Las Apariciones de la Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 48

 

Inocencio Cosío, Moisés González.

Cardenal Ottaviani: «Difunda Garabandal...».

Monseñor del Val al P. Pesquera: «Yo estoy haciendo sobre Garabandal un estudio privado, por mi cuenta...».

 

Foto: De izquierda a derecha; P. Eusebio García de Pesquera O.F.M. Capuchino, Don Plácido Ruiloba de Santander y Padre Ramón María Andréu S.J. que son citados en varios de los capítulos de esta historia.

 

Cardenal Ottaviani: «Difunda Garabandal...».

 

El Cardenal Ottaviani y el Hermano David.

Monseñor Ottaviani, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fé, dijo al Hermano David, «lo acompaño de todo corazón, difunda Garabandal, hágalo con caridad, pero difunda Garabandal tanto como tenga vida según lo prometió a la Virgen». Monseñor Ottaviani creía en Garabandal, se lo dijo claramente.

Relato de cómo sucedieron estos hechos.

El Hermano David es un hermano de la Congregación de los Corazonistas, Hermanos del Sagrado Corazón, enseñando en el Colegio Benito Nazar de Buenos Aires, Argentina. El Hermano David sufría hace varios años de leucemia sin saberlo él.

Había llegado a un estado tal que el Hermano Superior estaba muy preocupado por su salud. Los médicos no le daban mas que dos o tres meses de vida. Era trasparente, delgado, francamente en un estado pésimo.

El Hermano Superior mandó rezar en la Capilla por uno de sus hermanos gravemente enfermo. El hermano David rezaba sin saber que se oraba por su propia salud.

Uno de los hermanos de la Comunidad pensó que un religioso debía saberlo para que se prepare para su tránsito y sin más se lo contó al hermano David, y le dijo:

-- Rezamos para tí.

El hermano David, muy impactado, pasó unos dias postrado y después reaccionó. Como ya conocía Garabandal por Julio Pose, prometió a la Virgen que si le curaba daría todo su tiempo, después de sus obligaciones de enseñar en el Colegio, en dar a conocer los Mensajes y las Apariciones de Garabandal.

De repente el médico empezó a preguntarse lo que pasaba, los análisis de sangre mejoraban en una forma espectacular. El Hermano David ya no tuvo que tomar mas medicamentos ya que estaba curado.

Dijo:

-- Estoy seguro que la Virgen me curó, ahora me toca cumplir lo prometido y voy a difundir Garabandal tanto como pueda.

Sus fuerzas mejoraron tanto que poco después pudo hacer, a pié, una peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Luján, unos sesenta kilómetros a pié desde Buenos Aires.

A los dos años tuvieron su Capítulo general los Corazonistas. El Hermano Superior, viendo el entusiasmo del Hermano David por difundir los Mensajes de Garabandal, lo eligió para ir con él a Roma para el Capítulo general de la Orden y con el fin de realizar allá nuevos análisis y saber si estaba completamente curado.

Para su tranquilidad quería que en la Clínica San Juan de Dios en Roma le hiciesen análisis de sangre para saber en que estado se encontraba el hermano. En Buenos Aires el diagnóstico ya era seguro, de varios médicos, y estaba curado. En Roma los análisis dieron que estaba completamente normal. Incluso se hizo un segundo análisis al saber que habia sido leucémico y este análisis confirmó lo mismo, el Hermano David estaba completamente sano.

El Hermano David estaba muy afligido por la mucha oposición que había entonces para la difusión de los Mensajes de Garabandal y pensó pedir audiencia al Cardenal Ottaviani, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, para consultarle acerca de la promesa que había hecho a la Virgen de difundir los Mensajes y las Apariciones de Garabandal.

Pidió por tres veces audiencia y se la negaron e insistió una cuarta vez. Le decían:

-- No tendrá su audiencia.

Pero en ese momento pasaba por allí Monseñor Ottaviani, que dijo:

-- ¿Qué pasa aquí?, ¿pero qué es ésto?.

El Hermano David le dijo el motivo de su petición de audiencia y daba gracias interiormente a la Virgen de Garabandal ya que el Cardenal Ottaviani lo recibió inmediatamente. Le presentó los análisis que le daban a lo sumo tres meses de vida y los de su maravillosa curación. Sometió este caso de conciencia a Monseñor Ottaviani, por un lado su promesa a la Virgen de difundir los Mensajes de Garabandal y por otro lado las prohibiciones del Obispado de Santander.

