Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 256
Testimonio de Margarita Huerta
Desde su casa, en Garabandal, Margarita señala a los montes que se ven alrededor y dice: "desde todos estos sitios, también se podrá ver el Milagro. Hay cabida para millones de personas".
Testimonio de Margarita Huerta.
La primera vez que vine a Garabandal fue el 16 de agosto de 1961. Después ya vine muchísimas veces, desde Madrid, desde Asturias, en las vacaciones de Semana Santa, en el verano, en el invierno. He visto aquí muchas cosas interesantes. He visto a todas las niñas en éxtasis, juntas y por separado. Recibí muchas pruebas.
Siempre he recibido respuesta de la Virgen a preguntas que hacía. Las niñas me decían la respuesta de la Virgen. La primera vez, le dije mentalmente a la Virgen:
-- Virgen Santísima, no me abandones jamás. Llévame a Jesús.
Esto fue durante la Semana Santa de 1962. Lo puse por escrito en un sobre y se lo di a Mari Loli. Después del éxtasis, Mari Loli me escribió la respuesta de la Virgen:
-- Nunca te olvido como hija.
Tuve muchas pruebas personales y respuestas para otras personas. A una sobrina mía, María Antonia, la traje con mi hermano cuando tenía ocho años. Jugaba con Conchita. En el éxtasis de Conchita de esa noche nos dijo:
-- Para María Antonia, tengo un mensaje de la Virgen, pero no lo puedo decir todavía, tengo que preguntárselo a la Virgen.
Entonces nos quedamos en el pueblo porque luego Conchita tuvo otro éxtasis por lo que nos marchamos a las dos de la madrugada. Le preguntamos a Conchita:
-- ¿Qué dijo la Virgen?
-- Que lo que me dijo para María Antonia todavía no lo puedo decir.
-- Pero, ¿es bueno?.
-- Ah, sí, ¡muy bueno! ¡muy bueno!
En la familia, pienso que María Antonia es la que más cree en Garabandal. Ahora, su marido también cree Garabandal. Cuando vengo al pueblo, viene y se pasa aquí en mi casa una semana conmigo y se siente contento y feliz.
Estuve aquí en Garabandal cuando el primer mensaje y también cuando el segundo mensaje. En el primero, llovía muchísimo. Yo siempre contenta. Tengo mucha fe en que es la Virgen. Cuando vino el Sr. Obispo también estuve aquí.
También vi algo que muy poca gente vio, que solía ser los sábados. Las vi una vez sola, en sábado, día de la Virgen. Las vi bajar por la parte central de los pinos, por ese precipicio, las cuatro iban del brazo y de espaldas en tanto que nosotros bajábamos por el camino. Había una luna preciosa. Bajaron sin caerse, contra las leyes de la gravedad, como bajan los pájaros por un tronco de árbol. Bajar de esta forma lo hicieron muy pocas veces. Bajaron muchas veces de espalda pero no de esta forma. Fue una de las cosas que más me impresionó.
Cuando vino María Antonia con su padre, mi hermano, hubo un éxtasis de Mari Loli a la entrada de la iglesia. Estaba allí Jacinta, pero Jacinta no estaba en éxtasis. Estaba Ceferino, su padre y otro señor de unos treinta años, estaba también mi hermano, mi sobrina y otros dos sobrinos míos. Mari Loli nos dijo:
-- La Virgen me dijo que vaya a la Iglesia, que allí me dará la Comunión el Ángel.
Creo eran ya pasadas las doce de la noche. Entonces, Ceferino le dijo a un señor que estaba allí que a ver si podía levantar a Mari Loli en éxtasis. Hizo unos esfuerzos tremendos y nada, no pudo levantarla, como si fuera un plomo. Tampoco pudo levantarla mi hermano. Dijeron a Jacinta: dile a Mari Loli que te levante. Mari Loli lo hizo, con toda facilidad; levantó a Jacinta como quien eleva un ramo de flores, con toda facilidad. Yo probé alguna vez, ni siquiera un dedo se les podía mover o doblar, como si fuesen de hierro.
