Las Apariciones de la Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 54

 

San Miguel Arcángel.

Imágen de San Miguel Arcángel que se venera en la Iglesia de San Sebastián de Garabandal.

 

Dice el Profeta Daniel:

"En aquellos dias se levantará Miguel, el gran Arcángel que se ocupa de tu pueblo. Serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que existen las naciones. Entonces tu pueblo podrá salvarse ..."

La Aparición del Arcángel San Miguel es siempre señal de una intervención directa y decisiva de Dios. Él es quien vela de forma sublime por el pueblo de Dios, Ángel custodio de la Sinagoga y ahora de la Iglesia.

La primera Aparición de San Miguel.

La historia de las Apariciones de Garabandal comienza con cuatro niñas del pueblo, Jacinta, Mari Loli, Mari Cruz y Conchita, que habían ido al huerto del maestro a coger manzanas. Salieron a la calleja a comerlas pero poco después sienten remordimiento de haber robado las manzanas. Una vez arrepentidas de lo que han hecho se les aparece San Miguel.

Dice Conchita:

Estando entretenidas comiendo las manzanas, escuchamos un fuerte ruido como de trueno.

Y nosotras exclamamos a la vez:

-- Parece que truena.

Foto: El manzano del huerto del maestro, donde las niñas fueron a coger manzanas.

Esto sucedió a las ocho y media de la noche. Una vez terminadas las manzanas digo yo:

-- ¡Ay que gorda!, ahora que cogimos las manzanas, que no eran nuestras, el demonio estará contento y el pobre Angel de la Guarda estará triste.

Entonces empezamos a coger piedras y a tirárselas con todas nuestras fuerzas al lado izquierdo. Decíamos ahí estaba el demonio. Una vez cansadas de tirar piedras y ya más satisfechas, empezamos a jugar a las canicas con piedras.

De pronto, se me apareció una figura muy bella, con muchos resplandores que no me lastimaban nada los ojos. Las otras niñas, Jacinta, Loli y Mari Cruz, al verme en este estado, creían que me daba un ataque, porque yo decía con las manos juntas:

-- ¡Ay!, ¡Ay!.

Cuando ellas ya iban a llamar a mi mamá se quedaron en el mismo estado que yo y exclamaron a la vez:

--¡Ay, el Angel!.

Luego hubo un cierto silencio entre las cuatro y de repente desapareció. Al volver normales y muy asustadas, corrimos hacia la Iglesia, pasando de camino por la función del baile que había en el pueblo. Entonces, una niña del pueblo que se llama Pili González nos dijo:

-- ¡Qué blancas y asustadas estáis!. ¿De dónde venís?.

Nosotras, muy avergonzadas de confesar la verdad, le dijimos:

-- De coger manzanas.

Ella dijo:

-- ¿Por eso venís así?.

Nosotras le contestamos todas a una:

-- ¡Es que hemos visto al Angel!.

Ella dijo:

-- ¿De verdad?.

Nosotras:

-- Sí, sí.

Las niñas no sabían el nombre del Ángel ya que este dia no les habló. Fue la Virgen quien les dijo que era San Miguel.

Conchita describe así a San Miguel:

Era como un niño de nueve años, ojos negros, sonriente, alas desplegadas de color fuego pálido, vestido azul claro; no le veíamos las manos, sólo cuando nos daba la Comunión. Daba la impresión de gran fuerza.

Cuando el Ángel nos dió la Comunión en la campuca, donde "la piedra del ángel", no tocaba con el borde del vestido la piedra que la gente ha dado en llamar "la piedra del ángel"; estaba sobre ella, pero en el aire.

El 2 de Julio de 1961 se les aparece la Virgen, acompañada de dos Ángeles.

Don Juan Álvarez Seco dice que:

-- Las cuatro videntes, al comienzo del éxtasis, lanzaron un grito a la vez: ¡La Virgen!.

Dice Conchita:

El dia 2 de Julio de 1961, fuimos para la Calleja a rezar el rosario y, sin llegar allí, se nos apareció la Virgen con un ángel a cada lado. Uno era San Miguel; el otro, no sabemos. Venía vestido igual que San Miguel; parecían mellizos.

Dice Jacinta que ellas no supieron que el Ángel de sus apariciones era el Arcángel San Miguel hasta que se lo dijo la Virgen este día 2 de julio y que el otro Ángel que acompañaba a la Virgen era San Gabriel.

El lugar de la Calleja donde se apareció San Miguel. En dias posteriores, las niñas fueron un poco mas arriba, donde se les apareció la Virgen.

La llamada "piedra del Angel", que estaba al final de la calleja, fue puesta aquí, bajo la imagen de San Miguel, y más adelante fue llevada al interior del recinto de la Capilla.

Dice Conchita:

Al lado del ángel de la derecha, a la altura de la Virgen, veíamos un ojo de una estatura grande; parecía el Ojo de Dios.

Esta Visión es en si mismo impresionante:

La aparición, en plano superior y diferente, de la representación de la Santísima Trinidad, enmarcada en un triángulo de luz y a su vez en un marco de cuadro rojizo, con un Ojo, significia que "El que todo lo ve" y es Todopoderoso, el Dios UNO y TRINO, se manifiesta como Autor de lo que va a suceder.

Dios, Creador de todo lo que existe, Señor de la Historia humana, va a restaurar todas las cosas a su máxima perfección y felicidad; también la naturaleza humana, tan degradada por el pecado.

