Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 283
Una joven segoviana, tras besar
la Cruz, se hace Religiosa.
La Virgen dijo: "Vengo por todos mis hijos
con el deseo de acercarlos a Nuestros Corazones".
18 de enero de 1962.
Una joven segoviana, tras besar la Cruz, se hace Religiosa.
A principios de 1962, en la ciudad castellana de Segovia había gran interés por viajar a Garabandal.
Había surgido tal expectación por la estancia allí del P. Ramón María Andreu, que había dado una tanda de ejercicios en las Reparadoras, y de los marqueses de Santa María, que aprovecharon tal circunstancia para tener en público varias charlas sobre la Apariciones de Garabandal.
Prendió tanto el interés, que pronto, y en pleno invierno, se organizó un viaje en autocar a Garabandal. Entre los que se apuntaron, estaba una señorita bastante frívola y mundana. ¿Qué la llevaba ahora a Garabandal, en el frío enero de 1962?
Los peregrinos llegaron al lugar de las apariciones el día 18 de enero, jueves. La tarde de ese día, la joven segoviana logró introducirse en la casa de Ceferino; pero no mucho: hubo de quedarse cerca de la puerta. Había allí un banquillo arrimado a la pared y lo aprovechó inmediatamente, poniéndose de pie encima. Así podría captar de algún modo, aunque de lejos, lo que no podía seguir de cerca.
Llegó el momento del éxtasis de Loli: fue, como tantas otras veces, en la cocina de la casa. La joven de Segovia tenía que resignarse a ver a través de lo que veía en los espectadores mejor situados. Pero ya esto solo le iba haciendo no pequeño efecto; y es que el ambiente que normalmente se formaba en torno a los éxtasis, aun por parte de los más habituados, era de gran respeto religioso. En tal ambiente de silencio y expectación, pudo reflexionar, enfrentarse con su conciencia, sentir la proximidad del misterio. Le pidió a la Virgen:
-- "¡Virgen Santísima! Si esto es verdad y Dios quiere algo de mí, estoy dispuesta a lo que sea. ¡Renunciaré a todo y me haré religiosa! Sólo te pido, a cambio, la salvación de quien Tú sabes."
Llena de angustia, levantó una vez más su clamor interior a la dulce Madre que estaba presente allí, no lejos de ella:
-- "¡Virgen Santísima! Si todo esto es verdad, si todo esto viene de Ti, ¡que la niña venga a darme a besar el crucifijo!, ¡que venga a mí primero que a nadie!"
Apenas la petición se había formulado en lo más recóndito de su conciencia, Loli se levanta del pavimento de la cocina, donde estaba arrodillada; se abre paso por entre los apretujados y asombrados espectadores, y va derecha hacia ella.
La joven presiente lo que va a ocurrir, una emoción indescriptible la domina; pero no tiene tiempo de pensar ni de hacer nada: Loli está ya delante y, sin mirarla, levanta certera el crucifijo hasta sus labios y se lo da a besar una y otra vez.
La segoviana, como ya no puede más, baja de su banquillo y trata de achicarse y esconderse entre las muchas personas que hay allí; pero es inútil: la pequeña vidente la sigue, sin verla, y de nuevo, repetidamente, entrega la sagrada imagen a sus besos. La respuesta de la Santísima Virgen era clara y maravillosa.
Pues no quedó ahí. En lo que aún duró la jornada, cada niña que salía en éxtasis por la calle, indefectiblemente, iba en busca de la segoviana, para ofrecerla, a ella antes que a nadie, la imagen del Redentor.
Había llegado a Garabandal acompañada de su madre; ambas encontraron hospedaje en casa de Piedad, que les cedió una humilde habitación. Ya bien entrada la noche, se retiraron a ella y se acostaron. Pero aquellas pocas horas de cama no fueron precisamente horas de sueño; al menos para la hija, que no cesó de llorar.
La madre, que no podía conocer lo que a la hija le había ocurrido por dentro, comentaba al día siguiente:
-- "Algo muy gordo ha tenido que pasarle... ¡En toda la noche no ha parado de llorar! Y yo no me acuerdo si la he visto llorar alguna vez.
La joven de este relato, cuyos datos personales son muy conocidos, hace ya años que vive su consagración a Dios en una Comunidad Religiosa. Y no puede ni quiere olvidar que su camino hacia Dios pasó sus horas decisivas en el pueblo, tan querido para ella, de las Apariciones de la Virgen.
La Virgen quiere que hagamos Sacrificios y Penitencia.
Dice Conchita en su diario:
-- "A mí, por Semana Santa, me mandó la Virgen que fuera a las cinco de la mañana a rezar el rosario en "la calleja"; y así fui, porque la Virgen siempre quiere que hagamos penitencia."
Un éxtasis conmovedor el día 20 de Abril, Viernes Santo de 1962:
Mari Loli tuvo éxtasis, cayendo de rodillas en el primer piso de su casa. Se hizo un silencio general y al poco bajó por las escaleras mirando hacia arriba con expresión arrobada. Mari Loli se acercó a la mesa donde tenía los objetos que había de presentar a la Virgen y empezó a darlos a besar. Luego, agarrando la cruz, salió a la calle.
Santísimo Cristo milagroso de Limpias (Cantabria)
Era, el día del Viernes Santo, tan extraordinariamente celebrado en España. El éxtasis de Loli tiene lugar al oscurecer, después de una tarde santificada, primero, por los oficios litúrgicos, a los que ha asistido todo el pueblo, y después, por el Vía Crucis que muchos han hecho y su salida a la calle coincide con la hora en que por todas nuestras poblaciones van haciendo su recorrido las procesiones del Viernes Santo.
El paso de la niña era ligero, armonioso, regular. Parecía como si anduviera por un pavimento bien liso y bien llano; no existía para ella lo que se veía por el suelo: cascotes, charcos, piedras, barrizales. Después de detenerse a la puerta de la iglesia, emprendió la subida hacia los Pinos. La Virgen daba a besar a la gente, una y otra vez, el Crucifijo, a su Hijo en la Cruz, Jesucristo, nuestro Redentor.
La noche estaba santificada por la Soledad y el Dolor de María, que acababa de ver muerto y sepultado al mejor de los hijos. Mari Loli bajó luego de espaldas, la vista siempre en alto, sorteando obstáculos y socavones. Al entrar en el pueblo, se unió a Jacinta; sonrieron al encontrarse, y después daban a besar el crucifijo, y caminaban cogidas del brazo. Jacinta salió del éxtasis en la puerta de la iglesia, y Loli regresó a su casa todavía en trance.
El señor Mándoli recibe un prueba.
El señor Mándoli, recién llegado a Garabandal, aunque creyente, no admitía las apariciones; de pronto vio como Conchita se desviaba de su camino y venía derecha hacia él para darle a besar el Crucifijo, pero él lo rehuía. Conchita, siempre con la cabeza hacia atrás, le seguía con su Cruz, hasta que consiguió que la besara.
El señor Mándoli confesó emocionado que acababa de pedir a la Virgen, que si aquello era cierto, Conchita le buscara para hacerle besar el crucifijo.
Aquella Semana Santa de 1962, 15-22 de abril, primera Semana Santa en el Garabandal de las Apariciones, dejó huellas imborrables.
A. M. D. G. et B. M. V.
Ad Maiorem Dei Gloriam et Beatae Mariae Virginis
A Mayor Gloria de Dios y de la Bienaventurada Virgen María.