Las Apariciones de la Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 36

 

Miguel González, hermano de Conchita.

De izquierda a derecha, Miguel, Aniceto, Conchita y Serafín,
 con su madre Aniceta en el centro de la foto, año 1965.

 

Miguel González, hermano de Conchita:

Dice Miguel:

Fuí a la escuela del pueblo hasta los catorce años. Don Valentín, el párroco, venía desde Cosio y nos daba el catecismo en la Iglesia el sábado.

Don Valentín, el párroco, subía con frecuencia desde Cosío a Garabandal y enseñaba el catecismo todas las semanas.

 

Don Valentín se quedaba a dormir en el pueblo para decir la misa del domingo. Por la tarde se rezaba el Rosario en la Iglesia.

Trabajé en los invernales desde los diez años, era un trabajo duro. Ahora es mas facil porque hay máquinas pero entonces todo se hacía a mano. La gente llevaba cargas pesadas sobre sus espaldas y recorría largas distancias durante todo el dia porque había que almacenar la hierba para el invierno.

Cuando era joven y trabajaba en el campo, la campana de la Iglesia del pueblo tocaba al mediodia. Todos parábamos de trabajar, incluso los que estaban con el ganado, y rezábamos el Angelus. Después, a la tarde, todos, hombres, mujeres, niños, todos volvian a sus casas para luego ir a rezar el Rosario en la Iglesia. Y esto sucedía cada dia.

 

La Iglesia de San Sebastián de Garabandal en tiempos de las Apariciones. San Miguel está en el presbiterio al lado de la Virgen. La Virgen llevaba a las niñas cada vez a visitar a su Hijo en el Sagrario.

 

Desde los días del santo Obispo de Santander, don José Eguino Trecu, que murió en olor de santidad en 1961, poco antes de las apariciones, se había establecido en las iglesias de la diócesis la práctica de concluir el rosario con la invocación: «Nuestra Señora Bien Aparecida, Reina y Madre de la Montaña, ruega por nosotros», repetida tres veces y seguida cada vez de una Avemaría.

A don José Eguino Trecu se debió que la Virgen, con este título de "Bien Aparecida", fuese proclamada Patrona de toda la provincia de Santander, ahora Comunidad de Cantabria, donde abundan los santuarios marianos; el Santuario de la Bien Aparecida está en un hermoso lugar sobre el curso del río Asón, con vistas a Udalla y Ampuero, y lo atiende una comunidad de PP. Trinitarios; la imagen fue llevada a la capital de la Montaña en los últimos años de monseñor Eguino Trecu para su Coronación canónica solemne.

Don José Eguino Trecu, Obispo de Santander, que murió en olor de santidad poco antes de las Apariciones, dijo que el pueblo de San Sebastián de Garabandal era tan fiel en su vida religiosa y tan devoto de la Santísima Virgen María, que algo muy grande iba a  suceder allí en el futuro.

En un éxtasis, a continuación del rosario, las niñas rezaron el credo; y, como de costumbre, siempre que lo rezan en éxtasis, añadieron a lo de Iglesia católica, lo de apostólica y romana. Asimismo, introducían una innovación en ciertas invocaciones finales: en vez de decir "Nuestra Señora Bien Aparecida, Reina y Patrona de la Montaña", decían "Reina y Señora de todo lo creado".

Dice Miguel:

Mi padre era mas alto que mi hermano Serafín, murió de una enfermedad del pulmón porque habia mucho polvo en sus pulmones. La hierba seca que se pone en los establos, cuando se saca durante el invierno suelta cantidad de polvo y mi padre trabajó en ello durante toda su vida.

Conchita tenía 12 años de edad cuando comenzaron las Apariciones. Siempre iba a Misa y a la Comunión cuando el sacerdote celebraba la misa en la iglesia del pueblo. En casa de mi madre, cada noche, cuando terminábamos la cena, inmediatamente rezábamos el Rosario. Mi hermano Aniceto, que murió en 1966 cuando tenía 28 años de edad, yo creo que era el mas religioso de todos nosotros. Cada noche iba a rezar el Rosario con la gente del pueblo en la Iglesia.