La Humanidad, que ha sufrido tanto por el pecado, el alejamiento y el rechazo de Dios, será juzgada y restaurada tal como está descrito en el Apocalipsis. Estas Apariciones tienen este signo transcendente que Dios ha querido manifestar; todo bajo la mirada del Altísimo.

Llegará un día en que todo será como lo pedimos en el Padre Nuestro: Hágase tu Voluntad en la tierra como en el Cielo.

 

Dice don Juan Álvarez Seco:

Este día, las niñas tenían lágrimas en los ojos, mostraban mayor rigidez que nunca y estaban muy pálidas, con cara de cera.

La que más lloraba era Mari Cruz, a la que un médico agarró por la mandíbula inferior para torcerle la cara y que no mirara tan fijamente; no lo pudo conseguir, a pesar de la fuerza que hizo, que yo oí como un chasquido y temí que le hubiera hecho daño a la niña.

Dice don Valentín, el párroco:

Con frecuencia, en sus éxtasis, entonan el canto popular:

San Miguel Arcángel,
gran batallador,
que en fiera pelea,
a Luzbel venció.

¿Quién como Dios?,
¡Nadie como Dios!.

Se trata de un canto muy conocido en los pueblos y catequesis de España.

Cuando dijeron a Conchita de la supresión de la Oración a San Miguel al final de la Santa Misa, ella exclamó:

-- ¡Qué pena!, ¡ahora que hacía tanta falta!.

La inclusión de la Oración a San Miguel en la Santa Misa se debe al Papa León XIII.

El 13 de Octubre de 1884, el Papa León XIII había finalizado la celebración de una Misa en unas de las capillas privadas del Vaticano. Parado ante el pie del altar, de repente se tornó pálido y cayó al suelo, aparentemente víctima de una apoplejía o un ataque al corazón.

Sin embargo, ninguna dolencia fue la causa de este ataque. Era una visión del futuro de la Iglesia que él tanto amaba. Después de algunos minutos, sumido en lo que parecía un estado de coma, revivió y dijo a todos los que estaban a su alrededor:

-- ¡Oh, que horrible visión se me ha permitido ver!.

Lo que el Papa Leon XIII vió, tal como fue contado mas tarde por aquellos que hablaron con él en el momento de la visión, era un largo periodo de los últimos tiempos cuando el poder de Satanás alcanzaría su zenit.

León XIII fue tan afectado por la visión de la destrucción de los valores morales y espirituales ambos dentro y fuera de la Iglesia, que compuso una oración para que se diga al final de cada Misa celebrada en cualquier Iglesia Católica. Esta Oración a San Miguel Arcángel era dicha continuamente hasta que la Misa fue reestructurada.

La oración es como sigue:

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla; se nuestra defensa contra las maldades y trampas del demonio. Que Dios lo reprenda, humildemente rogamos; y tú también, oh Príncipe de la Milicia Celestial, por el poder de Dios, arroja al infierno a Satanás y a los otros espíritus malignos quienes rondan por el mundo buscando la ruina de las almas. Amén.

 

La oportunidad de salvación es para todos los seres humanos.

Dijo la Virgen en Garabandal:

-- También los pecadores son mis hijos.

-- Miro a mis hijos, a todos los tengo bajo mi manto.

Dice San Pablo:

-- Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al pleno conocimiento de la Verdad.

La Misericordia Divina en estos tiempos no tiene límite si le pedimos perdón. Dios nos da todo su Amor, pero quiere nuestra correspondencia por amor.

Dice Conchita:

La Virgen Santísima me ha anunciado un Gran Milagro que Dios Nuestro Señor hará por intercesión de Ella. Como el castigo es muy, muy grande, como lo merecemos, el milagro también es inmensamente grande, como el mundo lo necesita.

 

La Virgen pide que se haga un Capilla a San Miguel en los Pinos.

El Padre Ramón Andréu escribió:

Dicen las niñas que la Virgen pide que hagan una ermita a San Miguel en el sitio de los Pinos. Esto se lo he oído yo mismo decir en estado de trance y también en conversación normal.

En una ocasión, al llegar a los pinos, Loli decía, hablando con la Visión:

-- Sí, aquí es donde va a hacerse la capilla.

Se oyó a Conchita, entre otras cosas:

-- Ya sé como se llama el ángel: San Miguel, lo mismo que un hermano mío, pero mi hermano sin el "San"... Entonces, ¿la capilla ha de ser aquí?...

Años después se le preguntó sobre esto a Jacinta:

-- ¿Os dijo algo la Virgen sobre cosas que había que hacer aquí en el pueblo?.

-- Que yo recuerde, lo único que pidió de modo expreso fue una capilla dedicada a San Miguel.

-- ¿Dónde?. ¿En el lugar que ocupa la actual capillita?.

-- No; en los Pinos.

-- ¿Y cuándo hay que levantarla?.

-- Cuando la Iglesia lo permita.

Mientras tanto, en el lugar de la Campuca y en terreno privado, se ha construido una preciosa Capilla dedicada a San Miguel. Los pinos y esta Capilla, es lo primero que se ve de Garabandal cuando se sube desde Cosío.

 

Marichu Herrero le decía a Conchita:

-- ¿Qué me dices de San Miguel?.

-- Que por él empezó todo. Vino la primera vez el día 18 de junio, precedido de un relámpago y de un retumbar de trueno, que nos impresionó mucho.