Monseñor Ottaviani dijo, «lo acompaño de todo corazón, difunda Garabandal, hágalo con caridad, pero difunda Garabandal tanto como tenga vida según lo prometió a la Virgen». Monseñor Ottaviani creía en Garabandal, se lo dijo claramente.

Cuando volvió a Buenos Aires estaba todo satisfecho, pero el hermano Superior decidió que las reuniones que hacía los dias 18 de cada mes en el Colegio Benito Nazar las tuviesen fuera del Colegio.

Entonces fundó la Difusora Mariana para difundir los Mensajes de Garabandal en Argentina. El Mensaje llegó tambien a los paises vecinos de Chile y Paraguay.

Durante seis años gozó de perfecta salud y cumplió su promesa a la Virgen de dar a conocer sus Apariciones y Mensajes de Garabandal.

LLegó finalmente la hora en que la Virgen se lo iba a llevar al Cielo. Enfermó según se dijo por la edad y el mucho trabajo y sacrificio. Lo tuvieron que internar en un Sanatorio. Sufrió las penalidades de la enfermedad como último sacrificio durante unos quince dias.

Le cuidaron, por el dia fieles del Movimiento Mariano, y por la noche la Hermana Alicia de las Siervas de Maria. En su último día le dijo claramente a la Hermana Alicia:

-- Ahora sí que me tiene que preparar para el Cielo, no le digo para la eternidad, le digo para el Cielo, porque yo sé que voy al Cielo.

La hermana Alicia le dijo sus peticiones para que cuando estuviese en el Cielo se las dijese a la Virgen como así se lo prometió el Hermano David.

Le dijo:

-- Estoy seguro que lo primero que voy a ver en el Cielo será la Virgen y le diré todas sus peticiones.

Llovía todo el dia y toda la noche de esas tormentas tropicales fuertísimas. Al amanecer y a los pocos minutos de haber fallecido el hermano David, «una luz extraordinaria iluminó la habitación, como un rayo de luz sobre el rostro del Hermano David. La Virgen se lo llevó al Cielo. Esta luz hacía contraste con la oscuridad exterior de la tormenta».

Esta luz impactó muchísimo a la hermana Alicia. La hermana Alicia dijo:

-- Verdaderamente era un santo y ya está en el Cielo, no lo lloren, está dichoso.

 


 

Monseñor del Val al P. Pesquera:

«Yo estoy haciendo sobre Garabandal un estudio privado, ...».

 

Monseñor del Val, Obispo de Santander.

Monseñor Del Val toma posesión del Obispado el 16 de enero de 1972. Antes de ser Obispo, formó parte de la "Comisión" investigadora de los sucesos de Garabandal. En 1977, Monseñor Del Val hizo una visita pastoral a la zona de Garabandal y visitó el pueblo de las Apariciones.

En 1980 y a petición de Conchita, Monseñor del Val autoriza a ésta a filmar una película sobre Garabandal para la BBC inglesa.

Ante el interés de la BBC de hacer una película documental sobre Garabandal y que la protagonista principal fuese Conchita, esta le pidió permiso al Obispo para hacerla, pues no estaba dispuesta a ello sin su consentimiento. En un principio, la respuesta del Obispo, aunque no fue negativa, sí fue bastante vaga e indirecta. Se limitaba a aconsejarla que:

-- Fuera humilde, que fuera obediente y sobre todo no aludir demasiado a los Obispos anteriores.

Poco después, Conchita tuvo un encuentro con madre Teresa de Calcuta, que creía en las Apariciones, y que estaba de visita en Nueva York. Conchita explicó a madre Teresa lo que el Obispo le dijo y ella, no satisfecha con esa respuesta, le dijo a Conchita que volviese a llamar al Obispo de Santander y que le dijese claramente:

-- Si tú puedes hacer esta película por el Honor y la Gloria de Dios y no por ninguna otra razón.

Frase que Madre Teresa anotó, de su puño y letra, en un papel y que Conchita repitió posteriormente a Monseñor Del Val. Enterado este de la intervención de la madre Teresa de Calcuta y siendo un admirador de ella, la respuesta no se hizo esperar; en la llamada telefónica que Conchita hizo a monseñor del Val este le dijo:

-- Por supuesto que sí, tu puedes hacer la película por dicha razón.

