Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 80

 

Escolástico y Pilar, padres de María Cruz.

Escolástico y Pilar, padres de la niña vidente María Cruz.

 

Escolástico y Pilar.

Un pobre llama a la puerta pidiendo limosna.

Dice Pilar:

Estaba haciendo el desayuno cuando picaron a la puerta y oí decir a un pobre:

-- ¡Ave María purísima!.

y yo respondí:

-- ¡Sin pecado concebida!.

Pero como la puerta estaba bien cerrada, trancada, el señor no me oyó. Abro la puerta y, cuando salí, el pobre ya se marchaba; le digo yo a María Cruz:

-- no tengo mas que cuarenta céntimos para darle, una miseria. ¿Qué le voy a dar?.

María Cruz se levantó de la cama, vino a la cocina y me dice que cuando volviera el pobre quería darle el almuerzo de ella. Cuando aquello teníamos poca leche. En esto María Cruz vio en el suelo un "duro" -- un duro son cinco pesetas -- y lo tomó.

Pero yo me digo:

-- Esto es un milagro. En el suelo, antes, no había ningún "duro".

Dice Mari Cruz:

-- lo apañé aquí en el suelo.

Pero en el suelo, antes, no había ningún duro. Y ella todavía hoy me dice que lo encontró ahí, en el suelo de la cocina.

María Cruz estaba toda contenta de poder darle un "duro" al pobre y de darle los cuarenta céntimos también. Me dice:

-- Toma el "duro" para el pobre y dale también los cuarenta céntimos.

Al poco tiempo salgo yo fuera y veo a un señor y le digo:

-- ¿no picó usted aquí antes?.

le digo al pobre; él me dice:

-- Sí, señora.

le digo yo:

-- Tenga la limosna.

me dice él:

-- ¡Dios se lo pague!, ¡Dios se lo pague!. Aquí estuve también el año pasado. Claro que pido, pero no crea usted que he venido por pedir. He venido por esa Virgen que anda aquí; he ido anoche a rezar en los Pinos y pedí a esa Virgen que anda aquí por mis cosas y he vuelto esta mañana.

 

La casa de Mari Cruz, con un balcón. En tiempo de las Apariciones,
era la primera casa, a la entrada del pueblo.

 

Decía María Cruz:

-- ¡Ay, Dios mío, para el pobre, para el pobre!.

¡Qué contenta estaba María Cruz con darle el duro y los cuarenta céntimos!. ¡Qué mayor milagro para mí!, que no teníamos mas que cuarenta céntimos. Fui entonces a contárselo a este, -- a su esposo Escolástico --.

Dice Escolástico:

-- Yo, como a esta la conozco y unas veces cree y otras dice que aquí no hay nada y tal y que cual, pues le dije: ¡ya lo ves!. Si hay Virgen y hay Dios, Ellos pueden hacer todo lo que quieran.

Dice Pilar:

-- ¡Claro!, eso, eso, claro que sí.

Eso es verdad, algunas veces yo tengo dudas. Pero digo:

-- ¿Cómo va a hacer esto Maria Cruz si de ella no puede ser?.

La verdad es que he dudado muchísimo y a veces he creido.

Pero digo:

-- Esto me parece a mí que es Dios y la Virgen.

Y sin embargo otras veces tengo dudas.

Dice Escolástico:

-- En una ocasión vino aquí un Señor que le quería dar a Mari Cruz trescientas pesetas para que comprase zapatos nuevos y ella le dijo que ya tenía zapatos y llevó el dinero a casa de Felicidad que era pobre y lo necesitaba para sus hijos.

Pilar:

Habían traido a las otras chiquillas un par de zapatos a cada una y a Mari Cruz no la trajeron zapatos; en esto que viene un señor y dijo:

-- ¡esto no se hace!, traer a las otras y a esta no.

Entonces viene y llama a María Cruz y le dice:

-- mira, ten estas trescientas pesetas para que te compres unos zapatos mas bonitos que los que han traido a las otras.

Y le dió las trescientas pesetas. Pero Mari Cruz le dijo:

-- No señor, que a mí ya me los han comprado en Torrelavega.

Dice el señor:

-- pues entonces para tu padre, para tu madre, para tu hermana o para quien quieras.

Dice María Cruz:

-- Entonces para Felicidad.

Dice el señor:

-- ¿Quién es Felicidad?.

Dice Mari Cruz:

-- Es una señora que tiene muchos niños y los tiene mal vestidos.

Dice el señor:

-- pues vamos allá pero le vas a dar tú las trescientas pesetas.

Fue a casa de Felicidad con este señor y Mari Cruz la llama:

-- Felicidad, baja.

Dice Felicidad,

-- sube, sube.

