Las Apariciones de la Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 47

 

Madre de Dios y Madre nuestra.
Diálogos de las Niñas y textos para meditar.

Virgen de Garabandal con el Niño Jesús

La Virgen de Garabandal con el Niño Jesús.
El Niño extiende sus brazos en forma de Cruz.

 

Es frecuente ver estampas de la Virgen de Garabandal con el Niño Jesús y el Niño con los brazos extendidos en forma de Cruz.

En una ocasión, en los Pinos, el Niño, en brazos de su madre, extendió sus brazos en forma de Cruz,  como para abrazarnos a todos y ofreciéndose a Dios Padre.

Luego bajó sus brazos y tomó una cruz en sus manos, la que la Virgen dijo a la niña que pusiese en sus manos; acariciaba la cruz con sus manos, queriendo así mostrarnos que ya desde tan pequeño quería redimirnos en la Cruz y atraer a todos los hombres hacia Sí.

 

Comentario del Papa Pablo VI al Padre Escalada, S.J., de la Legión Blanca, sobre las Apariciones de la Santísima Virgen María en Garabandal.

7 de noviembre de 1968.

Dice el Papa:

"Es la historia más hermosa de la Humanidad desde el Nacimiento de Cristo. Es como la segunda vida de la Santísima Virgen en la tierra, y no hay palabras para agradecerlo."

 

El Sagrado Corazón de Jesús en Garabandal.

El 30 de Junio de 1961, último viernes del mes consagrado al Corazón de Jesús y dos dias antes de venir la Virgen por primera vez, Jacinta vio al Señor, de pie sobre una especie de nubecilla blanca, vestido de blanco y manto rojo, mostrando su Corazón, de un rojo vivo y que despedía rayos blancos y dorados, sobre la parte izquierda de su pecho.

No habló a la niña; pero con su mano izquierda le presentaba aquel su Corazón, mientras le hacía señas, con la derecha, para que se acercara. Jacinta obedeció, y quedó deslumbrada por la belleza y resplandor de sus vestidos, más aún de su persona.

Esta visión de Jacinta tuvo lugar en la Calleja. La visión le dejó una impresión indeleble. Dos cosas le impresionaron sobremanera: la mirada de Jesús y su porte majestuoso. Aquella mirada penetraba hasta lo más profundo del alma, aquel mirar del Señor "estaba impregnado de un Amor inmenso".

 

Los Rosarios de los vaqueros.

Cuando el médico pediatra, doctor don Celestino Ortiz, hacía sus primeras subidas a Garabandal, quedó gratamente sorprendido ante la actitud con que aquellos hombres rústicos rezaban el rosario por las calles acompañando a las niñas, todos con la cabeza respetuosamente descubierta. Habló de ello con uno, y recogió este desahogo:

Nosotros, los que cuidamos del ganado por el monte, bajamos al pueblo los sábados, para rezar el Rosario con las niñas; arreglamos los ganados más pronto que otros días. Y es que rosarios como éstos no se pueden perder; valen por mil de los que antes rezábamos en la iglesia.

-- ¿No será un poco exagerado?.

-- No, doctor, no. En la iglesia, muchas veces, estamos distraídos; pero aquí rezamos y vamos pensando.

 

Dice el Padre Gerald Farrell, M.M. misionero en Korea:

Hay varios hechos relacionados con Garabandal que son de destacar. Lo mas notable de todo es Nuestra Señora, su persona, su actitud maternal, su cercanía; vino a ser Madre en toda su dimensión. En Lourdes Ella estuvo en una gruta, en Fátima en el arbol de las Apariciones, y en Guadalupe en la cima de una colina, pero en Garabandal actúa como una Madre en su casa y en el pueblo: camina con las niñas por las calles, visita la Iglesia, el cementerio, los pinos, las casas, y atrae hacia sí a sus hijos de modo muy maternal. Esta cercanía y este amor maternal es lo mas notable para mí.

El siguiente punto importante tiene que ver con mi apostolado para establecer la Adoración Perpetua en las parroquias de Korea. Es la insistencia de la Santísima Virgen María sobre la importancia de la Eucaristía y de las visitas al Santísimo Sacramento. El primer mensaje público dice "visitar al Santísimo con frecuencia" y en el segundo mensaje es alarmante el hecho de que "cada vez se le da menos importancia al Santísimo Sacramento". Es muy notable el hecho de que San Miguel Arcángel diese la Comunión a las niñas cuando no había Sacerdotes en el pueblo y confirmar esto con el prodigio Eucarístico de la Hostia Visible.

Las profecias de Garabandal nos dicen que Dios, por su infinita Misericordia, va a dar una oportunidad de conversión a todos los hombres. El Aviso es el primero de los sucesos con que Dios quiere nuestro sincero arrepentimiento. Durante este acontecimiento, todos, creyentes y no creyentes verán cómo están sus vidas ante Dios y se nos dará la oportunidad de arrepentirnos de nuestros pecados. Es un acontecimiento único en la historia de la humanidad. Dios es un Padre lleno de Amor y Misericordia que busca con amor nuestro arrepentimiento.

El segundo suceso es el Milagro. Este atraerá a la humanidad hacia el Evangelio y a su verdadera Iglesia. Aquellos que durante el Aviso se arrepientan, estarán preparados para el Milagro, para creer en Jesús como su Redentor y Salvador.

 

La Virgen de Garabandal.

Dice Conchita:

La Virgen viene con el vestido blanco; el manto, azul; una corona de estrellucas doradas; no se le ven los pies; las manos (brazos), estiradas, y el escapulario en la derecha; el escapulario es marrón el pelo, largo, color castaño oscuro, ondulado, raya en el medio.

La cara, alargada; la nariz, también alargada, fina; la boca, muy bonita, con labios un poquito gordos; el color de la cara, trigueño, más claro que el del ángel, diferente; la voz, muy bonita, una voz muy rara, no sé explicarla: ¡no hay ninguna mujer que se parezca a la Virgen, ni en la voz, ni en nada!.

