Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 121

 

Madre de Dios y Madre nuestra (2).

Historias bellísimas de las Apariciones.

 

¡Ay señora!, ¡es tanta verdad!.

Dice Avelina:

Bajaba yo de la hierba de un prado que Tina tiene muy cerca de los pinos y me encontré con tres señores. Me dicen,

-- Buenos días señora.

-- Buenos días.

-- Usted, ¿es de aquí?.

-- Si, de aquí soy.

--¿Qué, esto es cuento no?.

Dijo un señor ya muy mayor, el pelo blanco como el mío. Y dice:

-- Yo vengo por venir, que esto no debe ser cierto.

-- Bueno, ¿Usted no ha visto ningún éxtasis, verdad?.

-- Ah, no señora, que acabo de llegar.

-- Entonces ya me lo dirá después.

Después que vea alguno ya me dirá si es cuento o realidad. Quisiera volver a verle a usted. Pues ¿cómo, siendo usted tan mayor, se le ocurrió venir a este pueblo si era un cuento?.

-- Porque me dio gana de venir.

-- Pues algo lo llamó aquí, sino no venía.

A la tarde hubo Aparición y dejábamos todo abandonado, hierba y todo. Cuando había Apariciones no nos ocupábamos nada mas que de ir a ver las niñas.

Fueron las Apariciones en la Iglesia y llegamos a la Iglesia y yo me subí al coro para verlo mejor allí y mas tranquila. Estaban las niñas dando la Cruz a besar y yo me estaba fijando en el señor, en el viejo ese.

Entonces le dan la Cruz a besar y veo que el señor si no se sienta se cae, de la emoción que sintió. Estaba sentado así, con las manos teniendo por la cabeza. Dije yo, algo le pasó a ese señor. Cuando todo terminó, bajo del coro y salgo detrás del señor y le doy en el hombro. Y le digo:

-- Y ahora ¿qué me dice?.

No era de hablarme de la emoción.

-- Ay señora, ay señora.

Que no era posible de poderme hablar. Estuvo así un rato sin poder decirme lo que le había pasado.

-- Ay señora, ¡es tanta verdad!, como usted me decía que tenía que verlo, esto sí que es verdad. Que sí, es cierto que está aquí la Virgen. A mi nunca me pasó una cosa como esta de sentirlo así.

Sucedía así muchas veces, los que venían con sinceridad de saber la verdad, recibían una gracia grandísima y creían. Luego supimos que era un Sacerdote, se lo dijo la Virgen a Conchita.

 

No dejan una noche sin ir a rezar el Rosario.

Don Valentín decía que Garabandal, antes de las apariciones, era el pueblo más religioso y más caritativo de la provincia. En Cabuérniga, vino un día el Obispo y decía en el sermón.

-- Cabuérnigos. ¿Dais palabra de ser como en San Sebastián de Garabandal, que no dejan una noche que no van al rosario?.

 

Conchita y Loli, en éxtasis, dan primero
a besar el Crucifijo a la Virgen.

 

Reina y Señora de todo lo creado.

Desde los días del santo Obispo de Santander, don José Eguino Trecu, que murió en olor de santidad en 1961, poco antes de las apariciones, se había establecido en las iglesias de la diócesis la práctica de concluir el rosario con la invocación: «Nuestra Señora Bien Aparecida, Reina y Madre de la Montaña, ruega por nosotros», repetida tres veces y seguida cada vez de una Avemaría.

A don José Eguino Trecu se debió que la Virgen, con este título de "Bien Aparecida", fuese proclamada Patrona de toda la provincia de Santander, Comunidad de Cantabria, donde abundan los santuarios marianos; el Santuario de la Bien Aparecida está en un hermoso lugar sobre el curso del río Asón, con vistas a Udalla y Ampuero, y lo atiende una comunidad de PP. Trinitarios; la imagen fue llevada a la capital de la Montaña en los últimos años de monseñor Eguino Trecu para su Coronación canónica solemne.

Don José Eguino Trecu, Obispo de Santander, que murió en olor de santidad poco antes de las Apariciones, dijo que el pueblo de San Sebastián de Garabandal era tan fiel en su vida religiosa y tan devoto de la Santísima Virgen María, que algo muy grande iba a suceder allí en el futuro.

Estas palabras de D. José Eguino Trecu se cumplieron. Durante las Apariciones, María fue Madre y Maestra pero también Dios hizo resaltar en Ella otros títulos de quien a su vez es "la humilde esclava del Señor".

En un éxtasis, a continuación del rosario, las niñas rezaron el credo; y, como de costumbre, siempre que lo rezan en éxtasis, añadieron a lo de Iglesia católica, lo de apostólica y romana. Asimismo, introducían una innovación en ciertas invocaciones finales: en vez de decir "Nuestra Señora Bien Aparecida, Reina y Patrona de la Montaña", decían "Reina y Señora de todo lo creado".

 

¡Los pájaros cantan de noche!.

Una noche, los pájaros cantan hermosos trinos:

Cuenta la señora del Doctor Ortiz:

Al reunirnos con nuestro grupo, pudimos oír a unos muchachos que andaban por el puentezuco que había ante el pórtico:

 -- ¡Madre! ¡Madre!. ¿No han oído cantar a muchos pájaros?.

