Las Apariciones de la Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 32

 

Angel Uría Álvarez

Conversión de Hamid.
De matrimonio civil a matrimonio católico.
 

 

Angel Uría Álvarez:

Voy a hablaros un poquitín de Garabandal tal y como me pasó a mí.

A mis treinta y nueve años fue cuando por primera vez fui a Garabandal. No iba a Misa, no tenía ninguna FE, se puede decir, porque no me acordaba de Dios ni de la Virgen para nada, pero un buen día me habló un buen señor que es Manolo Lantero, me llamó y me dijo que si quería ir con él hasta Garabandal. Fui hasta allá, descreido por completo, y el primer dia no tuve experiencia ninguna. Volví de aquel viaje muy tranquilo, sin notar nada de nada. Al poco tiempo me habló de que si quería volver.

Me acerqué con él hasta Garabandal otra vez. Para mí hubo un milagro grandísimo porque fue una FÉ enorme la que tuve desde aquel día. Subiendo por la calleja arriba, uno de los que subían dice "mirad al sol" y miré al sol como los demás, por curiosidad, vi el sol como si fuera la luna, que no me quemaba la vista, yo estaba muy tranquilo. Como sabeis, el sol, si no hay nubes, quema la vista. A una señora que estaba delante de mi le digo, oiga señora, ¿usted está mirando al sol? . La señora mira para arriba, se queda mirando, cae de rodillas y dice: Virgen Santa, perdónanos.

Cuando empezé de verdad a sentir algo dentro fue a la semana desde que regresé a casa. Para mi, por la forma de vida que llevaba, el ir a Misa era un hazaña porque los compañeros sabían la forma que pensaba, cómo era y hasta tenía temor de ir a misa. Pero qué fuerza no me daría la Virgen que yo pensaba: no voy a ir a misa a La Calzada donde me conocen todos, voy a ir a misa a Gijón(Asturias), donde no me conoce nadie. Pero después pensé y ¿qué clase de católico soy yo si voy a misa a Gijón y no voy a La Calzada, donde me vean todos, que sepan que soy católico de verdad. Fuí a Misa a La Calzada, donde resido yo. Aunque para otros no sea gran cosa, para mí fue una valentía enorme. Fuí a Misa y me encontré a gusto en ella. Desde la Primera Comunión no había ido a Misa nada mas que para casarme.

Tenía mucha ansia de volver a Garabandal. Volví varias veces y con mucha fé. Después tuve mi compensación una vez en Covadonga (Asturias), que yo se lo atribuyo a la Virgen. El dia de la festividad de Covadonga fuí con mi mujer. Fuimos a la procesión cuando bajan la Santina desde la Basílica a la Cueva. Iba emocionadísimo escuchando los cánticos y cuando llegamos a la Cueva, había una imagen a mano derecha, antes de entrar en la cueva, que estaba mirando para mí continuamente. Yo estaba encantado de la vida mirando para la Virgen, teníala de frente, emocionadísimo. Pero lo mas extraño fue que cuando se termió la misa y la gente fue andando yo ví que la imagen no estaba de frente a mi, sino mirando para hacia donde yo estaba, a la parte de atrás de ella. Este fue el mejor regalo que me dió la Virgen, por lo menos el que mas me agradó en mi vida. Comprendí que me compensaba de alguna manera de la forma que la quiero.

Por los frutos se ve la grandeza de Dios y los frutos fueron maravillosos; frutos espirituales de amor y de bondad para la familia, porque yo era muy déspota. Mis hijos, como no lo veían en el padre, pues no iban a Misa tampoco, ni se preocupaban. A mi me gustaba mucho más el chigre que cualquier otra cosa. Hoy mi vida ha cambiado completamente, para mi mujer, para mis hijos y para todo, esto sí que es una maravilla y todo esto se lo debo a la Virgen; tengo el convencimiento de que este cambio mio empezó en Garabandal. Si creen en la Virgen como creo yo, verán qué satisfacción se siente dentro.

