Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 265
Declaraciones de Conchita al P. Laffineur, sobre el «Aviso».
En 1968, en Candé, Francia, durante la reunión anual sobre Garabandal. De izquierda a derecha, P. François Turner O.P., P. Jean de Bailliencourt, junto con un señor del norte de Francia, P. Materne Laffineur, Suzanne Laudet, el padre Blanco Obispo J. Bretault, el jesuita español P. José Alba, P. Alfred Combe y Madame Teresa le Pelletier, a la derecha de la foto.
P. Laffineur con Conchita, en la puerta de su casa, en Garabandal.
Declaraciones de Conchita al P. Laffineur sobre el "Aviso".
19 de junio de 1965.
He aquí por escrito el Aviso que me fue dado por la Santísima Virgen cuando me encontraba sola en los Pinos el primero de enero de este año. Escribo fielmente el texto tal y como lo he recibido.
«El Aviso que la Virgen nos va a mandar es como un Castigo. Para acercar a los buenos más a Dios y para advertir a los demás. En qué consiste el Aviso, no lo puedo revelar. La Virgen no me ha dicho de decirlo. Ni nada más».
«Dios quisiera que, gracias a este aviso, nos enmendemos y cometamos menos pecados hacia El».
Como yo preguntaba a Conchita si este Aviso causaría la muerte, escribió inmediatamente esta nota:
«Si morimos no será por el hecho del Aviso en sí, sino por la emoción que sentiremos al ver y sentir el Aviso».
Estas palabras sencillas y precisas son muy claras.
Deberían bastar, como hubieran debido bastar las de Lucía de Fátima cuando escribía a su Obispo en 1938: «Monseñor, creo que lo que han llamado «aurora boreal» es el signo que la Santa Virgen me dio, que los sucesos profetizados están cercanos». Estos sucesos hicieron más de 26 millones de muertos de quienes nadie se acuerda ya. (Se trata de la profecía sobre la segunda guerra mundial, que vino porque no se dejó de ofender a Dios; ni se hizo reparación por los pecados, ni se hizo lo que la Santísima Virgen pidió en Fátima durante sus Apariciones).
13 de septiembre de 1965
Conchita decía a una joven llamada Angelita: «Si yo no conociera el otro castigo que va a venir, yo te diría que no hay mayor castigo que el Aviso».
«Todo el mundo tendrá miedo, pero los católicos lo soportarán con más resignación que los demás. Durará muy poco tiempo»
14 de septiembre de 1965
Conchita contestaba a los americanos a las dos primeras preguntas que le habían hecho por escrito:
«El Aviso es una cosa que viene directamente de Dios. Será visible por el mundo entero, cualquiera que sea el lugar donde se encuentre uno». «Será como la revelación (interior y a cada uno de nosotros) de nuestros pecados. Los creyentes así como los no creyentes, y las personas de cualquier país, lo verán y lo sentirán».
22 de octubre de 1965
Conchita se explica largamente con una señora española:
-- Conchita, un cometa se aproxima a la tierra. ¿No sería ese el aviso?
-- Ignoro lo que es un cometa. Si es algo de la voluntad de los hombres, contesto: no. Si es algo que Dios hará, es muy posible.
Salimos hacia la Iglesia y Conchita me toma del brazo. La digo, Conchita, reza por mí, tengo miedo, mucho miedo y Conchita dice:
«¡Sí, el Aviso es muy temible!. Mil veces peor que un terremoto».
Ella palidece.
-- ¿Cuál es la naturaleza del Aviso?
-- Será como fuego. No quemará nuestra carne, pero lo sentiremos corporalmente e interiormente. Todas las naciones y todas las personas lo sentirán de la misma forma. Nadie escapará. Y los creyentes mismos conocerán el temor de Dios.
«Incluso si te encierras en tu habitación y cierras los postigos, no escaparás, sentirás y verás a pesar de todo».
«Si, es verdad. La Santísima Virgen me ha dicho el nombre del fenómeno (algo que sucede en el firmamento que luego pasa a nuestro interior). Este nombre existe en el diccionario español. Empieza por una «A». Pero no me dijo de decirlo o de callarlo».
Conchita, ¡tengo tanto miedo!, dice esta señora.
Sonriente, Conchita coge el brazo de su amiga:
-- Sí, pero después del Aviso, querrás mucho más a Dios.
-- ¿Y el Milagro?, le pregunta.
y Conchita responde: «El Milagro no tardará en venir, después de que suceda el Aviso».
Marzo de 1966
A principios de marzo recibí la carta siguiente: «Conchita me pidió que siga, más que nunca y por motivos más urgentes que en el pasado, la difusión del Mensaje». Me pidió también de escribirle, de estar todos muy seguros de la venida del Aviso y del Milagro que le seguirá.
«El Aviso es como una cosa muy temible que pasará en el cielo. La Santísima Virgen me anunció el suceso con una palabra que empieza por «A» en español.» No olvide este mensaje que Conchita me encargó transmitirle. Hay que seguir propagando y difundiendo los Mensajes. La Santísima Virgen les premiará».