Y unas mujeres contestaban:

-- Sí, también nosotras lo hemos oído.

Yo pregunté a mi cuñada Maruja, quien me dijo:

-- Yo lo he oído también; me hacía el efecto de una pajarera con miles de pájaros cantando a la vez, ¡y maravillosamente!".

Es que Jacinta estaba en éxtasis y los pajarinos, a la luz de la Virgen, empezaron a cantar hermosos trinos.

-- ¿No os disteis cuenta que fue al marcharse la niña cuando todo cesó?.

-- Pues no, no se me ocurrió relacionar lo de los pájaros con la presencia de la niña en éxtasis.

-- Pues, para mí, es evidente que una cosa se debía a la otra.

En esto llegó Fernando, el que había ido a ver de cerca los éxtasis de otras niñas, y le preguntaron: "Cuenta, cuenta, ¿qué es lo que has visto?".

-- No sabría explicároslo. He visto unas caras tan transformadas y de dulzura tan sensacional.

-- ¿Y no has oído cantar a muchos pajarines?.

-- No, no he oído nada.

Los pajarinos solamente cantaban si la Virgen les hacía llegar su luz y su ternura, como Reina y Madre de todas las criaturas.

Fernando no lo oyó porque estaba en otro lugar mas alejado.

-- Pero, ¡bueno!, ¿qué tonterías preguntáis?. ¡Los pájaros nunca cantan de noche!.

Esta rotunda afirmación dejó a la señora de Ortiz, no muy familiarizada con la vida del campo, en el colmo del desconcierto. Si los pájaros nunca cantan de noche, ¿qué era aquello que ellas ciertísimamente habían oído?.

Cuando más tarde tuvieron ya suficiente confianza con las niñas y se enteraron de que había sido Jacinta la vidente que estuvo donde ellas aquella noche, le preguntaron sobre el canto de los pajarinos. La niña se limitó a sonreír y a decirles:

-- Mi abuela también decía que oía a las golondrinas.

También los pajarinos se sentían felices con la presencia de la Virgen y en su luz cantaban hermosos trinos.

 

Ay señora, ¡está mas fresca que usted y yo!.

Dice Avelina:

Había mucha gente junto a casa de Aniceta y estaban esperando la Aparición de Conchita y llego yo. Sale Conchita veloz que no era que corría sino que parecía que volaba. Me llega un señor que me dice:

-- Señora, ¿es usted de aquí?

-- Sí Señor.

-- A esta niña, cuando se le pase el éxtasis, estará agotada, cogerá una sudada.

-- Sudará el que va con ella, si, ese sudará bastante. Seguramente que la camisa se le podrá torcer, si son de seguirla, que yo no podré. Andaré todo lo que pueda pero seguirla no puedo. Pero le aseguro que ella está mas fresca que yo ahora.

-- ¡Qué dice usted señora, no puede ser eso!.

-- Bueno, si no puede ser usted lo verá. Si su madre le deja mire a ver cuando vuelva a su casa.

La gente que la había podido seguir, mas bien jóvenes, estaban cansadísimos, sudados.

Solía terminar el éxtasis donde había comenzado y, al volver a casa, el señor estaba emocionado al ver que seguía igual de fresca como si no hubiese salido de casa y me dice:

-- Ay señora , está mas fresca que usted y yo.

Decía la gente:

-- ¡Ay que corrida nos diste Conchita!.

Decía la niña:

-- Correr, si yo no me moví de aquí.

En éxtasis solo veían a la Aparición y lo que Ella les mostraba. Estaba en la cocina y allí tuvo el éxtasis y allí terminó, por lo que a Conchita le parecía que no se había movido.

-- Que no te moviste de aquí, con la corrida que nos diste.

Y talmente parecía que así fuera porque estaba fresca como si no se hubiese movido. Mucho mas que usted y yo y todos los que estábamos allí.

Unas niñinas como eran, nunca jamás les dio mal alguno durante los éxtasis. En aquella edad, si las dejasen tanto tiempo sin dormir, no podrían resistir, y sin embargo ya nevara, lloviese, lo que fuese, como si fuesen las dos de la mañana, si las llamaba la Virgen entonces iban y por la mañana estaban tan frescas como si hubiesen dormido toda la noche.

 

De nada me vale esconderme.

Dice María, madre de Jacinta:

Un día tenia un dolor de cabeza y se me llenaba la casa de gente.

Digo yo:

-- me voy a la otra casa.

Aquí dormían los muchachos, parte de ellos. Tenía aquí una habitación y entonces digo: me voy allí. Era una casa vieja. Entonces me vine ahí y Jacinta estaba cenando. Jacinta no salió de casa que no tenía Aparición.

Yo me vine después de cenar a esta otra casa y cuando mas tranquila estaba dan en picar a la puerta. Y eran Conchita, Loli, Don José Ramón, el cura de Barro, y un tropel de gente. Abro la puerta, entran, se me afincan al par de la cama, me hacen una Cruz en la almohada y yo no pude volver a dormir.

Me dije:

-- es inútil esconderme que dondequiera me encuentran.

 

Continúa... (3)

 

A. M. D. G.

 


 

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