Angel cuenta cómo la Virgen le salvó de un naufragio:

Yo venía para tierra y había una mar muy mala. Entonces me dió vuelta la lancha, vino una ola grande y me dió vuelta la lancha. Al darme vuelta la lancha, yo quedé por la parte de abajo. Como no sé nadar me cogí a la bancada. Entonces en la lancha queda un hueco de aire. Venía mi cuñado detrás que se cansaría el hombre de llamarme al verme desaparecer y la lancha boca abajo. Pero no podía hacer nada por mí porque estaba muy distante y había unas olas enormes. Las olas me fueron llevando a tierra hasta que ya dí con los pies en el suelo, saqué la cabeza y ya pude salir a tierra. Yo no sabía nadar y además, que mas dá que yo sepa sostenerme un poquitín en el agua, pero yo estaba con botas de goma, ropa de agua, etc. si caigo de otra forma iba al fondo igual que una piedra.

Cuando salí me dije: ¡un milagro!, porque justo quedé debajo, junto a la bancada y porque lo mismo te puede dar la lancha un golpe en la cabeza con aquellas olas, y aunque perdí toda la pesca y los aparejos, lo principal es que yo estaba bien. Al dia siguiente encontré parte de los aparejos. Después de salir le dí gracias a la Virgen. Yo, cuando iba a la mar, siempre pensaba en la Virgen.

Cuando sales de la mar y sales con una pesquina curiosa, como sabes que vas a sacar cuatro perrines de ella -- cuatro perrines: en dialecto regional asturiano significa un poco de dinero -- que era una ayuda que tenía con ese marisquín, pues decía: esto se lo debo a la Virgen que me ayuda mucho. Estoy muy agradecido de Ella.

 

Angel en la cuenca minera. La Virgen saca a Angel de la bebida.

Habíamos terminado de hacer una medición de madera con los mineros. Son gente muy buena toda aquella de la cuenca minera. Empezamos a recorrer los chigres. Salió la conversación de la Virgen y yo me erigí en defensor de la Virgen. Pero, entre vaso y vaso, llegaron las dos de la mañana o mas tarde. Yo estaba cargadísimo por el vino. Me encontraba mareado y salí fuera. De pronto ví algo como una bola de fuego que bajaba y de repente desapareció, pero al mismo tiempo se me quitó todo el mareo, aquel mal sabor que deja la bebida y el tabaco y se me fué la borrachera. Con las mismas entro otra vez al bar y digo:

-- ¿vísteis como salía?.

-- hombre, pues muy cargado.

-- y cómo me véis ahora.

-- ahora, muy normal.

estaban admirados de verme normal, porque es que antes casi no me tenía de pié.

Estaba un poquitín nervioso; salgo para fuera y después de un rato me volvió de nuevo la borrachera. Durante unos veinte minutos se me fue y después me volvió. Fue como un aviso de la Virgen. Lloré mucho y le decía a la Virgen: ¿por qué me haces esto?. No acababa de entender. Era como un aviso para que no bebiese así.

Dice Encarna, la esposa de Angel:

Después de lo de Garabandal, fue con Don Manuel a Oviedo y confesó y comulgó con el Padre Sojo y entonces empezó a ir a Misa y yo encantada. Empezó a cambiar y a dejar de ir al Bar. Él nunca fue malo para mí, lo que pasa que era un borrachín. Después cuando veía a don Manuel le decía: Don Manuel, todo esto se lo debo a usted que fue quien me lo hizo cambiar.

Desde que don Manuel Lantero le llevó a Garabandal empezó todo el cambio para Angel. Después me llevó a mi también a Garabandal y a los chiquillos. Eran últimos de septiembre; llegamos ya de noche y don Manuel me dejó una zamarra suya porque había algo de frio y llovisqueaba. Lo primero fue ir a los Pinos y cuando pasamos el pueblo senti un olor a perfume y donde el manzano, donde el cuadro, me volvió otra ráfaga de un olor muy rico, como a violetas, a flores.