-- Esto no me extraña, Conchita, porque ¿no sabes tú que San Miguel es el Príncipe de la Milicia Celestial, portaestandarte de Dios, triunfador de Satanás?.

-- Pues no, yo no sabía nada de eso.

 

Las Comuniones de manos del Arcángel San Miguel.

Escribió Conchita en su diario:

-- El Arcángel San Miguel, a lo primero de las apariciones, nos daba formas sin consagrar; nosotras habíamos comido casi entonces, y nos las daba igual; era para enseñarnos a comulgar. Y así, muchos días.

Un día nos mandó que fuéramos a la mañana siguiente a los Pinos, sin comer nada, y que fuera una niña con nosotras; y nosotras llevamos a la niña, e hicimos lo que él nos mandó.

Cuando llegamos a los Pinos, se nos apareció el ángel, con un copón como de oro, y nos dijo:

-- Os voy a dar la comunión, pero ahora ya están las sagradas formas consagradas. Rezad el "Yo pecador".

Y nosotras lo rezamos, y después nos dio la comunión. Y después de comulgar, nos dijo que diéramos gracias a Dios.

Luego de dar gracias, nos dijo que rezáramos con él el "Alma de Cristo", y nosotras lo rezamos. Y nos dijo:

-- Mañana también os daré la Comunión.

Y se fue.

La primera vez que don Valentín, el párroco, anotó estas comuniones de las niñas, escribió:

-- Dicen que el Angel hizo igual que hago yo cuando doy la Comunión.

 En alguna ocasión recibieron la Comunión en la Campuca, donde estaba la "piedra del Angel" que ahora está en el interior del recinto de la capilla de San Miguel. Dice Conchita que:

-- el Angel, no tocaba con el borde del vestido la piedra que la gente ha dado en llamar "la piedra del ángel"; estaba sobre ella, pero en el aire.

La "Campuca", es una pequeña explanada con hierba al final de la Calleja, por debajo de los Pinos, y que tiene, a la derecha, la pequeña capilla de San Miguel.

Conchita recuerda que:

-- La primera comunión que tuvimos del ángel, la recibimos Mari Cruz y yo, en los Pinos, a las cinco de la madrugada. A las seis de la misma mañana comulgaron Loli y Jacinta cerca de donde está ahora la capilla de San Miguel, donde "la piedra del Ángel".

 

Tres hermanos de San Juan de Dios fueron testigos de la comunión de Conchita de manos del Angel.

Don Valentín, el párroco, comienza así su escueta anotación:

Día 6 de Agosto de 1961. Hoy dije la misa a las nueve de la mañana. Comulgaron Loli y Jacinta. Conchita no fue a misa, pero a las 11:30 se fue a los Pinos.

Todo estaba en los planes de Dios ya que lo que sucedió ese dia 6 nos lo dice Maximina, tia y madrina de Conchita, en una carta del 7 de Agosto:

-- Había dicho el señor cura que el lunes la misa era a las 11 y después cambió y vino a decirla a las 9. Nosotras no lo sabíamos, y como desde aquí se oye muy mal la campana, pues perdimos la misa; y al señor cura no le gusta dar comuniones si no es en la misa.

Todo esto estaba en los planes de Dios. Ese día, Conchita iba a Comulgar de manos del Angel en los Pinos porque allí estaban los tres hermanos de San Juan de Dios. Fue una gracia muy especial.

Los tres Hermanos de San Juan de Dios, según su nombre de religiosos: H. Juan Bosco, H. Luis Gonzaga y H. Miguel de los Santos. En esta foto están con Mari Cruz y Jacinta.

 

Dice el Hermano Luis:

Llegando de diversas procedencias, nos habíamos reunido unos cuantos Hermanos en nuestra casa de Celorio, Asturias.

La historia de la subida a Garabandal y a los Pinos de los tres Hermanos está detallada en el capítulo 20.

Conchita recibe la Comunión de manos del Angel y después da a besar a san Miguel Arcángel los escapularios del hábito de los tres Hermanos.

 

Una vez en los Pinos, los tres Hermanos fueron testigos de la Comunión de Conchita de manos del Angel y después ellos la preguntaron:

-- ¿Ya has comulgado?

-- Sí.

-- ¿Por qué nos cogiste los escapularios y por qué los elevabas?

-- Me los pidió el ángel para besarlos.

-- ¿Has hablado con el ángel?

-- Sí.

-- ¿Qué te ha dicho?, ¿Te dijo algo de nosotros?.

-- El ángel ya sabía que estaban ustedes aquí, y me ha dicho que me ha traído aquí porque estaban ustedes. Y también me dijo que el Señor y la Virgen están contentos con ustedes.

-- ¿Te ha dicho algo para cada uno?.

-- Sí, me ha dado un mensaje para cada uno.

-- Pues dínoslo.

-- No, que tengo que decírselo primero a la Virgen, porque el ángel me dice que lo diga antes a la Virgen.

-- Entonces, ¿nos lo dirás?.

-- Sí, sí.

-- ¿Y tú sabes de quién era el primero de los escapularios que presentaste?.

-- El primero era del Hermano Luis.

-- ¿Y el segundo?

-- Del Hermano Miguel.

-- ¿Y el tercero?

-- Del Hermano Juan.

Esto lo dijo pensando antes un poco, como queriendo recordar.

