Las Apariciones de la Virgen María en San Sebastián de Garabandal

 

Diario de Conchita.

 

De izquierda a derecha, las niñas videntes:
Conchita, Mari Loli, Jacinta y Mari Cruz.

 

San Sebastián de Garabandal, 1962.

María Concepción González, 13 años.

 

Voy a relatar en este libro mis apariciones y mi vida corriente.

El mayor acontecimiento de mi vida fué el día 18 de Junio de 1961 en San Sebastián. Sucedió de la siguiente manera:

Era un domingo por la tarde. Nos encontrábamos todas las niñas jugando en la plaza. De repente, Mari Cruz y yo, pensamos ir a coger manzanas y nos dirigimos directamente allí, sin decir nada a nadie que íbamos a coger manzanas. Las niñas, al ver que nos alejábamos las dos solas, nos preguntaron:

-- ¿A dónde váis?.

Nosotras les contestamos:

-- Por ahí.

Y seguimos nuestro camino, pensando cómo íbamos a apañarnos para cogerlas. Una vez ahí, nos pusimos a coger manzanas y, cuando estábamos más entusiasmadas, vimos llegar a Loli, a Jacinta y a otra cría que venía a buscarnos. Al vernos coger manzanas exclamó Jacinta:

-- ¡Ay Conchita, que coges manzanas!.

-- Calla, le contesté yo, que te oye la señora maestra y se lo dice a mi mamá.

Yo me escondí entre las patatas y Mari Cruz echó a correr por las tierras. Entonces Loli exclamó:

-- No corras Mari Cruz que te vimos, ya se lo diremos al dueño.

Entonces Mari Cruz vuelve a donde mi y salimos de nuestro escondrijo para reunirnos todas. Estando hablando, llamaron a la cría que venía con Jacinta y Loli, y se fue. Nos quedamos las cuatro solas y pensándolo mejor, nos volvimos las cuatro a coger manzanas.

Cuando estábamos más divertidas, oímos la voz del maestro, quien al ver que se movían tanto las ramas, creyó que eran las ovejas y le dijo a su mujer Concesa:

-- Vete al huerto, que andan las ovejas donde está el manzano.

Nosotras, al oírlo, nos entró mucha risa. Cuando ya nos llenamos los bolsillos echamos a correr para comerlas más tranquilamente en el campo o sea en la calleja. Estando entretenidas comiéndolas, escuchamos un fuerte ruido como de trueno.

Y nosotras exclamamos a la vez:

-- Parece que truena.

Esto sucedió a las ocho y media de la noche. Una vez terminadas las manzanas digo yo:

-- ¡Ay que gorda!, ahora que cogimos las manzanas, que no eran nuestras, el demonio estará contento y el pobre Angel de la Guarda estará triste.

Entonces empezamos a coger piedras y a tirárselas con todas nuestras fuerzas al lado izquierdo. Decíamos ahí estaba el demonio. Una vez cansadas de tirar piedras y ya más satisfechas, empezamos a jugar a las canicas con piedras.

De pronto, se me apareció una figura muy bella, con muchos resplandores que no me lastimaban nada los ojos. Las otras niñas, Jacinta, Loli y Mari Cruz, al verme en este estado, creían que me daba un ataque, porque yo decía con las manos juntas:

-- ¡Ay!, ¡Ay!.

Cuando ellas ya iban a llamar a mi mamá se quedaron en el mismo estado que yo y exclamaron a la vez:

--¡Ay, el Angel!.

Luego hubo un cierto silencio entre las cuatro y de repente desapareció. Al volver normales y muy asustadas, corrimos hacia la Iglesia, pasando de camino por la función del baile que había en el pueblo. Entonces, una niña del pueblo que se llama Pili González nos dijo:

-- ¡Qué blancas y asustadas estáis!. ¿De dónde venís?.

Nosotras, muy avergonzadas de confesar la verdad, le dijimos:

-- De coger manzanas.

Ella dijo:

-- ¿Por eso venís así?.

Nosotras le contestamos todas a una:

-- ¡Es que hemos visto al Angel!.

Ella dijo:

-- ¿De verdad?.

Nosotras:

-- Sí, sí.

Y seguimos nuestro camino en dirección a la Iglesia, y esa chica se quedó diciéndoselo a otras. Una vez en la puerta de la Iglesia y pensándolo mejor, nos fuimos detrás de la misma a llorar y nos encontramos a unas crías que estaban jugando y al vernos llegar dijeron:

-- ¿Por qué lloráis?.

Y nosotras le dijimos:

-- ¡Es que hemos visto al Ángel!.

Y echamos a correr a comunicárselo a la Señora Maestra. Una vez terminamos de llorar, volvimos a la puerta de la Iglesia y entramos en ella y en aquel mismo momento llegó la Señora Maestra, toda asustada, y nos dijo:

-- Hijas mías, ¿es verdad que habéis visto al Ángel?.

y nosotras le respondimos:

-- Si Señora.

y ella exclamó:

-- a ver si es imaginación vuestra.

y nosotras volvimos a insistir:

-- No Señora, no, que le vimos bien.

Ella enseguida dijo:

-- Vamos a rezar una Estación a Jesús Sacramentado en acción de gracias.

Cuando hemos terminado de rezar la Estación, nos fuimos para nuestras casas. Ya eran las 9 de la noche y, cuando he llegado a mi casa, mi mamá me dice:

--¿No te he dicho yo que a casa se viene de día?.

Yo, toda asustada por las dos cosas, por haber visto aquella figura tan bella y por venir tarde a casa, no me atrevía a entrar en la cocina y me he quedado junto a la pared, muy triste. Le digo yo a mi mamá:

-- He visto al Angel.

Ella me respondió:

-- Todavía de venir tarde a casa, me vienes diciendo esas cosas.

Yo la respondí de nuevo:

-- Pues yo he visto al Angel.

Ella me respondió lo mismo, pero ya más dudosa de que yo hubiese visto al Angel. Esto fue a las nueve y cuarto de la noche y después, esa noche, no hablamos más de ello fue una noche corriente, igual que las otras sin hablar nada ni nada.

 

Ha llegado el dia 19.

Cuando nos hemos levantado, la gente ya empezaba a hablar:

-- Esas cuatro niñas algo vieron porque bajaron con unas caras.

Y respondian otras:

-- Fue un pájaro de esos grandes, como era algo de noche.

Y otras decian si no sería algún nene que vino a donde ellas y estarían soñando. Bueno, todo era pensar, cada uno una cosa. Fue un dia que nada más hablaban de eso. A nosotras nos preguntaban que cómo era y nosotras, todas contentas de la bella figura que habiamos visto, lo decíamos muy contentas porque algunas personas dudaron que si sería verdad. Nosotras decíamos cómo era, cómo iba vestido y resplandenciente y lo más de la gente se reía de nosotras pero a nosotras lo mismo nos daba, como sabíamos que era verdad.

Estas conversaciones se hablaron a las diez de la mañana, cuando ya nos íbamos a la escuela y cuando llegamos a la escuela la señora Maestra nos dijo:

-- ¡Oh!, hijas mias, ¿estáis seguras de lo que me dijísteis ayer?.

Nosotras la respondimos a la vez:

-- Si señora, hemos visto al Angel.

 Entre nosotras, estaban las niñas de la escuela, todas admiradas de lo que decíamos y nosotras, en la escuela, hacíamos como siempre, sin preocupación ninguna. A la una, que salíamos de la escuela, cada una se dirijió a su casa. Jacinta y Mari Cruz iban juntas y se han ajuntado con el párroco del pueblo Don Valentín Marichalar que les dijo todo asustado:

-- A ver, a ver, ¿es verdad que vísteis al Angel?.

Ellas le dijeron a la vez:

-- Sí señor.

El les repuso:

-- No sé, no sé si no os engañaréis.

Ellas sonrieron:

-- No, no tenga miedo, que nosotras hemos visto al Angel.

Y luego siguieron su camino para sus casas y el párroco caminaba a ver donde estaba yo y me ha encontrado ya cerca de mi casa. Ha llegado todo nervioso y me ha dicho:

-- Conchita, sé sincera, ¿qué visteis anoche?.