Conchita y Monseñor Del Val, en 1985, tuvieron una entrevista bastante larga. El Padre Asensio y el Padre Eusebio García de Pesquera O.F.M., Capuchino, mantuvieron correspondencia con el Obsipo del Val. En una carta dirigida al P. Eusebio García de Pesquera dice monseñor del Val:

"Yo estoy haciendo sobre Garabandal un estudio privado, por mi cuenta, sin abrir para nada el dosier de los Obispos anteriores que, como se sabe, era negativo. Este estudio tardará bastante tiempo: al final veré la determinación que debo tomar."

En una carta del P. Asensio, del 19 de noviembre de 1985, a Marichu Herrero de Santander dice lo siguiente:

"Dice el Padre Bailliencourt que hasta 1979 no encontró ayuda para ordenar el ingente montón de papeles que el Padre Laffineur tenía recogido en sus cajas. Bien, el trabajo ya está terminado y dispone de un fichero cronológico, metódico general.

Y que habiendo sabido de la existencia de una tal herramienta de trabajo, las Autoridades Religiosas nos han pedido que constituyamos sumarios de estudio.

Monseñor Del Val levantó la prohibición de acudir a Garabandal y decir misa allí a los sacerdotes, hecho que la propia Conchita calificó como "el acontecimiento más importante de Garabandal en los últimos tiempos después de las apariciones".

En el año 1962, en una conversación mantenida entre Conchita y el sacerdote D. Luis López Retenaga, prefecto de teólogos en el seminario diocesano de San Sebastián y encontrándose este en Garabandal con autorización del entonces Obispo Monseñor Beitia, quien le había encargado un estudio sobre los sucesos que venían acaeciendo allí, D. Luis manifestó a Conchita su pesar por no poder estar presente el día del "milagro", dada la prohibición que pesaba sobre los sacerdotes. El comentario, hecho con toda naturalidad por Conchita, fue profético:

-- Esté usted tranquilo, antes del milagro, el Obispo levantará la prohibición.

Así fue. Monseñor Del Val comunicó al párroco de Garabandal que permitiera las misas en la parroquia a otros sacerdotes. Posteriormente manifestó el Obispo el levantamiento de la prohibición en una entrevista en televisión.

Posteriormente, Monseñor Del Val comunica en carta del 14 de julio de 1988 al párroco de San Sebastián de Garabandal que "se va a hacer un estudio sociológico sobre los hechos de Garabandal para más tarde seguir con otro teológico."

En la misma carta pide colaboración a los feligreses que fueron testigos para que respondan a las preguntas de cuatro enviados del Departamento de Sociología de la Universidad de Alcalá de Henares.

Este estudio fue enviado a la Congregación para la Doctrina de la Fe, más concretamente,  al Cardenal Joseph Ratzinger.

Baste decir que el Papa Juan Pablo II cree en las Apariciones de la Santísima Virgen María en Garabandal. Mas detalles en el capítulo 46.

 

 

Inocencio Cosío.

 

Inocencio Cosío.

Cuando las Apariciones yo vivía en Cosío, a poco más de cinco kilómetros de Garabandal, y subí con mucha frecuencia a Garabandal; he vistos muchísimos éxtasis. Solía estar muy cerca de las niñas y así podía oirlas. Cuando salían del éxtasis yo les preguntaba el por qué habían dicho esto o aquello.

Recuerdo un día que las niñas dijeron en éxtasis:

-- ¡Oh, nó!, ¡eso nó!.

Después pregunté a Conchita por qué dijo "eso nó" y ella me contestó:

-- Porque la Virgen dijo que llegaría un día en que negaríamos haberla visto.

Esto fué en el primer año, en 1961. Yo me fui de aquí a Méjico en Abril de 1962. Durante estos meses desde Junio de 1961 hasta Abril de 1962 viví, durante las Apariciones, las cosas más maravillosas que uno se pueda imaginar. Impresionaba ver a las niñas en éxtasis.

Una noche, las niñas, en éxtasis, caminando por el pueblo, rezaron el Rosario y la gente con ellas. También rezaron las Letanías y cantaron canciones que la Virgen les ayudaba a componer. En estado normal no sabían rezar bien, ni sabían los misterios ni las letanías, ni llevaban bien la cuenta de las decenas, pero en éxtasis lo hicieron de maravilla sin equivocación ninguna.

