Andreu S.J. que murió de felicidad en la noche del 8 al 9 de agosto de 1961, después de ver a la Virgen y el Milagro que va a venir.
Sucedió el miércoles, día 16 de Agosto de 1961, fiesta de San Joaquín, padre de la Santísima Virgen, y popularmente, fiesta de San Roque. Gracias a las notas del P. Ramón María Andreu, tenemos un magnífico testimonio:
Los puntos suspensivos corresponden a las pausas que hacían las niñas, escuchando. Las niñas oían la voz del P. Luis, pero sin verle a él.
¡Ah! ¡Eres Andreu!...
El P. Luis les dijo el lugar donde él vio a la Virgen.
Mari Loli:
sí, es tu voz; pero ahora es más fina... queremos verte. ¿Por qué no te vemos?... Saca una mano... Dinos qué viste en los Pinos cuando dijiste: ¡Milagro, milagro, milagro, milagro!... ¿En la rama del árbol de en medio?... Iré a verlo y cogeré una corteza. ¡Qué contento estarás ahora!... Ya sabemos las últimas palabras que dijiste: que era el día más feliz de tu vida.Se produjo un largo silencio, durante el cual las niñas escuchaban con atención. Y después decían:
Ya hay un San Luis: San Luis Gonzaga... ¡Ah! ¡Claro! San Luis Andreu... yo me figuro que el cielo es llano, como una ropa tendida.
Las niñas no se imaginaban que la vida en el más allá es completamente distinta de la de acá y por ello las preguntas y respuestas son de gran belleza.
¿Te cortas el pelo?... Entonces lo tendrás muy largo. ¿Y comes?... ¡Pues estarás bien delgado!... ¡Ah, claro!...
la exclamación indica que el P. Luis les dio algunas explicaciones, con las que quedaron satisfechas.
Está aquí tu hermano. Pero está diciendo misa, porque le ha tocado... ¿Qué está con nosotras? ¿Al lado de quién?... Ya se lo preguntaremos después, a ver si es verdad.
Acabado el éxtasis, les preguntó el Padre Ramón al lado de quién estaba, y las niñas contestaron a la vez, muy alegremente: "De Loli" y así era en efecto.
Loli:
Ya encontré el rosario donde me dijo la Virgen, y se lo he dado a tu hermano... Ayer (fiesta de la Asunción) dijo la misa cantada, y predicó primero a los hombres, después a las mujeres, y después a los críos y crías, y nos miraba...Las niñas le contaron al P. Luis muchas cosas de su hermano el P. Ramón quien tomaba notas de este diálogo junto a ellas.
Loli: Tu hermano dice "Dominus vobiscum", y yo creía que era "Dominus vobispum": así lo dice don Valentín... ¡Ay! Tú ¡qué bien lo dices!... Tu hermano nos enseñó un cantar...
Y Mari Loli empezó a cantarlo:
"¡Cuándo me veré con toca
y zapatos sin tacón!
¡Qué corridas por el claustro..."Mari Loli no recuerda más y dice:
¡Ay! ¿Cómo sigue? ¿Cómo era lo del corazón?...
El P. Luis se lo dijo y ella exclamó sorprendida:
¡Ah! ¡Tú también lo sabes!...
Todos dicen que el día que dijiste aquí la misa, la dijiste muy bien. Tu hermano también la dice muy bien.
Conchita:
Nos ha dicho tu hermano, que si quieres llevarle, que le lleves, como a ti...El P. Luis les dijo que su hermano el P. Ramón no moriría pronto sino que se quedaría acá.
¡Ah! Para que esté con nosotras... Va a venir tres semanas de párroco. ¡Qué bien! ... Dinos algo para tu hermano... Anda, repítelo, para que no se nos olvide... Ahora lo repito yo contigo: "Que haga sacrificios, que haga sacrificios!"...
Después del éxtasis, las niñas preguntaron al P. Ramón, a quien comunicaron el mensaje de su hermano, qué era eso de "hacer sacrificios". El se lo explicó, y entonces ellas replicaron cándidamente:
-- "¿Y por qué hay que hacer lo que a una no le guste?"
