Las Apariciones de la Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 2
Incluye el texto del Diario de Conchita
“Si pensáramos un poco quien es Jesús y lo que sufrió por nosotros no le dejariamos tan abandonado en el Sagrario y nos sacrificariamos más por su amor.”
Conchita Gonzalez
2 de Mayo 1965
Julio de 1961.
Ha llegado el martes día 4.
Nosotras, como siempre. La gente del pueblo y nuestros padres y hermanos cada día creyéndolo más y las gentes forasteras que habían venido, muy animadas para decírselo a los demás, para que vinieran al pueblo.
Nosotras seguíamos haciendo nuestra vida corriente y haciendo lo que nos mandaban nuestros padres.
Llegó la tarde del martes cuatro, tercer día de ver a la Virgen, subían muchas personas, sacerdotes; hubo Rosario a las seis de la tarde en la Parroquia y nosotras con una llamada.
Estaba la Iglesia llena de gente y en el altar mayor había como doce sacerdotes y fotógrafos sacando fotografías. Cuando terminó el Rosario nosotras teníamos dos llamadas y pensamos correr al Cuadro,
Hay dos maneras distintas de correr:
— La primera, fuera del éxtasis, cuando ellas van con gran rapidez hacia la Calleja porque una fuerza interna les lleva hacia ella. Es lo que nos describe Conchita en este punto del diario.
— Pero sucede también que las niñas se desplazan a veces muy rápidamente durante el éxtasis. Son las llamadas marchas extáticas. La primera de estas marchas extáticas, tuvo lugar el día 8 de Agosto de 1961.
Las niñas parecen animadas de una fuerza interior muy grande de tal manera que es imposible detenerlas. Otras veces, se les ha visto avanzar en una manera parecida a una danza, correspondiente a una melodía que solo ellas escuchaban.
Estas marchas pueden ser efectuadas a una gran velocidad. A veces parece como si no tocasen los pies en el suelo y también se ha dicho que era como si tuviesen alas en los pies. Al terminar no se aprecia en las niñas señales de fatiga mientras que los que las han seguido, aún los más fuertes, están fatigados. En varias ocasiones las cuatro niñas han recorrido el camino de los Pinos de rodillas en éxtasis.
y la gente corriendo detrás de nosotras; a algunos no les dió tiempo de llegar. Mari Cruz y yo nos quedamos un poco más arriba que Loli y Jacinta. Nosotras dos en el mismo Cuadro y las otras dos no.
Decía la gente que nosotras con todo lo que corríamos no sudábamos y ellos sí sudaban y llegaron todos cansados y les extrañaba. ¡Pero como era la Virgen la que nos llevaba!
Según las explicaciones de las niñas, durante sus marchas extáticas tienen la impresión de estar quietas delante de su visión y cómodamente situadas.
La Virgen siempre sonriendo, lo primero que nos dijo fue:
—¿Sabéis lo que quiere decir el letrero que tenía el Angel debajo?
—No, no lo sabemos.
—Dice ella:
—Quiere decir un Mensaje que os voy a explicar para que el 18 de octubre lo digáis al público.
Entonces nos lo dijo, y es el siguiente:
"HAY QUE HACER MUCHOS SACRIFICIOS, MUCHA PENITENCIA, VISITAR AL SANTISIMO,
PERO ANTES TENEMOS QUE SER MUY BUENOS Y SI NO LO HACEMOS NOS VENDRA UN CASTIGO.
YA SE ESTA LLENANDO LA COPA Y SI NO CAMBIAMOS NOS VENDRA UN CASTIGO MUY GRANDE"
Conchita repite a menudo, lo mismo que sus compañeras: "Ante todo el mensaje". Dice : "De nada nos sirve el creer en las apariciones, si no cumplimos el mensaje, mejor dicho si no cumplimos con la Santa Madre Iglesia". (Carta de Conchita al P. Alba, 10 de Diciembre 1965).
Esto es lo que quería decir aquel letrero del Angel y el Mensaje que dijimos el 18 de Octubre. Luego de decírnoslo se fue. Empezó a las seis y veinticinco minutos y se fue a las siete. Ella nos dijo todo esto el primer día pero yo no entendí nada. Al día siguiente nos dijo que Ella nos lo explicaría más tarde. Luego nos explicó qué quería decir el Mensaje y cómo lo teníamos que decir. Nos indicó que lo teníamos que decir nosotras en el portal de la Iglesia y que el 18 de octubre se lo comunicáramos a Don Valentín, para que lo dijera él, en los Pinos, a las diez y media de la noche.
Esto nos lo dijo la Virgen para que lo hiciéramos así. Pero como la Comisión dijo que había mucha gente y llovía mucho, no había donde cobijar a la gente. Que sería mejor decir el Mensaje a las 9 u 8 y media. Todo esto lo dijo la Comisión y así lo hicimos.
Subimos a los Pinos nosotras cuatro con la gente que había a las diez menos cinco.
