Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 338
Conversión del P. Manuel Muela, párroco de Vega de Liébana.
La Santísima Virgen de Garabandal
le curó de adicción al tabaco en un solo día.
Padre Manuel Muela con Don Santiago Lanús
y Sonia (madre de Santiago)
El P. Manuel Muela, con su inseparable sotana, es Párroco de Vega de Liébana y de 22 parroquias más (2011). Vega de Liébana pertenece a la comarca de Liébana, Cantabria, España, en la cordillera cantábrica, al pie de los Picos de Europa.
Dice Don Manuel:
La regeneración de la fe católica en mi familia y ámbito familiar se debió a la Virgen de Garabandal. Tengo 48 años (entrevista del 2009), nací el 16 de abril de 1961, día de Santo Toribio de Liébana, en Salcedo, valle de Piélagos, cerca de Torrelavega. Soy el primogénito de cuatro hermanos, tres hermanos y una hermana (la mas pequeña), todos ellos casados.
Soy (padre Manuel, manolo) hijo de Rosa María, quien mantuvo la fe católica en mi familia. El 12 de enero de 1986 fue mi conversión, el día 9 jueves, sentí una fustracción e insatisfacción muy grande. Tomé un Crucifijo de un cajón de mi padre Manuel y lo llevé conmigo.
El Crucifijo era de tamaño como la palma de la mano, como de misionero, pero más pequeño, desgastado, lo llevé siempre conmigo. El 6 de enero de 1986 lo perdí, era mi gran compañero. No rezaba, ni iba a Misa ni practicaba. Con esa inquietud, visité a Mercedes en Astillero, quien me habló de Garabandal. Se iba encendiendo una luz en mi corazón esa tarde en su piso. Mercedes vivía la devoción a la Virgen de Garabandal, me desahogué, le dije que perdí mi Crucifijo.
Mercedes me dijo: "manolín, cada segundo domingo de mes voy a Garabandal, este jueves 9 de enero, vas a subir a Garabandal y encontrar el crucifijo allí", yo lo creí firmemente. Me dije, voy a subir y fui solo en mi coche. El compromiso con Isabel, mi novia, lo dejé. En casa, conmoviendo Dios mi alma, yo estaba llorando como un magdaleno.
Entendí que la pérdida del Crucifijo era la señal de haber perdido a Cristo, de perder el norte de mi vida. He perdido a Dios, he perdido todo. Sentía podredumbre, vacío. Dormía en una habitación con mi hermano que no estaba casado, y toda la noche tuve un llanto amargo.
Recordé lo que me dijo Mercedes de subir a Garabandal, y ese jueves fue saludable. Teníamos una partida de ajedrez, del campeonato, pero ese domingo acabe pronto y perdí la partida, mi pensamiento estaba en ir lo mas pronto y solo a Garabandal. Allí, solo, nadie me conocía y yo estuve oyendo misa. Sobre la una de la tarde, terminó la Misa, observaba todo, un sacerdote mayor confesando, me vio y me dijo: ¿qué haces aquí muchacho? pero todavía no me confesé.
Conocí a Pepe Diez, mientras comía, y tuve esperanza de encontrar la Luz, luego fui al Viacrucis, aunque no sabia rezar; cuando terminó, una señora, me preguntó: ¿por qué has venido?, le dije: estoy buscando a Dios. Miguel González Gay creó un movimiento de piedad con meditaciones hermosísimas, e hizo una alusión en la Cuarta Estación: "el Señor habla de un alma: "hoy entre vosotros hay un Alma que yo amo pero que no sabe decir ¡ten compasión de mi!. Yo, que soy Misericordia, le digo rompe tus ligaduras con el pasado y Yo te pondré en manos de María tu Madre y serás libre".
Me dio un escalofrío cuando me dieron a besar un Crucifijo, ya que, media hora después, oí la grabación del Viacrucis. Sentí el perdón de mis pecados que habría de confesar poco tiempo después. Salí del pueblo con una alegría enorme. y eso que no me confesé todavía pero tenía el propósito de hacerlo y encontré el Crucifijo, es decir a Jesucristo. Con el tiempo también encontré el Crucifijo que había perdido. Feliz y contento viajé hora y media de vuelta a casa.
Al mes siguiente, Isabel, mi novia, tuvo conmigo una enconada lucha por apartarme de este ambiente. Ella no tenía fe y estaba decidida a apartarme de ese grupo de Oración. En Febrero no fui a Garabandal, en Marzo sí y me confesé con ese Sacerdote de Bilbao, hice una confesión lo mas completa posible el día 9 de Marzo de 1986, donde estaba el grupo de Oración del Padre de Pío. Aprendí a rezar, a reconstruir mi vida.
Este grupo eran muy creyentes, y tuve mucha paz de nuevo, pero el 10 de junio tuve una división interior por causa de mi novia. Dios, quería que fuese un buen cristiano, pero esa mujer no, el demonio se valió de ella. Creo que ahora, Isabel, ya está bastante cambiada, recé por ella en el Seminario.