Mari Cruz sube donde estaba Felicidad y le dice:

-- De parte de ese señor que está abajo, ten estas trescientas pesetas.

 

Pilar:

Mari Cruz ha hecho muchas cosas como esta.

Yo digo:

-- Ellas, las chiquillas, no pudieron hacer los éxtasis, ¿de donde vino?.

Escolástico:

-- Maria Cruz fue la más despreciada de todas.

Pilar:

Sí, este, -- Escolástico --, decía:

-- Si es la Virgen, ¡cuanto mejor que María Cruz sea despreciada por la gente!.

Pero bueno, esos que piensan así son solo algunos y eso no tiene nada que ver, cada quien es libre de pensar como quiera.

 

El Rosario en la Calleja:

Cuando vino Don Amador a sustituir a Don Valentin me dijo que Mari Cruz no fuese a rezar a la Calleja a las seis de la mañana y yo se lo dije a ella. Mari Cruz, aquella mañana se quedó en la cama, pero estaba nerviosa y no estaba conforme. Al otro dia me dice:

-- Máma, yo no te mando que vayas conmigo a rezar el Rosario en la Calleja pero yo voy. Yo quiero ir a las seis de la mañana a rezar el rosario en la Calleja. Si tú no quieres ir, quédate en casa, pero yo voy.

Se lo dije a don Amador, que yo no quería que la chiquilla fuese sola a la Calleja y me dijo D. Amador:

-- pues entonces déjela ir.

Pero es que Don Amador no había visto las Apariciones y, cuando volvió la Virgen y María Cruz tuvo aparición, estaba don Amador y estaba asustado. Decía que era verdad todo porque venga a ponerle la linterna en los ojos a Mari Cruz y ella ni pestañeaba y fue asustado a casa de Tiva diciendo que él ya no dudaba de esto.

Lo que más me ha gustado de los éxtasis fue un día que fuimos a rezar a la calleja y estaba allí Milia, la de Nieves, y otra gente que íbamos alli a rezar. Tuvo éxtasis Mari Cruz y ¡tan contenta se puso!.

Decía:

-- ¡Ay, Dios mío!, ¡gracias a Dios ... qué bien que viniste! ... creí que ya no te volvía a ver.

Con una cara tan emocionante, con una satisfacción. Como se ponía ella tan contenta, yo me emocioné mucho.

También me emocionó mucho otro éxtasis que tuvo una vez subiendo a los Pinos, que íbamos al prado; yo iba un pedazo más alante y ella un poco mas atrás; las otras ya habían tenido éxtasis. En esto, que miro hacia atrás y estaba Mari Cruz en éxtasis con la Virgen. Serían las nueve de la mañana y estábamos a solas ella y yo.

Se le ponía una cara preciosa que yo nunca se la he visto a nadie una cara tan preciosa y le decía a la Virgen:

-- Quiero que estés mucho conmigo pero hoy estáte poquitín porque mi mamá no lo sabe ...

porque ella pensaba que yo seguiría andando sin darme cuenta y al rato dice:

-- ¡Ay!... ¿que está aquí mi máma? ... ¡ay que bien!... ahora no te vayas, estáte mucho ...

Este éxtasis y el otro de la Calleja fue de los que más me han gustado por lo contenta que estaba ella.

 

La primera Aparición del Angel:

El 18 de junio de 1961 era domingo; al atardecer me fui al lavadero con una vaca que teníamos aquí en casa -- Pilar llevaba la vaca al agua --. Me encontré allí con Angelita, la de Fael, y no sé quién más y me dijo:

-- Pero, ¿qué pasa con María Cruz?.

 repliqué yo.

-- ¿Qué pasa, qué pasa?. ¿Qué es lo que ha hecho?.

-- Pero ¿tú no sabes nada entonces?. Pues que dice que ha visto un Angel.

-- ¿Un Angel?. ¡Uy, qué cosa!. Ya me habías dado un susto; creí que habría hecho alguna cosa mala.

Después de esto, iba yo pensando por el camino:

-- ¿Será posible que esta criatura ande haciendo el ridículo con los ángeles y las cosas de la Iglesia?.

En esto que me encuentro a Mari Cruz, ahí mismo, donde casa de Sinda. Yo bajaba enfadada, y le digo:

-- Oye Mari Cruz, ¿qué andas diciendo por ahí?.

-- Nada.

-- ¿Cómo que nada?. Que me han dicho en el lavadero que has visto a un Angel. Ya tienes años para decir esas cosas.

En esto, que está allí Jacinta y contesta:

-- Pues sí, le vimos.

-- ¡Alabado sea Dios!, ¿también tú eres del lío ese?. ¡Qué vergüenza, María Santísima!. ¡Unas crionas, a la edad que tienen!.

