Las Apariciones de la Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 33

 

Joey Lomangino.

Joey con el Papa Juan Pablo II

 

Joey es Joseph, José Lomangino:

Joey Lomangino nació en Bay Ridge, Brooklyn, New York; es el mayor de cinco hijos y una hija. Su padre, Pasquale Lomangino, al que llamaban “Charlie”, era un trabajador italo-americano que distribuía hielo y carbón a unos tres cientos clientes y con eso apenas ganaba para vivir.

Joey fue una ayuda muy grande para su padre y con él, la empresa Lomangino empezó a prosperar. Cuando Joey alcanzó los 16 años, la familia había logrado relativa comodidad y el futuro parecía halagüeño.

Fue entonces cuando, en un caluroso día de junio de 1947, un accidente  cambió las esperanzas familiares. Al salir de la escuela, Joey corrió a casa a cambiarse de ropa para encontrar a su padre en el recorrido de distribución. Debía llevarle el camión, pero observó que primero había que inflar la rueda trasera izquierda. Joey la llevó rodando seis cuadras a la estación de servicio. Se colocó con ambas rodillas sobre la rueda, mirando hacia abajo, mientras medía la presión. La cubierta estalló y le quebró los huesos de la parte inferior de la frente; una fractura que le cortó el nervio óptico y el olfativo y también perdió los globos oculares. Estuvo en coma tres semanas y despertó, ciego, el 16 de julio. Hoy día, una pequeña cicatriz muestra dónde la llanta golpeó a Joey.

El accidente sumió a la familia en la pobreza. Su padre Charlie sufrió mucho por esto. Se acabó el trabajo del hielo y del carbón. Más tarde consiguió trabajo como estibador en el puerto. Joey recuerda esos días, que duraron siete largos años, "como años de una gran tristeza. Yo sentía que me había esforzado en alcanzar algo que estaba a punto de conseguir y que de repente se malogró. Era tristísimo, como si hubiera perdido algo. Estaba confundido y apenado.”

En 1949 el P. Alfred Varrialle, de la parroquia St. Bernadette en Brooklyn,  llevó a Joey al Instituto Neoyorquino para la Educación del Ciego. En tres años Joey ganó su diploma de educación media con honores y una beca para la St. John’s University. Con su perro lazarillo llamado Dagmar siempre a su lado, Joey fue a St. John’s por un año.

En 1954, la situación familiar cambió de nuevo. David R. Filderman,  prestó a Joey el dinero necesario para tomar a su cargo un servicio de saneamiento que había cerrado, situado en Farmingdale, Long Island. Joey tomó el trabajo con sus hermanos, y muy pronto reembolsó a Filderman el dinero prestado. La empresa Allied Sanitation Co., era ya propiedad de un ciego y sus tres hermanos varones.

 

Padre Pío y Joey Lomangino

Santo Padre Pio de Pietrelcina

Santo Padre Pio de Pietrelcina

En 1961, Joey Lomangino tenía 31 años, éxito en su empresa y demasiado trabajo. Su médico le ordenó tomarse unas vacaciones en Europa. Así que salió de su casa en Lindenhurst, Nueva York, con algunos familiares, a visitar a su tío en el sur de Italia.

    Joey no era practicante en aquellos tiempos, y fue sólo para complacer a su tío que accedió a un largo viaje en auto, el cual concluyó en San Giovanni Rotondo donde vivía el Padre Pío.

     Joey no sabía nada del Padre Pío en aquel entonces, y ciertamente no esperaba tener un encuentro personal con él. Al terminar la Misa se encontró en un cuarto con otros hombres que esperaban recibir la bendición del Padre Pío cuando éste pasara por allí. Joey recuerda los hechos:

    Cuando el Padre Pío entró en la habitación todos nos arrodillamos para recibir la bendición. Entró por el costado izquierdo del cuarto y lo atravesó por el frente. Oí movimiento de rodillas, sin saber qué pasaba. De repente, el Padre Pío puso sus brazos sobre mí. Me besó en la frente y me dijo: «¡Joey, me alegro tanto de verte!» Fue mi tío quien me dijo que era el Padre Pío quien me abrazaba; yo no sabía qué decir, pues había sido casi el último en entrar, y nadie sabía que yo iba a ir, ni yo mismo.

