Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 98
El Ángel nos enseñó a Comulgar.
Oración «Alma de Cristo».
Conchita, en éxtasis y mirando siempre a lo alto, se prepara
para recibir la Comunión de manos del Arcángel San Miguel.
Dice Conchita:
San Miguel Arcángel nos enseñó cómo prepararnos para recibir a Jesús en la Santísima Eucaristía y también lo que teníamos que hacer después.
Foto: En el lugar de los pinos, Conchita cae de rodillas en éxtasis, se persigna, se santigua y se prepara para recibir a Jesús en la Santísima Eucaristía.
El Ángel vino y nos dijo que lo primero que teníamos que hacer era decir el Acto de Contrición, el «Señor mío, Jesucristo».
Los guiones de la Oración "-", corresponden a pausas durante el rezo, tal como rezaban la Oración en éxtasis. En esta pausa, si la rezaban antes del Rosario, esperaban a que la gente repitiese la frase.
Oración: «Señor mío Jesucristo».
Las niñas rezaban así:
Señor mío Jesucristo - Dios y Hombre verdadero - Creador, Padre - y Redentor mío - por ser Vos quien sois - Bondad infinita - porque os amo - sobre todas las cosas - a mí me pesa - pésame Señor - de todo corazón - de haberos ofendido - también me pesa - porque me podéis castigar - con las penas del infierno - ayudado de vuestra divina Gracia - yo propongo - firmemente - de nunca más pecar - de confesarme - de enmendarme - de cumplir la penitencia - que me fuera impuesta - Amén.
Dice Conchita:
Después el Ángel me decía:
Piensa en Quién vas a recibir y después me daba la Comunión y me dijo que dijera el «Alma de Cristo».
Foto: Conchita, siempre de rodillas y después de rezar el Señor mío Jesucristo, recibe la Comunión de manos del Ángel; a continuación reza la hermosísima Oración «Alma de Cristo» y da gracias a Jesús.
Oración «Alma de Cristo».
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh mi buen Jesús, óyeme!
Dentro de tus llagas escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo defiéndeme.
En la hora de mi muerte llámame.
Y mándame ir a Ti,
para que con tus Santos te alabe
por los siglos de los siglos. Amén.
Prosigue Conchita:
Esta Oración nos la enseñó el Ángel. Él la rezaba delante de nosotras y nosotras le seguíamos. Yo no se si esta Oración la habría oído antes pero lo que sí sé es que fue el Ángel quien me la enseñó.
El Ángel nos dijo que habláramos nosotras con Jesús, que le diéramos gracias personalmente de que Jesús había venido ese día a nosotras y que le pidiéramos y después le hablo y le escucho.
Ahora, cuando voy a recibir la Eucaristía, trato de hacer exactamente igual, rezo el Señor mío Jesucristo y me preparo y después de recibir a Jesús le digo el Alma de Cristo y después le hablo y le escucho, que es muy importante pero que muchas veces se nos olvida.
A. M. D. G.