Mi madre, no solamente era muy religiosa sino también muy estricta con sus hijos. A la noche, si yo estaba fuera, esperaba en la cocina hasta que volviese a casa. Cuando no había misa en Garabandal, mi madre caminaba algo mas de cinco kilómetros a la Iglesia de Cosio para ir a la misa de las seis de la mañana y después caminaba de vuelta a casa y para el trabajo. Esto lo hacía lo mismo con tiempo bueno o malo, en verano o en invierno.

Muchos jóvenes de mi pueblo emigraron y yo, desde 1969, he estado viviendo en Nueva York, trabajando para Allied Sanitation, Inc., propiedad de la familia de Joey Lomangino y dirigida por este.

Cuando empezaron las Apariciones, Serafín y yo estábamos trabajando en la provincia de León. Yo tenía unos 18 años. Mi hermano Serafín y yo veníamos de vuelta a casa. Sobre las siete de la mañana de un 13 de Julio de 1961 llegamos a Torrelavega. Cuando estábamos desayunando en un restaurante de Torrelavega, un amigo de Serafín vino y nos dijo: ¿Sabíais que un Angel se apareció a cuatro niñas en el pueblo de San Sebastián de Garabandal?. No sabíamos nada porque, aunque mi hermano Aniceto nos había escrito a León, la carta llegó después que ya nos habíamos ido a casa. Todavía no nos lo creíamos mucho.

Fuimos a casa de mi tío Paulino, hermano de mi madre, que vivía en Torrelavega y cuando llegamos nos dijo: ¿Sabíais que, según los periódicos, un Angel se aparece a cuatro niñas y que una de ellas es vuestra hermana?. El periódico traía una foto de mi hermana Conchita y entonces ya nos tomamos en serio las Apariciones. Le dije a mi hermano Serafín: Vámonos a casa inmediatamente. Serafin dijo: no, estamos muy cansados, dejémoslo para mañana.

Al dia siguiente, el 14 de Julio de 1961, salimos hacia Pesués y desde allá en autobús a Cosío. Desde Cosío, con el equipaje en mano, subímos andando a Garabandal. Por el camino había mucha gente, unos que subían para el pueblo y otros que bajaban y estos cuando se nos acercaban decían: deben de ser los hermanos de Conchita porque ella dijo durante la Aparición que sus hermanos llegaban hoy. Cuando llegamos a casa había mucha gente, tanto fuera como dentro de casa . Mi hermano Aniceto estaba en la cocina. Pensé, "con la tranquilidad en que vivíamos y ahora esto".

Conocía bien a mi hermana y sabía que decía la verdad. Las cosas que sucedían durante las Apariciones eran increibles y todos los hechos me impresionaron de un modo que los recuerdo como si hubiesen sucedido ayer. Cuando fui testigo de la primera Aparición que ví, me impresioné profundamente. Igualmente la primera vez que oí a las niñas rezar el Rosario y la primera vez que las ví subir a los pinos y bajar de espaldas.

 

Conchita habla con la Virgen. La niña se transforma
 ante la presencia de la Madre del Cielo.

 

La primera vez que fui testigo estaba nervioso porque nunca había visto algo así y no comprendía muchas cosas que sucedían. Por ejemplo, las potentes luces que a veces ponían a los ojos de Conchita o cuando la pinchaban, sin ninguna reacción por parte de ella. Los médicos intentaron levantar a Conchita del suelo pero no pudieron.

Desde el 18 de Julio, 1961, hasta primeros de Octubre fui testigo de los éxtasis cada dia. Había una, dos o tres visitas de la Virgen entre las ocho de la tarde y las cinco o seis de la madrugada. Después de este año, solo estuve en Garabandal durante las Navidades y durante el verano, porque tenía que regresar al trabajo.

Un día decidí hacer alguna prueba por mí mismo. Se decía de lo rápido que las niñas corrían al lugar de la Aparición cuando recibían la tercera llamada. Me decía: no me van a dejar atrás porque solo tienen doce años y yo tengo dieciocho y normalmente yo corría bastante mas que ellas. Una tarde, hacia las ocho, en Julio, Jacinta, Mari Cruz y Conchita estaban sentadas en la cocina de mi casa comiendo bocadillos. No recuerdo si estaba Mari Loli. Habían comido unos bocados cuando tuvieron la tercera llamada y empezaron a correr. Yo también corrí detrás de ellas y antes de que yo llegase al lugar de la calleja llamado "el cuadro" pude oir el golpe contra las piedras, de la caida de rodillas en éxtasis. Me fue imposible seguirlas de cerca, aun cuando corrí tan rápido como pude.