Como dicen las explicaciones de Conchita, no se cumplieron los deseos de la Aparición. La comisión a que alude Conchita prefirió que la lectura del mensaje no se hiciera a la puerta de la Iglesia, como lo había pedido la Virgen. Las niñas obedecieron escrupulosamente las órdenes de la Comisión. La Visión les había repetido con frecuencia que lo primero era obedecer. Ellas aceptaron sencillamente el leer el mensaje en los Pinos.
Cuando llegamos a los Pinos ya estaba allí Don Valentín. Lo leyó para él sólo y después que lo leyó nos dió a nosotras el Mensaje para que se lo leyésemos a todos. Lo leímos las cuatro juntas. Pero como a nosotras, no nos oían bien, lo leyó un señor.
Después de leerlo bajábamos ya para el pueblo, cuando justo en el sitio llamado el Cuadro se nos apareció la Virgen.
Ella me dijo a mí:
—Ahora está dudando el Padre Ramón María Andreu.
Pero como yo me extrañé mucho, la Virgen me dijo dónde había empezado a dudar, y qué había pensado y todo.
El asombro de Conchita se explica. El P. Ramón María Andreu S.J. subió a Garabandal con su hermano el P. Luis María Andreu, también jesuita, en los últimos días del mes de Julio de 1961. Había vuelto a subir repetidas veces a lo largo del verano de 1961. Por esto, en la fecha en que está la narración de Conchita el P. Ramón María había sido testigo y en ocasiones sujeto, de muchos sucesos extraordinarios. Las dudas que le surgen este día al Padre, no dejan de extrañar a Conchita.
Agosto.
Como ya se ha podido notar hasta ahora, Conchita prefiere seguir el encadenamiento de los diversos asuntos antes que someterse a un rigor cronológico, en su narración.
Dos meses antes del mensaje , me llevó a Santander un Sacerdote llamado Don Luis.
La víspera de ir a Santander había mucha gente y entre ellos había un Padre con un hábito blanco y a mí me extrañaba muchísimo que viniera con hábito de ese color pues nunca lo había visto. Ese día me había dicho mi mamá que le preguntara a la Virgen si me dejaba ir a Santander y yo le dije que ya se lo preguntaría.
Eran las 6 de la tarde cuando ya teníamos las cuatro dos llamadas. En esos momentos un Padre nos dió un paquete de caramelos que nos había traído. Su nombre es Don Alfonso Cobián, nos los había traído para las cuatro, pero cuando nos los estábamos repartiendo nos vino la tercera llamada. Dejamos los caramelos en la calle (con las ganas que teníamos de comerlos) pero nos gusta más ¡mucho más, ver a la Virgen! Además la tercera llamada es una cosa que nos lleva y no sabemos ni cómo vamos al sitio llamado Cuadro. No nos dió tiempo de llegar al lugar señalado pues se nos apareció un poco antes.
El "Cuadro" en el lugar donde está la niña, en el camino pedregoso de la calleja, fue delimitado con unos troncos que se pusieron para proteger a las niñas, durante sus éxtasis, del entusiasmo de los curiosos.
Como teníamos tantos deseos de saber quién era aquel Padre que venía con un hábito blanco, se lo preguntamos a la Virgen, pero Ella no decía nada, no hacía más que sonreír. Nosotras insistimos de nuevo y al cabo de mucho rato nos dijo:
—Es un Dominico. Entonces dije:
—¿Un Dominicu?
Ella me respondió:
—Sí.
Ese mismo día le pregunté a la Virgen que si me dejaba ir a Santander y Ella no me dijo que no. Este día duró la aparición una hora justa pero a nosotras nos pareció un minutín. Ella misma nos dijo que había estado una hora.
Me querían llevar a Santander porque decían que yo era la que obsesionaba a las otras niñas. Entonces me llevaron para hacer la prueba.
El primer día que fui tuve una aparición junto a la Iglesia llamada de la Consolación, estaba allí mucha gente y tuvo que intervenir la policía por tanta gente que había ese día. Hicieron varias pruebas conmigo.
El éxtasis al que aquí alude Conchita tuvo lugar el día 27 de Julio de 1961. El mismo día, a la misma hora, las otras tres niñas tuvieron una aparición en los pinos. Durante esta aparición en los pinos le Virgen comunicó a las tres niñas que Conchita le estaba viendo a Ella en Santander.
Se pudo constatar por teléfono, desde Cosío, por el brigada de la guardia civil, cómo las tres niñas en los Pinos supieron lo que estaba pasando a unos 90 kilómetros de distancia en el mismo momento.
Conchita llama "prueba" a los múltiples exámenes que le hacían tanto los médicos como los sacerdotes.
Cuando se terminó la aparición me metieron en una oficina con un sacerdote y un médico a preguntarme cosas. El sacerdote se llama D. Francisco de Odriozola y el Doctor Piñal. Me decían:
—¿Cómo es que haces esas cosas? ¿Qué estás loca? ¿Cómo es que engañas al mundo de esa manera?
Después el Doctor me dijo:
—¡Ponte tiesa y mírame a la nariz que te voy a hipnotizar!
Cuando me decía: mírame a la nariz, me reía y entonces decía:
—¡No te rías que no es cosa de risa!
Eso fue todo por ese día, y no me hicieron mas preguntas.