Yo se lo expliqué y él me escucha muy atento.

-- ¡Bueno!, pues, esta tarde, si le véis le preguntáis que quién es y a qué viene, a ver que te responde.

Yo le dije que lo haría y el párroco se marchó a hablar con Loli a ver si coincidíamos todas igual y yo seguí mi camino para mi casa, y él le preguntó a Loli igual que a nosotras tres y le respondió igual que nosotras y él, ya cada vez más impresionado porque coincidíamos las cuatro igual, dijo:

-- ¡Bueno!, vamos a esperar dos o tres dias más para ver qué os dice o para ver si seguís viendo aquella figura tan bella que era el Angel y, dice el párroco, entonces iré donde el señor Obispo.

Nosotras a nuestras cosas como siempre. Llegamos a casa, comimos y después fuimos de nuevo a la escuela, que entrábamos a las tres de la tarde, y después, cuando hemos salido, cada una iba a su casa.

En mi casa estábamos haciendo una pequeña obra y nosotras comprábamos leche. La señora a quien le comprábamos leche, me dijo:

-- ¿Es verdad que vísteis al Angel?. ¿Cómo le visteis?.

Yo se lo expliqué y ella lo escuchaba con mucha atención y me dice así, sonriendo:

-- Como yo a tí te tengo muy tratada, lo creo que veas al Angel pero en las otras nó.

Yo le dije:

-- Pues sí, le vimos las cuatro: Loli, Jacinta, Mari Cruz y yo.

Ella no me dijo nada y yo ya me fui para mi casa con la leche y he llegado a casa y le dije a mi mamá:

-- Mamá, yo me voy a rezar a la calleja.

El que nos hacía la casa, su nombre es Pepe Díez, y mi hermano Aniceto González, que le ayudaba, lo oyeron que se lo decía y el señor Pepe se reía y decía:

-- Sí, dejarla ir, ¿por qué no la vas a dejar ir a rezar?.

Dice mi hermano:

-- No se te ocurra. Para que se ría la gente de tí y de nosotros, que dirán que andas diciendo que veis al Angel y es mentira. ¡No se te ocurra!.

Yo claro se lo insistía a mi mamá y cuando ya estaba diciéndoselo de nuevo a mi mamá, me llamaron las otras tres niñas y mi mamá se puso nerviosa y dijo:

-- ¡Ay Dios mío!, ¡en qué lío os habéis metido!.

 Y nosotras le decíamos que en ninguno y entonces, mi mamá, dudadndo de si sería verdad y con tal que la dejara en paz, me dejó ir. Muy contentas nos fuimos a ese lugar llamado calleja, un trocito de cielo.

La gente nos decía:

-- ¿A donde váis?.

Nosotras les decíamos:

-- A rezar a la calleja.

La gente riéndose de nosotras nos decía:

-- ¿Para qué no vais a rezar a la Iglesia, para qué vais a aquella callejona?.

Nosotras le respondímos a la vez:

-- Porque ayer se nos ha aparecido el Angel y vamos a rezar para ver si se nos aparece hoy.

Ellas se reían de nosotras pero nosotras seguimos nuestro camino al sitio donde se nos había aparecido el Angel a ver si se nos aparecía otra vez. Ese sitio, yo le puse de nombre "la calleja". Cuando ya llegamos a la calleja nos pusimos a rezar y la gente y los niños y niñas que nos veían ir allá iban a echarnos. Los niños que nos veían, escondidos entre unas tierras que tenían maíz, nos tiraban con piedras a nosotras y nosotras nos mirábamos unas a otras y decíamos:

-- ¿Cómo nos tiráis piedras?.

Nosotras les decíamos que no tiraran piedras y ellos se reían de nosotras y nos volvían a tirar. Nosotras allí, rezando el rosario, nos quedábamos esperando a ver si venía. Estaba el cielo muy nublado y hacía mucho cierzo y cuando ya se nos hizo tarde nos bajamos para la Iglesia y nos hemos encontrado a la Señora Maestra que nos ha preguntado.

-- ¿Habéis ido hoy a la calleja?.

Y nosotras le respondimos muy tristes por no haberle visto:

-- Sí señora, pero no hemos visto nada.

 Ella nos dijo:

-- No os preocupéis. ¿Sabéis por qué es?: porque está muy nublado y por eso no viene.

Eran las ocho y cuarto de la noche. Fuimos a hacer una Visita al Santísimo y después nos hemos ido para nuestra casa y a mí me ha preguntado mi mamá:

-- ¿Has visto al Angel?.

Le dije que nó, que hoy no le hemos visto y después nosotras hicimos nuestras labores como siempre; hemos cenado y nos hemos ido a dormir a las diez menos cuarto. Hemos empezado a rezar y entonces oimos una voz que decía:

-- No os preocupéis que me volveréis a ver.

Nosotras, todas asustadas, hemos seguido rezando con toda devoción hasta que nos hemos dormido. Todo esto ha sucedido el dia 19 de Junio del año 1961.

 

Ha llegado el dia 20.

Nosotras hiciendo nuestra vida corriente igual que el anterior. La gente seguía con los mismos comentarios pero ya cambiados a que si sería una imaginación nuestra, como no le habíamos visto el dia 19, la gente ya creía que no se nos volvería a aparecer, como no sabían lo que había pasado por la noche, nosotras no se lo habíamos dicho a nadie.

Cuando ya ha llegado la tarde del dia 20 y yo y las otras niñas hicieron la misma labor que el dia anterior, cuando salimos de la escuela, cada una nos íbamos para nuestras casas y cuando hemos llegado a nuestras casas le hemos dicho a nuestras mamás que nos íbamos a rezar a la calleja.

A mí, mi mamá me dijo que nó, que a qué quería ir a rezar a la calleja, que fuera a la Iglesia. Mi mamá ya estaba muy preocupada y todos los padres y hermanos nuestros, porque tenían una lucha muy grande, porque si se inclinaban a la verdad, también pensaban al contrario.

Cuando yo estaba diciéndoselo a mi mamá, llegaron a mi casa las tres niñas, Loli, Jacinta y Mari Cruz y le dicen ellas a mi mamá:

-- ¿Por qué no la deja ir?.

Exclamaron las otras tres niñas:

-- ¡Déjala ir, déjala ir!.

Dijo mi mamá:

-- Pero a qué vais a ir, ¿a hacer el tonto?.

 Nosotras le decíamos a la vez que no vamos a hacer el tonto, que vamos a rezar a ver si viene el Angel y exclamó mi mamá:

-- Nó, yo no la dejo ir con vosotras, Conchita no vá.

Ellas se iban muy lentas y ya no se veían porque las tapaba una pared y se escondieron alli para que no las viera mi mamá y yo entonces me quedé muy triste y entonces mi mamá en voz muy alta llama a Loli y la dijo:

-- Loli, venir acá las tres.

Las dice mi mamá:

-- Mirar, si hacéis lo que yo os mando, dejo ir a Conchita.

Ellas, muy contentas, a la vez, exclamaron:

-- Sí, sí, lo haremos.

Ella nos dijo:

-- Mirad, vosotras tres os váis ahora solas como si fuerais a jugar, sin decir nada a nadie y, cuando hayais llegado a la calleja, irá Conchita.

Ellas, con un poco de miedo de que fuera de broma, se iban muy despacio, pero yo entonces las dije:

-- Iros que luego voy yo.

Entonces, ellas se fueron más deprisa y después de un momento he ido yo. Las he encontrado allí, lamentándose que yo ya tardaba. Cuando nos hemos ajuntado las cuatro, nos hemos puesto muy contentas y hemos seguido nuestro camino para la calleja para ponernos a rezar el rosario.

Terminamos de rezar el rosario y el Angel no venía. Íbamos a bajar para el pueblo y, cuando ya nos levantábamos de rodillas, vemos una luz muy resplandeciente que nos envolvía a nosotras. No veíamos nada mas que esa luz. Nosotras gritábamos porque nos ha asustado, y entonces ya desaparece aquel resplandor tan grande.

Nos hemos ido para casa porque ya era muy tarde, las nueve y media de la noche. No fuimos a la Iglesia ese dia porque era muy tarde y cuando llegamos a nuestras casas, nosotras no hemos dicho nada a nadie.