Hemos de advertir que, antes del éxtasis, le dijimos de una manera rápida nuestros nombres; al preguntarle qué ángel solía darle la comunión, y al contestar ella que San Miguel, aprovechamos para indicar el nombre del Hermano Miguel, y a renglón seguido, los dos restantes, para que pidiese por nosotros.

-- ¿Cómo viste al ángel?

-- Con vestido azul, alas rosa y el pelo un poco largo, con las puntas rizadas hacia arriba.

Al decir esto, ella misma hizo el ademán sobre su cabello, para hacer la descripción más gráfica.

Durante la conversación, tanto antes como después del éxtasis, continuamente nos llamaba "Padres". Una de las veces, después del éxtasis, al llamarnos de nuevo Padres, le indicamos que éramos Hermanos en la vida religiosa. Al oir esto, ella exclamó:

-- ¡Ah!, por eso el ángel me dijo "los Hermanos", y entonces yo le dije que no eran hermanos míos, y el ángel se sonrió.

 

El Arcángel San Miguel el 18 de Junio de 1962.

Faltaban tres días para el Corpus y era el primer aniversario de la Aparición de San Miguel.

El Corpus Christi fue el 21 de junio, jueves, y del lunes anterior, día 18, escribió don Valentín:

-- Al anochecer fue Mari Cruz al "Cuadro" y allí se quedó en éxtasis, y después fue por el pueblo. Al poco tiempo salieron Jacinta y Mari Loli. fueron también al "Cuadro" y allí cayeron en éxtasis. Dicen que vieron al ángel.

Dijeron las niñas que más tarde verían a la Virgen.

La reaparición del Arcángel San Miguel traía nuevos avisos para el mundo a fin de que se cumpliesen los mensajes.

Las noches de los gritos:

Del día siguiente, martes, 19, escribió él párroco:

A las diez y media de la noche estaban Jacinta, Mari Loli y Mari Cruz en el sitio de la calleja llamado el "cuadro".

Antes habían ido Loli y Jacinta, corriendo, y al llegar, quedaron en éxtasis, y dicen que vieron al ángel, y les dijo que volvieran al "Cuadro" a las diez y media; entonces ellas bajaron al pueblo y luego subieron con Mari Cruz.

Las niñas lloraban y decían:

-- ¡No nos digas eso! Llévanos a nosotras... ¡Que se confiesen... que se preparen!.

Después dijeron que lo darían, lo que el ángel les había comunicado, por escrito... Duró cincuenta minutos.

¿Qué hacía entretanto Conchita?. ¿Por qué faltaba en aquel importantísimo éxtasis de "la calleja"?.

Unos apuntes de don Celestino Ortiz nos lo explican:

Me cuenta mi cuñada Eloísa, que al anochecer del 19 de junio se encontraba con otras personas en casa de Conchita. Su madre no la dejaba salir, por tener bastante mala una rodilla. De pronto, la niña se queda en éxtasis, cayendo tan bruscamente de rodillas, que se hizo sangre. Entonces Eloísa le dijo a Aniceta:

-- No adelanta nada con no dejarla salir.

-- Por mí, que salga.

La niña no salió, pero extática como estaba, cogió una cuartilla y sosteniéndola por el borde inferior, ¡en el aire!, empezó a escribir sobre ella con un bolígrafo. Acercando linternas, la gente quería leer lo que escribía, y ella trataba de evitarlo. Alguien dijo:

-- No miréis, que ella no quiere.

Subió entonces a su habitación, cambió de bolígrafo y siguió escribiendo. Cuando aquello había acabado, y ella estaba ya normal, entra Plácido Ruiloba y dice:

-- ¿No han oído los gritos que daban las otras niñas en "la calleja"?.

-- No.

-- ¡Ha sido espantoso!.

Las niñas vieron las tribulaciones que vienen y el Castigo que vendrá si el mundo no hace caso de los mensajes de la Virgen.

Dice don Valentín, el párroco:

-- Después dijeron que lo darían por escrito.

El escrito dice:

La Virgen nos ha dicho que no esperamos el Castigo, pero sin esperarlo vendrá; porque el mundo no ha cambiado y ya lo ha dicho con ésta dos veces y no la atendemos, porque el mundo está peor y hay que cambiar mucho y no ha cambiado nada.

Preparaos, confesar, que el Castigo pronto vendrá, y el mundo sigue igual. Lo digo: que el mundo sigue igual. ¡Qué pena que no cambie!. Pronto vendrá el Castigo muy grande, si no cambia.

María Dolores Mazón, Jacinta Gonzalez.

 

Aquella noche, después de los impresionantes gritos de las niñas, de sus lágrimas y de su hablar, quedó grabada de modo muy especial en la mente de todos los presentes. Peor iba a ser la noche del dia siguiente.

A buena hora de la mañana llegó el P. Félix Larrazábal, superior de los Franciscanos de San Pantaleón de Aras, Santander, llamado por don Valentín para la fiesta del Corpus.

Casi todo el pueblo estaba a la expectativa de lo que pudiera ocurrir, pues todos estaban muy impresionados con lo de la noche anterior.

¿Qué sucedió para que las niñas dieran aquellos gritos?.

Lo refiere doña Eloísa de la Roza Velarde:

A primera hora de la noche, yo me acerqué a casa de Mari Cruz, a recoger un rosario que le había dejado, y por el camino me enteré de que ya estaban las otras en la Calleja; me volví en seguida a buscar a mi hija, pero no la encontré.