Digo a Don Manuel:

-- Don Manuel, ¿esta zamarra suya estará perfumada?.

-- No, no, si esa zamarra la traigo yo para trabajar, para andar en la madera, huele a madera.

Cuando vamos llegando a la Capillina otra vez, más fuerte. Empezamos a olernos unos a otros a ver quién era y no era nadie. Vamos más arriba y todavía más fuerte el olor.

Estos perfumes emanan en ocasiones de los objetos besados por la Virgen, son gracias personales y especiales de la Virgen.

Rezamos el Rosario en los pinos aquella noche. Bajamos y cenamos en casa de Ceferino. También, cerca de la cabaña de Don Manuel, volví a tener otra ráfaga de perfume. Después de esta visita, volví muchas veces a Garabandal.

Angel:

El Padre Sojo me ayudó mucho, ¡qué buenísimo es!. Para un hombre que va a confesar a menudo no debe ser nada pero para mi fue un trabajo enorme. Le dije al sacerdote : Padre, tiene que ayudarme; yo, desde que hice la Primera Comunión, no confesé nunca. Más que un confesor fue como un padre. Me fue preguntando y yo fui desahogando que salí de allí con una alegría, como aquel que quitó más de doscientos kilos de peso de encima del alma y ya pude Comulgar muy tranquilo. También fui a Santo Toribio cuando el Jubileo.

Cuando mi madre estaba muriendo de cancer, tenía muchos dolores y me acuedo que cuando llegué a mi casa me arrodillé delante de una imagen de la Virgen del Carmen de Garabandal. La encontraron los niños en la calle, de un calendario, y me la trajeron y yo la pegué a un cartón y la puse sobre la mesita. Yo, de rodillas, le decía: Virgina, que siempre llamo así a la Virgen, ¡quítale el dolor!. Al poco tiempo fui a verla y mi madre estaba mucho más tranquila y murió con paz. Yo estoy convencidísimo que la Virgen me oyó. Cada vez que me acuerdo de ello me emociono, porque son cosas que me llegaron muy adentro.

¡No hay cosa que la Virgen no pueda remediar!. Pero a la Virgen no se le puede hablar como imponiendo nuestros criterios, hay que ir humildemente, como hijos que somos, con humildad y con lágrimas en los ojos. Es la forma de escucharte Ella. No te puede escuchar la Virgen cuando vas a Ella como exigiendo, no. Hay que ir pidiendo, con las lágrimas en los ojos y diciéndole lo que te pasa. Entonces Ella se encarga de todos sus hijos. ¡No hay nadie en el mundo que la llame y que no le atienda!. Pero hay que llamarla de corazón. La Virgen siempre te escucha.

Un dia, estando en los pinos de Garabandal, me extrañó ver unos chabalinos jóvenes en los pinos, rezando. Empecé a contarles lo mio y ellos también se desahogaron conmigo. Me dijo uno de ellos que él no creía en nada pero que un día llegó casa, abrió la mesita y que le vino un perfume precioso.

Foto: Una pequeña imagen de la Virgen del Carmen de Garabandal en el pino de la Virgen. Este es uno de los nueve pinos que están en un altozano, cercano al pueblo, donde hubo muchas Apariciones.

Dijo a su hermana: ¿qué metiste en la mi mesita?, vienen unas ráfagas de olor maravillosas. Dijo ella: yo metí un Rosario que llevé a ese pueblín de Garabandal, que está besado por la Virgen, según dijeron las videntes, pero no te quería decir nada de que esto a mi me pasó ya varias veces y por esto lo metí en la tu mesita a ver si te ocurría a tí también.

Desde entonces yo tuve varias veces esos perfumes y vine aquí a Garabandal y desde entonces pertenezco a una asociación que se dedica a hacer el bien, pero que nadie puede saber el bien que haces. Cada necesidad se atiende, a poder ser, sin que se sepa de quién viene esa ayuda. Eran unos muchachos jóvenes maravillosos. Son estos frutos maravillosos los que te hacen creer que realmente aquí se apareció la Virgen.