Algunas veces trae al Niño en brazos, muy chiquitín, como un nene recién nacido, una carina redonda; de color, como la Virgen; una boquina pequeña, y pelín un poco largo; el vestido, como una túnica azul.

No había nubes, sólo luz. A veces sonreía tanto, que se le veían los dientes. Las flores del vestido eran como bordadas en blanco. El escapulario todo de una pieza.

 

Hablamos con la Virgen mucho, y Ella con nosotras. Le decíamos todo:

Le decíamos: que andábamos al prado, que estábamos negras, que teníamos la hierba en morujos. Ella sonreía; ¡como le decíamos tantas cosas!.

La primera vez que la vimos fue el día 2 de Julio de 1961, domingo: ¡día muy feliz, porque hemos visto por primera vez a la Virgen!, porque con Ella estamos todos, siempre que queramos.

La gente y los Padres que había, nos daban objetos para que se los diéramos a besar a la Virgen: y Ella lo besaba todo.

Y nosotras, como nos gustaba hacerle fiestas al Niño Jesús, cogíamos piedras pequeñas y yo las metía en las trenzas, Loli en las mangas y Jacinta se las daba a él; pero no las cogía, sólo se sonreía. Mari Cruz le ofreció al Niño unos caramelos.

 

Los objetos besados por Ella:

Conchita ha dicho más de una vez, por encargo de la Virgen, que

-- Jesús hará prodigios mediante los objetos besados por Ella, antes y después del Milagro, y las personas que lleven con fé tales objetos, pasarán en esta vida el purgatorio.

 

Ya desde el principio les explicó el primer Mensaje.

La Virgen, siempre sonriendo, lo primero que nos dijo fue:

-- ¿Sabéis lo que quería decir el letrero que traía el ángel debajo?.

Nosotras exclamamos a la vez:

-- No, no lo sabemos.

Pues quería decir un Mensaje. Yo os lo voy a decir ya, para que vosotras el 18 de octubre de 1961 se lo digáis al público. El mensaje fue un secreto de las niñas hasta ese día 18 de octubre. El primer Mensaje dice:

Hay que hacer muchos sacrificios, mucha penitencia; visitar al Santísimo; pero antes, tenemos que ser muy buenos; y si no lo hacemos nos vendrá un castigo. Ya se está llenando la copa, y si no cambiamos, nos vendrá un castigo muy grande.

 

El alma sencilla y transparente de las niñas:

Decían a la Virgen:

-- ¡Qué bien se debe de estar en el Cielo!. ¡Llévame a mí, aunque sea para bajar otra vez!.

Se les oye alusiones a sacrificios, a los pecados que se cometen, a que hay personas que no creen, de donde viene el que con frecuencia pidan curaciones, milagros, para que la gente crea.

Con frecuencia, en sus éxtasis, entonan el canto popular a San Miguel:

San Miguel Arcángel,
gran batallador,
que en fiera pelea,
a Luzbel venció.

¿Quién como Dios?,
¡Nadie como Dios!.

Desde que don Valentín, el párroco, les dijo a las niñas que pidieran a la Virgen un milagro para poder disponer de una prueba y creer, ellas lo han pedido muchas veces.

Decían las niñas:

-- ¡Haznos un milagro!; que la noche se convierta en día.

Lo dijo Mari Cruz y Conchita decía:

-- Sí, haznos un milagro, aunque sea chiquitín, como que volemos.

El P. Royo Marín O.P., que estaba presente, exclamó:

-- ¡Lo que deben de ver estas niñas, que llaman "milagrín chiquitín" al "volar"!.

Al decirle las niñas a la Virgen que muchos no creían, que no creen, varias veces ha replicado Ella:

-- Ya creerán.

La Virgen se pone seria cuando le pedimos un milagro.

 

María Madre nuestra.

El dia 1 de Agosto de 1961, a las 12, hora del "Ángelus", se oyó muy claramente a las niñas rezar el Avemaría con una preciosa añadidura:

-- Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, ruega por nosotros ...

A la Virgen le agradaba mucho que lo rezasen así pero indicó que no rezasen habitualmente así el "Santa María" hasta que fuese autorizado por la Iglesia.

Decía Mari Cruz, a la Virgen:

-- Mira, la gente no cree. Sólo cree que estamos locas o tontas. ¡Anda!, ¡haz un milagrín!, aunque sea muy chicu, para que crean. Desprende ahora tres estrellas.

En aquel mismo momento, tres estrellas fugaces cruzaron el firmamento.

La Virgen pidió que se hiciese una Capilla dedicada a S. Miguel en el lugar de "los Pinos", cuando la Iglesia lo permita.

En este lugar de "los Pinos", el Padre Luis vió a la Virgen y el Milagro:

A la salida del rosario tuvimos Aparición las cuatro y empezamos a caminar hacia los Pinos; y cuando llegamos allá, el P. Luis María, dijo:

-- ¡Milagro! ¡Milagro!, ¡Milagro! ¡Milagro!, y se quedó mirando hacia arriba. Nosotras le veíamos, y en nuestros éxtasis nunca vemos a nadie, solo a la Virgen; y al P. Luis le vimos, y nos dijo la Virgen que él la estaba viendo a Ella, y el Milagro.

El Padre Luis María Andréu estaba con ellas de rodillas; gotas de sudor brillaban en su frente; y la Virgen le miraba. Parecía como si le estuviera diciendo:

-- Dentro de muy poco, estarás a mi lado.

Este mismo dia la Virgen llevó al P. Luis al Cielo. Antes de morir de felicidad, el P. Luis Andréu decía:

-- Me siento verdaderamente lleno de alegría, de felicidad. ¡Qué regalo me ha hecho la Virgen!. ¡Vaya suerte tener una Madre así en el cielo!. No debemos tener ningún miedo a la vida sobrenatural. Hemos de aprender a tratar a la Virgen como lo hacen las niñas. ¡Ellas nos han dado ejemplo!.Yo no puedo tener la menor duda sobre la verdad de sus visiones. ¿Por qué nos habrá escogido la Santísima Virgen?. Hoy es el día más feliz de mi vida.