    Joey quedó profundamente impresionado. No pudo regresar en 1962, pero lo hizo en 1963. En esta ocasión decidió ir a confesarse con el Padre Pío.

    Fuí a ver al Padre Pío al confesionario, arrodillándome en el reclinatorio. El Padre Pío estaba sentado frente a mí. Me tomó de la mano, cosa que me impactó por su contraste con el confesionario americano, con paneles entre el sacerdote y el penitente. Me dijo entonces: «Joey, confiésate». Para ser muy franco, encontré esto muy embarazoso pues no estaba llevando una vida correcta. Estaba confundido y no sabía qué decir. Entonces el Padre Pío me dijo en italiano: «Confiésate». Pero de nuevo no encontraba palabras qué decirle.

    Entonces, en perfecto inglés, me dijo: «Joey, ¿recuerdas cuando estuviste en un bar con una mujer de nombre Bárbara?. ¿Recuerdas los pecados que cometiste?» Y, en perfecto inglés, me recordó los sitios donde había estado, las personas con las que había estado, y los pecados que había cometido. Sudando de angustia, tuve la gracia de reconocer que valía la pena soportar todo eso si ello significaba volver a ser feliz.

    Realmente creía que el Padre Pío podría ayudarme. Cuando llegó al fondo de todos mis pecados, después de lo que me pareció como un millar de años, me dijo en italiano: «¿Estás arrepentido?»; yo contesté: «Si, lo estoy, Padre Pío».

    Al darme la absolución, los ojos comenzaron a rodarme en la cabeza. Me restregué los ojos con las manos, mientras la cabeza me daba vueltas y más vueltas. De repente, mi mente se aclaró total y completamente. Entonces puso su mano estigmatizada sobre mis labios y yo besé los estigmas. Me dió entonces un ligero golpe en la cara y me dijo en italiano: «Joey, un poco de paciencia y coraje y vas a estar bien».

    Tenía 33 años y me sentía de 16. Tenía el firme propósito de enmendar mi vida. Estaba arrepentido de todos los pecados que había cometido durante mi vida. Me sentía tan bien, tan limpio, que no quería siquiera involucrarme con nadie por miedo a perder la gracia recibida por sólo hablar con alguien.

    Pero había aún otra gracia más para Joey mientras se arrodillaba con otros hombres para recibir la bendición del Padre Pío.

    Cuando sufrí el accidente en 1947, perdí no sólo la vista sino el sentido del olfato. Al arrodillarme para recibir la bendición, quedé atónito al percibir la fragancia de rosas que venía de la sangre en sus manos. Me eché hacia atrás contra la pared y levanté los brazos para protegerme, pues no sabía qué pasaba. El Padre Pío bajó mis brazos y me dijo en italiano: «Joey, no tengas miedo», y me tocó en el puente de la nariz, devolviéndome el sentido del olfato después de estar sin él desde el día del accidente, en junio de 1947, hacía 16 años.

    Joey estaba lleno de paz y alegría y no quería abandonar San Giovanni Rotondo. Sin embargo, su compañero de viaje, Mario Corvais, le recordó su compromiso de pasar parte de sus vacaciones en un sitio llamado Garabandal.

    Cuando Mario me recordó que teníamos que irnos para Garabandal le dije: «Mario, ¿cómo sabemos que es verdad?. Tal vez no es una aparición verdadera; tal vez es un truco del demonio para hacerme perder las gracias que acabo de recibir. Vamos a preguntarle al Padre Pio».