Yo estuve en Roma, ya en el año 1963 o 1964 y en otras ocasiones, y en Roma, el Vaticano siempre estaba a favor de Garabandal. Un amigo mío sacerdote que está también en el Vaticano, es canónigo y director de la capilla Julia, me dijo:
-- ¿No quieres ver a Ottaviani?
Ottaviani era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que entonces se llamaba Santo Oficio.
Yo le dije:
-- Bueno, si quieres, yo le hablo de Garabandal.
Entonces llamó por teléfono, e inmediatamente me contesta: "a las diez y media en el Santo Oficio". Entonces fui donde el Sr. Cardenal y me estaba esperando a la puerta. Le llevé medallas y periódicos de aquel tiempo y con mucho gusto se quedó con todo ello. Le hablé sobre Garabandal. Era el año 1975. Ottaviani me dijo:
-- Yo he recibido a Conchita aquí.
Yo le dije,
-- He traído aquí unas medallas con la reliquia besada por la Virgen de Garabandal, algo más de doscientas. ¿Las quiere Usted?
Me dijo:
-- Sí , sí, con mucho gusto.
Continuamos hablando y al marcharme, con insistencia me dijo allí, de pie:
-- Cuando usted vaya a España, advierta, que quede sentado bien claro, que la Iglesia no ha condenado las Apariciones de Garabandal y que Roma es la última en hablar.
Era la época en que algunos decían que la Iglesia había condenado las Apariciones. El cardenal me dijo:
-- Los Obispos pueden decir lo que quieran, pero sobre ellos cae la responsabilidad de lo que digan, porque actúan con arreglo a su conciencia.
De nuevo, y ya al marchar, me dijo en la puerta:
-- Cuando usted regrese a España, a las niñas videntes les dice que les doy la Bendición Apostólica, con esta condición, que cada una tiene que rezar una Ave María por mí, por mis intenciones.
A las niñas les dije:
-- Una persona de alto relieve de Roma me ha dicho esto, con una condición, y les hice rezar a cada una, una Ave María.
Con Ottaviani, todo muy bien, y en todas partes en Roma, y el P. Pío también, en San Giovanni Rotondo. Allí tenía yo una amiga que tenía un comercio de artículos religiosos muy bueno, que hablaba varios idiomas y era muy entusiasta de las Apariciones de Garabandal. Le preguntó al Padre Pío:
-- Tengo aquí unos mensajes que me han dado, en francés, del P. Laffineur, y yo quería traducirlos al italiano.
Allí, todos eran obedientes. Si el P. Pío decía que sí, se hacía. El Padre Pío toma la estampa en francés, con los mensajes, y señala el sitio del segundo mensaje donde ponía: "Muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas almas...". El padre Pío, señalando esto, tuvo un gran gesto de dolor, con gran sufrimiento.
Mi amiga le dijo:
-- Pero Padre, yo tengo que publicar los mensajes tal como los dijo la Santísima Virgen.
Y el Padre Pío no dijo mas, se calló porque le causaba gran dolor hablar de esto. El Padre Pío ya había dicho a varias personas que la Santísima Virgen se estaba apareciendo en Garabandal.
Siempre que he ido a ver al P. Pío siempre me ha recibido. En cuanto a las Apariciones, yo me limito mas bien a lo espiritual. Envío las medallas por unas partes y otras, los rosarios, extiendo los Mensajes, reparto escapularios, libros buenos de formación religiosa, etc.
Con relación al Milagro que va a venir, Conchita repitió entonces muchas veces:
-- Que se dejara de pensar en la fecha del Milagro, que era mejor pedirle a al Virgen el poder verlo, porque pidiendo esto se recibían muchas Gracias de Dios.
Es la Providencia, hay que dejar todo en manos de Dios y que se haga su Voluntad. Y la Virgen ha dicho que el Milagro se vería sobre todos estos montes que rodean a Garabandal. Vendrá gente del mundo entero y no necesitan estar en el pueblo, así que caben millones de personas. Los que Dios quiera que estén, ese día, vendrán.
