Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 305
Un suceso que impresionó al P. Ramón.
Los extraordinarios sucesos entorno al 15 de Agosto
de 1961, fiesta de la Asunción de la Virgen.
Dice el P. Ramón María Andreu S.J.:
"Era el día 14 de agosto. Venía de enterrar a mi hermano Luis, y acababa de llegar a Garabandal. Un muchacho de Burgos se acercó para decirme: "Hemos oído a las niñas durante su éxtasis: "¡Ay, qué bien! Entonces, ¿vamos a hablar con el P. Luis?"
"Aquello me dejó totalmente decepcionado. Me pareció que se trataba de un caso típico de autosugestión: la inesperada muerte de mi hermano había sacudido demasiado fuertemente el espíritu de las niñas, y allí estaba el resultado. Quise marcharme inmediatamente de Garabandal.
–Sin embargo, allí se quedó.
–Efectivamente, allí me quedé. Pero fue porque mis acompañantes no tenían las mismas prisas que yo.
–¿Qué pasó después?
–Me fui donde las niñas en éxtasis, y me puse a escuchar sus "conversaciones" con o sobre el P. Luis... Al cabo de unos minutos, ya no sabía qué pensar. ¡Estaba verdaderamente estupefacto!.
Foto: P. Luis María Andreu S.J.
Las niñas, al repetir las palabras de su visión, iban dando cuenta de la muerte de mi hermano y del desarrollo de sus funerales, con detalles muy precisos sobre los ritos especiales del entierro de un sacerdote. Hasta sabían que en el del P. Luis había habido ciertas excepciones a las reglas tradicionales sobre la manera de amortajar el cadáver; por ejemplo, no se le había puesto el bonete en la cabeza, y en lugar de cáliz se le había colocado un crucifijo entre las manos. Las pequeñas daban incluso la razón de estas variantes.
"En otra ocasión les escuché que mi hermano había muerto sin haber hecho su profesión, como así era verdad. Hablaron también de mí y de mis votos: ¡Conocían exactamente la fecha, el lugar donde yo los había pronunciado y el nombre del jesuita que los había hecho conmigo!"
"Comprenderéis mi asombro, mi estupefacción, ante una sarta tal de detalles rigurosamente exactos, que las niñas no habían podido conocer de ningún modo por conductos humanos..."
De otras anotaciones y de las notas de don Valentín, el párroco:
El día 14 vino otra vez el P. Andreu; estuvo con las niñas casi todo el día, y por la noche hasta las tres. También estuvieron ese día en el pueblo don Alberto Martín Artajo (ex Ministro de Asuntos Exteriores), y el P. Lucio Rodrigo (jesuita profesor de Comillas); hacia las diez de la noche:
"Salen las niñas en marcha extática, la cabeza levantada. Recorren las calles del pueblo, a veces, juntas, a veces, separadas. Cuando se juntan en algún punto, prorrumpen en exclamaciones de alegría".
Jacinta y Loli en éxtasis.
Prosigue el P. Ramón:
"Así, por dos largos ratos, de diez a doce. El público las sigue rezando; pero es difícil marchar a todas partes con ellas, porque van de prisa... y no tienen ningún tropiezo, ni con las muchas piedras que hay, esperándolas en algún punto, porque las vueltas por el pueblo son constantes, en todas direcciones y por todas las callejas. En una de esas pues han oído a las niñas hablar de mi hermano y decir: 'Entonces, ¿le oiremos hablar?... ¡Ay, qué gusto! ¡Era más bueno!' "
Ese día, 15 de agosto de 1961, subió por primera vez a Garabandal don Celestino Ortiz Pérez, médico de Santander, especialista en Pediatría que posteriormente hizo un extenso y documentado informe sobre la autenticidad de las Apariciones.
Escribe él: "Subí con mi familia. Estuve allí desde las siete de la tarde hasta las seis de la mañana, en que tuve que marcharme para llegar a tiempo a mis obligaciones. No vi nada. Los míos se quedaron en el pueblo hasta las nueve de la mañana, en que les fueron a recoger. Fue en esa visita cuando conocimos al P. Ramón María Andreu; por cierto que éste, al enterarse de que yo era médico, mostró mucho interés en que examinara a las niñas."
Del diario de Conchita (16 de Agosto de 1961):
"A las ocho o nueve de la noche, se nos apareció la Virgen muy sonriente, como siempre, y nos dijo a las cuatro: Vendrá ahora y os hablará el P. Luis. Y al poco rato vino, y nos llamó una por una; pero nosotras no le veíamos, nada más que le oíamos: su voz. Era exactamente igual que cuando hablaba en la tierra. Y cuando ya habló un rato, dándonos consejos, nos dijo también alguna cosa para su hermano el P. Ramón; y nos enseñaba palabras en francés, y a rezar en griego. También nos enseñó palabras en alemán y en inglés. Y al cabo de un rato, ya no sentíamos su voz, y nos hablaba la Virgen y estuvo un momento más y se marchó."
En la edición francesa del diario de Conchita se recoge esta declaración del P. Ramón María Andreu: "Ciertamente, las niñas han hablado más de una vez en lenguas extranjeras. Yo mismo he escuchado a una de ellas recitar el avemaría en griego. Y tengo en mi poder una carta de Conchita, de la que quisiera repetiros íntegramente varios párrafos, en los que me da cuenta de las cosas que aprendió en francés, por habérselas oído, en éxtasis, a mi hermano".
Fue en estas visitas de la madre, cuando se oyó el avemaría, la primerísima plegaria mariana, precisamente en griego. ¿No fue en esa lengua en la que se escribió por primera vez? ¿No fue de esa lengua de la que se tradujo a todas las demás? Y la lengua griega, lengua de la primera Iglesia ecuménica, sigue siendo el símbolo de una porción importantísima de cristianos de hoy, que deben encontrarse con nosotros en una misma comunión de fe y caridad.
A. M. D. G. et B. M. V.
Ad Maiorem Dei Gloriam et Beatae Mariae Virginis
A Mayor Gloria de Dios y de la Bienaventurada Virgen María.