Al día siguiente me llevaron con unos médicos para ver si estaba enferma y fuimos con un doctor que se apellida Morales y con varios más. Todos decían lo mismo, que estaba bien y que esto de las apariciones era un sueño. Que me dejaran ahí en Santander para que me distrajera, para que se me olvidaran todas las cosas que me habían pasado y así no volvería a tener más apariciones. Entonces como mi mamá quedó tan convencida de que no era nada lo que me pasaba, hizo lo que le dijeron los médicos, me dejó y se marchó a Garabandal.
Unas sobrinas y una hermana del P. Odriozola me iban a buscar todos los días a casa, para ir a la playa y a las ferias lo que yo hasta el presente nunca había visto.
Como iba todos los días a la playa, no se me aparecía la Virgen.
Al cabo de ocho días un señor intervino para que fueran por mí. Mi mamá me fué a buscar. El nombre de este señor es Don Emilio del Valle Egocheaga, ¡Ese nombre lo tendré presente toda la vida!
El día que me trajeron fui con el Dr. Piñal para decirle que ya me iba, pero él se puso muy enfadado y me dijo muchas cosas para que no me fuera. Entonces le dije que yo no veía a la Virgen,
pero que me parecía que las otras niñas sí la habían visto y que el Mensaje sí era verdad. Entonces me dijo que lo firmara. Yo lo firmé. Después me dijo que se lo fuera a decir al Sr. Obispo Don Doroteo. Y así lo hice. Todos se portaron muy bien conmigo, después de todo.
Cuando llegaba al pueblo, de regreso de Santander, varios sacerdotes y mucha gente venía a encontrarme, porque decían que Loli y Jacinta en su aparición habían dicho que yo ya venía por la carretera; como era verdad. Ellas estaban en la Iglesia y se lo había dicho la Virgen. Mari Cruz estaba esperando esa misma noche en su balcón a la Virgen junto con bastante gente.
La casa de María Cruz es la primera según se entra en el pueblo. Tiene un balcón de madera, donde la niña estaba con frecuencia, mientras esperaba la aparición.
Al día siguiente cuando bajaba del prado nos encontramos mi mamá y yo, con mi madrina Maximina González, que toda asustada nos decía:
¿No sabéis que se ha oído la voz de la Virgen en el magnetofón?
Entonces le pregunté:
—¿Qué es lo que Ella decía?
Mi madrina respondió:
Loli y Jacinta le decían:
—¡Habla! . . . ¡Anda, habla!.
Entonces en la cinta se oyó:
—"No no hablo".
La gente —decía mi madrina— empezó a llorar muy emocionada porque había oído la voz de la Virgen.
Este hecho que relata Conchita tuvo lugar el 5 de Agosto de 1961. Hemos visto el testimonio escrito y firmado por diversos testigos. El resumen de lo que relatan estos testimonios es el siguiente:
Unos forasteros habían llevado un magnetofón de pilas. Enseñaron su funcionamiento a Loli y a Jacinta. Las dos niñas quedaron maravilladas pues nunca habían visto una cosa parecida.
Durante uno de los éxtasis pudieron grabar algunas de las palabras que dijeron Loli y Jacinta. Después se lo pusieron para que lo oyeran las niñas.
De pronto cayeron nuevamente en éxtasis las niñas. Una de ellas quedó con el micrófono en la mano. Dirigiéndose a la Visión en un momento de este éxtasis, decía:
— "Ha venido un hombre con una cosa que lo coge todo. ¿Por qué ... no hablas tú para que te oigan ? ... No es por nosotras, es por ellos para que crean. Habla, di algo para que crean ..."
Terminado el éxtasis volvieron a poner el magnetofón para que las niñas escucharan lo que habían hablado con la Visión. Cuando llegaron al momento en que las niñas decían las palabras antes citadas: "Habla, dí algo para que crean". la cinta magnética se terminó. Y en ese mismo momento salió del aparato una voz que los testigos califican de "dulcísima" y que dijo:
—No, no hablo.
Loli y Jacinta exclamaron a la vez:
— ¡Uy, si es la voz de la Virgen!
Como puede suponerse la impresión producida sobre los testigos fue muy grande. Uno de ellos decía mientras bajaba de Garabandal: —"Yo me iría a la tumba con la seguridad de haber oído la voz de la Virgen".
En ulteriores veces que se puso esta cinta, la voz de la Virgen no se oyó más. Cualquiera que sea la interpretación que se quiera dar a este hecho, lo cierto es que para la narración objetiva de ellos poseemos doce testimonios firmados. Conchita hace alusión a ello en su diario como oído de labios de su tía Maximina.
En los días que estuve yo en Santander, había en el pueblo dos Padres Jesuítas: el Padre Ramón María Andréu y el Padre Luis María Andréu venían como muchos sin creer nada.
El hecho que cuenta Conchita tuvo lugar en los últimos días del mes de Julio, hacía el día 28. La niña no fue testigo de ello. Ella no hace más que contar lo que ha oído.