El sacerdote del pueblo nos ha advertido que, si volvemos a ver algo, que se lo comunicáramos a él rápido. Como a nosotras no nos dejaban nuestros padres ir al otro pueblo llamado Cosío, que vive allí el Sacerdote, tuvimos que decírselo a nuestros padres para que se lo fueran a decir ellos. Estos dos dias no iba nadie de gente con nosotras. Solo estábamos nosotras con el Angel: Loli, Mari Cruz, Jacinta y yo.

 

Ha llegado el dia 21.

Ha pasado un dia corriente, solo que la gente creyéndolo algo más. Cuando ya llega la tarde, nosotras ya hicimos todo lo que teníamos que hacer y le pedimos permiso a nuestros padres para ir al mismo lugar que se nos aparecía el Angel y nosotras, ya que no nos creían, le dijimos a una señora, su nombre es Clementina González, que si quería venir con nosotras para que viera que era verdad.

A ella no le parecía bien venir porque no lo creía. Entonces ella llama a otra señora para que viniera también porque ella sola no se atrevía y la otra señora que sí, su nombre es Concesa y entonces, cuando la gente vió que venían con nosotras, ya alguna gente se decidió a venir ellas también.

Al momento de llegar, rezamos un rosario y no vino el Angel. La gente se reía mucho y nos decían que rezásemos una estación. Cuando ya terminábamos la estación, se nos ha aparecido. Ese día era miércoles. Nosotras le decíamos al Angel que quién era y a qué venía. Él no nos decía nada.

Cuando ya se nos terminó la Aparición, estaba ya la gente muy nerviosa y exclamaron:

-- ¡Ay, hijas mias!, cuando volváis a ver al Angel, le decís que nos perdone por no creer.

Ellos venga a llorar y una señora, Clementina, se puso la más nerviosa y quería llamar a toda la gente del pueblo pero cuando ya la iba a llamar ya se había desaparecido el Angel. Había, entre esas personas que estaban con nosotras, una que era una tía mia y otras señoras. Esa tía mia y otra señora, le decía que no se pusiera así y le decian:

-- ¿Has visto tú al Angel?.

Ella le respondía:

-- Nó, no le he visto, pero, si vosotras no creeis en esto, no creéis en Dios.

Las otras señoras se lo decían porque, como estaba tan nerviosa, para que no se impresionara tanto pero ella sigue. Cuando bajamos al pueblo ya las otras señoras que vinieron con nosotras se lo contaron a toda la gente del pueblo y ya la gente se impresionó mucho al contárselo porque como nunca habian visto ni oido ninguna cosa igual.

 

Ha llegado el dia 22.

Nosotras seguimos igual y el párroco del pueblo, que ya se entera de que lo había visto la gente, dijo que él se lo iba a decir al señor Obispo y la gente del pueblo le decía que esperara a verlo él y entonces el mismo dia a las ocho y cuarto fuimos a rezar al mismo lugar y fue toda la gente con nosotras y también fue el párroco del pueblo.

Nos hemos puesto a rezar el rosario en el mismo lugar. Toda la gente, el párroco y nosotras. Cuando ya hemos terminado de rezar el rosario, se nos ha aparecido el Angel y entonces, al vernos en éxtasis, la gente y el párroco, la gente empezó a gritar y a decir que esto era cierto.

Estaba también un profesor, su nombre es Manín. Decía la gente que era ese el que nos preparaba y le querían meter en la carcel. La gente decía que nos preparaba. No lo decían los del pueblo, lo decían al principio los guardias que vinieron el primer día que vino la gente con nosotras. Lo decían porque, después de la Aparición, nos llevaba a casa de un señor del pueblo a preguntarnos cómo le habíamos visto al Angel.

 

Ha llegado el dia 23.

Hemos ido al mismo lugar a rezar un rosario y también fue la gente del pueblo. Ya la gente del pueblo se lo había dicho a los del pueblo de Cosío, Puentenansa y Rozadío y ya el viernes vino mucha gente y ese día, a las nueve y cuarto, vimos al Angel. La gente del pueblo seguía cada vez más impresionada y los demás pueblos también se impresionaron mucho.

Cuando se terminó la aparición, toda la gente nos besaba y ese dia, como no querian los guardias que nos llevara el profesor, nos fuimos con el Párroco a la sacristía para preguntarnos.

Nos llamaba una por una para ver si coincidíamos y nosotras le decíamos cómo le veíamos y todo. Cuando ya nos llamó a las cuatro y se lo dijimos, salimos y salió él. Dijo a la gente que:

-- Hasta ahora, era todo de Dios, que coincidíamos las cuatro igual.

Las gentes se ponían contentas de que fuera de Dios.

 

Ha llegado el dia 24.

Era sábado y vino mucha gente de muchas partes. Nosotras hicimos lo de otros dias, ir a rezar el rosario a la calleja y fue toda la gente con nosotras, las del pueblo, porque los forasteros ya estaban en el lugar donde se nos aparecía para coger puesto para vernos.

Este día no nos dió tiempo para empezar el rosario. Nada más llegar al sitio donde se nos aparecía, se nos apareció según que llegamos. Nunca le habíamos oido hablar pero ese dia le vimos un letrero debajo de Él y ponía lo primero "Hay", el mensaje, y, en la segunda linea, números romanos y nosotras le decíamos qué quería decir y el se sonreía y no nos decía nada.

Cuando ya se nos terminó la Aparición, nos llevaron los mozos del pueblo en un carro para que no nos atropellara la gente. No nos besaron porque nos llevaban en carro hasta la Iglesia.

Cuando llegamos a la Iglesia, Don Valentín, el párroco del pueblo, nos metió en la sacristía una por una, para que le dijéramos cómo era. Nosotras le decíamos que habíamos visto el letrero y el nos decía que qué letras eran. Nosotras no nos fijamos en el letrero y el párroco ya estaba impaciente para ir donde el Señor Obispo a decírselo. Nos dijo que fueramos a decírselo al profesor para que escribiera el letrero, para ver si nos acordábamos de algunas letras.

 

Ha llegado el dia 25 domingo.

Seguía viniendo cada dia más gente porque cada vez lo sabían de mas partes y la gente seguía muy entusiasmada. Entre tanta gente que venía, vinieron cinco sacerdotes y ellos no lo creian y tambien vino el señor maestro de Cosío.

Cuando fuimos a rezar el rosario a la calleja, ya habían hecho un cuadro con estacas para que no se arrimara la gente a nosostras, nada más que los sacerdotes, nuestros padres, hermanos, los médicos y nadie mas.

Este domingo vinieron muchos médicos y, ya dije, cinco curas. Cuando ya vimos al Angel, estaba el maestro de Cosío, que no lo creía. Decía que era una comedia. Decía a un hermano mio:

-- Qué bien lo hace tu hermana.

 Mi hermano no le decia nada y ese día el médico nuestro de cabecera, cuando yo estaba viendo al Angel, me cogió a mí, me levantó y me dejó caer de una altura como de un metro. Sonó como una calavera.

Esto me lo dijo después la gente, que yo no me daba cuenta. Mi hermano quería ir a quitarle de que hiciera eso pero una fuerza interna le echaba para atrás. Cuando ya se terminó la aparición, toda la gente muy emocionada y casi toda la gente me iba a alzar la ropa a ver como tenía las rodillas. Yo no sabía para que era, como no me daba cuenta.

Cuando terminamos la aparición, que serían las ocho y media, nos fuimos a la Iglesia a rezar a Jesús Sacramentado y nos metieron en la sacristía con cuatro doctores y sacerdotes a preguntarnos cosas. Los sacerdotes no lo creían algunos, otros sí. Después de pasar un buen rato nos miramos las piernas y estaban llenas de bultos, de pincharnos, de darnos pellizcos y clavarnos las uñas. No nos dolía, solo que se quedó marcado.

 

Ha llegado el 26 lunes.

Este día no tuvimos aparición y el martes y miercoles si y el jueves y viernes tampoco. Venía mucha gente y se iba muy desilusionada porque no había aparición, pero ya el sabado sí. Ese día vino un montón de gente, sacerdotes y muchos médicos. Subían coches.

