Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 87
Rosa María Muela.
Nuestra vida cambió completamente con las Apariciones.
Altar mayor y retablo de la Iglesia
de San Sebastián de Garabandal
Soy Rosa María Muela. Se ha renovado toda mi casa gracias a la Virgen de Garabandal.
Foto: Matrimonio Muela.
Dice su esposo:
Yo llevaba casi cuarenta años sin confesar y un día me dice una de las videntes que le había dicho la Virgen que me tenía que confesar y yo me decía que eso no, que de ningún modo me iba a confesar.
Pasaron unos quince días y se me metió en la cabeza lo de ir a confesar y unas ganas de ir yo solo a confesarme. Y me decía:
-- Pero a donde voy a ir yo, si ni siquiera se rezar.
No sabía a donde tirar, nada mas que quería confesar. Me acordaba de lo que me había dicho la vidente y además me entró una cosa en mi que me hacía querer ir a confesar pero es que me daba vergüenza.
Todo esto se solucionó a partir del día en que mi hijo entró en el Seminario. Vino un amigo y fui con él al Hospital Valdecilla de Santander.
Estaba por allí Don Valentín -- el párroco de Garabandal -- y me dijo que podía confesar con él en la Capilla. Y así fue que confesé y comulgué a solas. Me sentía en Gracia de Dios y mi vida cambió completamente.
Jacinta da a besar a la Virgen un rosario.
Don Valentín me puso de penitencia rezar un Rosario pero resulta que yo ya no tenía ni idea y no me acordaba de cómo se reza un rosario.
Entonces Don Valentín me cambió la penitencia y me dijo que acudiese a Misa en el pueblo tres días en esa semana.
La primera vez había poca gente, fui a Misa y comulgué.
La segunda misa era de funeral en el pueblo y estaba la Iglesia llena de gente y me dije:
-- Yo no comulgo aquí. A mí me conoce todo el mundo y ¿qué va a decir la gente?; la gente sabía que antes yo no confesaba ni comulgaba.
Sentía una vergüenza horrorosa de lo que diría la gente de mí. Pero cuando llegó la hora dije:
-- Señor, ayúdame.
De pronto me levanté y me fui como si me fuesen llevando suavemente, comulgué y volví a mi asiento lleno de alegría interior.
Durante un tiempo fue como una contradicción porque había quien me recordaba mi vida pasada. Pero cada vez aquella vergüenza que tenía fue desapareciendo y mi vida cambió completamente.
Ahora me duele una barbaridad todo mi comportamiento anterior. Todo este cambio se lo debo a la intercesión de la Virgen de Garabandal. Por su intercesión, Dios ha cambiado mi vida completamente.
A. M. D. G.