También intenté levantar a Conchita del suelo pero no pude, estaba fija como una roca, ni siquiera le pude mover los brazos. Mi hermano Serafín levantaba grandes pesos como nada. Una vez lo intentó, no por él sino porque la gente se lo pidió pero no pudo moverla. Sin embargo las niñas, muchas veces, cuando decían adios a la Virgen, se levantaban unas a otras sin el menor esfuerzo; lo hacían para subir a su altura, donde veían a la Virgen, para besarla. Otras veces era la Virgen quien bajaba a la altura de las niñas y las besaba.

El suceso que me dió una gran prueba de la verdad de las apariciones fue poco antes del 18 de Julio de 1961, dia del Milagro de la Comunión visible de Conchita. Me dice Conchita : ¿tienes una medalla o cadena?. Le dije: no, debo haberla perdido. Me dió una nueva medalla y me dijo: cuando venga un sacerdote pídele que te la bendiga.

Mas adelante, una tarde que tuvo Aparición en la cocina, ella tenía muchos rosarios, cadenas y escapularios en su mano para darlos a besar a la Virgen; yo estaba en la habitación, en la esquina, algo apartado de la gente. Ella estaba de rodillas y se levantó para dar a besar lo que llevaba a la Virgen. Pensé: ¿por qué no lo dí mi cadena para que se la diese a besar a la Virgen?. No había terminado de pensar esto cuando Conchita, todavía con el brazo en alto, se volvió, anduvo unos pasos hacia mí, me sacó la medalla del cuello y se la dió a besar a la Virgen. Después me puso de nuevo la cadena con la medalla en el cuello.

Un sacerdote me dijo que las niñas deberían cambiar de ambiente. Me dijeron que convenía que Conchita fuese a la playa a Santander por unos dias e incluso que convenía cortarle las trenzas del pelo porque la hacían mas reconocible para la gente y llamaba más la atención. En Santander le cortaron las trenzas y en una ocasión, también en Santander, según venía por la calle, tuvo Aparición y cayó en éxtasis. Mucha gente, incluidos sacerdotes, se pusieron alrededor y trataron de llevarla al interior de una Iglesia que estaba al lado. No hubo modo de levantarla del suelo. Finalmente lograron llevarla al interior de la Iglesia y continuó allí en éxtasis.

La noche en que Conchita recibió la Comunión visible de manos del Angel fue de gran alegría para mi. Había mucha gente en Garabandal porque era la fiesta de San Sebastián. Su fiesta es el 20 de Enero, pero hay demasiado frio para celebrarla entonces y por esto lo hacemos el 18 de Julio. Mucha gente pensó que si había baile no vendría la Virgen ese dia.

Un muchacho preguntó a Conchita: ¿está bien que haya baile hoy?. Conchita dijo: con baile o sin el, el milagro ocurrirá esta noche. Sobre las diez de lo noche mi madre me dijo: Miguel, ponte a la puerta y que nadie mas entre en la casa que ya no hay sitio. La puerta estaba abierta y me senté en medio para que nadie pasase pero daba igual pasaban de todos modos.

Pasadas las once de la noche cerré la puerta y dije a Conchita: me voy a la cama porque esta noche no va a suceder nada. Conchita me suplicó: espera un poco mas que dentro de poco voy a salir. Creo que ya tenía una llamada. Una hora después, Conchita subió a su habitación donde estaban algunos parientes y mas gente. A la tercera llamada salió de casa, pasó a través de la muchedumbre que estaba allí. Con dificultad pude seguirla y llegué justo a tiempo cuando ya ella estaba de rodillas. Hizo la Señal de la Cruz, rezó el acto de contricción. Todo esto me quedó completamente grabado en la mente. Sacó la lengua, y poco después, en un instante, de repente, apareció la Hostia en su lengua. Estuvo así mas de un minuto. Luego de comulgar hizo la señal de la Cruz, se levantó y se alejó. He oido que un señor de Barcelona, el Sr. Damians, filmó algo sobre el Milagro de la Comunión pero yo no le conocí personalmente hasta que Joey me lo presentó en su casa en enero de 1972.