Aquel día reñí mucho a Mari Cruz; pero no volví a reñirla desde que la ví en éxtasis y ver que era verdad. Cuando fui a la Calleja la primera vez, me asusté muchísimo y creí. Entonces yo no sabía ni pún de lo que eran las apariciones y los éxtasis. Había oido algo de otros sitios.

Cuando fui a la calleja la primera vez y que voy a tocarla y que estaba así rígida y que no podía levantarla, pensé que le había dado un ataque. ¡Que digan lo que quieran! pero yo, desde aquel dia, jamás la he vuelto a pegar.

Yo hacía vida normal con ella. La llevaba conmigo y la traía conmigo, eso sí lo hacía. Tuvo éxtasis en el mismo balcón de la casa y delante de la Capilla y viniendo de la Iglesia conmigo también tuvo éxtasis.

El primer día la reñí mucho. Después me enteré que habían venido de la Calleja llorando y que se lo habían dicho a la maestra. María Cruz vino a casa y no dijo ni una palabra, yo me enteré por la calle.

Al principio, ellas no querían que las viera nadie, iban a escondidas para que no las vieran los chiquillos, que las tiraban piedras.

Foto: Serafina, la señora maestra, a quien, ya desde el primer día, fueron las niñas a decirle que habían visto al Angel.

María Cruz no quería que la viese la gente, ella prefería estar a solas con la Virgen.

 

De la braña del monte a los Pinos en un "vuelo".

En una ocasión estaba la hermana mala y estaba yo en Torrelavega. Había venido aquella tarde pero ella no me había visto todavía. María Cruz había ido al monte a por avellanas con un amiga de ella que se llama Pili, y con la hija de Mingo y Nati. Estando en la braña del monte, que es mas lejos que de aquí a Cosío, estaba cogiendo avellanas y dijo que se tenía que ir, que se tenía que ir a los Pinos, que la Virgen la llamaba.

Carga al hombro las avellanas que había apañao y pesca a correr -- a la tercera llamada ya era la Virgen quien la llevaba --; las otras no podían seguirla de lo veloz que iba. Ella había dicho a las otras que, si venía la gente, que avisaran a su tía o alguien de casa pero que si estaba sola que la dejaran estar allí.

Foto: María Cruz, seguida por Jacinta, corre veloz, después de la tercera llamada, llevada por la Santísima Virgen y sin cansancio alguno, al lugar de la Aparición.

Escolástico:

Las otras le dijeron a Marí Cruz.

-- No éramos capaces de seguirte.

Y dijo Mari Cruz:

-- Pues a mí me parecía como que iba sentada.

Porque no se cansó nada mientras que las otras llegaban todas cansadas de correr. Estaba allí en los Pinos Matutano y dijo que las otras habían llegado negras de correr y ella como si nada. Llegó a los Pinos y allí tuvo el éxtasis con la Virgen.

Pilar:

Un día, estaba yo en Torrelavega y Mari Cruz se quedaba en casa de su tía Josefa. Después vino a su casa y, como tardaba en venir, vino la prima a buscarla y la encontró aquí sola en éxtasis. Y sabe Dios el tiempo que ella llevaba allí. Ella prefería estar a solas con la Virgen.

Otro día, iba Nisia a llevar la comida a la cuenca y la encontró a ella sola en los Pinos, allí, soluca del todo con la Virgen y ella encantada.

 

Tres Hermanos de San Juan de Dios: Juan, Luis y Miguel,
con María Cruz y Jacinta.

 

Escolástico:

Un dia, estaba ella en el balcón y de golpe cayó alli en éxtasis y se puso a llorar, le caían unas lágrimas como puños y había aquí un cura que vino y la limpiaba las lágrimas con el pañuelo. Muchas veces lloraba.

-- Esto que dice Escolástico era frecuente. Las niñas lloraban, unas veces por la emoción, otras, por las cosas que les decía la Virgen de hacer sacrificios y penitencia por los pecados con que se ofende a Dios. La Virgen hacía reparación así, estando en Oración con sus pequeñas a las que, con frecuencia, llamaba inesperadamente para reparar por los pecados. --

Pilar:

María Cruz no quiere que le pregunten nada, ella se encoge de hombros y no contesta nada.

Escolástico:

Una vez, estuvo aqui un señor de Madrid y le dice:

-- Si vuelves a hacer aquí, delante de mí, lo que hacías en el éxtasis, te pongo esta casa como un chalet y te compro un coche.

Ella se encogió de hombros, como diciendo que ella no podía hacer eso por sí misma.

Pilar:

Que me digan a mí lo que quieran que eso no hay quien lo haga. Una vez estuvo dos horas y media en éxtasis. Caía a veces en éxtasis en piedras cortantes que podían despedazar la rodilla y no le pasaba nada.