Este mismo dia, como Mari Cruz ya hacía varios días que no se le aparecía la Virgen, ella siguió en éxtasis, con la Virgen; entró en la iglesia, y junto al altar de la Virgen del Rosario y del Ángel San Miguel empezó a rezar con la Virgen el Credo, muy despacio; decía Mari Cruz que la Virgen iba rezando delante para enseñarle a rezar despacio; después del credo, rezó la salve; y después se santiguaba muy despacio, ¡muy bien!.

Hablaba con la Virgen, y decía:

-- ¡Ay, qué bien, que vino el Niño Jesús!, ¡cuánto hace que no venía!. ¿Por qué tardaste tanto en venir donde mí, y donde las otras vienes más?.

Dice Conchita:

De la Virgen.

Cuando la Virgen reza el "Gloria", baja la cabeza con extraordinaria reverencia. La Virgen daba la impresión, al mirar, de que más que a ti, miraba al mundo; ¡y de qué modo!. Nadie podría mirar así.

Ella viene vestida de blanco y con un manto azul. Sólo el día de la fiesta del Carmen, 16 de julio, la he visto con hábito marrón.

De San Miguel.

Por él empezó todo. Vino la primera vez el día 18 de junio, precedido de un relámpago y de un retumbar de trueno, que nos impresionó mucho.

San Miguel es el Príncipe de la Milicia Celestial, portaestandarte de Dios, triunfador de Satanás.

En Garabandal aparecía como un niño de nueve años, ojos negros, sonriente, alas desplegadas de color fuego pálido, vestido azul claro. No le veíamos las manos, sólo cuando nos daba la comunión. No tocaba con el borde del vestido la piedra que la gente ha dado en llamar "la piedra del ángel"; estaba sobre ella, pero en el aire.

Del Niño Jesús, Conchita trata de explicar cómo iba vestido:

-- ¡Es muy difícil explicar el color de su ropa!. Es como si se vistiera de un poco de cielo, pero no precisamente azul; no sé de qué puede estar hecha su ropa.

De San José:

 -- Él es el más grande de los Santos del cielo.

Del Milagro:

-- ¡Qué bonito es el Milagro!.

En un éxtasis del 3 de septiembre de 1962.

-- ¡Cuánto me gustaría que lo hicieras pronto!. ¿Por qué no lo haces ahora ya?. Hazlo, aunque no sea más que para los que creen. A los que no creen, les es igual.

 

La espontaneidad encantadora de las niñas:

Muriel Catherine era judía, pero quería bautizarse; las niñas videntes, comentaban:

-- Siendo ya grande, ¿cómo podrá tenerla el padrino en el brazo durante su bautismo?.

Después que les explicaron la diferencia entre el Bautismo de párvulos y el de adultos, exclamó alegremente Conchita:

-- ¡Qué bien!, así podrá ser "padrino" Mari Cruz y madrina yo.

 

La Virgen cura al P. Ramón Andréu. Loli le decía:

-- Padre, la Virgen me ha dicho que está usted malo; pero me ha mandado decirle que está usted curado.

En el mismo instante de decir estas palabras, le desaparecieron los dolores. Estaba con fuertes dolores en una pierna por un accidente.

 

La Santísima Virgen.

Dice Conchita:

La primera vez que vimos a la Virgen, se nos apareció de repente.

-- Venía con dos Ángeles y el Niño Jesús, y había un Ojo encima de todos, con mucha luz.

Siempre se nos aparecía de repente, solo que unas veces traía el Niño y otras no. Su postura más habitual era estar con los brazos abiertos y extendidos, mirándonos:

-- Sus ojos eran negros, ¡muy dulces y misericordiosos!, más bien grandes. Parecía como si no mirara a la cara, ni al cuerpo, ¡sino al alma!.

Su mirada es muy difícil de describir.

-- Hace a uno amarla más y pensar más en Ella. Mirándola a la cara, nos hace felices del todo, y mirándonos Ella, todavía más. Cuando nos hablaba, nos miraba, y también cambiaba de mirada durante la conversación.

Su voz:

-- es muy dulce y armoniosa, se oye por los oídos, aunque sus palabras penetran en el corazón; es como si metiera la voz dentro. ¡Hablaba con voz clarísima y dulcísima!.

Alguna vez se rió, además de sonreírse, que era lo habitual.

-- Se oía su risa, como sus palabras; pero la risa era más no sé qué que el habla. ¡No sé explicar su risa!. Nunca sabré explicarla, era muy hermosa.

Nos besaba casi todos los días, y salía de Ella. Eran besos de despedida en ambas mejillas. Alguna vez le pedí que me dejara besarla, y otras veces la he besado sin pedírselo.

Cuando terminaba de ver a la Virgen:

-- Salía como del Cielo, con muchas ganas de amar a Jesús y a María, y de decir de Ellos a la gente, ya que eso es lo único que nos puede alegrar: hablar y escuchar de la Virgen.

Quiero a la Virgen como si fuera mi madre. Con Ella se puede hablar de todo. Recuerdo que un día nos dijo:

-- Id muy limpias; yo también me cuidaba de eso cuando vivía en la tierra.

La Virgen nos llamaba antes de venir, eran tres llamadas:

-- La primera, era sentir de pronto una alegría muy suave. La segunda, era más fuerte. La tercera, ya Ella nos llevaba; salíamos a toda prisa a donde Ella quería que estuviésemos; Ella nos guiaba y nos llevaba como en un vuelo.

¡Quién viviera en aquellos tiempos que veíamos a la Virgen tantas veces!. Aunque tuviéramos que quedarnos sin dormir, no nos importaba. ¡Éramos muy felices!.