Este día tuvimos la aparición muy temprano, a las siete y media, casi de dia. La gente lo veía muy bien y, este dia, nos dijo el Angel que el Domingo vendría la Virgen María con la advocación del Carmen.

El Angel seguía llevando el letrero y nosotras no sabíamos que quería decir. Ese dia pasó como los otros: nos metieron en la sacristía a preguntarnos cosas y nos llevaron los jóvenes del pueblo hasta el mismo lugar que los demás dias.

Nosotras, muy contentas, le dijimos:

-- ¡Que venga pronto!.

Él sonreía y entonces le dijimos:

-- Qué significa ese letrero que tú traes.

El Angel dijo:

-- Ya os lo dirá la Virgen.

Ese dia ya nos habló muchas cosas y le decía a Jacinta y Loli y Mari Cruz cosas de cuando, en la primera aparición, iban a llamar a mi mamá, creyendo que me daba un ataque. Ellas se reían y le decían que es que estaba no sé como. Ese dia estuvo dos horas y se nos hizo dos segundos.

Nos dijo:

-- Volveré mañana con la Virgen.

Y se marcha. ¡Que pena nos dió!. La gente muy contenta nos preguntaba:

-- ¿Qué os ha dicho?.

Nosotras dijimos lo que nos habia dicho y la gente forastera se fue creyéndolo mucho y muy contenta, con muchas ganas de decírselo a quien no lo hubiera visto.

El Angel venía vestido con el vestido azul largo, suelto, sin cinto; las alas rosas claras, bastantes grandes, muy bonitas. La carita, ni larga ni redonda, la nariz muy guapa, los ojos negros, la cara trigueña, las manos muy finas, las uñas cortadas, los piés no se los veíamos.

 

Mes de Julio de 1961.

Ha llegado el dia 2 domingo.

Fuimos a misa y al rosario. El rosario fue a las tres de la tarde y nosotras, después del rosario, nos fuimos por la carretera abajo porque ese día venían unos hermanos mios e íbamos a ver si venían. Son cinco kilómetros de San Sebastián a Cosio y anduvimos cuatro. Como la gente nos conocía, porque ibamos las cuatro juntas y nos habían visto en fotografías, nos paraban y nos hacian regalos: cajas de bombones, rosarios, caramelos etc., muchas cosas.

Ese día han venido 10 o 11 sacerdotes, médicos y un abad y muchos coches. Una vez alejadas del pueblo, nos íbamos a regresar porque la gente nos preguntaba mucho. Un chico del pueblo bajaba a caballo a buscarnos hasta donde nos encontró. Nos vió el chofer del Land-Rover y nos conoció. Nos dijo que si queríamos subir para el pueblo y nosotras le dijimos que sí, como mis hermanos no vinieron.

Cuando llegamos al pueblo, nos estaban esperando mucha gente y padres. Eran las seis de la tarde. Nos fuimos a la calleja a rezar el rosario y, sin llegar allí, se nos apareció la Virgen con un Angel a cada lado.

Venían con Ella dos Ángeles, uno era San Miguel, el otro no sabemos. Venía vestido igual que San Miguel, parecian mellizos. Al lado del Angel de la derecha de la Virgen, vimos un Ojo, de una estatura grande, parecía el Ojo de Dios. Ese día hablamos con la Virgen mucho y Ella con nosotras, le decíamos:

-- Que andábamos al prado, que estábamos negras, que teníamos la hierba en morujos. Ella sonreía, como le decíamos tantas cosas.

Rezamos el rosario viéndola a Ella. Ella rezaba con nosotras para enseñarnos a rezarlo bien. Cuando terminamos el rosario, dijo que se iba y nosotras le decíamos que estuviera otro poquitín que había estado muy poco. Ella sonreía, nos dijo que el lunes volvería. Cuando se fué, a nosotras nos dió mucha pena.

Cuando ya se fué, la gente nos iba a besar y a preguntarnos lo que nos había dicho. Algunas personas no lo creian porque decíamos muchas cosas pero la mayoría sí porque decían que era como una madre que hace mucho que no la vé la hija y le cuenta todo. Mucho más nosotras, que no la habíamos visto nunca y que era la Madre del Cielo.

Nos llevaron a la sacristía y un padre que se llama D. Francisco Odriozola nos preguntaba una por una y después le decía a la gente lo que nosotras le habíamos dicho.

Así termina el dia 2, domingo, día muy feliz porque hemos visto por primera vez a la Virgen, porque con Ella estamos todos siempre que queremos.

La Virgen viene con:

El vestido blanco, el manto azul, corona de estrellas doradas. No se la vén los piés. Las manos estiradas, con el escapulario en la derecha. El escapulario es marrón, el pelo largo, color castaño oscuro, ondulado, la ralla en el medio. La cara alargada, la nariz alargada, fina, la boca muy bonita, con los labios un poquito gordos.

El color de la cara es color trigueño, más claro que el del Angel, diferente, la voz muy bonita, una voz muy rara, no sé explicarla. No hay ninguna mujer que se parezca a la Virgen, ni en la voz ni en nada.

Algunas veces trae el Niño en los brazos, muy chiquitín, como un nene recién nacido. Una carita redonda, parece el color como la Virgen, una boquita pequeña, un pelín un poco largo, rizoso; maninas pequeñas, un vestido como una túnica color azul cielo.

 

Ha llegado el lunes 3.

Nosotras, muy contentas de haber visto a Nuestra Madre del Cielo. A la mañana, lo primero que hicimos el lunes dia 3, fue ir allí a rezar al cuadro las cuatro juntas y despues de rezar allí en el cuadro nos fuimos a lo que nos manden nuestros padres.

Después fuimos a la escuela. Nuestra Señora Maestra Doña Serafina Gómez, cuando llegamos a la clase, llorando, nos besaba y nos decía: qué suerte teneis etc. Cuando salímos de clase, nos decía igual la gente que ella. Todos muy impresionados, muy contentos y creyéndolo todos mucho.

Nuestros padres también, creyéndolo mucho. Los padres de Loli, su padre Ceferino decía:

-- Cosa como esta no la hay.

Y así su madre Julia.

María, la mamá de Jacinta, también lo creia mucho y su padre Simón mucho más. Si hacíamos alguna travesura, el papá de Jacinta decía que los apóstoles hacían eso y empezaba a explicar cosas. Todo lo que hacíamos, a él le parecía que estaba bien.

El papá de Mari Cruz, Escolástico, pues ese no iba mucho a misa y no parecía que decía nada. La mamá, Pilar, a dias lo creía y a dias no, según. Mi mamá, Aniceta, sí lo creía, pero dudaba algo, como habíamos hablado tanto.

El lunes, había gente que le habían contado lo del domingo y ahora no le causa emoción. Nosotras seguíamos a nuestras vida corriente, hacer lo que nuestros padres mandaban.

El lunes por la tarde fuimos en cuanto salimos de la escuela, pues ya teníamos muchas ganas de verla y fuimos allá según que salimos de la escuela. Fuimos a rezar el rosario; estábamos solas y  cuando terminamos y que no la vimos, pues no dijimos nada. No nos extrañó, ni nos pusimos tristes, porque siempre venía muy tarde. En vista de que no venía, entonces nos fuimos para nuestras casas e hicimos lo que nos mandaron en casa.

Como ya nuestros padres lo creían más, cuando se aproxima la hora del domingo, primer dia que vimos a la Virgen, nos dijeron:

-- Ya tardáis en ir a rezar el rosario al cuadro.

Nosotras le decíamos:

-- Es que todavía no nos ha llamado.

Ellos se quedaban pensando y decían:

-- Pero, ¿cómo llamaros?.

Nosotras se lo contamos que era como una voz interior pero no la oíamos en los oidos ni oíamos llamar por nuestro nombre. Es una alegría. Son tres llamadas: la primera es una alegría muy pequeña, la segunda ya es algo mayor pero la tercera ya nos ponemos muy nerviosas,  con mucha alegría y entonces ya viene la Virgen.

Nosotras íbamos a la de dos llamadas porque, si íbamos a la primera, teníamos que esperar allí hasta muy tarde, porque de la primera llamada a la segunda tarda mucho. Entonces nosotras le hemos dicho lo de las llamadas y ellos se quedaron muy extrañados como nunca lo habian visto ni oido.