Un día de estos en que estuvieron los Padres, Loli y Jacinta tuvieron una aparición en los pinos. Esto fué durante el día. Estaban ahí estos dos Padres presentes y viéndolas a ellas en éxtasis, creyeron. Cuando pasó un pequeño rato y las dos en éxtasis, el Padre Ramón María pensó:
—Si todo esto es verdad que se le vaya a una de ellas.
Inmediatamente se le fue la visión a Loli; a los pocos minutos se le volvió a aparecer la Virgen.
Los Padres esto lo admitieron como una prueba.
Hemos hablado, a propósito de esto con el P. Ramón María Andréu. Reproducimos aquí parte del diálogo:
Pregunta: Cuando Conchita cuenta en su diario este éxtasis de Loli y de Jacinta dice que Ud. lo consideró como una prueba. ¿Es eso verdad?
El padre: Sí, es cierto. Pero todo esto es un poco más largo que la cita de Conchita en su diario.
Pregunta: ¿Podria darnos V. algunas precisiones sobre su actitud y su disposición el día en que subió V. por primera vez a Garabandal?
El padre: Como V. puede suponer yo no pensaba en absoluto, cuando subí ese día a Garabandal que podía tratarse de fenómenos que tuvieran ningún interés. Cuando me
invitaron para subir la primera vez yo respondí que no tenía tiempo para perderlo en apariciones. Generalmente yo estoy muy ocupado. Si por fin acepté en subir a Garabandal, fue solamente por no hacer un feo a la insistencia de los buenos amigos que me invitaban a ello y también porque me vendría bien un día de descanso después de unas cuantas tandas de ejercicios que había dado seguidas.
Pregunta: Y su hermano, el P. Luis María, creía?
El padre: No, de ninguna manera. No teníamos ninguna prueba por el momento. Creo que ninguna persona inteligente puede creer en ello sin tener al menos un mínimun de pruebas.
Pregunta: ¿Podría V. decirnos exactamente cómo tuvo lugar esto que nos cuenta Conchita?
El padre: Con mucho gusto. Era, como les digo, la primera vez que subí a Garabandal. Ya ese día habíamos visto algunos éxtasis, antes que sucediera lo que Conchita nos cuenta. Cuando la tarde estaba avanzada nos encontrábamos en los pinos. Loli y Jacinta estaban en éxtasis. Había muy poca gente junto a las niñas. Yo me encontraba muy cerca de ellas. Les oía hablar con su Visión con esa voz baja y como con sordina, que es característica en sus éxtasis. Entendía frases sueltas.
Al cabo de unos ocho o diez minutos, yo pensé que quizá se tratara de un caso de hipnotismo. Reconozco que fue un pensamiento vulgar y desprovisto de toda originalidad, pero fue así. Miraba a mi alrededor a fin de descubrir el autor de esta hipnosis. Ví el rostro de D. Valentín, de Ceferino, de Julia, de otros que estaban presentes, en ninguno encontré la solución. Todos tenían una expresión de sorpresa admirativa. No estaba allí el hipnotizador. Ya para entonces había visto a las dos niñas entrar y salir del éxtasis. Lo hacían a la vez. Daba la impresión como si no tuviesen más que una sola alma. Lo que pensé en ese momento no me parece que tuviera mucho sentido. Pero lo pensé así: Si una de las dos ñiñas volviera en sí y la otra quedara en éxtasis.
En este mismo momento, Loli, que era la que estaba más cerca de mí, volvió ligeramente la cabeza y me miró sonriente. Yo le pregunté:
¿Tú no ves a la Virgen?
Ella me respondió:
— No, señor.
¿Y por qué? insistí yo.
— Porque se me retiró.
Jacinta estaba todavía en éxtasis. Yo dije a Loli:
Mira a Jacinta. La niña la miró y sonreía al verla en éxtasis. Era la primera ves que veía a una de sus compañerai en éxtasis, estando ella normal.
Yo le pregunté:
Y ¿qué te dice la Virgen? Iba a responder cuando quedó de nuevo en éxtasis. La cabeza hacía arriba. Y escuché el siguiente diálogo entre las niñas y la Visión.
Jacinta: Loli, ¿Por qué te fuiste?
Loli: (Dirigiéndose a la Visión) ¿Por qué te me retiraste? Hubo una pausa.
Las dos (a la vez): ¡Ah, entonces es por eso. Entonces es para que crea!
Al oír esto yo me volví a mi hermano el P. Luis y le dije:
— Ten cuidado con lo que piensas que aquí la transmisión de pensamiento es fulminante.
Mi hermano me dijo:
— ¿Te ha sucedido algo?
— Sí, le respondí.. Ya te lo contaré.
Pregunta: Padre, a partir de ese momento ¿creyó V.?
Padre: Indudablemente que todo esto llamó mi atención y me dió qué pensar. Comprendí que no se trataba de una comedia o simulación y que era un tema muy interesante para un estudio más profundo. Caí en la cuenta de que nos encontrábamos ante fenómenos que eran apasionantes tanto para médicos como para teólogos.