    Siempre fuimos muy bien recibidos por los sacerdotes donde el Padre Pío. Fuimos donde ellos y les dije: «Me gustaría hablar con el Padre Pío, ¿está bien?» Y el sacerdote me contestó: «Ah, bueno, Joey». Así que hizo los arreglos necesarios y volvimos de nuevo más tarde para reunirnos con él en el claustro.

    Al arrodillarme frente a él, dije «Padre Pío, ¿es cierto que la Virgen se está apareciendo a cuatro niñas en Garabandal?». Y él dijo: «Sí.» Entonces le dije: «Padre Pío, ¿debo ir allá?». Y el respondió: «Sí, ¿por qué no?». Y así es como pasó. Fue debido a que el Padre Pío me aseguró que la Virgen se estaba apareciendo allá, y me permitió ir, que no tuve más miedo y fuí a Garabandal.

En Madrid, Joey y su amigo Mario pasaron horas hablando con gente bien enterada de los acontecimientos de Garabandal, entre ellos el P. Ramón Andreu, jesuita, que había presenciado en muchas ocasiones los éxtasis de las niñas. Sus relatos impresionaron fuertemente a Joey.

Foto: Joey sube a Garabandal en carro, por el viejo camino, acompañado de Eloisa de Guia que fue su guía e intérprete.

Joey recuerda su primera noche en la aldea montañesa. “El frío era tremendo, y tan penoso dentro como fuera de casa. Las casas del pueblo eran de piedra y no tenían agua corriente, ni siquiera cañerías, ni calefacción. Sólo un fuego de leña para cocinar y camas pequeñas con colchones de paja. Creo que pagué por todas las gracias esa noche.” Acostado con toda su ropa, más todo lo que pudo encontrar para cubrirse, Joey casi no pudo dormir debido al frío.

A los pocos días, Joey conoció a  Conchita, la niña vidente. Le conmovieron su sencillez, su sinceridad, su espíritu de oración y su confianza en la veracidad de sus visiones. Ella le dió una estampa en la que había escrito el primer mensaje y un apremio:

Hay que hacer muchos sacrificios, mucha penitencia. Visitar al Santísimo  con frecuencia. Pero antes tenemos que ser muy buenos. Si no lo hacemos, vendrá un castigo. Ya se está llenando la copa y si no cambiamos vendrá un castigo muy grande.

 ¿Lo hará usted, señor?. Yo no sé su nombre, pero hágalo y convenza a otros de hacerlo.

De sus conversaciones con Conchita, Joey concluyó que sería ilógico pensar que ella estaba engañando o que había sido engañada. Su inclinación a creerle se convirtió en convicción: sin duda la Virgen María había venido a este pueblo con un mensaje para el mundo. 

 

Los Trabajadores de Nuestra Señora del Monte Carmelo de Garabandal.

 

En 1968, Joseph Lomangino fundó la asociación The Workers of Our Lady of Mount Carmel de Garabandal INC., Los Trabajadores de Nuestra Señora del Monte Carmelo de Garabandal.
 

Joey inicia la difusión del mensaje desde su vuelta en 1963.

De vuelta en Nueva York, pensó: “¿Qué puedo hacer yo para contribuir a la difusión del mensaje?”. Tenía grabado en su corazón el encuentro con el Padre Pío y el milagro físico y espiritual que este santo sacerdote había obrado en él. También la vidente Conchita le había dado un Rosario que la Virgen había besado. Había oído los testimonios de muchas personas tanto en San Giovanni como en Garabandal. Además de todo esto, tenía un álbum de fotos que le consiguió su amigo Mario. Contenía fotos del P. Pío y de los éxtasis de Garabandal. Debajo de cada foto, unas líneas en Braille.