Durante esta conversación tuvimos una llamada y se lo hemos dicho y estábamos las cuatro juntas y habia mucha gente. Alguno de ellos, de los que no creían porque no habian venido nunca, le decía a D. Valentín, el Párroco:

-- ¿Por qué no pones a dos en casa de Loli y otras dos en casa de Conchita?.

D. Valentin dijo que está bien pensado:

-- Vamos a poner a Loli y a Jacinta en casa de Loli y a Conchita y Mari Cruz en casa de Conchita.

Él se lo dijo a nuestros padres y hermanos y nuestros padres dijeron que sí y nos apartó así, a ver si coincidíamos las cuatro a la vez.

Después de media hora, después de pasar esto, tuvimos la segunda llamada y coincidimos las cuatro allá en el cuadro a la vez y la gente se admiraba porque decían que ¿cómo habíamos coincidido?.

Según llegamos al cuadro se nos apareció la Virgen con el Niño Jesús pero no venían los Angeles y Ella venía muy sonriente y el Niño también.

Nosotras, lo primero que la dijimos fue:

-- ¿Donde está San Miguel y el otro Angel?.

Ella se sonreía más, y la gente y padres que había nos daban objetos para que se los diésemos a besar y Ella lo besaba todo.

A nosotras nos gustaba hacerle fiestas al Niño Jesús.

Cogimos piedras y yo se las metía en las trenzas, Loli en las mangas y Jacinta se las daba a El, pero no las cogía, se sonreía aun más. Mari Cruz le decía:

-- Yo, si quieres, te doy caramelos, que me los trajeron a mi hoy, y si te vienes conmigo te los doy.

El no decía nada y Ella nos hablaba mucho pero no nos dejó decirlo. Empezó la aparición a las siete y media y terminó a las ocho. Cuando ya nos decía:

-- Con Dios os quedáis y conmigo también.

A nosotras nos daba pena y la deciamos: ¡adios!. Por último nos dijo:

-- Mañana me veréis también.

 

Ha llegado el martes dia 4.

Nosotras como siempre y la gente del pueblo y nuestros padres y hermanos cada día creyéndolo más. La gente forastera que había venido a mirarnos lo decía a la demás gente para que subiera. Nosotras seguimos hiciendo nuestra vida corriente y hiciendo lo que nos mandaban nuestros padres.

Llegó la tarde del martes dia 4,  tercer dia de ver a la Virgen y subía mucho personal, sacerdotes tres. Había rosario a las seis y nosotras con una llamada.

Estaba la Iglesia llena de gente y el Altar Mayor. Había como unos 12 sacerdotes y fotógrafos sacando fotografías. Cuando terminó el rosario, nosotras ya teníamos dos llamadas y pescamos a correr al Cuadro. La gente corriendo detrás de nosotras.

Mari Cruz y yo nos quedamos un poco mas arriba que Loli y Jacinta, nosotras dos en el mismo Cuadro y las otras dos no. Decía la gente que nosotras, con todo lo que corrímos, que no sudábamos y que ellos sudaban mucho y que llegaron todos con sudor.

La Virgen, siempre sonriendo, lo primero que nos dijo fué:

-- ¿Sabéis lo que quería decir el letrero que traía el Angel debajo?.

Nosotras exclamamos a la vez:

-- No, no lo sabemos.

Dice Ella:

-- Quería decir un mensaje que os voy a decir para que el 18 de Octubre lo digáis al público.

Y nos lo dijo. Es lo siguiente:

Hay que hacer muchos sacrificios, mucha penitencia, visitar al Santísimo, pero antes tenemos que ser muy buenos. Si no lo hacemos, nos vendrá un castigo. Ya se está llenando la Copa y si no cambiamos nos vendrá un castigo muy grande.

Esto es lo que quería decir aquel letrero del Angel y el Mensaje que dijimos el 18 de Octubre y luego ya se fue. Empezó a las seis y 25 minutos y se fué a las siete.

Luego nos explicó qué quería decir el Mensaje y cómo le teníamos que decir: nos dijo que le teníamos que decir nosotras en el portal de la Iglesia y que el 18 de octubre se lo dijésemos a D. Valentin para que lo dijera él en los pinos a las diez y media de la noche.

Esto nos lo dijo la Virgen para que lo hiciéramos así, pero la comisión dijo que, como había mucha gente y llovía mucho, no había donde cobijar al personal, que sería mejor decir el Mensaje a las nueve y media o diez, esto lo decia la comisión.

Así lo hicimos:

Subimos a los pinos nosotras cuatro, con el personal que había, a las diez menos cinco. Cuando llegamos a los pinos, estaba allí D. Valentín y lo leyó para él solo y, después que lo leyó, nos le dió a nosotras el Mensaje para leerle y le leimos las cuatro juntas. Como a nosotras no nos oían bien, lo leyó un señor.

Después de leerlo, nos bajamos para el pueblo. En la calleja, en el sitio donde le llamamos "cuadro", se nos apareció la Virgen. Me dijo a mi la Virgen:

-- Ahora está dudando el Padre Ramón María Andreu.

Me extrañé mucho. Me dijo donde había empezado a dudar y qué habia pensado y todo.

Dos meses antes del mensaje, me llevaron a Santender, un sacerdote llamado D. Luis. A la Virgen la ví en Santender.

Había mucha gente y entre ellos había un Padre con hábito blanco. A mi me extrañaba mucho que viniera con hábito de ese color, como nunca los había visto. Ese día me había dicho mi mamá que la preguntara a la Virgen que si me dejaba ir a Santander y yo le dije que ya se lo preguntaría.

Era las seis de la tarde cuando ya tuvimos las cuatro dos llamadas y nos había traido un Padre un paquete de caramelos, su nombre es D. Alfonso Cobián, nos lo había traído para las cuatro. Cuando lo estábamos repartiendo, nos vino la tercera llamada y dejamos los caramelos en la calle, ¡con las ganas que teníamos de comerlos!, pero nos gustaba más, mucho más, ver a la Virgen.

Además, la tercera llamada es una cosa que nos lleva y no sabemos cómo. Vamos al sitio llamado "cuadro" pero no nos dió tiempo a llegar y se nos apareció sin llegar allá.

Nosotras, como teníamos tantos deseos de saber quién era aquel Padre que venía con el vestido blanco, se lo preguntamos a la Virgen y la Virgen no decía nada, nada más que sonreía, pero nosotras insistíamos de nuevo y al cabo de mucho rato nos dijo:

-- Es un Dominico.

Yo dije:

-- ¿Un Dominicu?.

Dice Ella:

-- Sí.

Ese mismo dia le pregunté yo a la Virgen que si me dejaba ir a Santander y Ella no me lo quitó.

Ese día duró la aparición una hora justa y a nosotras se nos parecía un minuto. Ella misma nos dijo que había estado con nosotras una hora.

Me querían llevar a Santander porque decían que yo era la que obsesionaba a las otras y entonces me llevaron para hacer pruebas.

El primer dia que fui, tuve aparición junto a la Iglesia de la Consolación. Estaba allí mucha gente. Tuvo que intervenir la policía de tanta gente que había. Ese día hicieron varias pruebas conmigo y cuando se termina la Aparición me metieron en una oficina con un sacerdote y un médico a preguntarnos cosas.

El Sacerdote se llama D. Francisco Odriozola. El doctor Piñal me decía que cómo había hecho estas cosas, que estaba loca, que estaba engañando al mundo de esa manera.

Me decía:

-- Ponte tiesa, mírame a la nariz que te voy a hipnotizar.

Cuando me dijo: mírame a la nariz, yo me reía y él me decía:

-- No te rías, que no es cosa de risa.

Ese dia ya no me hicieron más cosas. Al dia siguiente me llevaron donde médicos a ver si estaba enferma. Me llevaron donde uno que se llama Morales y varios más. Todos me decían que estaba bien y que esto de las apariciones era un sueño.

Decían que me dejarían allá en Santander para que me distrajera, para que se me olvidara todo y no volviese a tener más apariciones. Entonces, como mi mamá queda tan convencida de que no era nada, por todo lo que la dijeron los médicos, me dejó y ella se marchó.