De ahí a creer, hay un paso que no se da fácilmente. Una cosa, sin embargo, es cierta: tomando en conjunto todos los hechos a los que yo he asistido, incluso, de alguno de ellos yo he sido sujeto, aún mirados con un cierto escepticismo y reserva, puedo afirmar de nuevo que no se trata de ninguna comedia o simulación por parte de las cuatro ñiñas. Claro que decir eso es casi como no decir nada. Plantearse el problema no es todavía resolverlo. La pregunta es siempre la misma; ¿Cuál es la causa de estos fenómenos a los que yo he asistido, que yo mismo he visto, y de los que éste que acabo de referirles no es más que una mínima parte? A cuantas personas he hecho esta pregunta, todas las veces que lo he preguntado, me he quedado sin respuesta.
Un día en que las cuatro tuvimos visión: Loli, Jacinta, Mari Cruz y yo, había muchas personas y entre ellas el Padre Luis María Andreu y un seminarista, Andrés Pardo, y el Padre Royo Marín, Dominico. Era de noche cuando se nos apareció ese día la Virgen. A la salida del rosario nos pusimos en éxtasis las cuatro y empezamos a caminar hacía los pinos. Llegando allá, el P. Luis María dijo: ¡Milagro, Milagro! y se quedó mirando hacia arriba. Nosotras le veíamos bien, pues, en nuestros éxtasis no vemos a nadie, únicamente a la Santísima Virgen. Al Padre Luis en esta ocasión lo vimos, y la Virgen nos dijo que él también la veía y el milagro que se producirá.
En sus éxtalis las niñas no ven a nadie más que a la Aparición y ellas entre sí. Si una de las niñas está en éxtasis y la otra no, la que está en éxtasis no
ve a la otra. Lo mismo
sucede con relación a los que presencian el éxtasis.
Existe sin embargo una excepción, esta excepción tuvo lugar el día 8 de Agosto de 1961 cuando el P. Luis María Andreu presenciando un éxtasis, pronunció por cuatro veces la palabra "Milagro".
Conchita y las otras tres niñas han asegurado que la Virgen les dijo que el P. Luis María había visto a la Virgen y por anticipado, el Gran Milagro anunciado por la Virgen.
Durante los éxtasis, la anestesia al dolor causado desde fuera es completa. Las niñas no sentían ni los pinchazos, o pellizcos que pudieran causarles. Tampoco las quemaduras. Sin embargo eran muy sensibles a todo lo que procedía de su visión. Como ejemplo puede citarse un día en que la Virgen había dejado su corona con "estrellucas doradas" a las niñas y éstas se la pasan unas a otras. Una de las niñas dijo al recibir de otra la corona:
—¡Ay, me lastimé con una de las estrellucas!
En otra ocasión en que Loli y Jacinta estaban en éxtasis, una de ellas, tomando del suelo una piedrecita rozó con ella la mano de la otra. Esta reaccionó diciendo:
¡Ay, me has hecho daño con la piedra!
El Gran Milagro al que hemos hecho alusión cuando nos referimos al P. Luis María Andreu, diciendo que lo había visto por anticipado, ha sido anunciado por Conchita, de parte de la Visión. Las precisiones que acompañan a este anuncio son numerosas. Pero antes hay que decir algo del Aviso.
EL AVISO:
Citamos un fragmento de una carta de Conchita que lleva la fecha del 2 de junio de 1965:
Antes del milagro, me ha dicho la Virgen el día 1 de Enero, habrá un aviso para que el mundo se vaya enmendando. Y ese aviso es como un castigo. Es muy temeroso, para buenos y para malos. Para los buenos para acercarlos más a Dios. Y para los malos para avisarles que viene el fin de los tiempos. Y que son los últimos avisos. Es muy largo, no se puede decir por carta. Esto ya no la quita nadie de que venga. Es seguro. No sé el día ni nada de fecha.
Se sentirá en todo el mundo. Vendrá antes del Milagro aunque ella no sabe cuándo. Se verá que viene de Dios. Su duración, la niña la desconoce. Conchita añade todavía que en el Aviso veremos todo lo que hemos ofendido a Dios con nuestros pecados y lo que hemos hecho con ellos en la Pasión del Señor.
EL GRAN MILAGRO:
Después del Aviso vendrá el Milagro de que aquí, en el Diario se habla. He aquí las precisiones que sobre ello nos deja Conchita. Ella misma sabe la fecha exacta. Conchita deberá anunciar esta fecha con ocho días de anticipación. El milagro será tan grande como lo exigen nuestros tiempos y mayor que el que tuvo lugar en Fátima. Será visible desde Garabandal y en los montes que lo circundan. Será un jueves coincidiendo con la festividad de un santo mártir vinculado con la Eucaristía. También coincidirá con un acontecimiento grande de la Iglesia. Este acontecimiento ya ha tenido lugar alguna vez en la Iglesia, pero no en vida de Conchita. Tendrá lugar a las ocho y media de la noche. hora de la primera aparición. Durará como diez minutos o un cuarto de hora. Dejará una señal que por sí misma será un milagro. No será necesario que Conchita o alguna de las otras tres niñas estén presentes en el milagro, que Dios hará por intercesión de la Virgen María. Los enfermos que estén presentes se curarán y los incrédulos recobrarán la fe. El Padre Pio verá el milagro desde donde esté y también lo verá el Papa, es decir el que sea Papa en el momento del milagro. El Papa verá el milagro desde donde esté. Después del milagro, si el mundo no se convierte Dios enviará un castigo.