La Virgen salva a Angel durante un accidente:

Veníamos en dirección a Gijón y chocamos con otro coche, del lado mío; rompí el parabrisas, salí despedido y quedé conmocionado. Me llevaron a la casa de Socorro, bastante mal herido pero andando por mis piés. Me hicieron unas curas y al volver quise ir con el taxista por el sitio del accidente. Cuando llegué dijo el taxista:

-- oiga, ¿este es el coche?.

-- Sí, este fué el accidente.

-- ¿cómo se pudo salvar usted?. Esto es para matarse.

Le enseñé una medallina que llevo yo colgada, de la Virgen de Garabandal y de la Virgen de Covadonga, y le dije al taxista: esto fué lo que me salvó.

 

Conversión de Hamid.

De matrimonio civil a matrimonio católico.
 

 

María Elena, esposa de Hamid, escribe:

Nací y fui criada como Católica Romana en San Antonio, Texas. Mientras crecía asistía al catecismo y a la misa todos los domingos. Sin embargo, después de finalizar la secundaria, ya no iba con tanta frecuencia.

Cuando estaba en la Universidad, en 1977, conocí a mi marido, Hamid. El es Iraní y en aquel tiempo profesaba el Islamismo. A causa del caos en Irán y luego la situación de los rehenes él pensó que sería mejor retornar a su país. Poco tiempo después, el presidente Carter rompió relaciones con Irán, y Hamid ya no pudo retornar a Texas. Nos escribíamos y nos llamábamos por teléfono una vez al mes para no perder contacto. Fue recién al cabo de dos años que pude verlo otra vez. Cuando en España, estaba esperando por su visa para ingresar a Estados Unidos, Hamid solicitó a mi padre mi mano en matrimonio.

Empecé a prepararme para la boda. No le importaba a Hamid si nos casábamos en la iglesia católica o en una mezquita musulmana. Cuando hablé a mi cura párroco, trató de convencerme de que no sería un buen matrimonio, no solo porque Hamid era musulmán, sino porque también era Iraní: culturas diferentes, religiones diferentes, NO, nada bueno. El sacerdote también requirió que Hamid prometiera bautizar a los hijos en la iglesia católica y convertirse al catolicismo él mismo. Le dije que esto sería imposible. Luego hablé con un monseñor. Su respuesta fue, "Así como Dios perdonó a María Magdalena, también te perdonará a ti." Me enojó mucho aquella respuesta, ¿cómo podía él comparar mi situación con la de María Magdalena?. Mi padre, sin embargo, me dió su bendición y me dijo que hiciera lo que yo considerase mejor.

Nos casamos en una ceremonia civil en Marzo, el día 6, en 1982. No hace falta decir que paré de asistir a misa. Recuerdo haberle dicho a mi madre que Dios no juntaría a dos personas de lados opuestos del mundo, con cultura y religión distintas, para nada. Todo tenía un propósito.

En los 15 años siguientes, las únicas veces que entraba en una iglesia católica era en las bodas y funerales. Mientras tanto nos habíamos mudado a Toronto, Canadá, y tuvimos dos hermosas niñas, Natalia y Nadia.

Garabandal entra en mi vida.

En 1996, por primera vez vi al Dr. Rozeluk en una consulta odontológica. Al momento de examinarme me preguntó si yo creía en Dios. Dije, desde luego, soy católica. El contestó que era católico también. Le mencioné que no era una católica practicante. Entonces él me comentó sobre su curación milagrosa en Garabandal. Eso iluminó algo en mi interior. No quería partir de su consultorio. Su historia era asombrosa y traspasó mi corazón. Quería escuchar más. Me sentía feliz y triste al mismo tiempo.