La Virgen, muchas veces, no nos miraba precisamente a nosotras, sino más lejos, a la gente que había detrás. Cambiaba a veces de semblante; pero sin dejar de sonreír. Yo le preguntaba:

-- ¿A quién miras?.

Ella me decía:

-- Miro a mis hijos.

Hablábamos con Ella de todo, hasta de nuestras vacas. Se sonreía mucho. También jugábamos. ¡Qué felices éramos entonces!. No sufríamos nada, aunque alguien se metiera con nosotras.

¡Qué bien se estaba con la Virgen!:

-- Era verdaderamente como una amiga, una madre; igual que si viviera con nosotras. Y nos llamaba por nuestro nombre familiar, como lo hacía la gente. No decía "María Concepción", sino "Conchita". Ni tampoco "María Dolores", sino "Loli", etc.

Ahora nos cansamos en los ratos de oración; pero entonces no sentíamos cansancio, ni sueño, ni nada. ¡La veíamos tantas veces!.

Un día, en una aparición de la Virgen, nosotras llevábamos puesto el cilicio, aunque muy flojo, y para que Ella se diera cuenta de que lo llevábamos, lo teníamos en la cintura, nos lo palpábamos de cuando en cuando. Nos dijo:

-- Sí, ya sé que lo lleváis; pero no es eso precisamente lo que pido de vosotras, ni lo que más me agrada, sino la fidelidad en la vida ordinaria.

También nos dijo una vez:

-- Si vierais juntos a un ángel y a un sacerdote, teníais que venerar primero al sacerdote.

 

De los acontecimientos futuros:

Dice Conchita:

Como yo le preguntara a la Virgen:

-- ¿Será dentro del tiempo de esos futuros acontecimientos el fin del mundo?.

Ella me contestó:

-- No, el final de los tiempos.

El Aviso será una purificación, preparación para el Milagro, y lo verán todos:

-- Se darán cuenta del mal que hacen con sus pecados.

Los Papas, después de Pablo VI, no serán más que dos; y después, el final de los tiempos. Nosotras hemos visto el Castigo; pero se cumplirá o no, según. Cuando le decíamos nuestras culpas, callaba.

Conchita sentía a la Virgen tan suya que una vez le presentaron una estampa que trataba de reproducir a la Virgen aparecida en Garabandal y dijo:

-- ¡Pobrecita!. ¡Cómo me la han puesto!.

Exclamó Conchita, porque se parecía muy poco a Ella.

La Virgen nos enseñó a rezar la letanía y los misterios del rosario, que no los sabíamos. Ella sólo rezaba el Gloria; si empezó con los otros rezos, fue para enseñarnos.

Siempre que rezábamos el Gloria, la Virgen inclinaba la cabeza.

Nos dijo en una ocasión:

-- Lo que más agrada a Dios es la humildad, lo que más le desagrada es la soberbia.

No nos dabamos cuenta por donde íbamos a menos que la Virgen nos lo dijese:

-- nosotras ¡estábamos con la Virgen!, y seguíamos la conversación o la comunicación con Ella, sin saber si corríamos o no, si estábamos de rodillas o tendidas por el suelo.

Nosotras le dijimos a la Virgen que queríamos ser tan guapas como Ella, pero sonreía y callaba.

-- ¡Si nos hubiese concedido tener su cara!. ¡Cómo nos miraría la gente!. ¡Era de hermosa!.

Íbamos con frecuencia a la Iglesia:

-- Porque a la Virgen le gusta ir cerca de donde está Jesús, su Hijo.

 

Las Comuniones de manos del Angel:

El Ángel San Miguel, a lo primero de las apariciones, nos daba formas sin consagrar; nosotras habíamos comido casi entonces, y nos las daba igual: era para enseñarnos a comulgar. Y así, muchos días.

Un día nos mandó que fuéramos a la mañana siguiente a los Pinos, sin comer nada, y que fuera una niña con nosotras; y nosotras llevamos a la niña, e hicimos lo que él nos mandó.

Cuando llegamos a los Pinos, se nos apareció el Ángel, con un Copón como de oro, y nos dijo:

-- Os voy a dar la Comunión, pero ahora ya están las Sagradas Formas consagradas. Rezad el 'Yo pecador'.

Nosotras lo rezamos, y después nos dio la Comunión. Y después de comulgar, nos dijo que diéramos gracias a Dios. Y luego de dar gracias, nos dijo que rezáramos con él el "Alma de Cristo", y nosotras lo rezamos. Y nos dijo:

-- Mañana también os la daré.

Y se fue.

Cuando se lo decíamos a la gente, no lo creían algunos, sobre todo los sacerdotes, porque decían que el ángel no podía consagrar. Y nosotras, cuando volvimos a ver al ángel, le dijimos lo que decía la gente, y él nos dijo:

-- que cogía las formas en los Sagrarios, que las cogía de la tierra, ya consagradas.

Se lo decíamos a la gente pero algunos lo dudaban. Dándonos la comunión estuvo mucho tiempo.

Don José Ramón García de la Riva, cura párroco de Barro(Asturias), afirma en sus memorias:

-- He podido comprobar que el ángel no daba la comunión a las niñas si su párroco, u otro sacerdote facultado para ejercer el ministerio en Garabandal, estaba presente y actuaba.

Lo anoto así como resultado de un estudio que llevé a efecto y que repetidamente he comprobado. Puede servir de respuesta a cuantos hacen la pregunta de : ¿Cómo es posible que el Ángel actúe en un ministerio que no es propio?.

Dice Conchita:

La Virgen nos mandó a las cuatro, a Loli, Jacinta, Mari Cruz y a mí, ir a rezar el rosario al lugar llamado el "cuadro". Algunos días íbamos a las seis de la mañana y otros más tarde. Jacinta y Mari Cruz iban a las seis de la mañana y a las siete; y Loli no tenía hora; después a Mari Cruz no le venía bien levantarse tan luego, y fue a las ocho. Y siguió sólo Jacinta a las seis, con su madre y gente del pueblo, como nosotros.