Entonces marché con toda prisa al lugar indicado, y allí estaba ella, con Maximina, en cuya casa nos hospedábamos, y muchas más personas, entre ellas el P. Félix Larrazábal.

Sabemos por don Valentín lo que dijeron las niñas:

Fueron al Cuadro como el día anterior, hacia las 10:30 de la noche; dijeron que habían visto al ángel, quien les dijo que después vendría la Virgen, pero que la gente se mantuviera alejada, que no pasara nadie de la última casa del pueblo.

Así lo hicieron todos; el Padre franciscano quiso llegarse hasta donde estaban las niñas. Ceferino le cortó el paso, diciendo:

-- Aquí somos todos iguales.

Después, a las niñas se les oyó llorar mucho.

Lo que don Valentín refiere de oídas, queda confirmado por la vivencia personal de doña Eloísa de la Roza:

-- Las niñas daban unos gritos impresionantes... y decían: ¡Espera! ¡Espera!... ¡Que se confiesen todos!... ¡Ay!... ¡Ay!...

La gente empezó a pedir y pedirse perdón públicamente. El Padre, muy emocionado, rezaba en alta voz y todos le seguíamos. Cuando cesaba un momento, las niñas, de la manera más angustiosa, volvían a llorar y a gritar, aplacándose de nuevo cuando proseguía el rezo.

Las notas de don Valentín dicen que la impresionante aparición acabó como a las dos de la madrugada. Al volver a la normalidad, dijeron las niñas que ellas se quedaban allí, toda la noche, en oración. Estuvimos rezando con ellas  hasta las seis de la mañana.

A esa hora, el P. Larrazábal se fue para la iglesia, siguiéndole todo el pueblo. Se confesó todo el pueblo; fueron confesiones de una sinceridad y arrepentimiento verdaderamente extraordinarios.

 

El Arcángel San Miguel dió la Comunión visible a Conchita.

El Arcángel San Miguel fue quien dió la Comunión visible a Conchita, el 18 de Julio de 1962, realizándose así un importante Milagro Eucarístico que Dios hizo para resaltar la importancia de la Eucaristía y para que, viéndolo todos, creyesen en la realidad de las Apariciones.

Jesús, realmente presente en la Hostia consagrada, entra en el alma de quien le recibe con Amor en la Comunión. Este misterio es tan grande que solo él basta para santificar y hacer santa a un alma si está preparada para este misterio de Amor de Dios.

Hay varios relatos de testigos de la Comunión visible de Conchita que se pueden leer en varios capítulos de esta historia como son los de Benjamín Gómez, Alejandro Damians, José Díez Cantero y Miguel el hermano de Conchita.

 

San Miguel Arcángel da a conocer un segundo mensaje de la Virgen.

El 8 de diciembre de 1964, día de la Virgen Inmaculada y fiesta onomástica de Conchita, ésta recibió el singular favor de un nuevo encuentro con la Madre del Cielo. El 1 de enero de 1965, Conchita tuvo un largo encuentro con la Virgen en el que le habló del Aviso y de la venida del Angel el 18 de Junio.

El 12 de enero de 1965, se lo decía ella escuetamente al P. Laffineur:

-- El día de la Inmaculada, la Virgen me ha felicitado por ser el día de mi santo, y me ha dicho que el 18 de junio próximo veré al ángel San Miguel.

De una carta de Mari Loli del 22 de marzo de 1965.

Para mí buen creyente en Cristo... :

Le doy muchas gracias por su viaje a España y por la visita a este pueblo donde nuestra Santísima Madre se ha aparecido para mostrarnos el cariño que siente hacia el mundo entero. Como madre, nos lo perdona todo si se lo pedimos con fe...

También le digo que, para evitar el castigo, tenemos que hacer muchos sacrificios y penitencia, rezar todos los días el rosario en familia; esto es lo que nos pide nuestra Santísima Madre. También, que nos amenos los unos a los otros, como Nuestro Señor nos ha amado, pues todos somos hermanos.

 

Conchita estuvo siempre segura de lo que le dijo la Virgen y de que el Angel vendría el 18 de Junio de 1965.

Don Valentín, el párroco, le preguntó a Conchita:

-- Pero, ¿estás bien segura?, ¿no será una imaginación tuya?.

-- ¿Usted cree que la Virgen miente?.

-- ¡No, eso no!.

-- Pues a mí me lo ha dicho la Virgen.

Conchita, el día 13 de junio, domingo anterior a la fecha, cogió frío. Amaneció el día 14 con una fuerte afección gripal. Durante tres días estuvo en cama.

El jueves, día 17, era la gran fiesta del Corpus Christi, y Garabandal, como tantos otros pueblos de España, puso en la celebración de la fiesta lo mejor de su piedad y de su entusiasmo.

A lo largo de todo ese festivo día 17 estuvieron llegando forasteros. Lo mismo ocurrió durante el día siguiente, 18, viernes, hasta bien entrada la tarde. Vino mucha gente y también muchos extranjeros. Había también muchos sacerdotes. Estaban allí el NODO, noticiario documental español y la televisión italiana para filmar este acontecimiento; también estaban  otros muchos, con equipos de filmación o cámaras fotográficas.

El Padre Laffineur dice:

El comportamiento de la gente fue ejemplar, mostrándose piadosa, mesurada, penitente. Comulgaron muchísimos en las tres misas que hubo por la mañana en la iglesia del pueblo.