 El doctor me comentó que habría una "Misión de abrazar la Eucaristía" con Joey Lomangino el 9 de Noviembre de 1996, a la cual me invitó a ir. Mientras tanto, me había prestado un video sobre Garabandal. Mi marido y yo lo observamos. Estábamos asombrados. También le comenté a Hamid sobre la Misión en la Catedral de la Transfiguración y se mostró interesado en asistir. Planeamos hacerlo, pero en la mañana correspondiente al día de la Misión tuvimos una discusión. Mi primera idea fue no ir en absoluto, pero mi corazón seguía diciéndome que lo hiciera. Tomé entonces a las niñas conmigo y partimos.

El día estaba frío y nublado. Recuerdo, cuando conducía en dirección a la iglesia, que mi corazón latía con presteza. Estaba impaciente por llegar. Me sentía tan feliz, tan gozosa, como si mi corazón estuviera bailando. Nunca antes me había sentido de esta manera.

Finalmente llegué. ¡Oh mi Dios, había tanta gente!. El templo estaba llenándose. No había asientos disponibles. Mis hijas y yo tomamos tres sillas plegadizas y las llevamos hasta el frente, a la izquierda del altar. Nos sentamos delante de una columna enorme.

Estaban rezando el Rosario. A medida que rezaba, miré a mi izquierda hacia las ventanas. No estaba más nublado el día. De repente el sol apareció en la ventana , muy brillante y hermoso. Podía ver en ese momento el aspecto redondeado del sol. Comenzó a titilar y cambiar de color: primero un amarillo intenso, luego rosa, azul, púrpura, verde, todos colores distintos, tan magnifícente, hermoso. Estaba emocionada. No estoy segura de cuanto tiempo lo miré, pero creo que pudo ser unos diez minutos. Al comienzo pensé que estaba imaginando cosas, pero mis hijas y otras pocas personas también lo vieron.

Pedí a Nuestra Bendita Madre que me diera una señal:

Me sentía tan apaciguada, calmada y feliz. Pero era escéptica y no podía creerlo. ¿Por qué yo?. Recliné la cabeza en oración y pedí a Nuestra Bendita Madre que me diera una señal. ¿Estaba Su Espíritu con todos nosotros ese día?. Si se trataba de ella. Gracias Madre por elegirme a mí y a mis niñas para ser parte de esa magnífica bendición. Luego miré hacia arriba al Icono de Nuestra Santa Madre situado detrás del altar y había una nube cubriéndole el rostro. Sin embargo, desde el cuello para abajo, podía verla claramente.

"Oh Dios mío!" dije. Luego comencé a llorar. ¿Era esta mi señal, o estaban mis ojos jugándome una mala pasada?. Bien, había estado mirando al sol por casi diez minutos, quizás eso había afectado mi visión. Comencé a frotarme los ojos y a concentrarme. De nuevo agaché la cabeza rezando pidiendo una señal más. Miré al Icono y ahí de vuelta estaba la nube cubriendo Su rostro, y nuevamente del cuello para abajo podía verla con suma claridad. El corazón empezó a latirme raudamente. Me puse a llorar. Luego me invadió una paz tremenda. Estaba anonadada. Permanecí en el templo hasta alrededor de las 4:30 p.m. Mis hijas ya se mostraban cansadas y con hambre. Teníamos que partir. Hubiese querido permanecer ahí más tiempo, pero era imposible. Tenía que pensar en mis pequeñas.

Cuando regresamos a casa, a pesar de estar todavía enojados entre nosotros mi esposo y yo, habíamos ambos olvidado ya el incidente. Estaba vestido, y listo para partir. Me dijo, "Estaba durmiendo y algo me despertó. Tenía que prepararme para ir a la iglesia." Entonces le conté lo que las niñas y yo habíamos experimentado en ese lugar. Dijo que le hubiera gustado estar ahí con nosotras.

Todavía, no era el final de mis sorpresas. Más tarde esa noche, fui informada por mi cuñado que una amiga mía, quien, a propósito, iba a ir conmigo a la iglesia, pero, al último minuto no pudo, había dejado un presente para mí. Antes de abrir el regalo, la llamé y le comenté sobre mi maravillosa experiencia. Ella respondió, "Algo me dijo que te diera ese regalo". Le pregunté, "¿Por qué lo hiciste?" Respondió, "Cuando abras el regalo lo sabrás."