A mí, por Semana Santa, me pidió la Virgen que fuera a las cinco de la mañana, y así fui, porque la Virgen siempre quiere que hagamos penitencia.

Dice María Dolores:

-- La Virgen me ha dicho que haga sacrificios por la santidad de los Sacerdotes, para que lleven muchas almas al camino de Cristo; que el mundo está cada día peor y necesita sacerdotes santos, para que hagan volver a muchos al buen camino.

En otra ocasión, la Virgen me ha dicho que pida especialmente por los sacerdotes que quieren dejar de serlo, para que sigan siendo sacerdotes, de lo contrario, ¡qué pena sería para Ella!.

A las nueve de la noche, Mari Loli salió de su casa en éxtasis; fue a casa de Leoncio, que estaba de cuerpo presente, y dio a besar el Crucifijo a las personas que estaban por allí, casi todo el pueblo; rezó ante el cadáver una estación y luego marchó y aún entró en algunas otras casas.

 

Jacinta y María Dolores pedían a la Virgen un milagro y que no las  llevasen del pueblo.

-- Anda, haz un milagro... que la gente no cree,  ¿le vas a hacer?. Anda, que vengan resplandores. ¡Haz un milagro para que crean todos!.

Decía Jacinta a la Virgen:

-- Yo no me quiero ir del pueblo... Mira, ¿sabes lo que nos decía Maximina?: que ella, aunque la fueran cortando en pedazos, no se iba. ¡Yo tampoco me quiero ir!... Anda, haz un milagro... Vete llamando a toda la gente, como nos llamas a nosotras, para que vengan aquí todos; y, una vez que vengan, que haya muchos resplandores... Sí, ¡haz un Milagro... ¿Le vas a hacer?... ¡No te pongas seria!...

También María Dolores decía:

-- Haz un milagro para que no nos lleven de este pueblo. Di que no me vaya. Anda, dime otra vez que no me vaya, que yo no me quiero ir... ¡Anda, haz un milagro!... Bueno, bastante milagro es que cuando me vine aquí, estaba nevando, y ahora hace sol.

 

Como la niñas veían que sus hermanos crecían cada año, ellas se extrañaban de que la Virgen, el Niño y el Ángel siempre se veían igual.

Le decía Conchita al Ángel:

-- Desde el año pasado no has engordado ni crecido nada.

 

Del Castigo.

Una noche se oyó decir a Mari Loli:

-- ¿Va a venir un Castigo?... ¡Ay, no!. ¡Que no venga!. ¡Dámele a mi sola!.

Otra noche dijo Conchita:

-- ¿Va a llegar a España?... ¡Ay, que no llegue, que no llegue!.

 

Madre de todo lo creado:

En una ocasión, a continuación del rosario, las niñas rezaron el credo; y, como de costumbre, siempre que lo rezan en éxtasis, añadieron a lo de Iglesia Católica lo de Apostólica y Romana. Asimismo, introducían una innovación en ciertas invocaciones finales: en vez de decir "Nuestra Señora Bien Aparecida, Reina y Patrona de la Montaña", decían:

-- Reina y Señora de todo lo creado.

 

Los niños deben bautizarse lo más pronto posible. Los Niños son rescatados por el Bautismo.

Acababa de nacerle a Loli un nuevo hermanito; al lado de él cayó un día en éxtasis y se la oyó hablar de él:

-- ¿Cómo?, ¿tan pequeñito y ya en pecado mortal?.

Por el Bautismo los niños reciben la Gracia de ser: Hijos de Dios y herederos del Cielo.

 

El Niño Jesús es Dios y Hombre. Dos naturalezas, pero UNA sola Persona, la DIVINA, UN SOLO DIOS.

Conchita le decía a la Virgen:

-- Tú, ¿eres muy rezadora?... ¿A quién rezas?... A Jesús, ¿le rezabas Tú?... ¡Pues si era tu Hijo!... ¿Cómo?, ¿que era Dios?... ¡Ah! Un solo Dios.

 

Le decian todo a la Virgen con toda confianza.

Conchita:

-- ¿Cómo no te dejas ver de Mari Cruz?. ¡Mira que está muy triste!... Estate conmigo la mitad del tiempo y la otra mitad con Mari Cruz".

-- ¿Cómo es el cielo?... ¿En el cielo no hay sillas?... ¿No se anda?... ¿En el purgatorio hay fuego?... ¿En el cielo no se puede entrar ni con un pecado chiquitito?... ¿Cómo te pintan tan fea, si eres tan bella?...

Mari Loli:

-- Virgen Santísima, ¡que no te abandone!, ¡que te quiera toda mi vida!. ¡Ay!, que yo nunca te deje. Que te quiera siempre, siempre, hasta la muerte. ¡Virgen Santísima, no nos desampares!.

Conchita:

-- ¿Cuesta mucho la conversión de los pecadores?... Yo rezaré para que vengan muchos y se conviertan y los buenos se hagan mejores... ¿Es mejor ser monja o mujer?... Si Tú quieres, haz que yo sea monja a los 14 años, dicen que hasta los 16 no se puede ser ... A mi hermano le duele mucho el estómago; no se lo quites, pero alíviale el dolor.

 

Mari Loli, hablando de cómo es la Virgen:

-- Pero no hay nada como sus ojos. No se parecen a nada ni a nadie en el mundo. Yo no soy capaz de describirlos, sólo puedo decir que son tan bellísimos, que una no puede hacer otra cosa que mirarlos.

Loli, cuando tú pasabas las hojas del misal, las pasabas demasiado a prisa; me temo que la Virgen las haya besado también un poco precipitadamente.

-- ¡Oh, no!.