Este diálogo, del que se han puesto algunos fragmentos, fue calificado por el P. Royo Marín O.P. como una "verdadera maravilla", concluyó con el rezo de una estación al Santísimo Sacramento.
Más adelante, la Virgen explicó a las niñas que el sacrificio que más le agrada es el de la "fidelidad en la vida ordinaria, ofreciendo lo que se hace por Amor a Dios".
Dice Conchita que en la noche del día siguiente de la conversación con el P. Luis, un 17 de Agosto de 1961:
-- esa noche fue la primera noche que la Virgen nos besó; y nos fue besando una por una, y después se marchó.
La niña recuerda muy bien el comienzo de aquel regalo maravilloso de los besos de la Madre. A partir de entonces, los espectadores sabían cuándo iba a producirse el final de un éxtasis: cuando las videntes ponían su cara en actitud de dar o recibir besos, a lo que solía preceder o seguir la acción de santiguarse con mucha devoción.
Las niñas daban a besar el Crucifijo, primero
a la Virgen, después a la gente.
La Vigilia de la Asunción, del 15 de Agosto de 1961, fue de gran alegría:
Fue testigo de ello el P. Ramón María Andreu S.J. y, en sus anotaciones, nos dice lo que sucedió:
«A las 2:45 de la madrugada empieza la marcha extática de las niñas, a modo de "vigilia" de la Virgen. Duró hasta las cinco de la mañana. Conchita, Loli y Jacinta salieron de la casa de Conchita, con grandes muestras de alegría, y pidiéndole a la Virgen que durase hasta la siete de la mañana.
De hecho duró casi dos horas y media. Y todo el tiempo, en marcha, menos los breves ratos en que ellas se detenían a la puerta de la casa de Mari Cruz, o en la iglesia. El ritmo de la marcha no era muy rápido; pero sí constante. Andaban hacia adelante; sólo unas pocas veces hacia atrás. La tónica general de todo el trance fue la alegría. Con esta alegría rezaban rosarios, cantaban muchas de sus avemarías, sonreían o reían, hablaban...
Resultaba muy difícil entender bien lo que hablaban, por ir en marcha; pero en un momento se les oyó decir:
-- ¡Qué gusto! Pero tú nos dirás dónde está la casa de Mari Cruz, porque nosotros no la vemos.
Empezaron entonces las idas y venidas hacia la casa de Mari Cruz, cantando coplas y otros cánticos. Fueron a la iglesia; y pedían a la Virgen seguir así "hasta las siete, hasta las ocho, hasta las nueve". Terminó todo a las cinco de la madrugada.
Al terminar, tenían el pulso normal y estaban frescas, sin sudor. Los demás estábamos más que cansados: ellas, sin fatiga, de buen humor, y con apetito»
Las niñas y sus acompañantes, en pie a horas tan intempestivas, oraban y alababan a Dios por María. Se asociaban así a las almas consagradas que iniciaban a aquellas mismas horas una nueva jornada con el rezo solemne de los Maitines y Laudes de la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen a los Cielos.
La "vigilia" de la Asunción no fue la única por estas fechas. Al sábado siguiente, 19 de agosto de 1961, hubo otra, que aún fue más larga, pues abarcó casi toda la noche, de sábado a domingo. Conchita habla así de ella en su diario:
«Como lo había dicho, Ella vino y nos dijo igual que el día anterior: rezad el rosario. Y empezamos el rosario. Y esa noche fuimos a los lugares en que se nos había aparecido la Virgen al principio; y decía la gente, después de nuestro éxtasis, que habíamos subido a los Pinos, y que anduvimos de pino en pino, de rodillas, rezando. Esta noche la Virgen estuvo con nosotras desde las nueve de la noche hasta las siete de la mañana»
Después de tales "vigilias" las niñas tenían que quedar deshechas, cansadísimas. Pues ¡no! Los testimonios sobre esto son unánimes. Se caían de sueño cuando no habían podido dormir por otra causa; mas cuando perdían el sueño por las apariciones, no acusaban fatiga alguna, y podían empezar la nueva jornada sin cansancio alguno.