Recuerdo la importancia que tuvo durante las Apariciones el rezo del Rosario. En una ocasión, durante una noche tormentosa y de nieve, Conchita tuvo Aparición y anduvo por el pueblo rezando el Rosario, fue a los pinos y a la Iglesia. Era sobre las tres de la mañana. Cuando la gente la oyó, se levantó y la acompañaron durante el rezo.

Un amigo de Serafín le había expresado el deseo de estar presente durante una aparición. Sin embargo él trabajaba desde las seis de la mañana a las nueve de la noche y era muy dificil para él estar despierto a esas horas de la noche. Un dia, sobre la una de la madrugada, Conchita, en éxtasis, empezó a rezar el Rosario. Fué donde la casa de este señor y estuvo fuera rezando el rosario hasta que despertó, se vistió y se unió al grupo de gente que rezaba con ella.

Loli presenta a la Virgen muchos Rosarios
 y cadenas con medallas para que las bese.
 

La Virgen dijo: "Por los besos que he dado, Mi Hijo hará prodigios".

 

En una ocasión había unas quinientas personas frente a la casa de Mari Loli. Conchita tenía de diez a veinte medallas y cadenas en su cuello. Ví que sacaba una cadena que en realidad era imposible de sacar porque era demasiado pequeña para sacarla por la cabeza. Después intentaron ponérsela por su cabeza pero era imposible porque para sacarla había que abrir antes un cierre. Yo ví como la sacó, con una medala que llevaba la cadena, mientras le decía a la Virgen: ¿Es esta?. Entonces fue directamente por entre la multitud y se la puso a su dueño.

Yo habia visto como Conchita, para ponerla en su cuello, abrió el cierre de la cadena y la puso normalmente, pero durante el éxtasis la sacó sin abrir el cierre; aun cuando la cadena no cabía através de su cabeza ella la sacó. También he visto a Mari Loli hacer esto mismo en otra ocasión.

Los sacerdotes que subian a Garabandal unos creian y otros no. Una noche había tres o cuatro sacerdotes en la cocina de mi madre y mi hermana estaba durmiendo en una silla. Un franciscano dijo a los otros: ¿a qué hora comienzan las apariciones?. Entonces mi hermana despierta y dice : ¿para qué lo pregunta si usted no cree?. El sacerdote no había dicho a nadie que no creía. Y así era, él mismo lo dijo y le impresionó que Conchita lo supiese.

Ví muchas cosas, cada día era diferente. En muchas ocasiones Conchita tuvo aparición sobre las tres de la mañana y salía por el pueblo rezando el Rosario. En verano esto se llevaba bien. Pero en el invierno, cuando nevaba, salir a las tres de la mañana, acompañándola en los rezos por las calles, era mucho sacrificio. Mi madre me dijo que una noche muy mala de tormenta ella rezaba para que mi hermana no saliese esa noche. Apenas habia pensado en eso cuando Conchita tuvo Aparición y después salió a la calle. Había una tormenta increible, pero ella salió. Poco después de salir Conchita, la tormenta paró y mi madre salió con ella rezando el rosario.

Como dice Miguel, los éxtasis tenian cada uno algo especial o de especial significado, que los hacía diferentes; todo ello le llenaba de profunda emoción. A modo de ejemplo he aqui dos entre muchos.

Conchita sobre la nieve:

Una noche Conchita tenía ya dos llamadas, por lo que la entrada en trance de la niña podía esperarse de un momento a otro. Aniceta nunca la dejaba sola en tales circunstancias, y menos de noche; pero en aquella ocasión se le arreglaba muy mal el quedarse ella misma pendiente de Conchita; rogó entonces a Aniceto que, en vez de ir a acostarse, se quedara al lado de su hermana.