Unas sobrinas y una hermana del P. Odriozola me iban a buscar todos los dias a casa para ir a la playa y a las ferias, lo que yo, hasta ahora, nunca lo había visto.

Como iba todos los dias a la playa, no se me apareció la Virgen. Al cabo de ocho dias, un señor intervino para traerme a casa. Mi mamá me fue a buscar y me vine. Su nombre es D. Emilio del Valle, se lo tendré presente toda la vida.

El dia que me trajeron, fuí donde el Dr. Piñal a decirle que me iba y el se puso muy enfadado y me decía muchas cosas para que no me fuera. Yo le dije que no veía a la Virgen, pero las otras se me hacía que sí y que el mensaje se me hacía que sí era. El me dijo que lo firmara y yo lo firmé. Después me dijo que se lo fuera a decir al Señor Obispo D. Doroteo y yo se lo dije. Se portaron todos muy bien conmigo después de todo.

Cuando llegué al pueblo, de mi viaje a Santander, venían varios Padres y mucha gente a encontrarme, porque decían Loli y Jacinta en su aparición, que yo venía por la carretera, como era verdad. Ellas estaban en la Iglesia, se lo había dicho la Virgen a ellas y Mari Cruz estaba esperando, esa misma noche, a la Virgen, con mucha gente.

Al día siguiente, cuando bajé yo del prado, nos encontramos mi mamá y yo con mi madrina Maximina González. Toda asustada nos decía:

-- ¿No sabéis que se ha oido la voz de la Virgen en el magnetofón?.

Le pregunté qué decia y ella dijo:

-- Le pedían Loli y Jacinta a la Virgen: "habla para que la gente crea", y se oyó: "no, no hablo".

La gente, decía mi madrina, empezó a llorar, muy emocionados, porque habían oido la voz de la Virgen.

En los dias que estuve yo en Santander, había en el pueblo dos padres Jesuitas, el P. Ramón María Andréu y el P. Luis María Andréu. Venían, como muchos, sin creer nada y, un día de estos, tuvieron Loli y Jacinta una aparición por el día en los pinos. Estaban allí estos Padres viéndolas a ellas en éxtasis; creyeron, pero no solo con esto creyeron. Cuando pasó un pequeño rato, las dos en éxtasis, se le fué el éxtasis a Loli, y al poco tiempo se le volvió a aparecer la Virgen. Los Padres lo admiten como una prueba.

En una de nuestras visiones, estábamos nosotras cuatro, Loli, Jacinta, Mari Cruz y yo. Había ese día mucho personal y entre ellos estaba el P. Luis María Andreu y un Seminarista, Andres Pardo, y el P. Royo Marín, dominico. Era de noche cuando se nos apareció ese día la Virgen y, a la salida del rosario, empezamos a caminar hacia los pinos. Cuando llegamos allá, el P. Luís María, al llegar a los pinos dijo:

-- ¡Milagro!, ¡milagro!.

 Y se queda mirando hacia arriba.

Nosotras le veíamos y en nuestros éxtasis no vemos a nadie y el P. Luis le vimos y nos dijo la Virgen: "que la estaba viendo a Ella y al milagro que va a venir". Dice la gente que en los pinos rezamos un credo y que nos bajamos para el pueblo en el mismo estado y cuando llegamos a la Iglesia se nos desapareció la Virgen.

Como Mari Cruz ya hacía varios dias que no se le aparecía la Virgen, ella siguió en éxtasis con la Virgen, entró en la Iglesia y, junto al Altar de la Virgen del Rosario y del Angel San Miguel, empezó a rezar con la Virgen el Credo muy despacio.

Decía Mari Cruz que la Virgen iba rezando delante para enseñarlo a rezar despacio. Después del Credo, rezó la Salve; después se santiguó muy despacio, muy bien, y hablaba con la Virgen y decia:

-- ¡Ay, que bien que vino el Niño Jesús!. ¡Cuanto hace que no venía!. ¿Por qué tardaste tanto en venir donde mí y donde las otras tres vienes más?.

Esto lo escuchábamos varios que estábamos junto a ella, entre ellos estaba el P. Luis María Andreu, un seminarista y el P. Royo Marín.

Al día siguiente, fuimos nosotras cuatro a barrer la Iglesia y, cuando estábamos bariendo, vino la mamá de Jacinta, muy asustada, y nos dijo que se había muerto el P. Luis María Andréu. Nosotras no nos lo creíamos, como le habíamos visto el dia anterior. Dejamos la Iglesia a medio barrer y nos fuimos a enterar bien.

Cuando ya se iba a morir, sus últimas palabras fueron:

-- Hoy es el día más feliz de mi vida, ¡qué madre más buena tenemos en el Cielo!.

Y se murió. Se ha muerto de camino a Reinosa, cuando se marchaba de San Sebastián de Garabandal. Iba en el coche en que iba Carmen Fontaneda y su marido Faito Fontaneda y varios más. Su madre, a las 48 horas de morirse su hijo, se ha metido monja de clausura.

Cuando pasaron unos dias de morirse el P. Luis, nos dijo la Virgen que íbamos a hablar con él. El dia 15 de agosto, fiesta de Nuestra Señora,  había unas excursiones que venían de juerga. Como armaron escándalos, ese día, que era cuando nos había dicho la Virgen que teníamos que hablar con el P. Luis María Andréu, como había escándalos no vino.

A las cuatro de la mañana, a la misma hora que se había muerto el P. Luis, se me apareció en la mi cocina la Virgen y me dijo:

-- Hoy no vendrá el Padre pero vendrá al dia siguiente.

Al dia siguiente a las 8 ó 9 de la noche se nos apareció la Virgen muy sonriente, como siempre, y nos dijo a las cuatro:

-- Vendrá ahora y os hablará el P. Luis.

Al poco rato, vino y nos llamó una por una, pero nosotras no le veíamos, nada mas que oíamos su voz. Era exactamente igual que cuando hablaba en la tierra.

Cuando ya habla un rato dándonos consejos, nos dijo alguna cosa para su hermano Ramon María Andréu y nos enseñaba palabras en Francés y a rezar en griego. También nos enseñó palabras en Inglés y en Alemán. Al cabo de un rato, ya no sentimos su voz y nos hablaba la Virgen, estuvo un momento más y se marchó.

Nos dijo la Virgen ese dia:

-- Que, al dia siguiente, oiríamos una voz pero que no nos asustemos y que la siguiéramos.

Al dia siguiente, a la misma hora del otro día, se nos apareció la Virgen a las cuatro y estuvo unos minutos más sonriente y no nos dijo nada y a los pocos minutos se nos hizo de noche. La Voz nos llamaba y Mari Cruz le decia:

-- Dinos quién eres que si nó nos vamos a casa.

Estaba un momento esa voz y en lo que estaba la voz no veíamos a la Virgen y, cuando estaba un momento la voz, después venía la Virgen y se ponía muy claro. Nos dijo Ella:

-- No os asustéis.

Nos habló un momento y esa noche fue la primera noche que nos besó y nos fué besando una por una y después se marchó.

Al dia siguiente, casi a la misma hora, se nos volvió a Aparecer la Virgen y lo primero que nos dijo fue que recemos el Rosario y nosotras, como nunca le habíamos rezado delante, nos dijo ella:

-- Yo voy a rezarlo delante y vosotras me seguís.

Ella rezando muy lento. Ella decía "Santa Maria" y nosotras decíamos "Santa María", rezábamos así. Cuando nos tocaba "Dios te Salve María", pues igual que se reza el Rosario, pero todo muy despacio, y la Salve nos mandó cantarla y nosotras la cantamos.

Cuando terminamos de rezar el Rosario, Ella nos dió un beso y se marcha y nos dijo:

-- Mañana vendré.

Al dia siguiente, como lo dijo Ella, vino y nos dijo igual que el dia anterior:

-- Rezar el Rosario.

Empezamos el Rosario. Esa noche fuimos a los lugares que se nos apareció la Virgen al principio. Decía la gente, después de nuestro éxtasis, que habíamos subido a los pinos y anduvimos de pino en pino de rodillas. Hasta ahora, en todos estos éxtasis, hemos estado las cuatro juntas: Jacinta, Loli, Mari Cruz y yo, Conchita, pero ahora ya empezamos a estar cada una por separado.