Teniendo en cuenta que esto ocurrió muchas noches, a lo largo de meses, los médicos consideran este hecho un auténtico milagro, un prodigio de Dios.
La Virgen, juega con las niñas.
Una de las cosas que hacen las madres con sus hijos pequeños, para enseñarles a buscarla, o para un nuevo encuentro más cariñoso, es esconderse detrás de una puerta o en algún sitio que el niño intuye y la va a buscar. La Virgen hizo esto algunas veces con las niñas jugando con ellas al "escondite".
Dice Conchita en su diario, que "esa noche jugamos a 'los tíos' con la Virgen: nos escondíamos dos de nosotras, y otra nos encontraba". Este juego es el llamado del "escondite" en el que una de las participantes tiene que dar tiempo a las demás para que se escondan, y luego encontrarlas.
Dice Marichu Herrero que el 12 de septiembre, fiesta del Dulce Nombre de María, las vio jugar con la Virgen:
"Vi a las niñas jugar claramente al escondite con su visión, aunque al principio no entendía muy bien lo que estaban haciendo. Las veía deslizarse cautelosamente, sobre la punta de los pies, procurando no hacer ruido y pegándose de espalda a las paredes, hasta la esquina de la calle. Allí, iban sacando la cabeza poco a poco, en ademán de querer sorprender a alguien que se escondía de ellas... De golpe, como si hubieran descubierto lo que buscaban a la vuelta de la esquina, lanzaban gritos de alegría y echaban a correr en su seguimiento... Era de verdad encantador contemplar este juego de las niñas: evidentemente allí había una Madre que disfrutaba entreteniéndose con sus pequeñas."
Avelina sorprende a las niñas "escondidas".
Una noche estábamos con la Aparición y de pronto desaparecen las niñas en una calleja y que no sabíamos donde estaban. Yo dejara la puerta de mi casa arrimada y en esto que las encuentran dentro, detrás de la puerta de mi casa. Era una puerta mayor que la que tengo ahora, era una puertona muy grande y estaban allí, parecían cuatro Angelines, detrás de la mi puerta.
¡Ay señora!, ¡está más fresca que usted y yo!
Lo cuenta Avelina:
Había mucha gente junto a casa de Aniceta y estaban esperando la Aparición de Conchita y llego yo. Sale Conchita veloz que no era que corría sino que parecía que volaba. Me llega un señor que me dice:
-- Señora, ¿es usted de aquí?
-- Sí Señor.
-- A esta niña, cuando se le pase el éxtasis estará agotada, cogerá una sudada.
-- Sudará el que va con ella, sí, ese sudará bastante. Seguramente que la camisa se le podrá torcer, si son de seguirla, que yo no podré. Andaré todo lo que pueda pero seguirla no puedo. Pero le aseguro que ella está mas fresca que yo ahora.
-- ¡Qué dice usted señora, no puede ser eso!.
-- Bueno, si no puede ser usted lo verá. Si su madre le deja mire a ver cuando vuelva a su casa.
La gente que la había podido seguir, más bien jóvenes, estaban cansadísimos, sudados. Solía terminar el éxtasis donde había comenzado y, al volver a casa, el señor estaba emocionado al ver que seguía igual de fresca como si no hubiese salido de casa y me dice:
-- Ay señora , está mas fresca que usted y yo.
Decía la gente :
¡Ay que corrida nos diste Conchita!. Decía la niña: "correr, si yo no me moví de aquí". En éxtasis solo veían a la Aparición y lo que Ella les mostraba. Estaba en la cocina y allí se había puesto en éxtasis y allí terminó.-- Que no te moviste de aquí, con la corrida que nos diste.
Y talmente parecía que así fuera porque estaba fresca como si no se hubiese movido. Mucho mas que usted y yo y todos los que estábamos allí.
Concluye Avelina:
Unas niñinas como eran, nunca jamás les dio mal alguno durante los éxtasis. En aquella edad, si las dejasen tanto tiempo sin dormir, no podrían resistir, y sin embargo ya nevara, lloviese, lo que fuese, como si fuesen las dos de la mañana, si las llamaba la Virgen entonces iban.
A. M. D. G.