Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 249

 

Hermana María de Jesús, testigo de las Apariciones.

Años después fue Madre Provincial de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

 

En este episodio, la multitud tuvo que esperar en la ladera de la subida a los pinos. Solo las pequeñas testigos pudieron estar al lado de la niñas en éxtasis y, un pequeño grupo, pudo estar arriba y ver de lejos.

 

 

En 1969 y según testimonio dado en Garabandal por las mismas Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Barcelona, confirmado por el sacerdote suizo presente este día en Garabandal ante la Madre Superiora de dicho Instituto, en su visita al Papa Pablo VI, le preguntó si ella podía permitir la difusión en su Instituto Religioso de los mensajes de Garabandal y el Papa la respondió:

«Difundid el mensaje de Garabandal con caridad entre vosotras».

El sacerdote suizo, M. Luis Demierre, lo confirmó por carta el día 4 de diciembre de 1969.

Dos monjitas de esta Congregación estuvieron en Garabandal el día 29 de julio de 1961. Fue en esta fecha cuando habían llegado también los hermanos Andreu, Ramón María y Luis María, sacerdotes jesuitas. Era la primera visita para el P. Ramón y la segunda para el P. Luis.

Aquella tarde habría Aparición, pues la Virgen, al despedirse el día anterior, dijo a las niñas que volvería hoy. Uno de los Fontaneda, con los que habían venido los hermanos Andreu desde Aguilar de Campoo (Palencia), no pudo disimular el temblor íntimo que aquella expectación le producía, y le dijo al P. Ramón María:

-- "¡Esto es terrible, Padre! Estar así esperando, como a sangre fría, y reloj en mano, un acontecimiento sobrenatural".

Habría por el pueblo, en aquel último sábado del mes de julio, como unos trescientos o cuatrocientos forasteros. Aparece de pronto un niño que dice a un grupo de los que esperan:

-- "Ya han tenido una llamada".

La noticia se propaga inmediatamente; y el P. Ramón María pregunta muy extrañado:

-- "Y eso ¿qué es?"

-- "Pues que las niñas reciben primero tres llamadas; y luego, ya viene la Virgen".

Este día estaba Conchita en Santander. Poco después de la tercera llamada, aparecieron Loli y Jacinta corriendo hacia "el cuadro" y toda la gente detrás de ellas. El P. Luis estuvo todo el tiempo al lado de las niñas tomando notas detalladas de lo que decían en un cuadernillo.

Un señor, en cuclillas, tomaba el pulso de las niñas. Cada poco levantaba la cabeza hacia la gente y decía:

-- "Normal... Normal..."

El brigada D. Juan Álvarez Seco, acabó cansándose de tanto "Normal...", y le preguntó:

-- "Oiga: ¿es usted médico?"

-- "No, señor, soy periodista".

-- "Pues entonces, haga el favor de retirarse de ahí inmediatamente".

-- "Con mucho gusto. Usted dispense".

De pronto, las niñas, las dos a la vez, con absoluta simultaneidad, vuelven en sí y miran cándidamente a su alrededor. Entonces don Valentín, el párroco, se acerca y les pregunta:

-- "¿Qué dice la Virgen?"

-- "La Virgen dice que subamos a los Pinos, nosotras, nuestros padres, los guardias, los sacerdotes y las monjas; y los demás, que se queden abajo".

Don Valentín todavía no había visto a las monjas que estaban en el pueblo. Se vuelve hacia el P. Ramón Andreu, y le dice nervioso:

-- "Pero ¿qué monjas? ¿Qué monjas? ¡Aquí no hay monjas! ¿Qué monjas? ¡Esto no es la Virgen!"

Subieron todos hacia los Pinos; y allí, las niñas, con toda naturalidad, fueron señalando los sitios en que debían ponerse los diversos grupos. A mitad del camino hacia los Pinos, se vuelve Loli y señala así con el dedo:

-- "Que no pasen de ahí"

indicando un sendero que cruza la ladera.

No fue fácil hacer que todos, de una multitud de mas de 300 personas, obedecieran en seguida. Algunos no habían oído lo dicho por la vidente. Unos tres o cuatro números de la Guardia Civil se encargaban de hacer cumplir las órdenes.

Dice el P. Andreu: Yo pasé al lado de un guardia, gallego, cuando él impedía el paso a varios que querían seguir adelante; uno de ellos le decía:

-- "¿Y quién es usted para impedirme a mí ver un milagro?".

Le contestó el guardia:

-- "¡Y luego! Mándalo Dios, y hay que obedecer".

Cerca de las videntes sólo podrían estar con Jacinta y Loli en éxtasis, como testigos, dos niñas pequeñas, de seis años: Mari Carmen y Sari, en la foto, hermanas de Jacinta y Loli.

Sus padres y los guardias, hubieron de quedar un poco alejados, de modo que pudieran verlas, pero sin oírlas, mientras que la multitud, abajo, a media ladera, sin ver nada, se mantenía en espera.

