Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 85B
Mi hijo cura de estrabismo.
Pequeña imagen de la Virgen de Garabandal
que se venera en Los Pinos.
Santander, 25 de febrero del 2000.
Mi hijo tenía desde su nacimiento un fuerte estrabismo. Lo llevamos a un especialista para que dictaminase sobre su padecimiento y si era operable. Nos contestó que de momento no, porque era muy pequeño, y que habría que esperar; en ese tiempo el niño tenía seis años.
Mi madre supo que existían unas gafas en poder de una señorita de Santander, en las cuales parecía se había obrado algo milagroso. Esto sucedió un día en que la dueña de las gafas se encontraba en Garabandal, concretamente en los pinos donde tantas veces se apareció la Virgen.
Estando allí, durante un fuerte temporal que duró breve tiempo, quedó grabado sobre los cristales de estas gafas oscuras, un arco iris, en el mismo instante en que apareció sobre el cielo de este pueblo de Garabandal.
Foto: El llamado pino de la Virgen con la imagen de Nuestra Bendita Madre. En los pinos fue donde la Virgen dijo que su Hijo haría prodigios por medio de los objetos besados por Ella y también dijo: llevo a todos mis hijos bajo mi manto.
Estas gafas, no graduadas, se han lavado varias veces y con distintos productos y nunca se ha conseguido borrar su significativo arco iris estampado en ellas. Por lo tanto, se piensa que nuestra Señora, allí aparecida, decidió hacer esto para que en ocasiones posteriores, como la que tratamos, sirviese para demostrar que la Virgen de Garabandal hace milagros.
La abuela del niño, que conocía a la propietaria de dichas gafas, me dijo que la gustaría ponérselas a mi hijo y pedir a Nuestra Señora de Garabandal, con fe, su curación, cosa que llevamos a cabo.
Al poco tiempo de haber tenido mi hijo puestas dichas gafas, su ojo derecho, en el que padecía su estrabismo, comenzó a dar vueltas y a movérsele de una forma anormal; a ratos, durante el día, el ojo quedaba colocado en posición correcta, hasta que en uno de estos extraños movimientos quedó normalizado definitivamente, para toda su vida.
Esto ocurrió cuando el niño tenia siete años. Su vista, desde ese mismo momento, quedó perfecta y desaparecido su estrabismo; no tuvo necesidad de intervención quirúrgica alguna y, por supuesto, sin necesidad de llevar gafas graduadas, que hasta ese momento había necesitado.
En el día de hoy y después de todos estos años pasados, sigue teniendo sus ojos perfectos. Quiero hacer público todo esto que nos ha pasado para que este testimonio sirva para mayor gloria de Dios y de su Santísima Madre.
Firmado, María Jesús Puente.
Santander, 25 de febrero del 2000.
A. M. D. G.