Hamid llora y siente la tristeza de Nuestra Señora:

Abrí el obsequio. Era una hermosa Tilma de Nuestra Señora de Guadalupe. Lo maravilloso al respecto era que cuando desdoblaba la Tilma, el rostro de Nuestra Señora estaba cubierto por una nube, precisamente como lo había visto en la Catedral varias horas antes.

Más tarde la hice bendecir y ahora cuelga en una pared de mi casa. Es un regalo muy especial para mi familia y para mí. A mi marido le gusta mucho. Un día lo encontré llorando como un niño cuando rezaba en frente de la imagen. Hamid dijo que sentía la tristeza de Nuestra Señora y que la había visto llorar. Desde aquel día, le reza con mucha frecuencia y pronto comenzó a asistir también a Misa con nosotros en la Catedral.

Abrió su corazón por completo a Jesús:

Unos pocos meses más tarde, en mayo de 1997, asistí a la segunda Misión "Abrace la Eucaristía". Esa tarde, el Dr. Rozeluk me preguntó si me gustaría conocer al obispo Roman Danylak. Dije, "Sí, si el tiene tiempo." El Obispo me preguntó si podía rezar sobre mí a lo cual respondí "Por supuesto, sería un honor para mí". Tenía un poco de miedo, ya que no sabía lo que esperaba. Puso sus manos sobre mi cabeza y comenzó a orar. Escuché su suave voz y cerré mis ojos. Empecé a rezar en silencio. De repente mis talones comenzaron a elevarse y sentí que caía para adelante. Hice todo lo que pude para traer mis talones de vuelta al suelo pero no pude. Súbitamente sentí todo mi cuerpo abalanzarse hacia delante y luego caí. Creo que estuve desvanecida por 5 minutos. Mientras tanto, el Obispo, con la ayuda del Dr. Rozeluk y su esposa Helen, me habían acostado. Román Danylak me untó con un aceite especial. Recuerdo haber visto una luz brillante y sentido una paz maravillosa. Me sentí tan felíz.

Cuando desperté, el Doctor me había preguntado si estaba yo en buen estado, dije "Sí, ¿por qué?". Me respondió que había caído en brazos del Espíritu Santo. No sabía lo que eso significaba en el momento así que me lo explicó. También me dijo que cuando caí para adelante, casi tiro conmigo al Obispo al suelo. Imagínense, ¡yo un ser humano tan diminuto, derribando a este hombre grandote y alto!.  Debió haber sido una fuerza bastante poderosa y maravillosa. Ratos más tarde, el Doctor le preguntó al Obispo por qué me desplomé, y el respondió: "Abrió su corazón por completo a Jesús". Nuestra familia comenzó a asistir a Misa de una modo más regular.

A los ojos de Dios, no estaba casada y mis hijas sin bautizar:

Hacia finales de Enero, 1998, comencé a reflexionar sobre mi vida y me di cuenta que algo estaba fallando. Había estado casada por 15 años pero no era completamente feliz. Había problemas en mi vida. Estaba siempre enojada, preocupada e impaciente y no me sentía en paz. Empecé a preguntarme qué pensaba de mí misma. Le oraba a Nuestra Señora preguntándole, ¿era yo una buena esposa? ¿una buena madre? ¿porqué me sentía infeliz?

Sentí que ella me contestó: que no era una buena madre ni buena esposa porque nunca me había casado por la Iglesia. A los ojos de Dios no estaba casada y mis hijas no habían sido bautizadas. Me di cuenta que era esta la razón de mi infelicidad. Pero se me pasó por la mente que Hamid nunca estaría de acuerdo. Nunca le había sugerido casamos por iglesia, mucho menos convertirse ni aún considerar que las niñas fueran bautizadas.

Continué rezando. Le pedía a Dios que por favor me ayudara. Me sentía tan perdida y sola. Rezaba a Nuestra Señora para que me diera una señal con respecto a qué hacer.