Don Aniano Fontaneda, de Aguilar de Campoo, Palencia, escribía el 26 de junio al P. Ramón María Andreu:

Estuve el 17 y 18 en Garabandal y vi a sus familiares y gran número de conocidos. Se perdió usted un gran día, pues resultó todo maravilloso.

Aunque don Valentín me dijo que no habría misas en el pueblo, si los sacerdotes no llevaban por escrito permiso para celebrar, el hecho fue que tuvimos varias misas, con más de mil quinientas comuniones; no le digo más que se acabaron las formas por dos veces.

El señor Poch Soler fue el enviado especial del semanario barcelonés "¿Por qué?".

Dice Poch Soler:

Desde Cosío hicimos el viaje a pie, a lo largo de siete kilómetros, siempre cuesta arriba, llegando a Garabandal sobre las dos de la madrugada del día 18.

¡Insólito y espectacular!. El jaleo monumental de albergar a centenares de peregrinos en un pueblín de poco más de cuarenta casas ya había cesado cuando llegamos nosotros; la gente dormía en los quicios de las puertas, en los pajares, en las cuadras, en las cocinas, en medio de las calles.

En nuestro deambular nocturno por ellas, tan irregulares y pedregosas, tuvimos que andar con sumo cuidado, sorteando a los muchos que dormían tendidos sobre el suelo, bajo la luz débil de la docena de bombillas que habrá repartidas por el pueblo.

Uno de los dos bares o tabernas que existen en Garabandal permaneció abierto durante toda la noche, aunque su reducida capacidad apenas pudo albergar de doce a quince personas. En él nos acomodamos nosotros para escribir. Al lado teníamos a dos inglesas, que con los codos apoyados sobre la mesa dormían plácidamente.

En el suelo, dos sacerdotes franceses rezaban el rosario en voz baja. Otros tomaban una cerveza y salían luego a tumbarse en plena calle, bajo la luna clara que iluminaba aquella noche de Garabandal.

Conchita infundía a todos los informadores de prensa un respeto profundo. Colegas de París, de Portugal, de Madrid, operadores de NODO, esperábamos impacientes, pero sin enojarnos, el momento de poder hablar con ella.

Su madre Aniceta decía:

-- Tengan ustedes un poco de paciencia. Comprendan que la niña está fatigada; ayer mismo todavía estaba enferma, con cuarenta grados de temperatura. Ella está deseando hablar con todos, abrazar a todo el mundo; soy yo quien no quiere que salga a la calle.

Dice el P. Laffineur:

Conchita salió después bien abrigada. Durante horas, ella se dejó como devorar por la multitud, hasta por las mujeres más indiscretas; sonreía, dedicaba estampas, se dejaba fotografiar, respondía a incesantes preguntas, prometía rogar por las más varias intenciones, trataba de consolar a los más afligidos, abrazaba a los pequeños.

 

El señor Poch Soler entrevista a Conchita:

Por fin, a las dos de la tarde de ese día 18, logramos hablar con Conchita. Confieso que ha sido éste el momento más emocionante de mi vida periodística. Jamás un personaje me había infundido tanto respeto y confianza a la vez.

-- ¿Estás contenta?.

-- Contentísima, señor. Siento una gran alegría.

-- ¿Por qué?.

-- Porque hoy veré al ángel, y esto es maravilloso.

-- ¿Te has fijado en la cantidad de gente que ha acudido a Garabandal?.

-- ¡No dejo de pensar en ellos!.

-- ¿Y qué impresión te produce este enorme gentío?.

-- Mi alegría es difícil reflejarla en palabras. ¡Qué contenta estará la Señora!.

-- ¿Es seguro que hoy verás al ángel?.

-- Segurísimo.

-- ¿A qué hora?.

-- Eso no lo puedo decir, porque no lo sé. Yo no sé la hora pero presiento que será algo tarde.

-- ¿Qué sientes cuando se te aparece la Virgen?.

-- Una emoción muy fuerte, que sube del pecho a la garganta y que se hace luego una luz maravillosa.

-- ¿Qué crees que te dirá el ángel?.

-- Cierto, no lo sé; posiblemente será un mensaje. Pero no sé, ya veremos.

 

En espera de la Aparición de San Miguel.

A partir de las tres de la tarde, la concentración de peregrinos en torno a la casa de Conchita se fue haciendo mayor. La Guardia Civil se encargaba de mantener el orden.

Entre los sacerdotes llegados a Garabandal, estaba el Padre Pel, estigmatizado, a quien llamaban "el P. Pío francés", conocidísimo en Francia por su santidad y dones milagrosos; a sus ochenta y siete años de edad, se movía y hablaba con gran desenvoltura.

Finalmente, ya entrada la noche, salió un sacerdote de la casa de Conchita que dijo a la multitud:

-- De parte de Conchita, que todos se dirijan a la Calleja, a lo que llaman "el Cuadro", porque allí será el éxtasis.

Dice el señor Poch Soler:

El espectáculo resultaba impresionante. El ciego americano, Joey Lomangino, subía cuesta arriba ayudado de sus familiares. Un inválido de ambas piernas me pidió que le diese la mano para poder trepar por aquel pedregoso camino.

El drama humano que conduce a todas estas personas hasta "el Cuadro" nos sobrecoge a todos. Estos seres tienen su vida condicionada por el sufrimiento, y su admirable resignación es el mejor milagro de esta noche en Garabandal.