Mi madre dudaba de Garabandal, pensó podría ser una secta, tenía noticias confusas sobre Garabandal, y me dijo que lo abandonase, que podría ser peligroso. Isabel ya 3 años de novios, pensaba como mi madre. Mi madre me dijo: "Si eso es cierto quiero ver hechos, el primero deja de fumar". Yo fumaba de 2 a 3 paquetes de tabaco con facilidad. Esa misma noche fui a por tabaco a un bar y me puse a rezar en mi habitación. Por mi fuerte dependencia, paré de rezar para fumar de rodillas, pero de repente no sentía necesidad de fumar, tiré por la ventana el tabaco. Continué rezando, me acosté, sentí claramente la presencia de la Virgen, sentía que estaba allí, sentí movimientos en el pecho y pulmones con una paz muy grande y alegría enorme por el bienestar: "me estaba curando la Virgen, era feliz".
Respiraba cada vez mejor, antes tosía, ahora no, salía de mi boca algo amargo que venía de la garganta y yo rezaba con el gozo de la presencia de la Santísima Virgen. Yo estaba como inmovilizado en cama. Al cabo de una hora, a hora y media, le dije a la Virgen: ¡déjame dormir!. Así fue y luego me levanté, le dije a mis padres: "mamá, el milagro ya lo hizo la Virgen". Oí decir a mis padres: "este hijo nuestro se ha trastornado", pero yo me volví a acostar. Cada vez respiraba mejor, los pulmones oxigenados, un contraste grande. Al día siguiente, segando hierba me sentía como si flotase y no me cansaba. Me dejaron de fumar. Le dije a mi padre Manuel: "papá, ¡no es de la casualidad!, esto es de Dios, de la Virgen de Garabandal, la Virgen dio esa prueba a mamá". Le conté a mi sacerdote del Opus Dei, don José Luis que me dijo vete al médico, pero le dije: estoy segurísimo que estoy curado, no voy.
Mi madre se convenció, luego hubo mas conversiones, ella misma frenó a una tía de Canarias, mi madre la dijo: Pili es inútil, todos los ceniceros están vacíos y era desordenado y ahora cambió, aquí la Virgen le dio y me dio esta prueba. Era un 10 de junio, pasaron los meses y en invierno, el 9 de diciembre le parecía mal todo a Isabel, mi novia, yo acudí a la Adoración Nocturna en Torrelavega, a 8 o 10 kilómetros, y volví a casa.
Me telefoneó mi novia, y estuvimos hablando, dos horas. Ella quería que volviese a las andadas. A las 5 de la mañana vi que el rostro de Jesús en una estampa lloraba. En el ojo derecho se formó una lágrima. ¿El Señor llorando?, esto es que me quiere para sí. Me fui tres días a Garabandal y le dije a papá, puse una tienda de campaña en los Pinos.
Tuve antes un sueño en el que me decían: "13 de diciembre, sábado, ¡que poco tiempo queda!". Fui a Garabandal a hacer tres días de ayuno y oración, a romper con el pasado. La noche del 12 a 13 diciembre hablaba con la Virgen, le pedía, le contaba de rodillas toda mi vida, pasé horas en la Iglesia ante el Santísimo. Sobre las doce, de la noche, en la tienda, en medio de los pinos, vino un aire fuertísimo, se iluminaba todo alrededor, color naranja, luego pensé que ese aire y esa Luz, es símbolo de la presencia del Espíritu Santo.
Pasadas las Navidades me llamó una señora de Barcelona que me dijo: "la Virgen me dice que vas a ser sacerdote". Yo le dije: solo quiero vivir un buen matrimonio cristiano. Pero empezó en mi un proceso interior, la vocación, sentí la llamada muy clara, sin palabras, y la necesidad de consagrarme para ser sacerdote. Hice visitas periódicas a mi párroco, me dio criterios seguros para discernir y fue creciendo la luz, fui a Fátima dos o tres veces. El Señor me llamaba, se lo dije a Don José Luis, mi párroco.
Finalmente me presenté al rector del Seminario, D. Carlos Osoro, hoy Arzobispo de Valencia, le expliqué todo. Don Carlos me quiere muchísimo, nunca escondí lo de Garabandal, nunca me pusieron ninguna pega, ni tampoco don Juan Antonio del Val el Obispo de Santander. Don Carlos siempre me prestó su apoyo secreto a mis visitas frecuentes a Garabandal, bajaba muy lleno de Dios, enseguida ingresé en el Seminario, homologué parte de los estudios debido a mi carrera y formación y luego estudié seis años filosofía y teología.
Siempre acudía a la Virgen de Garabandal con frecuencia, procurando difundir el perfume de la Virgen, ya que se quedó allí, en Garabandal, a esperar las futuras generaciones: "uno soy yo". Mi abuela Juana enseguida fue mi gran compañera en Garabandal. Mi padre tuvo una gran conversión. Luego mi hermano, líder social y jefe de una banda, iba al desastre, pero tuvo una conversión asombrosa en Garabandal.
Las gentes ahora enmudecieron ya que mi hermano ahora es un ejemplo para todos como padre y esposo y con gran carisma social. Josefina, la escritora, conoce a mi hermano. Su esposo fue médico y testigo, era un doctor muy acreditado. A sus 88 años, Josefina tiene gran lucidez. Garabandal es maravilloso y hago peregrinaciones, andando por Peña Sagra, desde Vega de Liébana, unas 7 horas de camino.
Se puede hacer una gran bien al difundir estas Apariciones, es patrimonio de Dios.
P. Manuel Muela.
A. M. D. G. et B. M. V.
Ad Maiorem Dei Gloriam et Beatae Mariae Virginis
A Mayor Gloria de Dios y de la Bienaventurada Virgen María.