Sentí que me contestó nuevamente: Yo debía casarme aquí, en esta Catedral, en mi aniversario, el 6 de marzo. ¡Qué fecha estupenda para comenzar una nueva vida!. Pero y ¿qué pasaría con las niñas y con Hamid?. Ella me aseguró que Hamid consentiría en casarse por la iglesia católica y en bautizar a las niñas y también ¡bautizarse él mismo!

Para sorpresa mía, ¡él respondió SÍ!.

Oh mi Dios, por favor, muéstrame la forma. ¿Qué debo hacer? Continué rezando y le dije a Dios: "Sea cual sea tu voluntad, sea hecha". Después de rezar, me senté junto a Hamid y empecé a contarle lo que pensaba. Para sorpresa mía ¡el respondió SI!. Me quedé asombrada. Me pidió que hablara con el Dr. Rozeluk, para que él pudiera ayudamos. "Espera un momento", dije, "Sabes lo que estás diciendo?" El dijo: "Sí, casémonos en el templo. Hagamos bautizar a las niñas y, si puedo, me gustaría aprender más sobre el Catolicismo".

¡Oh Dios mío!, ¡Qué regalo!. Estaba tan felíz. Hablé al Dr. Rozeluk y él sugirió que hablara con el Obispo Danylak. Esto era a comienzos de Febrero, 1998, un mes antes de mi aniversario de bodas. ¿Recuerdan cuan impaciente estaba?. Bien, esta fue mi máxima prueba. Recé a Nuestra Señora para que me diese paciencia.

Hamid hizo una cita con el Obispo Danylak. Nos hizo varias preguntas para asegurarse de que estábamos listos para dar este gran salto. Nos dijo que tenía que conseguir alguno que otro documento, obtener más información y hacer ciertas llamadas telefónicas. Ahora, solo faltaba una semana para el 6 de Marzo. Finalmente, Roman Danylak me llamó. Dijo, "Tengo que darles clases de orientación matrimonial antes de la ceremonia. Así que les daré un curso intensivo."

Desde el lunes 2 de Marzo de 1998 hasta el Miércoles 4, nos encontramos durante 2 o 3 horas con el Obispo cada noche. Le pregunté si sería posible que nos casáramos el día de nuestro aniversario, 6 de marzo. Dijo: "No se preocupen, sean pacientes. Nuestra Señora hace las cosas a su debido tiempo." Hizo una llamada telefónica al Padre John Fetsco desde esta Catedral para concertar la ceremonia el día Viernes a las 4 p.m. y preparar también una ceremonia bautismal para las niñas. El Padre John no puso inconvenientes, todo estaba arreglado.

¿Pueden imaginarse?. Nuestra Señora no solo envió al Dr. Rozeluk y a su esposa Helen a mi vida, sino también a este maravilloso Obispo para que hicieran posible completar mí vida en los caminos del Señor.

Nos casamos en la Catedral de la Transfiguración:

El Viernes, 6 de Marzo a las 4 p.m., nos casamos en la Catedral de la Transfiguración en Markham. Después de nuestra ceremonia nuestras hijas fueron bautizadas. Helen y Michael Rozeluk fueron los Padrinos. Les agradezco al padre John, al Padre Andrew, y al Obispo Danylak por conducir ambas ceremonias.

Comenzamos a asistir a misa en forma regular. Las niñas comenzaron sus clases de preparación para la Primera Comunión y Hamid sus clases de Bautismo con el Padre Andrew. La Primera Comunión de las niñas fue programada para el día del Padre, en Junio de 1998.

Después de tres meses de instrucción con el Padre Andrew, Hamid preguntó si sería posible recibir su Primera Eucaristía junto con sus hijas. El padre Andrew respondió: "Bueno, primero debes ser bautizado." Hamid dijo, "Bien, si puede ser, me haría muy felíz."

Bautismo de Hamid:

Ahora, era el Viernes anterior al día del Padre y el Domingo era el día de la Primera Comunión. Realmente no había tiempo disponible para realizar un Bautismo. Mientras tanto, yo no estaba al tanto de nada de esto. Hamid no me mencionó absolutamente nada.