Cuando nos llamaba la Virgen, la veíamos sin estar juntas y en este éxtasis, cuando nosotras estábamos viendo a la Virgen y Mari Cruz ya había tenido aparición, primero se fue a la cama y nosotras la dijimos a la Virgen que nos dijera algun cantar para decírselo a Mari Cruz. Nosotras discurríamos alguna palabra y nos ayudaba en lo otro la Virgen. Los cantares son los siguientes:

 

Levántate Mari Cruz,
que viene la Virgen buena,
con un cestito de flores,
para la niña pequeña.

Mari Cruz, Mari Cruz,
¿no te huelen las azucenas?,
te las ha traido la Virgen,
para que seas mas buena.

 

Esa noche, estuvo la Virgen con nosotras desde las 9 de la noche hasta las 7 de la mañana. Esa noche jugamos a "los tios", "al escondite", con la Virgen. Nos escondíamos dos de nosotras y las otras nos encontraban.

En una de nuestras apariciones, bajamos Loli y yo de los Pinos, con mucha gente. Vimos una cosa como fuego en las nubes, lo vieron la gente que estaban con nosotras y los que no estaban. Cuando pasó eso, se nos apareció la Virgen y le preguntamos qué era aquello. Ella nos dijo:

-- Que, en aquello, vino Ella.

En otro dia de nuestras apariciones, estábamos Loli y yo; era el dia del Pilar. Cuando estábamos viendo a la Virgen, se vió una estrella con un rastro muy grande, debajo de los piés de la Virgen, y lo vieron varios. Le preguntamos a la Virgen que qué queria decir, pero no nos contestó.

Algunas veces, queriendo estar juntas las tres, como nuestros padres no nos dejaban estar fuera cada noche, pues algunas veces cuando salíamos del Rosario, que ya teníamos dos llamadas, mirábamos para arriba como si estuviéramos viendo a la Virgen y así estábamos juntas por las calles y los padres con nosotras y la gente. Luego ya llegaba la Virgen y estábamos juntas. Siempre terminábamos viendo a la Virgen.

Cuando íbamos juntas, cuando se nos descalzaba el calzado, decía la Virgen a la otra:

-- Cálzala.

Nos calzábamos unas a otras y cuando íbamos solas, si nos descalzábamos, seguíamos toda la aparición descalzas. A lo último nos decía la Virgen donde estaba el zapato o lo que fuera.

En nuestras apariciones le pedíamos a la Virgen que hiciera un milagro y Ella no decía nada, se sonreía y nosotras la decíamos:

-- Hazle para que la gente crea, que no lo cree nadie.

Ella se sonreía. El Angel San Miguel, a lo primero de las Apariciones, nos daba Formas sin Consagrar. Nosotras habíamos comido casi entonces y nos las daba igual, era para enseñarnos a Comulgar y así, para enseñarnos, vino muchos dias.

 Un día nos mandó que fuéramos en la mañana a los Pinos, sin comer nada, y que fuera una niña con nosotras y nosotras llevamos una niña e hicimos lo que Él nos mandó.

Cuando llegamos a los pinos, se nos apareció el Angel con un Copón como de oro y nos dijo:

-- Os voy a dar la Comunión, pero ya están las formas Consagradas. Rezar el "Yo pecador".

Nosotras le rezamos. Después nos dió la Comunión y después de Comulgar nos dijo que rezáramos con Él el "Alma de Cristo" y nosotras lo rezamos, y nos dijo:

-- Mañana también os la daré y se fué.

Cuando se lo decíamos a la gente, no lo creían algunos y sobre todo los Sacerdotes porque decían que el Angel no podía Consagrar. Nosotras, cuando volvimos a ver al Angel, se lo dijimos lo que decía la gente y Él nos dijo:

-- Que las cogía en los Sagrarios, que las cogía de la tierra.

Luego se lo decíamos a la gente y algunos se burlaban. Dándonos la comunión estuvo mucho tiempo.

La Virgen nos mandó a las cuatro, a Loli, Jacinta, Mari Cruz y yo, ir a rezar al cuadro el rosario. Algunos dias íbamos a las 6, otros más tarde; Jacinta y Mari Cruz iban a las seis de la mañana y a las siete. Loli no tenía hora. Después, a Mari Cruz no la venía bien levantarse tan luego y fue a las ocho. Jacinta a las seis, sola con su madre y gente del pueblo con nosotras. A mí, por Semana Santa, me mandó que fuera a las cinco de la mañana y así fuí, porque la Virgen siempre quiere que hagamos penitencia.

Como tanto insistíamos a la Virgen y el Angel que hiciera un milagro, el 22 de Junio, cuando iba a recibir la Sagrada Comunión del Angel, me dijo:

-- Voy a hacer un milagro, yo no, DIOS, pero por intercesión de mí y de tí.

Yo le dije:

-- ¿Qué va a ser?.

Él me dijo:

-- Cuando yo te dé la Sagrada Comunión, se te verá en la lengua.

Yo me quedé pensando, y le dije:

-- Cuando comulgo contigo también se ve la Forma sobre mi lengua.

El me dijo:

-- Que no lo veía la gente de alrededor, pero el día que hiciera el milagro se me vería.

Yo le dije:

-- Pero es "chicu" y el sonreía.

Ese dia, después de decirme esto, se marchó. Al dia siguiente, como no había misa, después del Rosario que rezaba yo en el cuadro, fui a rezar una estación a la Iglesia y sin llegar adentro de ella se me apareció el Angel muy sonriente.

Me dijo como de costumbre:

-- Reza el "yo pecador" y piensa que vas a recibir a DIOS.

Luego me dió de Comulgar y me dijo que dijera el "Alma de Cristo" con El, y yo así lo hice. Cuando ya dí las gracias, yo le pregunté al Angel:

-- ¿Cuando va a ser el milagro?.

Me dijo:

-- Ya te lo dirá la Virgen.

Después se marchó. Esta aparición fue el 18 de Junio. Yo después de que me dijo el Angel que iba a hacer un milagro se lo dije a las otras tres niñas, a Loli, Jacinta y Mari Cruz y a ellas les dije que iba a hacer con nosotras un milagro el Angel San Miguel; que por intercesión de él y la mía iba a hacer Dios Nuestro Señor un Milagro. La Virgen no me dijo nada y yo le dije que cuando iba a ser el milagro y Ella me dijo:

-- El viernes 22, oirás una voz que te lo dirá.

Le dije que de quién era esa voz y Ella no me dijo nada. Al primero que le dije yo que el Angel iba a hacer un milagro fue a un Sacerdote, Don José Ramón García de la Riva y también, ese mismo dia, se lo dije yo a Mari Cruz, Loli y Jacinta.

Llegó el viernes y, como la Virgen me había dicho, oí una voz, estando en los pinos, que me decía que el 18 de julio sería cuando se realize el milagro. La voz que sentí me dijo:

-- El "milagrucu" como tú dices.

Después de decirme la fecha, yo le dije a mi mamá y a la mi tía Maximina que el Angel iba a hacer un milagrucu y les dije cual. Ellas me dijeron:

-- Pues si sale ese milagro entonces sí que creerán todos.

Yo no se lo había dicho a nadie más que a las que he nombrado. En una Comunión que el Angel me daba le pregunté que cuando podría decir lo que iba a ser el milagro y lo que era y El me dijo que 15 dias antes.

Cuando terminaba la aparición, la gente del pueblo me preguntaba si el Angel me decía algo del milagro porque yo ya le había dicho al pueblo que el Angel iba a hacer un milagro, pero ellos no lo creían mucho.

Cuando ya llega el día que tenía que anunciar la fecha, lo dije al pueblo y escribí cartas pero D. Valentín, que dudaba si venía el milagro, me dijo que no escribiera ninguna carta más, que a lo mejor no venía.

Habia un Señor en el pueblo, Eustaquio Cuenca, que me decía igual que D. Valentín: que no escribiera más cartas. Yo les decía que a mí me lo habia mandado el Angel que anunciara el milagro pero la gente del pueblo no lo creía.