El Aviso es una profecía
Data del primero de enero de 1965. Su realización será un nuevo motivo de credibilidad para todos. Por consiguiente, anunciarlo, volver a decir lo que afirmamos desde el 18 de junio de 1965, es la actitud más fraternal que podemos tener hacia el mundo entero.
Conchita se dirige a uno de sus confidentes:
-- Vamos a tener que soportar un día un desastre horrible. En todas las partes del mundo. Nadie escapará. Los buenos para acercarse más a Dios, los otros para enmendarse.
«Es preferible morir antes que soportar durante cinco minutos solamente los que nos espera». (Acordémonos aquí de las palabras a Angelita sobre la duración del Aviso: muy poco tiempo).
«Podemos soportarlo igual de día que de noche, estemos en la cama o no. Si morimos, será de miedo. Pienso que lo mejor sería encontrarnos en aquel momento en la Iglesia, cerca del Santísimo. Jesús nos daría fuerzas para ayudarnos a soportarlo».
Procesión del Corpus Christi en Garabandal, el jueves 17 de Junio de 1965, víspera del día del segundo mensaje. En primer plano, el Santísimo es llevado por el Padre Laffineur. Ceferino, padre de Loli, a la izquierda, y Pepe Díez, testigo del «Milagro de la Comunión», a la derecha.
Dice el interlocutor:
-- Cuando lo veamos venir, iremos todos a la Iglesia.
-- Pienso que sería lo mejor; pero quizás todo se hará tinieblas y entonces, no podremos ir a la Iglesia.
(estas palabras no se refieren a los días de tinieblas de los que se habla en otras profecías).
-- Será horrible, en grado sumo. ¡Si yo pudiera contárselo como la Virgen me lo contó! Pero el castigo será mucho peor. Verán que el Aviso nos llega por nuestros pecados. Puede producirse de un momento a otro, yo lo espero todos los días. Si supiéramos lo que es, estaríamos horrorizados.
El interlocutor interviene de nuevo:
-- ¿Por qué no lo publicas para que los que vengan al pueblo lo sepan?
-- Me canso de decirlo y la gente no hace caso, dice Conchita.
Algunos días más tarde vuelven sobre el tema.
-- Conchita, desde que me has hecho estas confidencias, en cada momento pienso en el cielo.
A lo que Conchita responde:
-- Yo también, y en especial cuando me voy a la cama. Tengo mucho miedo a que esto ocurra durante la noche. No nos figuramos hasta qué punto ofendemos al Señor. La Virgen me dijo que todos saben que hay un infierno y un cielo. Pero piensan en esto solamente por temor y no por amor a Dios.
«Por culpa de nuestros pecados, seremos nosotros mismos causa de la naturaleza del Aviso. Y lo soportaremos por Jesús, a causa de las ofensas que hacemos a Dios».
Conclusión
No tengo el don ni las cualidades de los profetas verdaderos. He repetido solamente las palabras de Conchita. Una vez más, a la luz del pasado de Garabandal, afirmo con la mayor seguridad:
Nuestra Señora del Carmen de Garabandal no miente jamás ni su Mensajera, tampoco. Leed, volved a leer este Aviso tal como es: Meditándolo como se merece, nadie podrá impedir el sobresaltarse. Pensándolo bien, sin embargo, aparece como una de las mayores misericordias de Dios para nosotros y para la humanidad.
Para nosotros primero. ¿No os parece que es nuestra Madre del Cielo que se detiene así en cada una de vuestras casas para prepararos al porvenir, a vosotros y a los vuestros? Viene a ayudarnos para santificarnos y soportar la prueba sin demasiada emoción.
Vigila nuestras almas e incluso nuestras vidas. Para la humanidad luego. Los que conocen las Apariciones de Garabandal no pueden dejar al mundo en la ignorancia del Aviso. No vaciléis un segundo. Advertir al universo a tiempo, es quererle más que a nosotros mismos. Ayudarle a comprender lo que le espera, es prepararle fraternalmente a cambiar, y a encontrar en el Aviso el camino seguro de su salvación espiritual e incluso corporal.
A partir de hoy, nuestro deber me parece tan evidente como urgente. Hay que anunciar en todos los sitios, sin cesar, sin cansarse, el Aviso de Garabandal. Hay que anunciarlo «a grito pelado» en cada momento, día y noche.
Que nuestra Señora del Carmen de Garabandal, que San Miguel de Garabandal nos ayuden a no fallar en esta misión.
Padre Laffineur.
Neuillé 49, Vivy. Francia.
Nota: Conchita ha leído con mucha atención este texto completo y luego, sin pedírselo nadie, firmó tres ejemplares y se los dio, el miércoles 19 de agosto de 1970, al Sr. A. Ooghe (64 rue Newton, Calais, Francia).
A. M. D. G.