Con su álbum, y el rosario en su bolsillo, Joey comenzó a dar testimonio, de casa en casa, empezando con las de los parientes y amigos. Más tarde, cuando consiguió diapositivas por medio del P. Ramón, volvió a visitar esas casas, con diapositivas del Padre Pío, de Fátima y de Garabandal. Sus presentaciones pronto se convirtieron en “conferencias”. Hablaba del amor de Dios por todas las gentes. Recalcaba la urgencia que emana de las visitas de Nuestra Señora a Fátima y ahora a Garabandal. “Nuestra Señora vino por amor. Debemos responder con amor.”

Se fue corriendo la voz sobre este ciego que relataba las Apariciones de la Virgen en España. Le telefoneaba la gente pidiendo que fuera a sus casas a mostrar las diapositivas. Pronto ya no bastaron los fines de semana para su apostolado. Comenzó a dar citas uno o mas días durante la semana y, como no siempre podía venir Mario, reclutó a otros amigos para ayudarle. Éstos acudían de buena gana, ya que estaban también convencidos de la necesidad de difundir el mensaje de la Virgen de Garabandal.

Como fruto de su primera visita a Garabandal, asistió diariamente a misa y a la comunión. Sintió la necesidad de la oración. Empezó a pedir a sus oyentes que lo acompañaran rezando tres avemarías, antes de explicarles las diapositivas. En poco tiempo, las tres avemarías se convirtieron en cinco decenas de rosario. Con esto, afirma Joey, Dios nos da la gracia, no sólo para él, sino para todos los oyentes del mensaje de Nuestra Señora.

La gente volvía a los sacramentos después de largas ausencias y sus vidas transformadas por haber comenzado a orar. Se convenció de que sólo la gracia de Dios convierte y sostiene. La verdadera sabiduría, la verdadera paz, la capacidad de soportar, estas cosas sólo vienen por la gracia obtenida rezando.

La Virgen dijo en Garabandal que: "Mi Hijo hará prodigios por medio de los objetos besados por Ella." Por esto Joey daba a besar a los asistentes de sus reuniones una medalla besada por la Virgen en Garabandal. Son numerosísimos los frutos de conversiones, curaciones y prodigios obrados por DIOS por mediación de la Virgen de Garabandal. Hoy dia los trabajadores de Nuestra Señora por todo el mundo son testigos de ellos. Ver en los capítulos 12, 28, 29, 32, algunos casos extraordinarios. 

Durante su estancia en Garabandal le habló a Conchita de su deseo de establecer un hogar para los afligidos abandonados, un proyecto que concibió por haber participado en repetidas peregrinaciones, con enfermos, al santuario de Santa Ana de Beaupré, en Canadá. Conchita le dijo que hablaría de él a la Virgen. Ese mismo día, 18 de marzo de 1964, Joey se marchó a Nueva York. Dos semanas después recibió en su casa en Lindenhurst esta carta de Conchita:

Día de San José, 1964.

Querido Joey,

Dos líneas para decirte el mensaje que me dió hoy la Virgen en los pinos para ti.

Me dijo que la voz que oíste era la de ella y que volverás a ver el día del Milagro. También me dijo que el Hogar de Caridad que fundarás en Nueva York dará gran gloria a Dios.

Conchita González.

El Hogar de Caridad, piensa Joey que se refiere  al Centro Garabandal de Nueva York porque “todo lo que hacemos allí es para Gloria de Dios”.

Durante los primeros años, el interés primordial de Joey estaba en mostrar las fotos y diapositivas. Poco a poco tomaba forma la organización que se conoce ahora como “Centro New York de Nuestra Señora del Monte Carmelo de Garabandal”.

La gente que trabajaba con Joey mantenía correspondencia con Conchita y con el P.Laffineur, el sacerdote francés que fue pionero de la causa de Garabandal en toda Europa. A medida que se recibía nueva información del extranjero, seguían las apariciones en esa época, la gente de Joey la difundía en forma de “hoja informativa” entre el número creciente de los que habían sido oyentes de sus conferencias. Asimismo, sus ayudantes contestaban las cartas que llegaban pidiendo información y distribuían el folleto “Las Apariciones de Garabandal” al ritmo de veinte a treinta mil por mes.