Cuando llegó el 18 de Julio, el pueblo se llena de gente. Era fiesta del pueblo. Junto a mi casa estaba el baile. Estaban las dos cosas juntas: unos rezando el rosario y el baile. Algunos querían quitar el baile porque tenían miedo de que habiendo baile no hubiera milagro.

Entonces, un señor de los que querían quitar el baile, Ignacio Rubio, me dijo a mí que si quería que quitaran el baile y yo le dije:

-- Que, habiendo baile o no habiéndole, el milagro se producía.

Entonces, ya no discutieron más con el baile. Cuando ya llegaba la noche, el personal ya estaba intranquilo porque ya se le hacía tarde pero yo, como el Angel y la Virgen me habían dicho que el milagro vendría, no tenía miedo porque la Virgen ni el Angel nunca me han dicho una cosa que iba a salir y no saliera.

Cuando llegaron las 10 de la noche yo ya tenía una llamada y a las 12 otra y después, a las 2, se me apareció el Angel en mi habitación, en mi casa.

Estaba mi mamá Aniceta y mi hermano Aniceto, un tío, Elías, y una prima, Luciuca, y una de Aguilar, María del Carmen Fontaneda.

El Angel estuvo un poco conmigo y me dijo igual que otros dias:

-- Reza el "Yo pecador" y piensa a Quién vás a recibir.

Yo lo hice, y después me dió la Comunión. Después que me dió la Comunión, me dijo que dijera el "Alma de Cristo" y que diera las Gracias y que estuviera con la lengua afuera con la Sagrada Forma hasta que Él se fuera y la Virgen viniera, y yo así lo hize.

Cuando vino la Virgen me dijo:

-- Todavía no creen todos.

Me mandó rezar el Rosario, yo lo hice.

Este milagro que Dios Nuestro Señor hizo por intercesión del Angel San Miguel, algunos vieron el milagro completo y algunos de los que solo vieron la Forma en mi lengua, en el mismo momento creyeron firmemente y los que no lo vieron creyeron también con los informes de los que lo vieron.

Pero cuando ya iban pasando los dias, la gente empezó a dudar, porque unos decían que había sido yo quien había puesto la forma sobre mi lengua y todo eran comentarios sobre la forma durante mucho tiempo.

Un Padre Franciscano, Padre Justo, según lo vió no lo creyó y se lo decía a la gente, que no lo había visto, que era mentira, que había sido yo quien lo había hecho, pero a los dos o tres dias me llega una carta de dicho padre pidiéndome perdón de haber pensado así de mal.

Me decía en la carta, que era el demonio quien le tentó, y a los pocos dias de llegar la carta, llegaron tres padres de parte de él, porque él les había explicado cosas de aquí, de la Virgen, y esos tres padres me dijeron que el padre Justo había pasado unos dias y unas noches sin dormir, pensando en lo de la Sagrada Forma, pero que había reaccionado bien, y estaba muy contento y está hoy creyendo mucho.

La Virgen Santísima me ha anunciado un gran milagro que Dios Nuestro Señor hará por intercesión de Ella. Como el castigo es muy grande, como lo merecemos, el milagro también es inmensamente grande, como el mundo lo necesita.

A mi me ha dicho la Virgen la fecha del milagro y en qué va a consistir y ocho dias antes tengo que decirlo a la gente para que venga. El Papa lo verá desde donde esté y el Padre Pio. Los enfermos que asistan a él sanarán, los pecadores se convertirán, y no quedará duda a quien vea este gran milagro que Dios Nuestro Señor por intercesión de la Virgen hará.

Ahora, todos esperando este gran dia del milagro a ver si el mundo cambia y el castigo no viene.

A nosotras cuatro, Loli, Jacinta, Mari Cruz y yo, al principio de todo, nos había dicho la Virgen que nos íbamos a contradecir unas con otras, que nuestros padres no andarían bien y hasta que negaríamos que habíamos visto a la Virgen y al Angel. A nosotras nos extrañaba mucho de que nos dijera esas cosas.

En el més de enero de 1963, ha pasado todo esto que la Virgen nos ha dicho. Primero nos hemos llegado a contradecir unas con otras y hasta hemos negado que hemos visto a la Virgen.

Incluso un día nos hemos ido a confesar, pero en nuestro interior sabíamos que el Angel y la Santisima Virgen se nos habían aparecido, porque habían traido a nuestras almas una paz y una alegría interna y muchas ganas de amarlos más con todo el corazón.

Porque su sonrisa y el habla era lo que nos hacía quererla y amarla mucho más y entregarnos completamente a ellos. Nosotras cuando le hemos ido a confesar pues fue sin pensar, sin creer que era pecado, fue porque el párroco nos dijo que fuéramos a confesar y nosotras no sé por qué fue que dudamos un poco.

Un dudar, de una forma, que parecía el demonio que quería que negáramos a la Virgen. Luego, a nuestros padres les hemos dicho que no habíamos visto a la Virgen pero que las llamadas y el milagro de la Sagrada Forma que era cierto.

Yo, en mi interior, me quedaba extrañada de decir esas cosas cuando mi conciencia estaba completamente tranquila de que había visto a la Santísima Virgen. El párroco D. Valentin Marichalar nos hechó 10 rosarios y 5 padresnuestros de penitencia. La Virgen, después de decir esto, a los pocos dias, se nos volvió a aparecer.

El padre de Loli, Ceferino, mandó venir una comisión de médicos. Sus nombres son Alejandro Gasca, Felix Gallego y Celestino Ortiz. Estos médicos que vinieron, esta comisión, empezaron a preguntar a Mari Cruz , Jacinta y Loli y a sus padres, el por qué decían que no habíamos visto a la Virgen.

Ellas, no sé lo que decían. Lo que si sé que decían era que el milagro de la Hostia lo había hecho yo, y lo explicaban a su manera, en esos ratos que no se sabe lo que se dice, y se dejaron dominar algo del demonio. Y ellas, desde ese día, no volvieron a tener mas apariciones, pero yo sí, esa misma noche y hasta el 20 de enero de 1963, después ya no he vuelto a verla.

Ahora Loli y Jacinta han vuelto a la realidad, creen que sí vieron a la Santísima Virgen, claro, ¿cómo no lo van a creer?. Pero Mari Cruz aún sigue diciendo que nó, que ella nunca ha visto a la Santísima Virgen.

Yo también he dudado un poco de si el milagro vendría, y un día, estando en mi habitación, dudando si vendría el milagro, oí una voz que decía:

-- Conchita, ¡no dudes que mi Hijo hará un milagro!.

Yo lo sentí en mi inteior pero tan claro como por los oidos, mejor aun era sin palabras. Me dejó una paz y una alegría, más que cuando la veía.

Al primero que se lo he dicho fue a Plácido y él ya lo dijo a más gente. Se llaman locuciones. Se pueden llamar voz de alegría, voz de felicidad, voz de paz. Desde entonces no he vuelto a dudar nada.

Pasaban los dias y ya no me volvieron a hablar, a mi me daba una pena, pero lo comprendía. ¿Cómo Dios me iba a dar tanta felicidad tan a menudo sin merecerlo?.

Me han hecho mucho bien las locuciones, mucho, mucho, porque era como si la Santísima Virgen estuviera dentro de mí; ¡qué felicidad!. Al cabo de un més, he vuelto a oir esa voz de felicidad interior, sin palabras, en la Iglesia.

Prefiero la locución antes que las apariciones porque, en la locución, la tengo en mí misma. ¡Ay, qué feliz con la Santísima Virgen en mi!, qué verguenza ser tan mala, ¡pero esto es el mundo!.

Me gusta más tener a Jesús dentro de mí. Jesús, quien me dará la Cruz para purificarme y también hará que con mis cruces pueda hacer algo por el mundo, con la ayuda de Dios, pues yo sola nada.

Una oración que yo le digo a Jesús: ¡Ay Jesús mío!...

Aquí termina el primer diario inconcluso de Conchita. Conviene releerlo con los textos complementarios y notas explicativas y continuar con el resto de la historia y los testimonios.

El Diario, con los textos complementarios, y notas explicativas.

El resto de la historia y los testimonios.

 

A. M. D. G.

 


 

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