Por esto yo les pregunté:

-- ¿Como es que empezáis el siguiente rezo inmediatamente después que ha terminado de rezar el último?.

Porque aquí se vió muy claramente que las niñas, en éxtasis, no oían ni veían a nadie de la gente, sino a la Visión y sin embargo todo lo hacían bien. Ellas me dijeron:

-- Porque la Virgen nos dice cuando tenemos que empezar de nuevo.

Era maravilloso y no es lo mismo decirlo que vivirlo. Seguro, segurísimo que aquí estuvo la Virgen. No hay lugar a duda para quien haya querido observar atentamente los éxtasis.

Como venía tanta gente al pueblo, enviaron una Comisión para estudiar los sucesos. Recuerdo que, un domingo, vino el Dr. Morales con otros dos médicos. Ese dia la Aparición iba a ser tarde y el Dr. Morales dijo:

-- Mientras yo esté acá no habrá apariciones.

Algo así como que si las niñas estaban sugestionadas que él las desugestionaría.

Cuando la Virgen llamó a las niñas, estas pasaron en éxtasis cerca de él sin hacerle el menor caso y él, delante de todos, se limitó a hacer algunas pruebas. Había muchísima gente y los médicos les hacían varias pruebas, pinchando a las niñas en las piernas y examinando los ojos, el pulso etc, pero las niñas no pestañeaban ni se movían. 

Lo recuerdo como si fuera ayer, la gente estaba enfadada por el comportamiento de los médicos, por su forma de tratar a las niñas. Entonces el dotor Morales y los otros dos médicos se fueron. Me hubiera gustado hablar con él porque considero que estas cosas deberían estudiarse mejor observando allí todo lo que sucedía.

 De todo lo que he leido, oido o visto, no ha habido cosa como esta ni en Fátima ni en ningún otro sitio. ¿Cómo puede una niña estar en éxtasis durante tres horas?. Es algo que merece ser estudiado, por la forma en que sucedía. ¿Por qué el Doctor Morales cree ahora tan firmemente y es un defensor ferviente de las Apariciones?.

El Doctor Morales dió una conferencia en el Ateneo de Santander y dijo con firmeza que él cree. ¿Por qué, siendo un hombre de tan reconocido prestigio, no se estudiaron mejor las Apariciones?.

Cosas como estas no se ven en esta vida. Yo soy un hombre corriente, pero para mí lo que pasó aquí es cosa de Dios y no hay otra explicación posible. Son los hechos más maravillosos de los que fui testigo. Recuerdo la emoción de la gente cuando bajaba del pueblo; una tal emoción no se puede explicar a menos que se hayan vivido esos momentos en que se sentía la presencia de la Virgen con las niñas en éxtasis.

Durante una Aparición que duró unas tres horas, las niñas iban en éxtasis e iba mucha gente detrás de ellas. Después de un rato, las niñas se separaron, y Conchita, todavía en éxtasis, quedó sola. Con su cara mirando al cielo y su cabeza totalmente doblada hacia atrás, con los brazos extendidos en forma de cruz, empezó a correr por el pueblo, muy rápida, cosa que ella hizo en varias ocasiones.

Se movía a tal velocidad que nadie intentó seguirla. La gente prefirió quedarse. Solo un hombre y yo, que tenía entonces 31 años, corrimos detrás de ella. Cuando la alcanzamos, ella ya había llegado a la puerta de la Iglesia, que estaba cerrada. Allí paró y se arrodilló.

Después de rezar en la puerta de la iglesia, se levantó y salió rápida hacia el puentezuco que allí había y se cayó en tierra donde una piedra grande que había allí. Ella estaba allí con una expresión angelical en su cara. Me acerqué a ella para ver mejor esa cara de ángel y la oí decir:

-- ¡Espera un poquito mas, solo un poquito mas!. ¡Qué bien ...!

Tan feliz estaba allí con la Virgen. Era maravilloso ver a las niñas en éxtasis, felices con la Virgen.

Desde allí, ella se levantó y se empezó a mover y, sin tocar el suelo con sus pies, la vimos caminar por el aire unos diez metros, con su cara mirando a lo alto y sus brazos extendidos. No estaba muy separada del suelo, unos 25 centímetros, y de una manera maravillosa.

Fue una de las cosas mas maravillosas e impresionantes que he visto; su porte, su forma de andar y la expresión de su cara eran del todo admirables.