Comenzaron a llegar invitaciones a Joey desde fuera de Nueva York para dar conferencias y, como resultado de estos compromisos y del volumen creciente de la correspondencia, brotaron nuevos centros para la difusión del mensaje de Garabandal por todo el país.

En 1968 se lanzó la revista Needles, referencia a las hojas de los pinos de Garabandal, más tarde renombrada GARABANDAL. Por otro lado, Dick Everson produjo una película documental de 16 mm sobre Garabandal, que Joey también exhibió y promovió.

Mientras tanto, las conferencias de Joey promediaban seis por semana en Nueva York solamente. La gente, agradecida por su propio renacimiento espiritual, ofrecía ayuda. Joey dispuso a los voluntarios en varias tareas: haciendo rosarios y escapularios, organizando vigilias eucarísticas y con el rezo del rosario, ayudando en la imprenta y en la correspondencia.

El apostolado para difundir los Mensajes de la Virgen de Garabandal iniciado por un ciego con un álbum de fotos había crecido hasta contar en todo el país con 400 centros. Ponen películas, distribuyen documentación y promueven el Rosario, el Escapulario y la Adoración del Santísimo Sacramento.

Joey volvió regularmente a Garabandal después de 1963 y estuvo allí el 18 de junio de 1965, durante el segundo Mensaje.

Al regreso de su viaje, visitó 40 estados en los Estados Unidos y fue entrevistado en la televisión nacional y en numerosos programas locales de radio y de televisión. Su correspondencia personal llegó a ser voluminosa.

Dice Joey:

“Al principio todo es Joey, Joey. Pero a medida que rezan, Joey se achica, y Dios se agranda, porque van recibiendo la gracia de comprender. Yo no soy más que un instrumento. Todos somos instrumentos y Dios desea que el carisma particular de cada cual sirva para atraerle a otros para que Le conozcan, Le amen y Le sirvan.”

"Cuando llevamos nuestra cruz viviendo en gracia con Dios, glorificamos a Dios, obtenemos gracias para la conversión de pecadores, liberamos almas del purgatorio y fortalecemos a la Iglesia. Piensen en la Pasión de Jesús y unan sus sufrimientos a los Suyos. Dios les dará la gracia de comprender los misterios de la Cruz y de la Salvación y de perseverar en el amor."

A medida que creció su apostolado, Joey se convenció cada vez más de que Garabandal es la palabra de Dios alertando a un mundo en crisis. "Se nos previno que estamos recibiendo los últimos avisos y que la difusión de los Mensajes es urgente".

Fue ocho años seguidos a Irlanda. Había sido Charles Horan, un caballero californiano jubilado, el que primero lo había invitado a visitar Irlanda. En una de las más grandes salas de Dublin, un domingo, dió dos conferencias seguidas. Vinieron más de 1300 personas a oírlo hablar del P. Pío y de Garabandal. 

Más tarde, Richard Stanley y su esposa Maura emprendieron la construcción de un Centro para la promoción de Garabandal, el cual invitó a Joey todos los años y organizó su primera visita a Inglaterra y Escocia. Trabajando en estrecha cooperación con el Centro de Nueva York, los Stanley fueron los primeros en reproducir la revista GARABANDAL en el extranjero.

En Asia, empezando en Hong Kong, con cinco días de conferencias. Segunda parada en la India. Joey ya había estado allí dos años antes, invitado por el P. Paul van Winesberghe, S.J., el P. Francisco Benac, S.J. y otros sacerdotes.