La gente nos dijo que en los pinos habíamos recitado un Credo (esta fue la primera vez que la Virgen nos enseñaba a rezar) y que después habíamos descendido hacia el pueblo en el mismo estado. Cuando llegamos a la Iglesia la Virgen se fue para nosotras tres, pero a Mari Cruz ya hacía varios días que no se le aparecía la Virgen, ella siguió en éxtasis y entró en la Iglesia junto al altar de la Virgen del Rosario y de San Miguel, empezando a rezar con la Santísima Virgen el Credo muy despacio. La misma Mari Cruz decía que la Virgen iba rezando delante, para enseñarla a rezar despacio, muy bien. Después del Credo. Man Cruz dijo la Salve e hizo el signo de la Cruz lentamente y muy bien, y hablando con la Santísima Virgen ella
exclamaba:
—¡Hay, qué bien que vino el Niño Jesús! ¡Cuánto hacía que no venía!. ¿Por qué tardaste tanto en venir conmigo y con las otras tres vienes más?
Esto se lo escuchamos varias personas que estuvimos junto a ella, entre estos el Padre Luis María Andreu, un seminarista y el Padre Royo Marín.
Al día siguiente fuimos nosotras cuatro, a barrer la Iglesia y al estar barriendo vino la mamá de Jacinta muy asustada y nos dijo:
—¡Se há muerto el Padre Luis María Andreu!
Nosotras no le creíamos pues lo habíamos visto el día anterior. Entonces, dejamos la Iglesia a medio barrer y nos fuimos a enterar con la demás gente. Nos dijeron que cuando ya se iba a morir sus últimas palabras fueron:
—¡Hoy es el día más feliz de mi vida! ¡Qué Madre más buena tenemos en el Cielo!
Después murió.
Esto aconteció en el camino que va a Reinosa cuando se marchaba de San Sebastián de Garabandal. En el coche en que viajaba iban Carmen Fontaneda y su marido Faito Fontaneda y varios más. La mamá del Padre Luis María Andreu entró de monja de clausura después de la muerte de su hijo.
La muerte del P. Luis María Andreu, forma parte importante en los acontecimientos de Garabandal, como se puede ver por el diario mismo de Conchita. Este padre era profesor de teología en la facultad que la Compañía de Jesús tiene en Oña, provincia de Burgos. Había hecho sus estudios en Oña, Innsbruck y Roma. Cuando murió tenía 36 años.
Había subido por primera vez a Garabandal en los últimos días del mes de Julio. Volvió a subir el día 8 de Agosto de 1961. Ese día D. Valentín le dió las llaves de la Iglesia porque él tenía que ausentarse de la parroquia. Dijo su última Misa en Garabandal. Por la tarde del día 8 de Agosto hubo un éxtasis de las cuatro niñas que comenzó en la Iglesia. Después las niñas salieron en una marcha estática de larga duración. Se paraban en los sitios donde anteriormente habían tenido algún éxtasis y rezaban allí. El P. Luis María siguió todo este éxtasis. Las niñas subieron a los pinos. Con ellas subió también el P. Luis María. Estando en los pinos es cuando el P. Luis María entró en el campo de visión de las niñas y cuando por cuatro veces pronunció la palabra "milagro". Las niñas han descrito cómo le vieron. "Estaba de rodillas, el sudor le caía por la cara, la Virgen lo miraba como diciendo: Muy pronto estarás conmigo".
Un rosario que el P. Luis María había dejado a Loli para que la Virgen lo besara, se perdió en el monte. El éxtasis terminó en la Iglesia. Vueltas en sí, le dijo Loli al padre:
—He perdido tu Rosario, pero la Virgen me ha dicho dónde está. Vamos a buscarlo.
Serían pasadas las 10 de la noche. Julia la Madre de Loli, dijo:
—No, ahora no. Mejor mañana con luz.
Y el P. Luis María dijo:
—Sí mejor mañana con luz. Y si lo encuentras no se lo des a nadie más que a mi hermano, que aunque yo no vuelva pero mi hermano sí que volverá. Así es como lo hizo Loli al día siguiente y encontró el Rosario en el mismo sitio exactamente qué con toda claridad se lo había dicho la Virgen.
Esa noche, el P. Luis María, bajó de Garabandal en jeep, hasta Cosio. Allí esperó a los que bajaban andando. Estaba dentro del coche esperando sobre la una de la madrugada, cuando llegó D. Valentín. Se acercó al coche para preguntarle algo y el P. Luis le dijo:
—D. Valentín, lo que las niñas dicen es verdad, pero V. no lo diga todavía, porque toda prudencia por parte de la Iglesia en estas cosas es siempre poca. Esta frase la escribió D. Valentín en su diario esa misma noche antes de que tuviera él noticia de la muerte del P. Luis María.
Camino de Aguilar de Campoo iba una caravana de unos cuatro coches y entre ellos iba el P. Luis María. En ese coche había otras tres personas más. El P. Luis María durmió durante un rato y al despertar dijo:
—Qué sueño tan agradable he tenido. Ya no estoy ni siquiera cansado.