Un vez, cayó en una piedra que Don Emilio del Valle llevó aquella piedra. Era una piedra cortante y estuvo allí unos tres cuartos de hora.

Decía don Emilio:

-- ¿Cómo pudo esta criatura aguantar allí?, es Obra de Dios. ¿Cómo no rompió la rodilla al caer de golpe aquí?.

Don Emilio se llevó la piedra como recuerdo de aquel éxtasis.

-- Puedo asegurar que María Cruz no fingió nunca.

Del mensaje si que ha hablado pero del Milagro ella no sabe nada, no ha dicho nada.

Escolástico:

Un día nos reíamos y la decíamos a Mari Cruz:

-- ¿Qué cuento os traéis por ahí?, ¿qué andáis diciendo que véis?.

Ella nos dijo:

-- ¿Os reís?, pues algun día lo veréis.

Convencida de que un día se verá claro que todo es verdad.

Pilar:

Las cosas de Dios y de la Virgen, ¿quién las comprende?. Puede ser que ella no pueda decirlo y que sepa cosas que le haya dicho la Virgen, cosas que van a venir con las que todos han de creer.

 

La Santísima Virgen María quería mucho a Mari Cruz.

En uno de los primeros éxtasis con la Virgen:

La que más lloraba era Mari Cruz, a la que un médico agarró por la mandíbula inferior para torcerle la cara y que no mirara tan fijamente. No lo pudo conseguir, a pesar de la fuerza que hizo.

 

De izquierda a derecha: Mari Loli, Conchita, Jacinta y Mari Cruz.

 

Don Tomás, un indiano de Cosío relata:

Un día, en Garabandal, dando un paseo por los Pinos, me encontré en una vaguada con Mari Cruz, sola, arrodillada y en éxtasis. Me arrodillé a su lado, y traté de entender lo que decía:

-- Virgencita, ¿por qué me has avisado a mí tan tarde, si es que las otras ya están para comenzar el segundo misterio del rosario?.

No me quedé a oír más; bajé corriendo con todas mis fuerzas al pueblo, y pregunté dónde estaban las otras chiquillas. Me dijeron que junto a la iglesia. Me planté allí de unas zancadas, y pude comprobar, con enorme sorpresa, que en aquel mismo momento estaban terminando el segundo misterio.

¿Cómo explicar semejante coincidencia, si no hubiese alguien que atendía al mismo tiempo a la solitaria de los Pinos y a las dos del pueblo?.

 

Se le oyó a Mari Cruz decir a la Virgen:

-- Ahora sí que sé mejor rezar, antes sabía mejor jugar.

-- Mira: la gente no cree, sólo cree que estamos locas o tontas. ¡Anda!, ¡haz un milagrín!, aunque sea muy chicu, para que crean; desprende ahora tres estrellas.

Ante el asombro de todos, unos instantes después, tres estrellas fugaces cruzaban luminosamente el firmamento.

 

En el invierno de 1961-1962.

Mari Cruz escribe:

El rosario sí voy a rezarlo todos los días, a las seis de la mañana; me lo mandó la Virgen, que le rezara todos los días a esa hora, hasta el día 16, que la volveré a ver a Ella.

Dicen las notas de don Valentín:

A las seis de la mañana, salieron Mari Cruz y Jacinta a rezar el rosario al Cuadro, y allí quedaron en éxtasis. En éxtasis bajaron al pueblo, y dieron a besar el crucifijo a algunas personas y volvieron al Cuadro, donde se les quitó. Duró sesenta minutos.

 

Maximina González, en carta del día 18 de febrero de 1962, dice:

Hoy domingo, a las seis de la mañana, ya tuvieron aparición en los Pinos, y bajaron hasta el pueblo, de espalda; y a la tarde la vuelven a tener.

Las apariciones siguen, igual con buen tiempo que con malo. Desde luego, las niñas ¡llevan un invierno!. Madrugando todos los días, con los fríos que hacen. Da lástima de ellas, y, claro, mucha gente con ellas; yo, hace ya unos cuantos días que no he ido, porque he tenido bastante catarro.

Anoche estábamos en los Pinos, en la aparición, bastante gente, y a todos nos persignó Conchita, uno por uno, y como siempre, pedía un milagro.

Dice Mari Cruz:

-- Ya sé yo que la Virgen quiere que seamos muy buenos, y visitemos al Santísimo.

El día 31, acabado el rosario en la iglesia:

Mari Cruz anduvo en éxtasis por el pueblo, visitando varias casas, donde daba a besar la cruz; y fue también a casa del abuelo de Jacinta, donde estuvo como un cuarto de hora, rezando con él y dándole a besar el Crucifijo.

 

A. M. D. G.

 


 

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