Esta vez fue recibido como embajador de María por Cardenales, Obispos y Sacerdotes. En países “del tercer mundo” sería recibido por un público de tan abrumadora devoción mariana. Hubo diecisiete mil personas presenciando la bienvenida que le dio el cardenal Valerian Gracias, hablando a la gente de Garabandal. Con el P. Benac S.J. abriendo camino en la India, surgió allí uno de los centros Garabandal más entusiastas del mundo. Se enviaron muchos libros, películas, revistas, rosarios y escapularios a la India, Birmania y Pakistán, llevando el mensaje de Garabandal, gracias al fuerte apoyo que recibía de tantos promotores de Garabandal.

En aquellos lugares de gentes sencillas, pobres y humildes la acogida del mensage fue admirable. Esto mismo sucedió también durante sus conferencias en Nigeria. Cientos de personas vinieron desde lugares remotos de ese país africano para oír el mensaje de Nuestra Señora y su entusiasmo se mantuvo a lo largo de los años siguientes.

 

Joseph Lomangino se casó con Marilynn Luther el dia de la Inmaculada, 8 de diciembre de 1977. En esta foto de 1985, con sus dos hijos: José Miguel y Juan Pablo.

 

Después de su casamiento, Joey y su esposa se dedicaron a completar su plan de viajes. Trabajaban juntos en su oficina y dieron, durante los fines de semana, conferencias en buena parte de los Estados Unidos. En mayo de 1978 viajaron por Irlanda, Inglaterra y Escocia, donde fueron cálidamente recibidos en reuniones y conferencias.

La Primera Reunión Internacional sobre Garabandal fue motivo de muchos preparativos y mucha oración; tuvo lugar en Lourdes en agosto de 1978. Había 26 países representados y tanto Joey como Marilynn tenían presentaciones en el programa. Los resultados de esta reunión marcaron una nueva etapa en la difusión del Mensaje.

En su hogar, la alegría de Joey alcanzó su plenitud con los nacimientos de sus dos hijos, Joseph Michael, el 18 de mayo de 1979, y John Paul, el 17 de septiembre e 1981.

La casa de Joey se convirtió en centro difusor de las Apariciones y Mensajes de Garabandal. El New York Center está situado en 380 South Fifth Street, Lindenhurst, Long Island, New York.

A veces hubo que emprender largos viajes para establecer nuevos centros. Así fue en febrero de 1982, cuando Joey voló a Nueva Zelandia, donde lo acogieron con igual entusiasmo clérigos y laicos.

Durante el otoño de 1980, la British Broadcasting Corporation produjo, a instancias del Centro Garabandal de Londres y con el respaldo de Joey, un documental sobre Garabandal. El resultado fue una película de 32 minutos que fue premiada y que ya alcanzó una gran difusión internacional.

También en Australia, la red de televisión oficial, ABC, despachó al productor Peter Wilkinson a Nueva York a visitar a Joey y a Garabandal a filmar un documental para el programa “60 Minutos”. “Después de la presentación de éste”, relata el promotor australiano John Leriou, “el panel telefónico se encendió como un árbol de Navidad y los pedidos de información nos agotaron toda la documentación que teníamos.”

En febrero de 1985 Joey asistió a la Conferencia Nacional Australiana sobre Garabandal que tuvo lugar en Canberra, la capital, y a la que acudieron participantes de toda Australia, de Papua y Nueva Guinea y de Tonga en el Pacífico Sur.

Joseph Lomangino, ha dedicado su vida a la difusión del Mensaje de Garabandal. Joey es ciego total e incurable. Le dijo la Virgen a Conchita: “lo primero que Joey verá será el milagro que mi Hijo hará por mi intercesión, y desde entonces verá permanentemente.” Desde 1963, Joey ha viajado por el mundo predicando la oración, la penitencia y la fé en Dios y ha dado a conocer el mensaje de Nuestra Señora.

Desde el año 2002, The Workers of Our Lady of Mount Carmel, Inc., Los Trabajadores de Nuestra Señora del Monte Carmelo, inician la difusión de las Apariciones através de la red internet y la difusión por este medio llega rápidamente a todo el mundo.

 

A. M. D. G.

 


 

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