Hacia las dos y media de la madrugada, Conchita cayó en éxtasis y salió de casa. Cetuco tomó una linterna y la siguió. Era una noche de invierno, blanca por la nieve y rigurosamente fría. Como volando por encima de toda aquella blancura, Conchita hizo presurosa el difícil camino de los Pinos. A Cetuco se le quitó el frío con su esfuerzo por seguirla.

Un rato más tarde, Aniceta, bien abrigada, se echó igualmente a la calle para reunirse con sus hijos. Era impresionante el frío; pero más aún, el silencio de todo y el apagado resplandor de la nieve. Cuando, al fin jadeante, llegó a los Pinos, Aniceta quedó como muda ante la escena que veían sus ojos: allí estaban, sobre la nieve, sus dos hijos, de rodillas y rezando. Conchita absorta en su Visión dirigía el Rosario; Cetuco, con toda devoción iba respondiendo.

Al cabo de un rato, Conchita se levantó; entonces la madre se adelantó a bajar, para prepararle de algún modo el camino, apartando la nieve en los pasos más difíciles. Fue una precaución inútil, pues la niña, ¡de rodillas y de espaldas!, se deslizaba hacia abajo sobre aquella capa blanca, como siguiendo una trayectoria que invisiblemente se le trazase. Tan extraordinaria marcha extática fue a terminar detrás de la casa materna, en la calle o callejuela que meses más tarde había de ser escenario del "milagro de la comunión visible".

Una noche, los pájaros cantan hermosos trinos:

Cuenta la señora del Doctor Ortiz: "Al reunirnos con nuestro grupo, pudimos oír a unos muchachos que andaban por el puentezuco que había ante el pórtico: "¡Madre! ¡Madre!. ¿No han oído cantar a muchos pájaros?". Y unas mujeres contestaban: "Sí, también nosotras lo hemos oído".

Yo pregunté a mi cuñada Maruja, quien me dijo: "Yo lo he oído también; me hacía el efecto de una pajarera con miles de pájaros cantando a la vez, ¡y maravillosamente!".

Es que Jacinta estaba en éxtasis y los pajarinos, a la luz de la Virgen, empezaron a cantar hermosos trinos.

-- ¿No os disteis cuenta que fue al marcharse la niña cuando todo cesó?.

-- Pues no, no se me ocurrió relacionar lo de los pájaros con la presencia de la niña en éxtasis.

-- Pues, para mí, es evidente que una cosa se debía a la otra.

En esto llegó Fernando, el que había ido a ver de cerca los éxtasis de otras niñas, y le preguntaron: "Cuenta, cuenta, ¿qué es lo que has visto?".

-- No sabría explicároslo. He visto unas caras tan transformadas y de dulzura tan sensacional.

-- ¿Y no has oído cantar a muchos pajarines?.

-- No, no he oído nada.

Los pajarinos solamente cantaban si la Virgen les hacía llegar su luz y su ternura, como Reina y Madre de todas las criaturas.

Fernando no lo oyó porque estaba en otro lugar mas alejado.

-- Pero, ¡bueno!, ¿qué tonterías preguntáis?. ¡Los pájaros nunca cantan de noche!. Esta rotunda afirmación dejó a la señora de Ortiz, no muy familiarizada con la vida del campo, en el colmo del desconcierto. Si los pájaros nunca cantan de noche, ¿qué era aquello que ellas ciertísimamente habían oído?.

Cuando más tarde tuvieron ya suficiente confianza con las niñas y se enteraron de que había sido Jacinta la vidente que estuvo donde ellas aquella noche, le preguntaron sobre el canto de los pajarinos. La niña se limitó a sonreír y a decirles: "Mi abuela también decía que oía a las golondrinas".

También los pajarinos se sentían felices con la presencia de la Virgen y en su luz cantaban hermosos trinos.

Dice Miguel:

En cuanto a mí, siempre fui practicante de la religión pero ahora reflexiono y medito más sobre mi vida en relación con las Apariciones y Mensajes de Garabandal. Creo firmemente que el Arcangel San Miguel y la Virgen del Carmen se han aparecido en mi pueblo, en San Sebastián de Garabandal. Personalmente yo creo en las Apariciones y que algo extraordinario va a suceder, como está profetizado.

 

A. M. D. G.

 


 

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