Que todo sea para mayor Gloria de Dios y de la Virgen. Hay que propagar lo que la Virgen dijo: "que hay que pedir mucho por los sacerdotes, que hay que rezar el Rosario, que hay que visitar al Santísimo, que hay que ser muy buenos; eso es lo principal.
Las medallas relicario.
En 1968, tres años después de la Apariciones, Margarita estaba en Garabandal, en casa de Mari Loli.
-- Pregunté a Mari Loli si tenía algún libro o misal besado por la Virgen durante las Apariciones. Mari Loli contestó que Sí, que tenía varios. Yo le pedí si me podría dar uno y estaba muy contenta cuando me dijo que Sí.
Margarita se fue para Madrid al día siguiente, esperando llevar el misal. Pero aquella noche, Ceferino, padre de Loli no pudo encontrar el misal en el ático, con una linterna, pero le aseguró:
-- "Te doy mi palabra que, cuando los encontremos, el primero será tuyo"
En la siguiente visita a Garabandal, Margarita estaba encantada de recibir el misal que Mari Loli tuvo de niña y que tenía unas 800 páginas. De vuelta a Madrid, Margarita buscó en seguida alguien que le pudiese hacer medallas en las que pondría un pequeño trozo de las páginas del misal. Siempre pensando en las promesas que Nuestra Señora había hecho, se hicieron gran cantidad de medallas.
Las pequeñas reliquias fueron distribuidas por Margarita en medallas que fueron entonces hechas en Milán, Italia, aun cuando las primeras se hicieron en España.
Buscando más misales.
Entre las personas a quienes Margarita envió medallas, al principio, estaba el Padre Lucio Rodrigo, S.J., que fue Rector de la Universidad Pontificia de Comillas y testigo de las Apariciones. Unos años después, visitó al P. Rodrigo en Comillas y recibió un regalo inesperado:
Foto: Margarita Huerta, en 1980, con uno de los misales besados por Nuestra Señora.
-- Como estás haciendo un gran apostolado con las medallas y rosarios, (Margarita tenía también medallas con la reliquia para poner en los rosarios), quiero que tengas la mitad de este misal besado por la Virgen.
El Padre Rodrigo le explicó que la mitad del libro se lo dio Maria Herrero de Gallardo, testigo de las Apariciones, quien dio la otra mitad al P. Materne Laffineur de Francia. El Padre Laffineur fue uno de los primeros promotores en Europa de las Apariciones de Garabandal y también distribuyó medallas que tenían trozos de misal de este libro.
Más tarde, Margarita recibió un misal de Jacinta, besado por la Virgen, y finalmente un cuarto misal de una señora de Garabandal que Margarita cree ha sido el último misal besado por la Virgen en el pueblo.
El primer envío de medallas se hizo a varias provincias de España. Pero cuando se conoció esto, llegaron pedidos de otros países. El Centro de Garabandal de Nueva York pidió grandes cantidades para distribuirlas por el mundo entero. En Europa, el Centro de Garabandal de Irlanda, dirigido por Richard Stanley, pidió también grandes cantidades. Actualmente, mucha gente, en todo el mundo, tiene estas medallas con la preciosa reliquia de Nuestra Señora, que con Su Beso están haciendo muchos prodigios, tal como lo dijo en Garabandal.
La promesa de la Virgen es: "Por el Beso que he dado a estos objetos, mi Hijo hará prodigios". Y también dijo: "Por medio de estos objetos, Mi Hijo hará prodigios, antes y después del Milagro. Quien lleve estos objetos con devoción, pasará su purgatorio sobre la tierra".
La Promesa de la Virgen es la misma, da lo mismo sean pequeñas reliquias, en medallas pequeñas o grandes. Están llegando informaciones de muchos países, de favores recibidos, incluso también de medallas y escapularios que fueron "tocados a estas medallas besadas por la Virgen", que tienen también la misma promesa.
A medida que se haga mas difícil conseguir las medallas originales, hay que recordar que, los objetos religiosos tocados por estas medallas, llevan la misma promesa.
A. M. D. G.