Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 88

 

María Teresa Alberdi.

Recuerdos inolvidables de las Apariciones.

 

Mari Loli da a besar a la
Santísima Virgen rosarios y alianzas.

 

 

María Teresa nos relata, de entre las muchas historias inolvidables, dos en especial referentes a los objetos besados.

Dice María Teresa:

Me llamo María Teresa Alberdi de López Linares, vivo en Madrid con mi marido y mis tres hijos.

Conozco Garabandal desde hace muchos años y he ido conociendo anécdotas e historias de las Apariciones que se me quedaron muy grabadas.

Una de ellas es que la Santísima Virgen besaba los anillos de matrimonio. La Virgen los llamaba alianzas porque son el símbolo del Sacramento del Matrimonio. Las alianzas están bendecidas y por eso la Virgen las besaba para que tuviésemos en cuenta que el matrimonio es un camino de santidad.

Se me quedó muy grabado esto porque en aquellas fechas yo estaba recién casada. Sobre esto recuerdo una anécdota preciosa que Rosario Santa María contó aquí mismo en nuestra casa en Garabandal. Rosario y su marido Eduardo Santa María vieron muchos éxtasis porque vivían en Reinosa y venían a menudo a Garabandal.

 

La Virgen besa la alianza de Rosario.

Aquí mismo en mi casa Rosario nos contó, con su gracia andaluza, lo que le sucedió un día con su anillo de matrimonio. En una de las apariciones, Rosario estaba entre un grupo de gente y mientras la Santísima Virgen estaba besando los anillos de matrimonio ella decía:

-- Virgencita, a mi me gustaría que tú me besases el anillo pero es que yo nunca me lo he quitado desde que me casé. ¡Ay Dios mío!, me lo quito ... no me lo quito ... me lo quito... y ¿si lo pierdo?. Es que no me lo he quitado ni para dormir.

Estaba en esta duda de si me lo quito o no me lo quito ... ya que nunca se lo había quitado antes desde que su esposo Eduardo Santa María se lo puso cuando se casaron.

En esto la niña avanza por entre el grupo de gente, coge la mano de Rosario y la levanta hacia lo alto y allí mismo la Santísima Virgen bajó a su altura para besar su alianza. De este modo, sin sacar el anillo del dedo, la Virgen lo besó en la misma mano de Rosario.

Al terminar el éxtasis la niña le dijo:

-- Rosario, la Virgen sabe que tu querías que te besase el anillo pero también sabe que tu jamás te quitaste el anillo del dedo por eso Ella ha venido aquí a besártelo.

Rosario lloraba de emoción mientras decía:

-- ¡Gracias Madre mía!, ¡gracias Madre mía!, ¡qué delicadeza tan grande la de la Virgen!.

Rosario vio así colmado su gran deseo de que la Santísima Virgen besase su alianza matrimonial. La Virgen ya había besado otras muchas alianzas y las devolvió a sus dueños poniendo estas alianzas en el dedo correspondiente sin equivocarse nunca ni de dedo ni de persona.

A una señora valenciana se lo puso en el dedo anular de su mano izquierda, en lugar de la mano derecha, ya que es así como se lleva en esta provincia del levante español.

 

La Santísima Virgen besa una polvera.

Otro suceso que me quedó muy grabado fue cuando una señora de Madrid dio a la niña una polvera de mujer para que la Santísima Virgen la besase.

Foto: La Santísima Virgen en Garabandal nos recuerda continuamente la presencia Real de Dios en la Santísima Eucaristía, el gran misterio de Amor de Dios.

Todo el mundo pensaba que la Santísima Virgen no la besaría por no ser objeto religioso. Pero cuando la niña ofreció a la Virgen esta polvera Ella la besó con gran veneración.

Preguntada la niña después del éxtasis, dijo que la Virgen la había dicho que aquella polvera había sido Sagrario de su Hijo.

Así fue en efecto, lo dijo después la señora, que dicha polvera había servido como Copón durante la guerra. La llevó un sacerdote para dar la comunión a los cristianos perseguidos o que estaban en la cárcel.

Estas y otras historias tan entrañables son las que me hacen revivir nuestra fe cada vez que vengo a Garabandal. El vivo recuerdo de tantas cosas que pasaron en este pueblo durante las Apariciones nos ayudan a recordar que tenemos una Madre en el Cielo que vela continuamente por todos nosotros.

 

A. M. D. G.

 


 

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