Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 292

 

Un profesor de la Universidad de Lyon (Francia)
 sana de enfermedad terminal.

 

Otro profesor, compañero suyo de Universidad, vino
 a Garabandal y pidió a la Virgen por su curación.

 

Peregrinos rezando delante del Pino de la Virgen en 1965. Conchita y Loli están arrodilladas en el centro, dirigiendo el rosario. Se ve, a la derecha de la foto, junto al paraguas de la derecha, a Mercedes Salisachs.

 

 

Un profesor de la Universidad de Lyon (Francia), sana de enfermedad terminal. Otro profesor, compañero suyo de Universidad, vino a Garabandal y pidió a la Virgen por su curación.

Este caso es muy conocido entre los peregrinos que subieron a Garabandal en la década de 1970. El peregrino francés estaba feliz de que su amigo había curado. Su familia está inmensamente agradecida a la Santísima Virgen de Garabandal.

Siendo ya enfermo terminal y desahuciado por los médicos ya toda su familia esperaba su muerte. Un compañero suyo peregrinó a Garabandal y pidió a la Virgen por su curación. Entregó a su compañero una medalla, con una reliquia besada por la Virgen, que él tenía y que era un obsequio personal del P. Laffineur. Por primera vez, el enfermo se sentía feliz, pues rezaba a la Virgen para que pidiese a Dios el milagro de su curación.

Puso la medalla e inmediatamente empezó a mejorar hasta el punto de que todas sus dolencias desaparecieron. Los médicos dijeron que, de modo inexplicable, todo el proceso terminal había remitido.

Ya no quiso devolver la medalla a su compañero porque decía que, por medio de la medalla besada, se había obrado su curación, tal como lo prometió la Santísima Virgen:

-- Jesús, mi Hijo, hará prodigios por medio de los objetos besados por Mí.

 

De este modo, aun cuando era un regalo personal, su compañero pidió al P. Laffineur otra medalla para él y fue de esta manera que el P. Laffineur se enteró de este milagro. Este profesor dijo al P. Laffineur:

-- Padre, déme otra medalla para mí, porque, la que me ha obsequiado, la lleva mi compañero con gran alegría y me dice que la lleva puesta y que ya no se la quitará jamás.

 

 

A. M. D. G.  et   B. M. V.

Ad Maiorem Dei Gloriam  et  Beatae Mariae Virginis

A Mayor Gloria de Dios y de la Bienaventurada Virgen María.

 


 

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