Replicó en seguida la niña con la mayor viveza.

-- La Santísima Virgen no lo ha hecho precipitadamente, Ella todo lo hace bien.

 

La Virgen enseñó a las niñas a dejar todo por amor a Dios, cuando venía el éxtasis dejaban todo.

Conchita iba a cenar y quedó en éxtasis:

-- ¿Por qué no me has dejado cenar?. En el Cielo, claro, no se necesita comer, ¡con ver a Dios!. Pero yo, como no veo a Dios, necesito comer.

Lo cierto es que estaba mas fresca y sana, después del éxtasis, que si hubiese cenado. No se fatigaban nada y podían seguir sus trabajos aunque tuviesen éxtasis toda la noche; no sentían cansancio ni sueño, al contrario, terminaban la Aparición como si hubiesen salido del más reparador de los sueños.

 

En la proximidad del Milagro.

Dice Conchita:

Un día, poco antes de que el milagro se produzca, ocurrirá algo que traerá como consecuencia que mucha gente deje de creer en las apariciones de Garabandal; tales dudas o deserciones no se deberán al excesivo retraso del milagro.

El día del milagro desaparecerá la nota firmada en Santander dando a las apariciones por no auténticas.

Yo también he dudado un poco de que el Milagro vendría. Y un día, estando en mi habitación, dudando de si vendría el milagro, oí una voz que decía:

-- Conchita, no dudes que mi Hijo hará un Milagro.

 

Las Locuciones.

Son una voz que oyes pero sin palabras, dice Conchita:

Yo lo oí en mi interior; pero tan claro como si fuera por los oídos; o mejor aún. Era sin palabras. ¡Me dejó una paz, una alegría!. Más que cuando veía a la Virgen.

Se llaman locuciones. Y se pueden llamar voz de alegría, voz de felicidad, voz de paz. Me han hecho mucho bien las locuciones. Mucho, mucho. Porque era como si la Santísima Virgen estuviera dentro de mí. ¡Qué felicidad!.

Prefiero la locución antes que las apariciones, porque en la locución la tengo en mí misma. ¡Ay!, ¡qué feliz, con la Santísima Virgen en mí!. ¡Y qué vergüenza, ser tan mala!. Pero esto es el mundo.

Estoy cierta de que el Milagro vendrá, porque la Virgen me lo ha dicho, y también la fecha del Milagro, y el contenido. Estoy tan cierta de que va a venir el Milagro como de que dos y dos son cuatro.

 

Confianza en la Madre y alma víctima.

Dice Mari Loli:

--  no hay madre, de comprensiva y buena, como la que tenemos en el cielo, la Santísima Virgen.

Yo le decía:

-- ¿Me voy a morir pronto?.

Ella me dijo:

-- No, tienes que quedarte en el mundo para sufrir; en cualquier parte que estés, sufriendo estarás.

 

Conchita en una locución de Jesús:

-- ¿Para qué viene el Milagro?, ¿para convertir a mucha gente?.

El contestó:

-- Para convertir al mundo entero.

-- ¿Se convierte Rusia?.

-- También se convertirá; y así, todos amarán a nuestros Corazones.

A mí, de los sacerdotes, me ha dicho que tenía que rezar mucho para que ellos sean santos y cumplan bien sus deberes; para que hagan a otros mejores: a los que no me conocen, que les hagan conocerme; a los que me conocen y no me aman, que hagan que me amen.

 

María Dolores recibió dones especiales de alma víctima.

La Virgen me hace comprender cuándo un sacerdote está en pecado, dándome a entender que necesita mucha oración y sacrificio por él.

También me da a entender la Crucifixión en la Santa Misa.

Lucía de Fátima durante la Visión del Sacrificio de la Misa.

 

Esto lo enseñó la Virgen en Garabandal, recordándonos que la Misa es el Sacrificio incruento de Jesús en la Cruz. La dimensión primerísima que tiene la Misa Católica es la de Sacrificio incruento, Sacrificio de la Cruz.

Me hace reconocer también cuándo una persona necesita que se rece por ella.

Una vez me dijo de una persona, que no rezaba el rosario, y la persona ésa me mandó que le dedicase una estampa. Yo en ella le puse que tenía que rezar el rosario, y ella entonces se echó a llorar y me dijo:

-- ¿Quién te ha dicho que yo no rezo el Rosario?.

Luego me ha escrito y me ha dicho que desde aquel día ya no ha dejado de rezarlo.

En una locución en que yo hablaba con la Virgen, le pedía que me diese una cruz para sufrir por los sacerdotes. Ella me dijo:

-- Que llevase todo con paciencia y que sea humilde, que era lo que más le agradaba a Dios.

Yo le decía:

-- ¿Me voy a morir pronto?.

Ella me dijo:

-- No; tienes que quedarte en el mundo para sufrir; en cualquier parte que estés, sufriendo estarás.

Yo le decía:

-- ¡Qué mis padres crean!.

Ella me decía:

-- Súfrelo con paciencia, ya creerán.

Me decía también:

Reza todos los días el Rosario. Pide por los sacerdotes, que hay algunos que cada día necesitan de más sacrificios por ellos.

-- ¿Qué sacrificios tengo que hacer?.

 Ella me decía:

-- Tienes que ser más obediente.

Yo le decía que una vez iba por un camino, y de pronto se me apareció un señor vestido de largo, con pelo largo, y me dijo: "Tengo hambre", y yo, que iba con la merienda en la mano, se la dí, y de pronto desapareció, sin yo saber cómo; y le dije a la Virgen: ¿Quién era aquel señor?:

-- Ella se sonrió y no me dijo nada.

 

El hermosísimo diálogo de despedida de la Virgen a Conchita.