Empezó el éxtasis y los espectadores más próximos pudieron apreciar que la cara de las videntes tomaba una expresión de profunda tristeza. La madre de una de las niñas no pudo contenerse: "¡Están llorando!"

Comprendieron todos que aquella aparición no era una de tantas. La Virgen explicaba cosas muy serias, en relación con el gran castigo que vendría sobre el mundo, si los hombres, haciendo penitencia, no entraban por los caminos de Dios. Por declaraciones de las niñas, se supo que ese día la Virgen les completó el mensaje que habían de hacer público la noche del 18 de octubre de 1961.

 

Sobre lo de este día 29 de julio, atestigua el brigada don Juan Álvarez Seco:

Recuerdo que a mí me dijo María Dolores: "Brigada, usted y mi padre podrán estar arriba, un poco cerca, como a unos cien metros a la derecha de los Pinos; el señor cura y las monjas, también a unos cien metros, pero a la izquierda; la demás gente, abajo y bien retirada."

Así lo hicimos todos. Y se pudo observar que durante el éxtasis lloraron mucho las videntes, hasta el punto de que las pequeñas se asustaron... Se supo después que el motivo de estar así las videntes, solas y aisladas, era para que la gente no se impresionara demasiado viendo de cerca lo que ellas sufrían, pues la Virgen tenía que hablarles del mensaje, mostrándoles alguna cosa del Castigo y cómo la Copa se iba llenando de pecados. Era lo que ellas tenían que hacer público luego, el 18 de octubre de 1961. Ese día hicieron los del pueblo un pequeño altar con cajones de fruta, y lo colocaron al pie de los pinos: estaba bien preparado, y lo adornaron con flores del campo.

Un testigo presencial anotó: "Levantan las manos, como ofreciendo algo. Una cruza los brazos... Se oyen besos... Alargan los brazos... Sonríen... Escuchan algo... y lloran...

Cuando vuelven a la normalidad, corremos hacia ellas y vemos que una tiene aún lágrimas. "Por qué lloras?" Nos quedamos sin respuesta. Cuando parte de la gente estaba hablando así con ellas, se produce allí mismo, en los Pinos, el tercer trance del día. Ahora se oye a las niñas con notable claridad. La aparición ha venido con el Niño, pues ellas preguntan por los años que tiene, y piden que les deje su corona, y comentan que es pequeña. La aparición expresa a las niñas que está contenta del comportamiento de la gente, ya que han obedecido con docilidad a lo que se les dijo sobre su colocación; encomienda una vez más que recen el rosario y que para ello pueden acudir a los Pinos.

Vueltas pronto a la normalidad Jacinta y Loli, se inicia allí mismo el rezo del rosario. En la quinta avemaría del tercer misterio quedan las dos niñas en "... el Señor es contigo...", sin acabar de pronunciar esta última palabra.

Y el éxtasis fue largo, cerca de una hora. He aquí algo de lo que se les oyó: "¿Para qué viniste?... Si la gente no hubiera obedecido, ¿no hubieses venido tú?... ¿Para que crean?... Ofrecen algo. Dan un beso. ¡Qué lindo es!... Eres muy buena... Mañana vendremos en ayunas, sin comer ná, ni ná... ¿Te beso el escapulario?... Hoy vinieron unos Padres del Carmen... Me estoy acordando del dominicu... Enséñanos el vestido otra vez... Es blanco, con flores blancas... Un guardia trajo una nena que no habla ni anda. Se lo he prometido: ¡cúrala!... Cura a alguno, para que lo vea toda la gente".

Quien tomaba todas estas notas era el jesuita P. Luis Andreu.

De pronto, por otro lado del monte, aparecen ¡dos monjitas! Don Valentín que las ve, se vuelve hacia el P. Ramón:

-- "Mire. ¡Monjas!"

-- "Pues sí, monjas"

le repliqué yo.

-- "Esto es la Virgen"

exclamó él muy emocionado.

Y entonces ya caí en la cuenta: era la explicación de lo que habían dicho las niñas en "el cuadro": que también podían estar junto a ellas, arriba, "las monjas". No había visto ni una monja por el pueblo, de donde brotó el primer desconcierto de don Valentín." ¡Ahora , al cabo de mucho rato, aparecían también las monjas!

Se trataba de dos religiosas "Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón", que por entonces sólo tenían alguna casa en Cataluña. Una de tales religiosas, natural de Santander, se encontraba temporalmente con sus familiares en Roiz, pueblo cercano al valle del Nansa; era la hermana María de Jesús, que fue, en 1971, Madre Provincial de su Congregación en España.

Llegaron a tiempo de emocionarse con aquel éxtasis de las niñas. Cuando éstas volvieron en sí, dijeron:

-- "Ha dicho la Virgen que ya pueden subir todos."

La multitud, que llevaba aguardando mucho tiempo, subió cuesta arriba y el Señor les obsequió con un nuevo éxtasis, muy hermoso, de las niñas.

 

A. M. D. G.

 


 

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