Llegaron a Reinosa sobre las cuatro de la madrugada. Allí pararon todos los coches a la entrada del pueblo en una fuente. Descendieron de los coches para beber agua mientras el P. Luis permaneció en el suyo, con la puerta abierta, rodeado de las demás personas que le hacían preguntas sobre lo que habían visto.
Al momento de salir quedó en el último lugar el coche en que viajaba el P. Luis María. Dentro de Reinosa, todavía, el P. Luis dijo:
—"Estoy pleno de alegría. Qué regalo me ha hecho la Virgen. Qué suerte tener una madre así en el cielo. No hay que tener miedo a la vida sobrenatural. Las niñas nos han enseñado cómo hay que tratar a la Virgen. Para mí ya no puede quedar duda. ¿Por qué nos habrá elegido la Virgen a nosotros? Hoy es el día más feliz de mi vida". Al decir esto levantó la cabeza. Como dejó de hablar le preguntaron:
—Padre, le pasa algo? —y él respondió:
No, nada, sueño. Y diciendo esto bajó la cabeza.
El mecánico se volvió y al verle dijo:
—Ay, el Padre está muy mal. Tiene los ojos vueltos.
Allí mismo había una clínica. Nada se pudo hacer más que constatar la autenticidad de su muerte. No se conocía en él enfermedad ninguna. Murió, podríamos decir, de felicidad, sin agonía. Tenía en el rostro una leve sonrisa de felicidad.
La historia de este padre y Garabandal no termina con su muerte. Las niñas han hablado frecuentemente con él, como Conchita nos dirá en su diario. Lo más sorprendente es que la Virgen le ha comunicado a Conchita que el día siguiente al milagro, este padre será exhumado y aparecerá su cuerpo incorrupto, tal como el mismo día en que lo enterraron.
Conchita lo dice así en una carta:
El 18 de Julio he tenido una locución y en ella me ha dicho que el día siguiente del milagro sacarán a su hermano de la tumba y saldrá incorrupto.
Conchita cita los testigos de la manera cómo murió el P. Luis María. Faito Fontaneda es diminutivo de Rafael Fontaneda. Su esposa es Carmen Fontaneda. Con ellos iba una hija de ambos que en el momento de la muerte del padre, tendría como unos seis años. El mecánico se llamaba José Salcedo.
La madre del P. Luis María ingresó religiosa de clausura en la Orden de la Visitación en San Sebastián (Guipuzcoa) en el mes de octubre, algo más de un mes después de
la muerte de su hijo. La familia Andreu se compone de seis hermanos, de los cuales cuatro ingresaron en la Compañía de Jesús y se ordenaron de sacerdotes. El mayor es José María y está casado, vive en Madrid. El siguiente es el P. Alejandro María, misionero en Venezuela, el que le sigue es el P. Ramón María, de quien se habla en el diario de Conchita. Su residencia habitual es España. A este le seguía el P. Luis María. Tras él vino el P. Marcelino María, que desde años es misionero en Formosa. El menor de todos es Rafael, casado.
La señora Andreu, que dio cuatro de sus hijos a Dios, ingresó religiosa en el mes de Octubre de 1961. Tomó el hábito el día 19 de Marzo de 1962. Hizo la profesión religiosa de votos perpetuos el 19 de Marzo de 1965. En esta ocasión solemne Su Santidad Pablo VI quiso que todos sus hijos vinieran de sus terrenos de misión para participar en tal solemnidad. Para ello el mismo Papa financió los gastos del viaje de ida y vuelta del P. Marcelino desde Formosa. Con esta ocasión envió a la Hna. Luisa María una especial bendición y felicitación aludiendo el alma sacerdotal que las madres pueden transmitir a sus hijos.
Pasados unos días después de la muerte del Reverendo Padre Luis María, nos dijo la Santísima Virgen que íbamos a hablar con él.
Sobre estas conversaciones que las niñas tuvieron con el P. Luis María después de su muerte, hemos preguntado al P. Ramón María:
Pregunta: Padre, estuvo V. presente a alguna de estas conversaciones?
Respuesta: Sí, asistí a las primeras.
Pregunta: Qué efecto le hicieron?
Respuesta: Cuando me lo dijeron quedé desconcertado. La primera noticia me la dio un caballero de Burgos llamado Santiago Gredilla. Era hacia el día 14 de Agosto. Yo acababa de enterrar a mi hermano y por esa razón acababa también de subir a Garabandal. Este caballero me dijo que las niñas decían en sus éxtasis:
—Ay, qué bien. Entonces, vamos a hablar con el P. Luis?
Esto me decepcionó completamente y pensé que se trataba de un caso de fácil sugestionabilidad de las niñas. En ese momento pensé ausentarme de Garabandal.
Pregunta: Y por qué se quedó?
Respuesta: Porque aquellos con quienes había ido querían quedarse.
Pregunta: Y qué sucedió después?