El Padre Luna escribe:

Después de haberme estado varias horas junto a Conchita, en el momento de subir al "Cuadro" me vi desbordado por la velocidad del gentío, que me llevó en volandas y acabó por tirarme al suelo.

Por encima de mí, con toda mi espalda descansando en tierra, pasaba la gente corriendo hacia arriba. Cuando he aquí que, en la oscuridad de la noche, dos personas me asieron, una de cada mano, y, sin el menor esfuerzo de mi parte, sin notar el peso de mis ochenta kilos, me vi de pie, pudiéndome luego guiar por el muro izquierdo de "la Calleja".

En casa de Conchita:

-- ¿Qué vamos a hacer ahora, Conchita?.

-- Ir al "Cuadro", como los demás.

 

El encuentro con el Arcángel San Miguel.

 

En el "Cuadro", el sosiego se había ido imponiendo a la muchedumbre. Casi todos rezaban en voz alta, formando dos coros, en que se alternaba el español con el francés. Era algo extraordinario aquella noche luminosa, con miles de estrellas centelleantes, aunque sin luna.

De pronto, ante las exclamaciones de algunas personas, todas las demás levantaron la cabeza. Por el Noroeste iba subiendo una estrella, singularmente brillante; describió un amplio círculo bajo la bóveda celeste y volvió a su punto de partida.

Dos minutos más tarde,  aparece otra estrella, que parece estar sobre la vertical de la casa de Conchita; empieza a moverse muy lentamente hacia los Pinos y acaba perdiéndose en la infinita lejanía por encima de éstos.

Dice don Juan Álvarez Seco:

... Esperando a Conchita entre las 23:30 y las 23:45 del citado día 18 de junio. La primera estrella fue vista con mucha intensidad, muy reluciente y de color de oro; salió como del suelo hacia arriba. La otra, de menor intensidad, se movió más horizontalmente.

Poco después llega Conchita.

Sobre las doce menos cuarto de la noche, Conchita, seguida de algunos sacerdotes y varios guardias civiles, sube por "la Calleja", en estado completamente normal. Avanza con la mirada fija. Los "flash" de los fotógrafos empiezan a disparar sobre ella. Un guardia civil le pregunta:

-- ¿Es aquí, Conchita?.

-- No señor, un poco más arriba.

Al llegar al sitio señalado, la joven se desploma de rodillas sobre las afiladas piedras del camino. Ha empezado el éxtasis.

Los ojos de Conchita han quedado fijos en el cielo; sonríe y pronuncia unas palabras en voz muy queda; pero enseguida cambia totalmente de expresión y unas lágrimas ruedan por sus mejillas.

Fotógrafos y operadores de la televisión disparan sus cámaras y sus fogonazos de luz le dan de lleno en los ojos, plenamente abiertos, pero ella ni parpadea ni hace el menor gesto. El éxtasis es absoluto.

18 de Junio de 1965.  Conchita, en medio de la foto y mirando a lo alto, recibe el segundo Mensaje por mediación del Arcángel San Miguel.

 

Dicen los testigos:

-- Conchita hizo la señal de la Cruz sobre sí misma con una piedad y una majestad indecibles; su rostro se transfiguró y resplandecía de luz interior. Un sonreír angelical que en ciertos momentos se cambiaba por un aire de gravedad verdaderamente solemne.

El P. Luna nos dice:

Me encontré, al fin, en alto, a poco más de un par de metros de Conchita, que ya estaba en éxtasis y a quien veía y oía perfectamente.

Me impresionó aquella belleza sobrehumana de su rostro, hablando sin pestañear, entre torrentes de luz que proyectaban focos, cámaras y linternas.

Me sobrecogió verla llorar, como hasta entonces nunca había visto. De sus ojos brotaban lagrimones, que se juntaban en hilillo y, tras llenar la concavidad de su oreja izquierda, caían al suelo.

La oí decir con voz entrecortada:

-- ¡No..., no...! ¡Todavía no!... ¡Perdón, perdón!...

Luego decía, como repitiendo y preguntando:

-- ¿Sacerdotes?... ¿Obispos?... ¿Dos de julio?...

La vi santiguarse con majestuosa lentitud y súbitamente se llevó las dos manos a la cara, tratando de proteger sus ojos de los potentes focos de luz. El éxtasis había terminado.

Algún detalle más:

Conchita permaneció inmóvil como unos doce o trece minutos. De pronto, siempre en éxtasis, se pone de pie y con su mano derecha da a besar el Crucifijo al Ángel; cae nuevamente de rodillas y besa el Crucifijo con una extraordinaria expresión de amor.

Fue en este momento cuando uno de los guardias civiles, con el rostro demudado, se santiguó solemnemente, como diciendo:

-- Yo creo.

Luego, Conchita, sin poder darse cuenta en absoluto de lo que había a su alrededor, sin cambiar para nada la inmovilidad de su rostro ni la fijeza de su mirada, fue dando a besar el crucifijo a tres personas, precisamente tres franceses: un viejo sacerdote que se encontraba a su lado, un padre de familia, residente en España desde hacía tiempo, y un profesor cristiano de Mauleon, bajos Pirineos. Eran el Padre Pel, el señor Mazure y el señor Piqué.

Después de signarse y santiguarse con extraordinaria devoción, Conchita bajó la cabeza y, sonriente, sin muestra de fatiga alguna, se levantó.