El sábado, 13 de Noviembre de 1965, tuvo Conchita su última Aparición en Garabandal. Escribe Conchita:

Estando un dia en la Iglesia, la Virgen me ha dicho en una locución que la vería el 13 de Noviembre en los Pinos. Me dijo que esto seria una aparición especial para besar objetos religiosos y repartirlos después, ya que tienen gran importancia. ¡Yo estaba con grandes deseos de que llegase ese día, para volver a ver a quien ha sembrado en mí la felicidad de Dios!.

Estaba lloviendo, pero a mi no me importó. Subí a Los Pinos y llevaba conmigo muchos rosarios que hacía poco me los habían regalado para repartirlos; y, como me había dicho la Virgen en la locución, los llevé para que los besara. Subiendo sola a Los Pinos iba diciendome, como muy arrepentida de mis defectos, que no caeria más en ellos, porque me daba apuro presentarme delante de la Madre de Dios sin quitarlos.

Cuando llegué a Los Pinos empecé a sacar los rosarios que llevaba; y estándolos sacando, oí una voz muy dulce, la de la Virgen, que se distingue entre todas, y me llamaba por mi nombre. Yo le he contestado:

-- ¿Qué?.

Y en ese momento la he visto con el Niño Jesús en brazos. Venía vestida como siempre y muy sonriente.

Yo le he dicho:

-- Ya he venido a traerte los rosarios para que los beses.

Ella me ha dicho.

-- Ya lo veo.

Yo traía masticando un chicle, pero cuando la estaba viendo dejé de masticarlo y lo he puesto en una muela. Y Ella ha notado que lo traía, y me ha dicho:

-- Conchita, ¿por qué no dejas tu chicle y lo ofreces como un sacrificio por la Gloria de mi Hijo?.

Y yo con vergüenza, me lo he sacado y tirado en el suelo.

Después me ha dicho:

-- ¿Te acuerdas de lo que te dije el día de tu santo de que sufrirás mucho en la tierra?, pues te lo vuelvo a decir. Ten confianza en Nosotros y lo ofrecerás con gusto a Nuestros Corazones, por el bien de tus hermanos. Porque así estarás más unida a Nosotros.

Yo le he dicho:

-- Que indigna soy, ¡oh Madre nuestra!, de tantas Gracias recibidas por Vos, y todavía venir hoy a mi para sobrellevar la pequeña cruz que ahora tengo.

Ella me ha dicho:

-- Conchita, no vengo solo por ti, sino que vengo por todos mis hijos, con el deseo de acercarlos a Nuestros Corazones.

Y me ha pedido:

-- Dame, para que pueda besar todo los que traes.

 Y se lo he dado. Llevaba conmigo una Cruz y la ha besado, y después me ha dicho:

-- Pásala por las manos del Niño Jesús.

Y yo lo he hecho y Él no ha dicho nada. Yo le he dicho:

-- Esta Cruz la llevaré conmigo al convento.

Pero no me ha dicho nada. Después de besarlos me ha dicho:

-- Mi Hijo, por medio de este beso que yo he dado aquí, hará prodigios, repártelos a los demás.

Claro, yo asi lo haré. Después de esto, me ha pedido le diga las peticiones para los demás, que me habían encomendado. Y yo se las he hecho. Y me ha dicho:

-- Dime, Conchita, dime cosas de mis hijos, a todos los tengo bajo mi manto.

Yo le he dicho:

-- Es muy pequeño, no cabemos todos.

Ella se ha sonreido.

-- ¿Sabes, Conchita, por qué no he venido yo el 18 de Junio a darte el Mensaje para el mundo?. Porque me daba pena decíroslo yo, pero os lo tengo que decir para bien vuestro y Gloria de Dios si lo cumplís. Os quiero mucho y deseo vuestra salvación para reuniros en torno del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¿Verdad, Conchita, que tú me responderás?.

Y yo le he dicho:

-- Si estuviese siempre viéndote, Sí; pero sino, no lo sé, porque soy muy mala.

-- Tú, pon de tu parte todo y Nosotros te ayudaremos, como también a mis hijas, Loli, Jacinta y Mari Cruz.

Ha estado muy poco. También me dijo:

-- Será la última vez que me veas aquí, pero estaré siempre contigo y con todos mis hijos.

Después anadió:

-- Conchita, ¿por qué no vas a menudo a visitar a mi Hijo al Santísimo. ¿Por qué te dejas llevar por la pereza, no yendo a visitarle, cuando Os está esperando de día y de noche?.

Como ya he escrito, estaba lloviendo mucho, y la Virgen y el Niño Jesús no se mojaban nada. Yo, cuando los estaba viendo no me daba cuenta de que llovía, pero cuando dejé de verlos estaba mojada. Yo he dicho:

-- ¡Ay, que feliz soy cuando os veo!. ¿Por qué no me llevas contigo ahora?.

Y me ha contestado:

-- Acuérdate de lo que te dije el dia de tu santo: al presentarte delante de Dios tienes que mostrarle tus manos llenas de obras hechas por tí en favor de tus hermanos y para Gloria de Dios, y ahora las tienes vacías.

Y nada más. Se ha pasado ese felíz rato que he pasado con mi Mamá del Cielo y mi Amiga, y con el Niño Jesús. Los he dejado de ver pero no de sentirlos. De nuevo han sembrado en mi ánimo una paz y una alegría y unos grandes deseos de vencer mis defectos para conseguir amar con todas mis fuerzas, a los Corazones de Jesús y de María, que tanto nos quieren.

Anteriormente, la Virgen me ha dicho que Jesús no mandaba el Castigo para hacernos sufrir sino para reprendernos de que no le hacemos caso y por ayudarnos. Y el Aviso nos lo manda para purificarnos, para hacernos ver el Milagro con el cual nos muestra claramente el amor que nos tiene; y por eso el deseo de que cumplamos el Mensaje.

 

Los tres Papas.