El Padre Andrew habló con el Obispo Danylak. El Obispo no tenía idea de lo que Hamid tenía en mente. El Obispó llamó al Dr. Rozeluk. Éste tampoco sabía nada. El Sábado a la mañana, recibí un llamado de Helen Rozeluk. Me dijo, "¿Qué ocurre?", "nada, ¿por qué?"; "Bien, ¿qué es esto acerca de que tu marido quiere hacer su Primera Comunión con las niñas?". Dije, "No sé nada". Helen sugirió, "averigua si él desea esto, porque debe ser bautizado primero. Y si es así, debemos hacerlo saber al Obispo, al Padre John y al Padre Andrew tan pronto como sea posible". Colgamos el teléfono.

Hamid, muy calmo, orondo y simpático, dijo "Bien, solo se lo pedí al Padre Andrew, y si puede hacerse, sería estupendo. Pero si no, está todo bien, no pasa nada." Dije, "tienes que bautizarte primero y estas cosas deben prepararse. Y el bautismo tiene que hacerse hoy". Hamid dijo, "Muy bien", muy tranquilo y sonriendo.

Sabíamos que "Mamá" estaba ahí con nosotros:

Llamé a Helen y se lo conté. Rió, pero sabía que estaba feliz porque "Mamá", así llama ella a Nuestra Señora, estaba de nuevo haciendo de las suyas a su debido tiempo. Helen me dijo que estuviéramos en la Catedral esa tarde. También mencionó que Hamid necesitaría Padrinos. Se lo dije a Hamid y él respondió "Creo que lo mejor será tenerlos a Helen y a Michael de Padrinos." Cuando se lo pedí a Helen, ella se mostró encantada. Sin embargo, Hamid insistió que preguntara a Helen una cosa más. ¿Qué? inquirió Helen. Hamid respondió preguntando: "¿quién de los dos me llevará en brazos?", "¿Helen o Michael? Reímos todos.

Aquella misma tarde, el día antes del día del Padre, fuimos a la Catedral. Cuando entramos todos, Helen percibió una fuerte fragancia de rosas. Sabíamos que "Mamá" estaba ahí con nosotros. Durante la ceremonia, al momento en que el agua bendita estaba siendo vertida sobre la frente de Hamid, miré en lo alto el Mosaico de Nuestra Señora tras el altar (aún ahora que estoy escribiendo esto tengo lágrimas en los ojos) y La ví haciendo señas con ambos brazos, confirmándome, "Déjelo venir, para que pueda abrazarlo". Lloré tanto. Ahora me siento completa. La última pieza del rompecabezas fue finalmente puesta en su lugar. A propósito, Hamid eligió el nombre de Andrew en honor al Padre Andrew.

Natalie y Nadia reciben la Primera Comunión y también su padre, Hamid:

El día siguiente fue uno muy especial para toda mi familia. La iglesia estaba llena. Había otros que también recibirían la Primera Comunión, entre ellos, mis hijas, Natalie y Nadia, y también Hamid. Todos los comulgantes se sentaron en la fila del frente. Sus padres en la fila de atrás. El Padre John realizó una bella ceremonia dirigida a los personajes centrales. Sin embargo, hizo una mención especial en referencia a nuestra familia. "Hoy es un día especial para la familia H.! No solo Natalie y Nadia recibirán la Primera Comunión sino también su Padre, quien recién fue bautizado ayer". Fue un día lleno de gozos y emociones.

Soy muy, muy feliz.

Gracias, Dios mío, por todo lo que haces por mí.
Gracias por enviar a tu hijo Jesús a rescatarme.
Gracias, Jesús, por enviar a tu Madre para que sea mi Guía.
Gracias por enviar tu Santo Espíritu para darme vida.
Te quiero con todo mi corazón.

 

Maria Elena H.
Toronto, Canadá.

 

A. M. D. G.

 


 

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