Testimonio de Belén Soares Gache:
Buenos Aires, Argentina, Sábado 21 de febrero del 2009.
Eran aproximadamente las tres de la tarde, un día nublado, casi a punto de llover. Estaba estudiando una materia de la carrera para licenciada en psicopedagogía de la Universidad Católica Argentina.
Cuando me levante para ir a la cocina, pase por enfrente de la imagen de “Nuestra Señora del Carmen de Garabandal” que nos había sido entregada por Santiago Lanús, como una visita de la Virgen Viajera durante una semana. Al pasar por enfrente de esta, sentí un perfume que recordé haber sentido en otros momentos del día, decidí acercarme, cuanto más cerca, mas lo sentía.
Comencé por oler la vela, no le sentía aroma, decidí apagarla así si era una vela con aroma, lo largaría con más fuerza. Al apagarla no le sentí otro aroma que el de vela.
Seguí por oler la Virgen, y fue ahí donde me di cuenta que el aroma provenía de la mano derecha de la Virgen, donde posa un escapulario.
Olí el rosario que le había puesto mi papá sobre sus brazos y este tenía el aroma pero no provenía de este.
En ese mismo momento desborde en el llanto y con una sensación de miedo, incertidumbre lo llame a Santiago para preguntarle si sabía que la Virgen emanaba aroma de su brazo derecho. Él respondió que no, sino que me estaba regalando ese perfume a mí. Lo único que me salía decir era “tengo miedo de estar haciéndome la cabeza, de que todo sea pura sugestión” y Santiago me contestaba que estaba pasando y que lo disfrute. También me preguntó si estaba con alguien para ver si también sentía el aroma, y me aconsejo que cuando este con alguien, le haga olerla a ver si lo sentía.
Al cortar el teléfono, me acerque a olerla nuevamente y ya no era la derecha solo la que emanaba el aroma sino también su mano izquierda.
Llame a mi mamá a quien llorando le explique todo lo que me pasaba y me hizo también oler las flores que estaban al lado de la Virgen, con lo que termine de comprobar que era María quien me estaba regalando ere aroma. Mi mamá me sugirió que me tranquilice y lo disfrute. Y me contó que el rosario que tenía la Virgen y al cual yo le sentía olor, era de mi papá y había sido bendito en Garabandal.
En la desesperación y el no saber qué hacer, para donde correr, como seguir esto, llame a una amiga, Joaquina, y le pedí que venga a mi casa.
Llame luego a mi novio, Juan, a quien le conté también todo lo que me pasaba y él me recomendó confesarme, ir a misa y rezar.
Mientras esperaba que llegue Joaquina comencé a rezar, mientras trataba de poder calmar mi llanto, lo único que me salía decirle a María era “gracias por elegirme y te pido que me hagas fuerte para vivir este regalo tan lindo”, comencé a rezar el Santo Rosario y cuando iba por el quinto Ave María del segundo misterio gozoso llegó Joaquina.
Al llegar le pedí que no hablemos hasta llegar a la Virgen, cuando la vio le pedí que la huela y ella también lo sentía. Comenzó a desconfiar de donde venia ese aroma y puso en duda que sea de María, o por lo menos eso fue lo que aparentó. Olió junto conmigo la imagen de pies a cabeza y no paramos de recalcar que sólo estaba el olor al producto con el que se la fabrico, un olor como a pegamento, en la espalda, por lo tanto comenzó a ser este nuestro punto de comparación y comprobamos que el perfume de sus manos era incomparable con el olor de su espalda. Fue ahí cuando reconoció que el aroma venía de Ella, descubrió que los lugares donde estaba este perfume era en la mano derecha, la izquierda y ahora también en el pecho y la cabeza; pero el rosario seguía teniendo olor únicamente en la parte que posa sobre la mano derecha, encima del escapulario.
Llame a mi mamá y le conté que Joaquina también había sentido el perfume. Cuando lo llame a Santiago le conté que Joaquina también lo sentía, comenzó a hacerme más preguntas y luego me pidió hablar con ella, a quien también le hizo varias preguntas.
Le pedí a Joaquina de ir a misa de seis y media, donde iba decidida a confesarme y comulgar. Mientras estaba en la fila para confesarme, se apareció un chico de aproximadamente entre 20 y 23 años y comienza a hablarme
CH: (sin ni una palabra previa) ¿Cómo le decís que hace mucho no te confesas?
Y: Decile hace cuanto, porque dejaste de hacerlo y porque decidiste volver a hacerlo. (Después de un silencio) ¿Hace cuanto no te confesas?
CH: Hace más o menos cuatro años.
Y: ¿Sabes hacer el examen de conciencia?
CH: (con una sonrisa) No…
Y: ¿Sabes los mandamientos?
CH: Sí
Y: Bueno empeza a ver cada uno y lo que estos implican, por ejemplo, no tomar el Santo nombre de Dios en vano; no haber jurado por Dios, no haber mentido con nada de Dios, etc.
CH:(Mientras que se sonríe) Entonces todos menos no matar.
Y: (le sonrío y después de un rato) ¡Qué lindo que te vuelvas a confesar!
CH: (me sonríe y después de pensar un rato) Visite todas las Iglesias hasta llegar a acá.
Y: ¿Qué, buscando para confesarte?
CH: Sí. (se queda pensativo unos minutos) En realidad hace mas que no me confieso, porque a los trece años tuve que terminar en un instituto los estudios y desde ahí que no me confieso.
Y: Hoy va a haber una fiesta en el Cielo.
CH: ¿Qué?