Dice el P. Lucio Rodrigo S.J. de Comillas:

El jueves hace quince días, el señor cura de Barro me trajo a Aniceta y Conchita. A solas yo con Conchita, ella me confirmó que la Virgen le dijo, a la muerte de Juan XXIII, que sólo faltaban ya tres Papas  para el "fin de los tiempos"

 

Unas respuestas de Conchita:

Yo le dije un día a la Virgen:

-- ¿Será dentro del tiempo de esos acontecimientos el final del mundo?.

Y Ella me dijo:

-- No, el final de los tiempos.

Los Papas, después de Pablo VI, no serán más que dos; y después, ya viene el final de los tiempos.

 -- Cuando la Virgen se me aparecía, su mirada no quedaba precisamente fija en mí; iba de un lado para otro sobre las montañas, abarcaba el mundo entero, y su cara parecía sonreír a todo el universo. Ella no venía precisamente por mí.

Entonces, Ella es muy buena. Buena como una madre.

-- ¡Mucho más que una madre!. Ella es buena como una que además de madre fuese la mejor amiga, porque le podemos decir todo lo que se nos pase por la cabeza. Y nos comprende, y nos ayuda.

-- El Castigo, si no cambiamos, será horrible. Nosotras, Loli, Jacinta y yo, lo hemos visto; pero yo no puedo decir en qué consiste, porque no tengo permiso de la Virgen. Cuando lo vi, sentí un grandísimo temor, ¡y eso que estaba viendo al mismo tiempo a la Virgen, en toda su belleza e indescriptible bondad!.

La Virgen quiere que se vista con decencia. Nos dijo que no nos retratásemos con las que van sin mangas o con mucho escote. Ella todo lo hace por nuestro bien.

Como veíamos a la Virgen con su vestido largo, un día le decíamos a la Virgen, hablando sobre las faldas largas:

-- Como Tú quisiera llevarlas yo, sobre todo para venir a verte a Tí.

Nos enseño también a rezar. 

-- La Virgen, al principio, rezaba el rosario delante de nosotras muy despacio, como Ella quería que lo rezáramos. Por eso, Ella misma rezaba también el Ave María, para que aprendiésemos.

La Virgen me dijo en una "locución":

-- Después del Milagro, el cuerpo del P. Luís Andréu será encontrado incorrupto, tal como fue enterrado.

¿Qué valor tendrán, antes y después del Milagro, los objetos besados por la Santísima Virgen durante las apariciones?. La Virgen me dijo:

-- Jesús hará milagros con estos objetos. Aquellos que los lleven con fe y confianza, pasarán su purgatorio en la tierra.

Es decir, pasarán ya aquí, lo que de otro modo tendrían que pasar después de su muerte.

 

La "Señal" que quedará en los Pinos.

-- Esa señal, que quedará para siempre, se podrá fotografiar, televisar, ver; pero no se podrá palpar. Y será evidente que no es cosa de este mundo, sino de Dios.

Loli en éxtasis.

Las niñas en éxtasis, a veces parecían ángeles,
 transformadas por la hermosura de la Visión.
 

Mensajes de la Virgen.

Primer Mensaje.

18 de Octubre de 1961.

Hay que hacer muchos sacrificios, mucha penitencia; visitar al Santísimo; pero antes, tenemos que ser muy buenos.

Y si no lo hacemos nos vendrá un castigo. Ya se está llenando la copa, y si no cambiamos, nos vendrá un castigo muy grande.

Segundo Mensaje:

18 de Junio de 1965.

El mensaje que la Santísima Virgen ha dado al mundo por la intercesión de San Miguel.

El Ángel ha dicho:

Como no se ha cumplido, y no se ha dado mucho a conocer mi mensaje del 18 de octubre, os diré que éste es el último.

Antes, la copa se estaba llenando; ahora, está rebosando.

Muchos Cardenales, Obispos y Sacerdotes van por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas más almas.

La Eucaristía: cada vez se le da menos importancia.

Debéis evitar la ira del Buen Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con alma sincera, Él os perdonará.

Yo, vuestra Madre, por intercesión del Ángel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis. ¡Ya estáis en los últimos avisos!.

Os quiero mucho, y no quiero vuestra condenación. Pedidnos sinceramente, y nosotros os lo daremos. Debéis sacrificaros más.

Pensad en la Pasión de Jesús.

 

Cuando las "noches de los gritos", las niñas escribieron este Mensaje:

19 de Junio de 1962:

La Virgen nos ha dicho que no esperamos el Castigo; pero sin esperarlo vendrá; porque el mundo no ha cambiado, y ya lo ha dicho con ésta dos veces; y no la atendemos, porque el mundo está peor; y hay que cambiar mucho, y no ha cambiado nada.

Preparaos, confesar, que el Castigo pronto vendrá, y el mundo sigue igual. Lo digo: que el mundo sigue igual. ¡Qué pena que no cambie!. Pronto vendrá el Castigo muy grande, si no cambia.

María Dolores Mazón.

Jacinta González.

 

La tristeza de la Virgen es muy grande porque se le hace poco caso a sus Mensajes. Unos días después de la "noche de los gritos", Loli y Jacinta escriben este mensaje.

23 de Junio de 1962.

La Virgen nos ha dicho:

Que el mundo sigue igual, que no se ha cambiado nada; que pocos verían a Dios; son tan pocos, que a la Virgen le da mucha pena.

¡Qué pena que no cambie!. La Virgen nos ha dicho que está llegando el Castigo. Como el mundo no cambia, la copa se está llenando.

¡Qué triste estaba la Virgen!, aunque a nosotros no nos lo dé a ver, porque la Virgen nos quiere tanto. Ella lo sufre sola, porque ¡es tan buena!.

¡Sed buenos todos, para que la Virgen se ponga contenta!.

Nos ha dicho que pidamos los que son buenos por los que son malos. Sí, pidamos a Dios por el mundo, por los que no le conocen. Sed buenos, muy buenos todos.

María Dolores Mazón, 13 años

Jacinta González, 13 años.

 

A. M. D. G.

 


 

Índice de capítulos