Respuesta: Que me quedé estupefacto al oir algunas de estas conversaciones. En una de ellas las niñas iban repitiendo todo lo que el P. Luis María les contaba relacionado con su muerte y con su entierro. Por ejemplo: cuando decían la manera cómo había sido amortajado, repetían los nombres de los atuendos sacerdotales que le habían puesto. También la manera de cómo había habido algunas variantes. Así que no le pusieron bonete, que las manos llevaban el crucifijo en lugar del cáliz. También la razón de por qué se hizo esto.
En otra de las conversaciones también oí cómo hablaban sobre el hecho de que mi hermano había muerto sin haber hecho todavía la última profesión. A la vez hablaban de cuando yo la hice, del sitio y de otro compañero que la hizo conmigo. Este era un tema en el que yo no había pensado y por eso era verdaderamente asombroso para mi el oirlo con tanta exactitud. También presencié y oí en boca de las niñas frases en diversos idiomas así como el Ave María en griego, tal como Conchita lo cuenta en su diario.
Pregunta: Y qué piensa V. de todo eso?
Respuesta: Que no deja de ser una cosa muy asombrosa. Por lo demás yo me he limitado a constatar la historia que allí he visto. Si Uds. se refieren en su pregunta a la calificación de los hechos, he de decirles que en la Iglesia hay quienes tienen la obligación de estudiarlos y calificarlos y a mí me toca nada más que esperar esta calificación.
Ponemos a continuación una carta que el Padre nos deja leer y fotocopiar y que se refiere a algo que le hemos preguntado.
Sólo dos letras para decirte que he hablado con el Padre Luis y me ha dicho que te dijera a Ud. que estaba haciendo las cosas muy bien y que él tiene ganas de que vengas aquí pero que tenías que seguir obedeciendo al Señor Obispo.
También me dijo cómo se llamaba Jacinta y Cruz en francés. Y me dijo cómo se escribía. Me dijo que era así:
Loli— MARIE DES DOULEURS;
Cruz — MARIAE-CROIX;
Jacinta — JACINTHE;
MARIE-CONCEPTION.
Bueno no le pongo más porque J'AI UN APPEL. Reciba el cariño de Conchita González. Adiós. Y me dijo este cantar en francés:
Espoir, Espoir. Au ciel estoilé,
Espoir et sourit Notre Mére.
Parait et sourit Notre Mére.
Espoir, Espoir. Marie a parlé
Son FILS entend Notre riére
Si no te entiende en francés me lo dice y yo le digo al Padre Luis que me lo diga. Empieza: Esperanza. Nota del traductor: Ponemos a continuación la traducción de estas canciones:
Esperanza, Esperanza. En el cielo estrellado
aparece y sonríe Nuestra Madre,
Esperanza, Esperanza. María ha hablado.
Su Hijo escucha Nuestra Plegaria.
El día 15 de Agosto, fiesta de Nuestra Señora, hubo muchas excursiones y venían de juerga y armando escándalo. Ese día era cuando nos había dicho la Virgen que teníamos que hablar con el P. Luis María Andreu, pero como había escándalo no vino hasta las 4 de la mañana del día siguiente a la misma hora en que se había muerto el Padre Luis. Entonces sí se me apareció en mi cocina la Virgen y me dijo:
Ya hoy no vendrá el Padre, pero vendrá mañana.
Al día siguiente entre las 8 o 9 de la noche se nos apareció la Santísima Virgen muy sonriente como de costumbre y nos dijo a las cuatro:
— Ahora vendrá y os hablará el Padre Luis.
Al poco rato vino y nos llamó a una por una, pero nosotras no le veíamos nada, únicamente oíamos su voz. Era exactamente igual que cuando hablaba en la tierra cuando nos daba consejos.
Nos hizo algunos encargos para su hermano el Padre Ramón María Andreu. Nos enseñaba palabras en francés y aún a rezar en griego. También nos enseñó palabras en inglés y en alemán.
Al cabo de un rato ya no escuchábamos su voz. Entonces se nos apareció la Virgen, quien estuvo un momento más y se marchó.
Nos dijo la Virgen ese día:
—Mañana oiréis una voz, no os asustéis, pero seguidla.
Al día siguiente, a la misma hora del otro día se nos apareció la Santísima Virgen a las cuatro; estuvo unos minutos muy sonriente, pero no nos dijo nada ... A los pocos minutos se nos hizo de noche y oímos la voz que nos llamaba. Entonces Mari Cruz exclamó:
—¡Dinos quién eres, pues si no, nos vamos a casa!
Mientras oíamos esa voz estaba muy oscuro y no veíamos a la Virgen, pero después venía Ella y se ponía muy claro y nos dijo:
—No os asustéis.
Después nos habló un momento. Precisamente esa noche fue la primera noche que nos besó, una por una, y después se marchó.
Conchita lo recuerda con un sentimiento de felicidad. A lo largo de sus éxtasis era muy frecuente ver a las niñas poniendo la cara para recibir en ellas el beso de la Virgen María y a la vez se veía a las niñas cómo ellas la besaban. Esto generalmente sucedía al momento de terminar la Visión cuando la despedida. También era muy frecuente que el éxtasis terminara santiguándose las niñas a la vez que con el beso.
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