Alli todo sucedía de un modo que no se parece en nada a lo que se pudiera hacer, incluso si se pudiese hacer naturalmente, porque la expresión y belleza de su rostro y su vivencia interior eran de una alegría que a todos nos llenaba de emoción porque era la Virgen quien la llevaba. Toda la gente que estuvo allí esa noche estaba muy emocionada por lo que vieron.

 

 

Moisés González.

 

Moisés González.

Yo estaba de vuelta del servicio militar cuando oí de lo que pasaba aquí en Garabandal. Paré en Torrelavega para renovar mi carnet de identidad y allí el oficial de la policía me lo dijo pero yo lo tomé a broma porque me parecía increible.

El mismo dia que llegué al pueblo fui testigo de un éxtasis. Lo recuerdo muy bien y todo ello por estar con Don Francisco. Este señor era cojo y andaba con muletas lo que le hacía muy dificil moverse por allí. Por esta causa, antes del éxtasis, ya estábamos en el lugar de la Calleja donde tenían lugar los primeros éxtasis. En este primer éxtasis que ví, estaban Mari Cruz, que es prima mía, y Mari Loli.

Recuerdo un dia en que un médico de Santander estaba haciendo algunas pruebas y vi como las pinchaba las piernas con agujas pero las niñas no dijeron nada ni se movieron. Sus caras permanecían impasibles; incluso no pestañeaban ni movían sus caras cuando las fotografiaban de cerca con flashes.

Me impresionó mucho porque ellas no estaban enfermas, y era muy claro que no eran ellas las que hacían eso por lo que me parecía inexplicable, a menos que se creyese de verdad que todo venía de Dios.

Al principio, solo miraba aunque no comprendía. Después empecé a seguir a las videntes cada noche, especialmente desde que empezó a venir tanta gente. La gente se apiñaba para poder ver. Mi tio, Escolástico, el padre de Mari Cruz, me pidió que fuera con frecuencia para proteger a las niñas de la avalancha de gente, porque él no podía andar bien. Fue por esto que estuve presente en tantos éxtasis.

Las caras de las niñas variaban de expresión según fuese su conversación con la Virgen. Algunas veces lloraban y también, en ocasiones, reían porque le contaban a la Virgen de sus cosas de cada día con toda familiaridad. Nunca les ví expresión de fatiga o nerviosismo. Al salir de los éxtasis siempre se las veía frescas, sin cansancio, normales y con alegría.

Frecuentemente andaban muy despacio y todos podíamos seguirlas pero también, algunas veces, corrían de un modo que era muy dificil seguirlas. A veces iban con los brazos extendidos. Recuerdo el día de la Asunción de la Virgen, mas bien la víspera, a partir de las nueve de la tarde. Las seguimos toda la noche hasta las tres de la mañana.

Cuando eran marchas extáticas a velocidad, no podía seguirlas de cerca, aun cuando los jóvenes de quince años no me ganaban a mí a correr; llegaba un momento que teníamos que dajar de seguirlas de lo cansados que estábamos.

Sin embargo, ellas iban de lo mas bien, con sus caras mirando hacia el cielo y de noche, sin ver donde pisaban sus pies. No chocaban con nada, como si tuviesen alas en los pies. Las ví también bajar de los Pinos, de noche, por sitios muy malos de caminar ya que no seguían los senderos. De día, incluso teníamos que mirar bien donde poníamos los pies y ellas lo hacían como si nada, incluso sin calzado. Pasaban entre espinos sin hacerse daño.

Un día, estaba en casa de Conchita cuando llegó Jacinta en éxtasis. Había en el pueblo una familia que había venido a ver si las Apariciones eran verdad. Mirando a Jacinta, le hiceron preguntas por medio de Conchita, el señor le preguntó a Conchita que le dijese las iniciales de su nombre y Jacinta le preguntó a la Virgen y lo dijo todo exactamente.

De repente, este señor quedó como petrificado, completamente conmovido y su esposa más aún porque, con las pruebas, la Virgen daba también estas gracias, de sentir que Ella estaba allí, a los que venían con buena intención, buscando la verdad. Esto tuvo lugar delante de mí, en casa de Conchita. Y como este caso se podrían decir muchos. Nadie quedaba defraudado si venía con fé a ver las Apariciones.

 

A. M. D. G.

 


 

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