El éxtasis había terminado. Todo el mundo quería ver a Conchita de cerca, hacerle preguntas, sobre todo desde el momento en que se dijo que ella había recibido un mensaje.

Don Aniano Fontaneda, dice en su carta al P. Andreu:

El Crucifijo que dio a besar en el éxtasis era el mío, que se lo había dejado cuando me fui de su casa, camino de "el Cuadro".

Al volver, fue dando a besar a todos este crucifijo; y a la puerta de su casa, siguió, hasta que terminaron de besarle; entonces me lo devolvió, y todos venían a pedírmelo, pues querían besarlo.

Para conocer el mensaje, había que esperar a la mañana siguiente.

Al amanecer del sábado, día 19 de junio, Conchita apareció como nueva, sin síntomas de la gripe que había padecido.

Incansablemente, pacientemente, iba atendiendo a todos lo mejor que podía. Unos querían despedirla; otros, que les dedicase fotografías o estampas, o que les besara algún objeto piadoso. Los más iban con preguntas sobre el mensaje.

Hubo misas en la iglesia parroquial. A una de ellas fue Conchita, que estaba en ayunas. Al ir y volver de la iglesia, se vió más asediada que nunca de preguntas. A mediodía se hizo a la puerta de la casa de Aniceta la anhelada proclamación del Mensaje.

Dice el P. Luis Jesús Luna, de Zaragoza.

Conchita me entregó el mensaje por escrito y yo lo leí en alta voz ante el portal de su casa; lo guardo desde entonces como preciosa reliquia.

El Padre Luna leyó primero el texto original español y luego lo dijo en francés. El Padre Marcelino Andréu S.J., misionero en Formosa, lo leyó en inglés.

El Angel dio, el 2 de Julio, una seria advertencia.

Se oyó en el éxtasis del 18 de Junio, la fecha "dos de Julio". En esta fecha, Conchita escribió un breve mensaje del Arcángel San Miguel para el Obispo de Santander que fue llevado personalmente al Obispado por el señor don Francisco Sánchez Ventura, quien lo entregó personalmente al Obispo, monseñor Beitia Aldazábal.

El mensaje es una "muy seria advertencia y aviso" del Arcángel San Miguel para quien trate de negar abiertamente la realidad de las Apariciones de Garabandal.

Conchita dijo que, el dia del mensaje del 18 de Junio, el Ángel estaba serio y triste.

La causa es bien evidente en el mensaje:

-- La Copa está rebosando por los pecados y ofensas contra Dios.

Las causas y los remedios nos los dice la Santísima Virgen en el mismo mensaje. Si no se pone remedio a esto, viene el Castigo, que es lo que la Virgen, nuestra Madre, quiere evitar.

 

El Mensaje del Arcángel San Miguel.

18 de Junio de 1965.

 

La Virgen dijo: «Me da mucha pena decíroslo yo, pero os lo tengo que decir para vuestro bien», por esta causa fué el Arcángel San Miguel quien lo dijo, en su nombre, a Conchita.

 

El mensaje que la Santísima Virgen ha dado al mundo por la intercesión de San Miguel. El Angel ha dicho:

Como no se ha cumplido y no se ha dado mucho a conocer mi mensaje del 18 de Octubre, os diré que este es el último.

Antes la copa se estaba llenando, ahora está rebosando.

Los Sacerdotes, Obispos y Cardenales van muchos por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas mas almas.

La Eucaristía cada vez se le dá menos importancia.

Debéis evitar la ira del Buen Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con alma sincera El os perdonará.

Yo, vuestra Madre, por intercesión del Angel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis.

Ya estáis en los últimos avisos.

Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación.

Pedidnos sinceramente y nosotros os lo daremos.

Debeis sacrificaros mas, pensad en la Pasión de Jesús.

 

 

Se preguntó a Don Valentín, el párroco, sobre el mensaje:

P: ¿Qué parte del Mensaje le impresionó más?.

Don Valentín: Las niñas, en esas fechas, tenían el concepto de que cada sacerdote era como un santo. Y para las niñas lo que el mensaje decia y lo que yo mismo escuché:

-- Que la Iglesia iba por el camino equivocado, ... los sacerdotes, oh!... y los obispos, oh!... y también cardenales...

Para mí, esto fue definitivo, porque con todo el respeto que las niñas tenian por los sacerdotes era imposible que ellas lo pensasen. En otras palabras, ellas creían que un sacerdote no podia pecar.

P: En su opinión, ¿cómo es que muchos cardenales, obispos y sacerdotes, según el mensaje, van por el camino de la perdición?.

Don Valentín: Es muy claro, porque muchos están haciendo las cosas al revés. Hay muchos que niegan la Eucaristía, la Virginidad de la Virgen y la Santidad del Papa. Niegan todo esto.

P: ¿Piensa que la profecía de "que muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición" se ha cumplido?.

Don Valentín: Sí, sí, se ha cumplido al pie de la letra. Era imposible para las niñas conocer eso, porque, en esas fechas, ni siquiera yo sabía que todo ello era así.

P: Las apariciones de Garabandal ¿le ayudaron a ser mejor sacerdote?.

Don Valentín: ¡Ciertamente!.

P: ¿Espera el Aviso y el Milagro?.

Don Valentín: Los espero, porque estas cosas deben tener un final adecuado, esto es, la Virgen no deja las cosas en el aire. Ella hará algo para que todo termine bien. Ella ha de terminar y completar lo que empezó.

 

A. M. D. G.

 


 

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