Y: Sí, en la Biblia dice que habrá una fiesta en el Cielo por cada pecador que se arrepienta.
Después de contestarle esto entre en el confesionario.
Desde el primer momento supe que el que me hablaba por medio de ese chico era Jesús, es por eso que me anime a decirle todo lo que le dije. No solo lo supe por lo que sentía sino también por su mirada y por la forma en la que nos mirábamos. Toda la charla fue mirándonos a los ojos como nunca me miraron. Esos ojos decían mucho, eran ojos cansados, tristes, preocupados, pero llenos de esperanza.
Mientras yo hablaba con este chico, en la homilía, el padre hablaba de que cuando Jesús se manifiesta no era para causarnos miedo o sacudirnos la cabeza sino para decirnos que Él nos Salvaba.
Durante el transcurso de la misa sentí tres veces el mismo aroma que la Virgen que estaba en casa y una vez al volver de comulgar cuando pasaba por enfrente la de la imagen de San Martin de Porres, una ráfaga de perfume a rosas. Todos los aromas que sentí dentro de la Basílica de San Nicolás de Bari fueron ráfagas tan rápidas que cuando me daba cuenta de que lo estaba oliendo ya se había ido. Al hablarlo con Joaquina a ella le pasaba lo mismo.
Cuando llegué a casa con Joaquina nos acercamos a la imagen y tenia aroma en sus manos, en su pecho, su cabeza y ahora también tenía de la cintura para abajo. El rosario seguía teniendo únicamente el perfume en la parte que posaba sobre su mano derecha y el escapulario.
Hable nuevamente con mi mamá y con Santiago para contarles a ambos lo que había ocurrido en misa y en la imagen de la Virgen al volver.
Al cortar con ambos comenzamos automáticamente a rezar el rosario y mientras que lo rezábamos llamo Santiago para ver cómo estaba todo y que novedades había. Al terminarlo llamo Juan a mi casa y mientras yo le contaba esto, llamó Paula, una amiga a mi celular, la atendió Joaquina y le pasó el mensaje de que en vez de esperar para venir a las diez de la noche, que se venga cuanto antes. Yo a la mañana había invitado a ambas a comer a la noche a mi casa y les había pedido que vengan a las diez así podía estudiar.
Mientras esperábamos que venga Paula seguimos rezando y cantando con Joaquina.
Al llegar Paula, le pedimos que huela a la Virgen y el olor se había expandido también a la espalda, es decir que la Virgen entera tenia olor, pero el rosario seguía teniéndolo solo en la parte que se posaba sobre la mano derecha y el escapulario.
Fue ahí que mientras cocinaba le contamos a Paula lo que estaba pasando.
Mientras transcurría la noche, fuimos rotando el rosario entre las manos de la Virgen y pase lo que pase, parte que se apoye sobre la mano derecha y el escapulario, parte que se impregnaba de olor, y aquella parte que había estado apoyada y ya no lo estaba más, no tenia tampoco mas olor.
En un momento las chicas se fueron a ver si encontraban a Alicia, una señora que vive en la cuadra de mi casa y a quien de vez en cuando le llevamos comida, para ver si quería comida. Al irse las chicas decidí ponerme a orar y mientras hablaba con la Virgen comencé a sentir muy fuerte un olor a rosas.
Al hablar nuevamente con Santiago y contarle esto que me había pasado, comenzó a explicarme el sentido que tienen los olores, lo cual ya se lo había explicado a mi mamá. Y mientras hablábamos de este tema me conto que quien entendía mucho del tema era Rafael Piagio (lo cual también ya le había contado a mi mamá y ella a mi), automáticamente le pedí de comunicarme con él. Mientras Santiago me contaba todo esto de Rafael yo sentía un perfume, pero no recuerdo bien si era a rosas o el mismo que tenía la imagen de la Virgen, automáticamente se lo comenté muy emocionada. Al rato de este suceso me llama avisándome de que ya había hablado y que cuando yo quiera siempre y cuando sea a la mañana, ya que él trabaja de noche haciendo guardia en un sanatorio, podía llamarlo y hablar con él. En este llamado Santiago me cuenta que en otras ocasiones otra imagen de la Virgen en la advocación de Nuestra Señora del Carmen de Garabandal, se había iluminado, lo cual género en mí un temor, por el cual le pedí a Joaquina que se quede a dormir conmigo.
Busque oraciones en internet para poder rezarle a María las tres juntas y comenzamos a rezar.
En el transcurso de la noche y mientras rezábamos entendí que no debía tener miedo si estaba con la Virgen y que pase lo que pase yo tenía la certeza que iba a ser su voluntad y que Ella me iba a dar las fuerzas para poder vivirlo; asique le dije a Joaquina que si era por mí que no se quede, pero que si quería quedarse para estar con la Virgen, que no había problema. Después de varias veces de preguntarme que quería que haga, decidió que se iba a dormir a su casa.
A la una menos veinticinco de la mañana Paula se fue a su casa ya que su hermana se quedaba sola y la llamó para que le haga compañía. Joaquina se quedó rezando un rato más junto conmigo y otro rato sola, mientras yo me bañaba. Nuestra oración fue acompañada por cd´s de canciones de misa que tenía en mi casa, por petición de Joaquina.
Luego de cerrarle a Joaquina me quedé aproximadamente una hora y cuarto frente a la imagen. Por momentos le hablaba, en otros cantaba y en otros decidí mirarle a los ojos sin pensar ni decir nada.
A eso de las tres de la mañana aproximadamente me fui a dormir.
Esta es una foto sacada a la imagen el día en que se sintió su perfume: